miércoles, 6 de diciembre de 2017

322. Muchas palabras no hacen una verdad…

Marcos 14:55-60 RVC
55 Los principales sacerdotes y todo el tribunal buscaban alguna prueba contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no la encontraban.
56 Muchos presentaban falsos testimonios contra él, pero sus testimonios no concordaban.
57 Entonces algunos se levantaron y presentaron un falso testimonio contra él. Dijeron:
58 «Nosotros le hemos oído decir: “Yo derribaré este templo hecho por la mano del hombre, y en tres días levantaré otro sin la intervención humana.”»
59 Pero ni aun así se ponían de acuerdo en sus testimonios.
60 El sumo sacerdote se paró en medio del tribunal y le preguntó a Jesús: «¿No vas a responder? ¡Mira lo que éstos dicen contra ti!»


Vivimos en un mundo plagado de falsos razonamientos, aunque eso no es nada nuevo. Quizás lo novedoso sea la magnitud y la extensión que han cobrado hoy día, pero en esencia las “semillas” de las falacias siguen siendo las mismas. Una de ellas la podemos ver claramente en la parodia de juicio que recibió Jesús.

«¿No vas a responder? ¡Mira lo que éstos dicen contra ti!» Le preguntó el Sumo Sacerdote a Jesús, y la respuesta por demás de obvia era: “¿QUÉ es lo que dicen?”. Se suponía, entonces y ahora, que en un juicio debía haber testimonios consistentes y concordantes de varios testigos, sin embargo no había nada de eso, sólo un cúmulo de acusaciones que no podían articularse entre sí y que no cumplían los requisitos suficientes como para condenar a nadie. Tan evidente era esto aún para un corrupto de primer nivel como el sumo sacerdote de ese tiempo, que se vio en la obligación de buscar algo más consistente tratando de lograr un testimonio del mismo Jesús.

Pero concentrémonos en un aspecto, porque de hecho el “juicio” a Jesús está lleno de errores; muchas afirmaciones inconsistentes no hacen una verdad. “Amontonar” muchas palabras sobre un tema no lo definen como verdad; es necesaria la consistencia de las pruebas que se ofrecen.

Bueno, creo que todos podríamos estar más o menos de acuerdo en este razonamiento que estoy planteando, el asunto es si realmente somos capaces de discernirlo en la vida cotidiana y en nuestra práctica cristiana. Una situación tan excepcional como el “juicio” a Jesucristo no es algo que nos toque presenciar… ¿o sí?

Por supuesto que no estuvimos allí, ni ese hecho se volverá a repetir, pero las palabras, las enseñanzas y aún el mismo Cristo son continuamente “enjuiciados” en este mundo; muchísimos ya han hecho su propio juicio y emitido su veredicto: muchos han determinado que nunca existió, otros que sí, pero que no fue quien dijo que era (con lo que asumen como correcto el veredicto del sumo sacerdote), y otros siguen cuestionando algunas de sus enseñanzas. Finalmente algunos pocos han determinado que, en efecto, fue y es quien dice ser, y que todas sus enseñanzas son dignas de crédito y por lo tanto es justo creer en Él y obedecer sus palabras. Pero cualquiera sea la actitud que tengamos hacia Cristo y Sus enseñanzas, inevitablemente lo habremos “hecho comparecer” en un juicio personal. Y la verdad es que ese “juicio personal” no se terminó todavía, porque seguimos juzgando sus palabras en la medida que somos confrontados con ellas.

¿Pero cómo estamos juzgando? ¿Cómo llegamos a las conclusiones? ¿No estaremos cometiendo los mismos errores de la parodia de juicio que soportó?

Muchas palabras amontonadas sobre un tema no lo hacen verdadero. Incluso muchas personas que repitan lo mismo tampoco. En todo caso pueden llamar nuestra atención, pueden indicar que “algo está pasando allí”, que hay un tema para analizar, pero de ninguna manera determinan una verdad. Muchas palabras repetidas sobre un tema no hacen una verdad. Y no es para nada raro que la mentira se repita hasta el cansancio, por muchos y durante mucho tiempo; es lo que viene haciendo Satanás desde que tuvo acceso a la humanidad. Y más abunda la mentira que la verdad, es un hecho.

¿Por qué crees lo que crees? ¿Porque muchos lo repiten? ¿Lo dicen siempre desde el púlpito? ¿Lo repiten todos tus amigos? ¿Hay muchos libros escritos sobre el tema? Eso no lo convierte en verdad. Las pruebas tienen que estar claramente “allá afuera”, los testimonios deben ser consistentes y concordantes, pero precisamente de TESTIGOS, de personas, de datos, de registros, de hechos comprobables.

Y esto nos lleva quizás a la raíz del tema que es, muchas veces, la IGNORANCIA unida a la PEREZA, que engendran la NECEDAD, es decir: no saber cómo juzgar rectamente, cómo analizar las verdaderas evidencias, dónde buscarlas, cómo interpretarlas, cómo valorarlas, unido a no querer esforzarse por aprender a hacerlo, por pasar tiempo leyendo o estudiando, por no querer cambiar la manera de pensar y reconocer los errores cometidos; y esto conduce a reforzar el pre – juicio que ya de dictaminó en la mente amontonando muchas palabras y testimonios que lo confirmen, sin que todo eso tenga la suficiente consistencia.

Muchas palabras no hacen una verdad, pero para la mayoría de nosotros tener que profundizar y analizar evidencias puede ser muy trabajoso y, peor aún, podríamos llegar a la conclusión de que lo que hemos estado pensando era erróneo y por lo tanto debamos cambiar de opinión. Una serie de falacias (y mala voluntad, por supuesto) llevó a aquel grupo de religiosos a condenar a Jesús, pero las mismas falacias (e incluso algo de mala voluntad) nos puede llevar a nosotros a creer y practicar el error. Si nos disponemos a tener buena voluntad, es necesario que también tengamos un razonamiento y análisis de evidencia correcto. ¡Señor, ayúdanos!


Danilo Sorti




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