martes, 13 de noviembre de 2018

634. Tan frágil como la hierba…


Hechos 5:14-16 RVC
14 Los hombres y mujeres que creían en el Señor iban aumentando en número,
15 y en sus camas y lechos sacaban a los enfermos a la calle, para que al pasar Pedro por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.
16 Aun de las ciudades vecinas venían muchos a Jerusalén, y traían a sus enfermos y a los atormentados por espíritus inmundos, y todos eran sanados.

En los Evangelios y en Hechos encontramos muchas formas extrañas en que los milagros ocurrían. De todas, la más “lejana” a lo que sería la dinámica de un milagro es esta, según entiendo. En todos los otros, tanto Jesús como los apóstoles imponían las manos o daban una palabra, o hacían alguna acción específica. En una oportunidad usaban los delantales de Pablo para hacer milagros. En otra oportunidad una mujer tocó por detrás la ropa del Señor. Pero aquí tenemos algo tan sutil como la sombra del apóstol. Ahora bien, ¿quién le da importancia a su sombra? Excepto cuando uno tiene niños pequeños, en un día de calor, cuando procurará que quede cubierto por la sombra de uno para que no lo afecte el sol, pero más que eso, ¿a quién le importa su sobra? ¿Cuánto puede valer una sombra?

Pero Dios usó algo sin valor para manifestar una riqueza de sanidad que ningún millonario de la época podía conseguir por más médicos que tuviera.

Esa es la forma de obrar de Dios:

1 Corintios 1:27-29 RVC
27 sino que Dios eligió lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo, para avergonzar a lo fuerte.
28 También Dios escogió lo vil del mundo y lo menospreciado, y lo que no es, para deshacer lo que es,
29 a fin de que nadie pueda jactarse en su presencia.

La realidad es que el hombre mismo es nada delante de Dios:

1 Pedro 1:24 RVC
24 Porque: «Todo hombre es como la hierba, Y toda su gloria es como una flor. La hierba se seca, y la flor se marchita,

Salmos 39:6 RVC
6 ¡Ay, todos pasamos como una sombra! ¡Ay, de nada nos sirve tratar de enriquecernos, pues nadie sabe para quién trabaja!

¡Qué necio es el ser humano pensando que es alguien, incluso que puede llegar a ser una “gran persona”, tener reconocimiento, dinero, poder, y se olvida que es tan consistente como una brizna de hierba y sus obras tan duraderas como la flor de esa hierba!

Pero también es cierto que se nos ha dado una porción de autoridad y de “poder”, por un cierto tiempo y en un cierto ámbito; y cuando hacemos uso de ellos debemos recordar no solamente que somos tan fuertes como una plantita de pasto, sino que las otras personas también lo son. Por eso es que debemos ser cuidadosos con ellos. Pero no solamente con las personas sino también con las obras, más delicadas que ellas mismas. Es muy fácil aplastar un mover del Espíritu, es muy fácil cortar un propósito del Seños, y muchas veces sin darnos cuenta, tal como la sombra de Pedro, algo en lo que él seguramente ni pensaba cuando caminaba por las calles de Jerusalén rodeado de personas.

Hasta hace pocos meses antes de escribir este artículo participaba en un grupo de WhatsApp de gente vinculada al ámbito empresarial y comercial, de varias ciudades y provincias del país. Era un grupo interesante, activo, donde por supuesto circulaban mensajes referidos a una variedad de temas, no solamente empresas. En cierto momento, uno de los administradores del grupo, un pastor haciendo uso de las conocidas mañas pastorales, decidió cerrarlo para los miembros y permitir solo las publicaciones de los administradores prometiendo que nos mantendría informados de las actividades del ministerio, cosa que hizo un par de días y luego desapareció. Así de fácil cortó un hermoso fluir y compartir del Espíritu que se estaba dando por medio de algo que, por cierto, es muy “frágil”.

Menos de dos semanas atrás me pasó exactamente lo mismo con otro grupo, esta vez enfocado en un ministerio en el que participa uno de mis hijos. Se compartían muchos temas relacionados con los hijos y con las problemáticas que estamos viviendo por estos tiempos en el país, hasta que un par de personas se molestaron y la administradora del grupo, pastora también, nos pidió que no habláramos más de temas que no fueran propios del ministerio. A partir de allí nadie, ni siquiera ella, publicó más en el grupo, excepto yo… ¡Qué fácil resultó cortar un hermoso medio de comunión que se estaba gestando!

Pero no debería ser tan duro con ellos, porque yo mismo suelo ser una persona concentrada en determinados temas y muy ajeno a otros… por lo que sé perfectamente que no sé cuántas veces he descuidado algún sutil mover del Señor, a personas que se me acercaron esperando una palabra o situaciones en las cuales hubiera podido demostrar Su amor.

Así de frágiles como una flor del campo son nuestras obras, pero esas flores nos alegran con su belleza y son las que permiten que se formen nuevas semillas, que perpetuarán la vida. Por eso es que en la parábola del trigo y la cizaña, el dueño del campo les impide arrancar la mala hierba, no por consideración a ella sino por cuidado a la buena semilla. Y esto es así hasta que el trigo complete su ciclo.

Es muy fácil cortar algo del Espíritu Santo. Es muy fácil no darse cuenta de alguna obra “pequeña” que está haciendo. Pero, ¿saben qué?, somos responsables por ello. Y la verdad es que no sabemos la dimensión de lo que a veces cortamos sin siquiera darnos cuenta. Recordemos, de una frágil y perecedera flor, se originan las semillas que mantienen la vida a lo largo de las generaciones.

Que el Señor nos ayude a ser alertas y cuidadosos.


Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario