Jueces 1:1-5 RVC
1 Después de la muerte de Josué, los
israelitas consultaron al Señor, y le preguntaron: «¿Quién de nosotros irá
primero a pelear contra los cananeos?»
2 Y el Señor respondió: «El primero será
Judá, porque yo he puesto la tierra en sus manos.»
3 Judá dijo entonces a su hermano Simeón:
«Acompáñame al lugar que me ha tocado en suerte. Pelea conmigo contra los
cananeos, y yo te acompañaré cuando vayas a reclamar tu tierra.» Y Simeón lo
acompañó,
4 y el Señor entregó en sus manos a los
cananeos y los ferezeos, y en Bezec hirieron de muerte a diez mil hombres.
5 Y como en Bezec hallaron a Adonibésec,
pelearon contra él y derrotaron a los cananeos y ferezeos.
Jueces es visto como uno de los libros más
tristes de la Biblia, porque el pueblo terminó viviendo como esclavo en su
propia tierra, donde debían ser libres. Josué, el libro anterior, es uno de los
más victoriosos: en relativamente poco tiempo y casi sin derrotas, el pueblo
obtuvo victorias decisivas a lo largo de todo el territorio. ¿Qué pasó
entremedio?
Jueces 2:10 RVC
10 Y murió también toda esa generación, y se
reunió con sus antepasados. Después de ellos vino otra generación que no
conocía al Señor, ni sabía lo que el Señor había hecho por Israel.
Ahí solemos quedarnos con el análisis y
enfatizamos en la importancia de transmitir generacionalmente la fe, y, más que
nada, permitir que cada nueva generación tenga su propia experiencia con el
Señor. Eso es cierto, pero nos perdemos una parte de la enseñanza, que también
está relacionada con eso.
A lo largo del capítulo 1 vemos a diferentes
tribus intentar conquistas parciales. Judá y Simeón tuvieron éxito, también
José, pero Benjamín, Manasés, Efraín, Zabulón, Aser, Neftalí y Dan, no.
Josué había logrado una conquista importante
de mucho territorio. Faltaba mucho más, pero se había alcanzado lo suficiente
como para que Israel se estableciera firmemente y de allí combatiera. El plan
original consistía en que, generación tras generación, la tierra fuera progresivamente
ocupada. Una conquista principal que abrió una brecha decisiva, y luego muchas
conquistas parciales que terminarían de sellar la victoria. En cierto sentido,
es la misma estrategia que siguió Jesucristo: en la cruz ganó la batalla
decisiva contra Satanás, pero de ahí en más le ha correspondido a la iglesia,
sus “descendientes” espirituales, aplicar esa victoria a lo ancho de toda la
Tierra y a lo largo del tiempo.
Como la mayoría de las tribus fracasaron, la
victoria original casi se perdió, pero el Señor no lo permitió e intervino una
y otra vez, hasta que finalmente la tierra quedó ocupada, pero mucho más tarde
de lo que se suponía.
Bueno, la estrategia es simple: hubo un
liderazgo que condujo la primera avanzada y obtuvo una victoria decisiva. Fue
preparado durante años para eso. Luego, ese liderazgo centralizado (Josué)
debía descentralizarse y ganar las victorias parciales, cada uno en su
territorio. La generación de Josué falló en preparar a esa nueva generación,
pero eso no anula la estrategia. Más de mil años después la misma estrategia
esta vez dio resultado: Jesucristo gana la victoria en la cruz, sus doce
generales llevan la primera conquista, y luego comenzaron a multiplicarse,
nuevos líderes surgieron, y de ellos surgieron otros, y así sucesivamente, y
rápidamente el imperio romano fue lleno del Evangelio.
En la guerra espiritual que estamos
enfrentando en este momento en nuestros países, hay victorias significativas
que se ganan a nivel general, pero sólo serán pasajeras si luego cada uno no
lucha en su territorio: empresas, barrios, escuelas, ciudades. Es un error
pensar que la única guerra significativa es la que ocurre a nivel nacional o
continental, porque son las bases las que terminan alimentando esos procesos y
dándoles “legitimidad” política. Así que es a nivel de esas bases, de nuestros
territorios cercanos, donde tenemos que guerrear, con oración, con actos
proféticos, además de la participación ciudadana según sea estratégico.
Veamos un poco más de la estrategia. De todas
las tribus, sorprende que el escritor de Jueces sólo se concentre en Judá,
Simeón y en “José”. Sin duda que hubo muchas batallas, pero el Espíritu sólo
nos dejó el detalle de unas pocas, aquellas a las que debíamos prestar
atención. En realidad, al momento de relatarse esos episodios ya había mucha
historia escrita sobre las guerras y las estrategias divinas, por lo que el
autor no necesita repetir lo mismo, sino sólo darnos los detalles particulares
de esas batallas parciales que debían librarse.
Jueces 1:1 RVC
1 Después de la muerte de Josué, los
israelitas consultaron al Señor, y le preguntaron: «¿Quién de nosotros irá
primero a pelear contra los cananeos?»
Al igual que en todas las batallas
anteriores, Dios es quien da la orden y determina estrategia y tiempos.
Jueces 1:2 RVC
2 Y el Señor respondió: «El primero será
Judá, porque yo he puesto la tierra en sus manos.»
La batalla solo se emprende cuando hay una
palabra específica, cuando la victoria ya ha sido decretada por el Señor. Por
lo tanto, es fundamental estar en comunión y oír la voz del Señor.
Jueces 1:3 RVC
3 Judá dijo entonces a su hermano Simeón:
«Acompáñame al lugar que me ha tocado en suerte. Pelea conmigo contra los
cananeos, y yo te acompañaré cuando vayas a reclamar tu tierra.» Y Simeón lo
acompañó,
Esta no es una mala estrategia, una batalla
grande no es bueno realizarla solo, un acuerdo de ayuda mutua es una buena
idea, especialmente cuando los “territorios” de ambos eran contiguos.
Jueces 1:4-7 RVC
4 y el Señor entregó en sus manos a los
cananeos y los ferezeos, y en Bezec hirieron de muerte a diez mil hombres.
5 Y como en Bezec hallaron a Adonibésec,
pelearon contra él y derrotaron a los cananeos y ferezeos.
6 Pero Adonibésec huyó, así que lo
persiguieron, y cuando lo aprehendieron le cortaron los pulgares de las manos y
los dedos gordos de los pies.
7 Entonces Adonibésec dijo: «A setenta reyes
les corté los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies, y así
recogían las migajas debajo de mi mesa. Lo mismo que les hice a ellos, ahora
Dios lo hace conmigo.» Y lo llevaron a Jerusalén, donde murió.
La victoria que obtuvieron no fue menor. Un
rey que había conquistado a otros 70 (eran reyes de ciudades – estado) debía
tener un ejército importante.
Jueces 1:8-11 RVC
8 Los hijos de Judá atacaron la ciudad de
Jerusalén y la tomaron, y mataron a sus habitantes a filo de espada, y luego le
prendieron fuego a la ciudad.
9 Después de eso, fueron a pelear contra los
cananeos que habitaban en las montañas, en el Néguev, y en los llanos,
10 y también marcharon contra los cananeos
que vivían en Hebrón, y que antes se llamaba Quiriat Arbá. Allí hirieron a
Sesay, a Ajimán y a Talmay.
11 De Hebrón marcharon contra los habitantes
de Debir, ciudad que antes se llamaba Quiriat Séfer.
Inmediatamente después de una victoria
siguieron avanzando y conquistando otras ciudades. Esto es importante, no hay
que dormirse en los laureles ni dejar de avanzar una vez que Dios nos ha dado
la orden.
Jueces 1:12-15 RVC
12 Allí Caleb dijo: «Mi hija Acsa será la
mujer de quien ataque Quiriat Séfer y la conquiste.»
13 Y Otoniel hijo de Cenaz, hermano de Caleb,
la conquistó y recibió por mujer a Acsa.
14 Y ya se iba ella con Otoniel, cuando él la
persuadió de pedirle a su padre tierras de cultivo. Entonces Acsa se apeó del
asno, y Caleb le preguntó: «¿Qué es lo que quieres?»
15 Y ella le respondió: «Hazme un regalo. Ya
que me diste las tierras del Néguev, dame también manantiales.» Y Caleb le dio
los manantiales de arriba y los de abajo.
También hay espacio para las acciones
individuales y los valientes del Señor. Otoniel llegó a ser luego líder de todo
Israel, esta conquista parcial fue la plataforma necesaria para hacerse
conocido y llegar a ese puesto.
Jueces 1:16 RVC
16 Los quenitas, que eran descendientes del
suegro de Moisés, salieron de la ciudad de las palmeras y se fueron a vivir con
los hijos de Judá, en el desierto que está en el Néguev cerca de Arad.
También hubo ayuda de otros, que no eran
propiamente de Israel, aunque estaban cercanos.
Jueces 1:17 RVC
17 Judá acompañó a su hermano Simeón a luchar
contra los cananeos que habitaban en Sefat, y los derrotaron, y luego de
destruir la ciudad le pusieron por nombre Jormá.
Judá cumplió con su promesa y Simeón pudo
tener su territorio. Con el tiempo quedó integrado a la tribu de Judá.
Jueces 1:18 RVC
18 Judá también tomó Gaza, Ascalón y Ecrón,
con sus territorios.
Aquí hay una nota de advertencia. Estos
territorios volvieron a ser ocupados por los filisteos, al igual que Jerusalén.
No pudieron ocupar esos territorios y el esfuerzo se perdió. ¡Cuidado con ello!
Jueces 1:19 RVC
19 Como el Señor estaba de parte de Judá,
éste arrojó a los habitantes de las montañas, aunque no logró hacer lo mismo
con los habitantes de los llanos porque ellos tenían carros de hierro.
Y aquí encontramos un límite. Sin duda Dios
los respaldó, pero también era necesaria una preparación mayor para el próximo
nivel de conquista. De hecho, si no pudieron retener los territorios
mencionados más arriba, difícilmente estos otros. Todo tiene un límite, por más
que haya una promesa no necesariamente va a cumplirse toda hoy.
Jueces 1:20 RVC
20 Pero Caleb recibió Hebrón, tal como Moisés
lo había dicho, y arrojó de allí a los tres hijos de Anac.
Y también hay espacio para las promesas
individuales.
Jueces 1:22-25 RVC
22 El Señor también estaba con la tribu de
José, que fue y peleó contra Betel, que antes se llamaba Luz,
23 y donde puso espías en las afueras de la
ciudad.
24 Cuando los espías vieron a un hombre salir
de la ciudad, lo llamaron y le dijeron: «Dinos cómo entrar a la ciudad, y
tendremos compasión de ti.»
25 Y cuando el hombre les mostró la puerta,
entraron hiriendo a filo de espada a sus moradores, pero al hombre que los
ayudó, lo dejaron ir con toda su familia.
Aquí tenemos un grupo de las tribus de José,
no se unieron a otra tribu pero el objetivo era menor, y con una hábil
estrategia lo alcanzaron.
Estas son las estrategias que el Señor nos
deja para este tipo de avance. Tengámoslas en cuenta y pidamos sabiduría.
Danilo Sorti
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