Santiago 2:5 RVC
5 Amados hermanos míos, escuchen esto: ¿Acaso
no ha escogido Dios a los pobres de este mundo para que sean ricos en fe y
herederos del reino que él ha prometido a los que lo aman?
Es común que Santiago se relacione con una
“oda cristiana a la pobreza”, una especie de exaltación de la misma. No es en
realidad lo que leemos, sino más bien un enfoque sobre cuáles son las
verdaderas riquezas. Creo que toda la epístola puede ser entendida en ese
sentido, no digo que sea ése el único hilo conductor o el principal objetivo de
la carta, pero sí que resulta una forma fructífera de entenderla.
Santiago “juega” con los conceptos de pobreza
/ riqueza en los planos terrenales y espirituales, y por ello es muy fácil que,
según sea la inclinación de cada uno, lo leamos “para nuestro lado”. Pero
tratemos de ver algo más.
El versículo que citamos es bastante central
en la carta: la verdadera riqueza que cuenta para Dios no es la material sino
la espiritual. Dios elige a los pobres “de este mundo” para que puedan recibir
Sus riquezas; pero eso no significa que todos los pobres lo hagan ni significa
tampoco que ningún rico las reciba. Aunque Dios claramente ordena cuidar al
necesitado, la verdadera riqueza delante de Dios consiste en la “fe”, es decir,
en creer y vivir (poner en práctica) el testimonio que Dios ha dado de Su Hijo.
Por lo tanto, es un error considerar a la posesión de riquezas materiales como
una señal inequívoca de la aprobación divina. Pero también es un error
“recortar” el significado de “fe”. Se trata, claro, de la fe para salvación, fe
en la obra de Cristo, y eso es lo principal. Pero esa misma fe también produce
las “obras de fe”:
Hebreos 11:32-39 RVC
32 ¿Y qué más puedo decir? Tiempo me faltaría
para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de
Samuel y de los profetas,
33 que por la fe conquistaron reinos,
impartieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
34 apagaron fuegos impetuosos, escaparon del
filo de la espada, sacaron fuerzas de flaqueza, llegaron a ser poderosos en
batallas y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros.
35 Hubo mujeres que por medio de la
resurrección recuperaron a sus muertos. Pero otros fueron atormentados, y no
aceptaron ser liberados porque esperaban obtener una mejor resurrección.
36 Otros sufrieron burlas y azotes, y hasta
cadenas y cárceles.
37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a
prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de un lado a otro cubiertos de
pieles de oveja y de cabra, pobres, angustiados y maltratados.
38 Estos hombres, de los que el mundo no era
digno, anduvieron errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y
por las cavernas de la tierra.
39 Y aunque por medio de la fe todos ellos
fueron reconocidos y aprobados, no recibieron lo prometido.
La fe no nos garantiza que seremos
prosperados en esta tierra, nos garantiza que seremos reconocidos y aprobados
por Dios. Pero cuidado: el camino de la bendición material para el cristiano
TAMBIÉN empieza por la fe.
No voy a explayarme aquí sobre la necesidad
de que los creyentes sean prosperados materialmente, según Dios lo permita y
según la realidad que le toque vivir. ¿De dónde se sacarán los recursos para
predicar el Evangelio, para ayudar a los necesitados, para producir materiales
cristianos, para sostener a los obreros? La obra que nos resta es enorme, y se
necesitan muchos recursos. “Dios puede convertir a un rico y con eso
solucionamos el problema” dicen algunos; y es cierto, pero mientras tanto y
hasta que eso no ocurra, solo estamos vos y yo…
Es un
hecho que cuando las personas se convierten empiezan a prosperar materialmente,
y sus descendientes más que ellos. Por supuesto, no siempre es así, depende del
contexto, pero donde no hay persecución severa o contextos de guerra u
opresión, eso ocurre.
La fe, la riqueza en fe, habla de la
capacidad personal de creer en Dios, tanto para salvación como para bendición y
prosperidad.
Santiago 1:17 RVC
17 Toda buena dádiva y todo don perfecto
descienden de lo alto, del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra
de variación.
Santiago también nos menciona al verdadero
Autor de todo bien, y aunque el contexto de este versículo nos habla de bienes
espirituales, también se incluyen aquí los materiales, todo don y toda dádiva.
No hace falta decir que la verdadera riqueza espiritual viene del Padre, y
tampoco que la bendición del Señor que “nunca viene acompañada de tristeza”
(Proverbios 10:22) es la que enriquece, la prosperidad material que no trae
congoja y aflicción. Claro que hay otro camino hacia ella y mucho lo siguen,
aún algunos que se llaman cristianos, y a veces por ignorancia.
No solo la fe, sino la seguridad de que la
riqueza proviene de Dios y que debe ser según Sus principios. Pero también es
muy clara la dimensión comunitaria:
Santiago 1:27 RVC
27 Delante de Dios, la religión pura y sin
mancha consiste en ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y
en mantenerse limpio de la maldad de este mundo.
Santiago 2:1 RVC
1 Hermanos míos, ustedes que tienen fe en
nuestro glorioso Señor Jesucristo, no deben hacer diferencias entre las personas.
Santiago 2:14-16 RVC
14 Hermanos míos, ¿de qué sirve decir que se
tiene fe, si no se tienen obras? ¿Acaso esa fe puede salvar?
15 Si un hermano o una hermana están
desnudos, y no tienen el alimento necesario para cada día,
16 y alguno de ustedes les dice: «Vayan
tranquilos; abríguense y coman hasta quedar satisfechos», pero no les da lo
necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve eso?
Aquí tenemos al “capital social” en acción,
es decir, la ayuda mutua para sacar de la pobreza al hermano necesitado, para
darle las oportunidades de vivir dignamente y, si puede hacerlo, de prosperar
económicamente. Oímos un eco de la primera iglesia:
Hechos 4:34-35 RVC
34 Y no había entre ellos ningún necesitado,
porque todos los que poseían terrenos o casas, los vendían, y el dinero de lo
vendido lo llevaban
35 y lo ponían en manos de los apóstoles, y
éste era repartido según las necesidades de cada uno.
El amor traducido en ayuda mutua había
logrado sacar a los hermanos de la pobreza. Uno se preguntaría a qué destinamos
el dinero de las ofrendas hoy…
Santiago 5:14 RVC
14 ¿Hay entre ustedes algún enfermo? Que se
llame a los ancianos de la iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceite
en el nombre del Señor.
La enfermedad era y sigue siendo un grave
impedimento para trabajar y crecer económicamente. La intervención sobre
natural de Dios permitía que personas que de otro modo caerían en la mendicidad
pudieran valerse por sí mismos.
Santiago 5:7 RVC
7 Pero ustedes, hermanos, tengan paciencia
hasta la venida del Señor. Fíjense en el labrador, cómo espera el preciado
fruto de la tierra, y cómo aguarda con paciencia a que lleguen las lluvias
tempranas y tardías.
Esfuerzo y paciencia, también Santiago nos da
instrucciones para hacer crecer nuestros negocios.
Santiago 4:15 RVC
15 Lo que deben decir es: «Si el Señor
quiere, viviremos y haremos esto o aquello.»
Y nos exhorta a no perder de vista Quién es
el verdadero Dueño y Conductor de ellos.
Bueno, por supuesto que la carta dice más
cosas de las que aquí mencionamos, pero con esto he querido demostrar que no
hay “conformismo” aquí, así como tampoco un “exitismo” del pensamiento
positivo, sino claridad y dirección para alcanzar las riquezas espirituales,
primero y principal, y luego, en la medida de lo posible y de lo que Dios
permita, las materiales.
1 Timoteo 6:17-19 RVC
17 A los ricos de este siglo mándales que no
sean altivos, ni pongan su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas,
sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las
disfrutemos.
18 Mándales que hagan el bien, y que sean
ricos en buenas obras, dadivosos y generosos;
19 que atesoren para sí mismos un buen
fundamento para el futuro, que se aferren a la vida eterna.
No queda mucho más tiempo de relativa prosperidad
para la Tierra y pronto muchos no podrán siquiera alcanzar un nivel de vida
básico, y un poco después la Iglesia fiel partirá. POR ESO, precisamente por
eso, dado la urgencia de la hora y el poco tiempo que falta, es que necesitamos
ser “prosperados”, necesitamos la mayor cantidad de riquezas materiales
posibles (es decir, lo que Dios nos pueda dar sin que nos envanezcamos) para
ser generosos, para sostener la obra de Cristo, para ganar a muchos. Y Santiago
nos ayuda a enfocarnos correctamente.
Danilo Sorti
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