martes, 13 de noviembre de 2018

630. Santiago: la pobreza y la riqueza – VI, las riquezas espirituales por medio de las pruebas


Santiago 1:2-5 RVC
2 Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando estén pasando por diversas pruebas.
3 Bien saben que, cuando su fe es puesta a prueba, produce paciencia.
4 Pero procuren que la paciencia complete su obra, para que sean perfectos y cabales, sin que les falta nada.
5 Si alguno de ustedes requiere de sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios se la da a todos en abundancia y sin hacer ningún reproche.


Santiago y Hebreos tienen mucho en común, por más que sus escritores y destinatarios sean en parte desconocidos. La posición evangélica en general acepta que Hebreos fue escrita por Pablo, muy probablemente con la gran ayuda de un amanuense, o quizás recopilada por alguno de sus colaboradores, pero en definitiva de origen paulino. Los lectores bien podían ser judíos convertidos, pero también es probable que hubiera cristianos de origen pagano, ya que el Antiguo Testamento era la lectura que esos primeros creyentes tenían. Algo parecido podemos decir de los lectores de Santiago, mientras que el autor es más cuestionado. Diversas características de la carta ponen en duda que sea el hermano del Señor que lideró la iglesia de Jerusalén y murió allí como mártir. De todas formas, si esa información no ha sido expresamente aclarada por el Espíritu, tampoco debería quitarnos el sueño…

De todas formas, el ambiente judío de ambas cartas y sus temas tienen una continuidad, y no por casualidad las tenemos una después de la otra, pero mientras Hebreos exhorta a no perder la fe necesaria para la salvación, Santiago nos anima a vivir esa fe. Por ello sus palabras tienen un sentido práctico, vivencial; no se trata de la sabiduría para salvación (aunque tampoco diríamos que la excluye) sino de la sabiduría para vivir.

En medio de las pruebas necesitamos sabiduría. Las pruebas normalmente conllevan pobreza y necesidad material, pero producen como fruto la paciencia que lleva a la perfección y a la completud del carácter cristiano.

El escenario de “diversas pruebas” es similar al que vemos en Hebreos: después de haber creído y del “primer amor”, hay un largo trecho donde esa emoción del principio debe madurar. No debe morir ese primer amor, cosa que ocurre cuando se pierde la fe, sino que la fe debe perfeccionarse para que el amor se arraigue cada vez más. Hebreos y Santiago, que tampoco por casualidad están ubicadas más hacia el final del Nuevo Testamento, le hablan al creyente de años, que ha combatido por su fe y que es llamado a perseverar cuando las cosas se ponen difíciles y las respuestas tardan. Para algunos este es un momento tan crítico que abandonan la fe, o caen en una fe de palabras, sin esfuerzo, muerta en definitiva. Para otros, es igual de crítico, pero logran crecer en el Señor. Ambos podrán sentarse en la misma iglesia, pero sus realidades espirituales serán muy distintas. ¿Cuál es la nuestra?

La verdadera riqueza que nos muestra Santiago es espiritual. Esa riqueza constituye la recompensa que tendremos en el cielo, y aquí y ahora es el canal abierto con Dios, lo que permite que el Reino de Dios descienda y se manifieste.

En lo natural, atravesar por diversas pruebas no es agradable ni motivo de felicidad. La palabra que se traduce por “diversas” es ποικίλος, poikílos, probablemente de una raíz que signifique “multicolor”, traducida como “toda clase de, diferentes clases de, de diversos colores, diverso, variado”. Para decirlo de una forma mucho menos académica, es la experiencia que tenemos cuando sentimos que “nos están pegando de todos lados”. Es decir, todo nuestro mundo está “al revés” y viene una después de otra. Precisamente allí no nos sentimos “muy dichosos”, más bien muy miserables. Pero las realidades espirituales son diferentes a las naturales, y a partir de este contraste tan grande que leemos aquí se imprime en nuestra mente esa noción. Estas palabras sirven en cierto sentido de introducción al resto del libro: necesitamos aprender a ver las realidades espirituales más allá de los fenómenos materiales. Sin eso, no podemos mantenernos en la fe.

El concepto de prueba es por demás conocido en el mundo de hoy, donde la educación alcanza a la mayoría de las personas y casi todos han podido pasar al menos por alguna experiencia escolar. Hay determinados momentos en los que nuestros conocimientos son examinados, sea por un examen escrito, oral, un trabajo práctico, nuestra participación en clase, un trabajo final o una tesis. Difícilmente encontramos alumnos a los que les gusten particularmente esos momentos, pero todos saben que son necesarios para avanzar hacia el próximo nivel u obtener su título. No es diferente en el mundo espiritual, excepto que allí nadie puede copiar ni hacer trampa. Y al igual que en lo natural, cuando no pasamos un examen, hay que hacerlo de nuevo, o repetir el curso.

Pero si podemos ver las riquezas espirituales, entendemos que la prueba produce paciencia. Cuidado: no “fe”, eso es previo. La paciencia es ὑπομονή, jupomoné, “resistencia o aguante alegre (o esperanzado), paciencia, perseverancia, persistencia, constancia, esperanza”. No se trata una actitud de amarga resignación, ni siquiera de simple resignación, sino de resistencia esperanzada e incluso alegre, porque se tiene la clara visión de la recompensa que se acumula en el cielo. Aquí el claro contraste con el amor a las riquezas que aparecerá un poco más adelante en la carta.

Una cosa es la fe en un momento, o la fe cuando las cosas van bien, otra cosa es la fe perseverante y aún otra cosa es la fe que en las dificultades tiene gozo y alegría.

Esa paciencia hace una obra, tiene un tiempo, en el cual madura los frutos del Espíritu en la persona y así se llega a ser “perfectos”, es decir que los frutos están en su nivel adecuado, y “cabales”, es decir, completos, que todos los frutos están presentes y equilibrados. Claro está que esto requiere tiempo… y colaboración de nuestra parte: en la escuela el profesor puede esforzarse al máximo, pero si el alumno no quiere aprender, ¡no VA A APRENDER!

Entender estas realidades espirituales, es decir, entender qué es lo que está pasando en el mundo espiritual, qué es lo que Dios quiere lograr con la prueba y cuál debe ser nuestra participación espiritual allí, requiere sabiduría. No solamente la sabiduría para “resistir”, sino la sabiduría para “combatir” espiritualmente, tal como quedó bien claro en otras cartas del Nuevo Testamento. En realidad, “combatir” y “resistir” casi diríamos que son sinónimos en el ámbito espiritual: el combate no se gana sino por medio de una lucha persistente; y la persistencia en realidad consiste en mantener una posición, o avanzar, enfrentando la oposición espiritual.

El hecho de que se nos llame a pedir sabiduría significa que hay algo que requiere sabiduría, es decir, que tenemos que hacer nosotros con sabiduría. Aquí está nuestra parte, no lo que hace Dios independientemente de nosotros, sino lo que hacemos nosotros con las fuerzas y la sabiduría de Dios, lo que implica crecer y lo que nos genera riquezas espirituales, propiamente, lo que podemos llamar “mérito”.

El versículo 5 es claro: no hay límite para pedir y recibir sabiduría. Pedimos muchas cosas que no recibimos durante años, y no digo que eso esté mal o que no haya que hacerlo, pero no debemos descuidar esta puerta abierta en la que se nos garantiza una respuesta sí o sí a nuestras oraciones. Hay cosas que pedimos que no pueden ser contestadas en este tiempo; no todas las oraciones lo son, por diversas circunstancias que conoceremos en los Cielos, pero hay algo que SÍ O SÍ será contestado, si pedimos con fe; SABIDURÍA, es decir, capacidad de entender lo que está pasando en el mundo espiritual y, como consecuencia, capacidad de actuar en el natural.

Notemos que esta “sabiduría”, σοφία, sofía, se refiere tanto a la sabiduría espiritual como a la terrenal, con lo cual no solamente tenemos aquí un pasaje “espiritual” sino “terrenal”; es decir, se nos promete la sabiduría para entender lo espiritual y para vivir en nuestra realidad material, para soportar e incluso superar las pruebas aquí y ahora. Dificultades económicas, problemas en las relaciones personales, cómo empezar un nuevo emprendimiento, aprobar un examen, solucionar un problema de salud, etcétera, etcétera, etcétera, todo está incluido aquí, desde lo más pequeño y cotidiano hasta los más grande problemas nacionales que podamos pensar, nada es demasiado grade o demasiado difícil, ni demasiado pequeño o demasiado insignificante para Dios y nada escapa a Su sabiduría. No hay circunstancia sobre la Tierra en la que no podamos recibir la sabiduría y la guía de Dios. Quizás no siempre la respuesta sea la que esperemos, pero siempre habrá una respuesta para el que busca con fe.

¿Estamos aprovechando esta maravillosa promesa? No todas las promesas de la Biblia se aplican en todos los casos, pero esta sí, ¡no la descuidemos!


Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario