martes, 13 de noviembre de 2018

627. Santiago: la pobreza y la riqueza – IV, ¿una exaltación de la pobreza o los principios de la verdadera riqueza?


Santiago 2:5 RVC
5 Amados hermanos míos, escuchen esto: ¿Acaso no ha escogido Dios a los pobres de este mundo para que sean ricos en fe y herederos del reino que él ha prometido a los que lo aman?


Es común que Santiago se relacione con una “oda cristiana a la pobreza”, una especie de exaltación de la misma. No es en realidad lo que leemos, sino más bien un enfoque sobre cuáles son las verdaderas riquezas. Creo que toda la epístola puede ser entendida en ese sentido, no digo que sea ése el único hilo conductor o el principal objetivo de la carta, pero sí que resulta una forma fructífera de entenderla.

Santiago “juega” con los conceptos de pobreza / riqueza en los planos terrenales y espirituales, y por ello es muy fácil que, según sea la inclinación de cada uno, lo leamos “para nuestro lado”. Pero tratemos de ver algo más.

El versículo que citamos es bastante central en la carta: la verdadera riqueza que cuenta para Dios no es la material sino la espiritual. Dios elige a los pobres “de este mundo” para que puedan recibir Sus riquezas; pero eso no significa que todos los pobres lo hagan ni significa tampoco que ningún rico las reciba. Aunque Dios claramente ordena cuidar al necesitado, la verdadera riqueza delante de Dios consiste en la “fe”, es decir, en creer y vivir (poner en práctica) el testimonio que Dios ha dado de Su Hijo. Por lo tanto, es un error considerar a la posesión de riquezas materiales como una señal inequívoca de la aprobación divina. Pero también es un error “recortar” el significado de “fe”. Se trata, claro, de la fe para salvación, fe en la obra de Cristo, y eso es lo principal. Pero esa misma fe también produce las “obras de fe”:

Hebreos 11:32-39 RVC
32 ¿Y qué más puedo decir? Tiempo me faltaría para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas,
33 que por la fe conquistaron reinos, impartieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
34 apagaron fuegos impetuosos, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de flaqueza, llegaron a ser poderosos en batallas y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros.
35 Hubo mujeres que por medio de la resurrección recuperaron a sus muertos. Pero otros fueron atormentados, y no aceptaron ser liberados porque esperaban obtener una mejor resurrección.
36 Otros sufrieron burlas y azotes, y hasta cadenas y cárceles.
37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de un lado a otro cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pobres, angustiados y maltratados.
38 Estos hombres, de los que el mundo no era digno, anduvieron errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
39 Y aunque por medio de la fe todos ellos fueron reconocidos y aprobados, no recibieron lo prometido.

La fe no nos garantiza que seremos prosperados en esta tierra, nos garantiza que seremos reconocidos y aprobados por Dios. Pero cuidado: el camino de la bendición material para el cristiano TAMBIÉN empieza por la fe.

No voy a explayarme aquí sobre la necesidad de que los creyentes sean prosperados materialmente, según Dios lo permita y según la realidad que le toque vivir. ¿De dónde se sacarán los recursos para predicar el Evangelio, para ayudar a los necesitados, para producir materiales cristianos, para sostener a los obreros? La obra que nos resta es enorme, y se necesitan muchos recursos. “Dios puede convertir a un rico y con eso solucionamos el problema” dicen algunos; y es cierto, pero mientras tanto y hasta que eso no ocurra, solo estamos vos y yo…

 Es un hecho que cuando las personas se convierten empiezan a prosperar materialmente, y sus descendientes más que ellos. Por supuesto, no siempre es así, depende del contexto, pero donde no hay persecución severa o contextos de guerra u opresión, eso ocurre.

La fe, la riqueza en fe, habla de la capacidad personal de creer en Dios, tanto para salvación como para bendición y prosperidad.

Santiago 1:17 RVC
17 Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de variación.

Santiago también nos menciona al verdadero Autor de todo bien, y aunque el contexto de este versículo nos habla de bienes espirituales, también se incluyen aquí los materiales, todo don y toda dádiva. No hace falta decir que la verdadera riqueza espiritual viene del Padre, y tampoco que la bendición del Señor que “nunca viene acompañada de tristeza” (Proverbios 10:22) es la que enriquece, la prosperidad material que no trae congoja y aflicción. Claro que hay otro camino hacia ella y mucho lo siguen, aún algunos que se llaman cristianos, y a veces por ignorancia.

No solo la fe, sino la seguridad de que la riqueza proviene de Dios y que debe ser según Sus principios. Pero también es muy clara la dimensión comunitaria:

Santiago 1:27 RVC
27 Delante de Dios, la religión pura y sin mancha consiste en ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y en mantenerse limpio de la maldad de este mundo.

Santiago 2:1 RVC
1 Hermanos míos, ustedes que tienen fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo, no deben hacer diferencias entre las personas.

Santiago 2:14-16 RVC
14 Hermanos míos, ¿de qué sirve decir que se tiene fe, si no se tienen obras? ¿Acaso esa fe puede salvar?
15 Si un hermano o una hermana están desnudos, y no tienen el alimento necesario para cada día,
16 y alguno de ustedes les dice: «Vayan tranquilos; abríguense y coman hasta quedar satisfechos», pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve eso?

Aquí tenemos al “capital social” en acción, es decir, la ayuda mutua para sacar de la pobreza al hermano necesitado, para darle las oportunidades de vivir dignamente y, si puede hacerlo, de prosperar económicamente. Oímos un eco de la primera iglesia:

Hechos 4:34-35 RVC
34 Y no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían terrenos o casas, los vendían, y el dinero de lo vendido lo llevaban
35 y lo ponían en manos de los apóstoles, y éste era repartido según las necesidades de cada uno.

El amor traducido en ayuda mutua había logrado sacar a los hermanos de la pobreza. Uno se preguntaría a qué destinamos el dinero de las ofrendas hoy…

Santiago 5:14 RVC
14 ¿Hay entre ustedes algún enfermo? Que se llame a los ancianos de la iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor.

La enfermedad era y sigue siendo un grave impedimento para trabajar y crecer económicamente. La intervención sobre natural de Dios permitía que personas que de otro modo caerían en la mendicidad pudieran valerse por sí mismos.

Santiago 5:7 RVC
7 Pero ustedes, hermanos, tengan paciencia hasta la venida del Señor. Fíjense en el labrador, cómo espera el preciado fruto de la tierra, y cómo aguarda con paciencia a que lleguen las lluvias tempranas y tardías.

Esfuerzo y paciencia, también Santiago nos da instrucciones para hacer crecer nuestros negocios.

Santiago 4:15 RVC
15 Lo que deben decir es: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.»

Y nos exhorta a no perder de vista Quién es el verdadero Dueño y Conductor de ellos.

Bueno, por supuesto que la carta dice más cosas de las que aquí mencionamos, pero con esto he querido demostrar que no hay “conformismo” aquí, así como tampoco un “exitismo” del pensamiento positivo, sino claridad y dirección para alcanzar las riquezas espirituales, primero y principal, y luego, en la medida de lo posible y de lo que Dios permita, las materiales.

1 Timoteo 6:17-19 RVC
17 A los ricos de este siglo mándales que no sean altivos, ni pongan su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
18 Mándales que hagan el bien, y que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos;
19 que atesoren para sí mismos un buen fundamento para el futuro, que se aferren a la vida eterna.

No queda mucho más tiempo de relativa prosperidad para la Tierra y pronto muchos no podrán siquiera alcanzar un nivel de vida básico, y un poco después la Iglesia fiel partirá. POR ESO, precisamente por eso, dado la urgencia de la hora y el poco tiempo que falta, es que necesitamos ser “prosperados”, necesitamos la mayor cantidad de riquezas materiales posibles (es decir, lo que Dios nos pueda dar sin que nos envanezcamos) para ser generosos, para sostener la obra de Cristo, para ganar a muchos. Y Santiago nos ayuda a enfocarnos correctamente.


Danilo Sorti




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