Habacuc 1:5-11 RVC
5 «Miren entre las naciones, y vean, y
asómbrense. Yo voy a hacer en sus días algo, a lo que ustedes no darán crédito,
aunque se les cuente.
6 Estoy por hacer que vengan los caldeos, un
pueblo cruel y tenaz que recorre toda la tierra para adueñarse de los
territorios de otros pueblos.
7 Es un pueblo formidable y terrible, que por
sí mismo decide lo que es justo y digno.
8 Sus caballos son más ligeros que los
leopardos y más feroces que los lobos nocturnos. Sus jinetes vienen de lejos, a
galope tendido; vienen raudos como águilas, dispuestos a devorar,
9 ¡y todos ellos caen sobre su presa! El
terror los precede, y recogen cautivos como quien recoge arena.
10 Se ríen de los reyes, se burlan de los
príncipes; hacen mofa de toda fortaleza: construyen terraplenes y conquistan
ciudades.
11 Pasan con la fuerza de una tormenta, y esa
fuerza la atribuyen a su dios.»
En el esquema de siete partes que es tan
común en la Biblia y que representa las etapas o partes en que Dios hace algo,
la segunda corresponde a la función del siervo, de crear ambiente, de limpiar,
pero esta segunda sección de Habacuc no tiene nada que ver con eso, ¡aquí hay
muerte y destrucción, no limpieza y sanidad!... aparentemente.
Corresponde al segundo día de la Creación:
Génesis 1:6-8 RVC
6 Luego dijo Dios: «¡Que haya algo firme en
medio de las aguas, para que separe unas aguas de otras aguas!»
7 Y Dios hizo una bóveda, y parte de las
aguas quedaron arriba de la bóveda, y parte de las aguas quedaron abajo. Y así
fue.
8 Dios llamó «cielos» a la bóveda. Cayó la
tarde, y llegó la mañana. Ése fue el día segundo.
Aquí vemos la creación de un ámbito, un
espacio en el sentido general del término, dentro del cual luego se
desarrollará todo el proceso creativo.
Ahora bien, cuando vamos al registro
astronómico y geológico del proceso creativo, encontramos diversos momentos y
eventos realmente “catastróficos”, pero lo paradójico es que resultan
fundamentales para todo el proceso. El evento más reciente en el tiempo, la
caída del meteorito que se llama “Chicxulub” (https://es.wikipedia.org/wiki/Cr%C3%A1ter_de_Chicxulub)
en el “momento justo” y en el “lugar justo”, quitó de la tierra a los grandes
saurios y permitió que los mamíferos, no más grandes que ratas nocturnas en ese
entonces, tuvieran el planeta libre para desarrollarse en una enorme variedad
de formas.
El
mismo Dios que formó a los dinosaurios con Sus manos y les dio un espacio y un
tiempo, también determinó el fin de su reinado para que unos animalitos pequeños
pudieran desarrollarse… ¿tiene sentido eso? Supongo que los ángeles se estuvieron rascando la cabeza unos cuantos
millones de años hasta que entendieron lo que Dios realmente estaba haciendo
con Su creación: dejar el espacio libre para que unas criaturas más
inteligentes y complejas que ellos aparecieran.
Bueno, podríamos hablar muchísimo de la
sabiduría de Dios impresa en la historia del Universo y de la vida. Es
maravillosa; la grandeza y la profundidad de Sus planes son tan sobrecogedoras
que uno no puede dejar de postrarse en adoración en su espíritu cada vez que
reflexiona sobre el tema. ¡Ah!, de paso, los ignorantes dicen que la ciencia
aleja al hombre de Dios, ¡pobre gente, realmente sabe muy poco de la verdadera
ciencia!
Bueno, el asunto es que el mismo Dios que
crea un ámbito para determinadas formas de vida, también “acaba” con ese ámbito
y crea otro. Eso pasa con la creación física – biológica, y allí están todos
los principios de la sabiduría de Dios, pero ¿y nosotros?
Dios le había dado un territorio a Israel por
medio de un proceso parecido: le ordenó exterminar a un grupo de naciones que
se habían vuelto irredimibles. Israel no lo hizo como debía, y la historia tuvo
muchas idas y vueltas pero en definitiva, llegó a establecerse y prosperar.
Luego se “echó a perder”, Dios lo soportó mucho tiempo hasta que empezó a
sacudirlo con más fuerza. Primero vinieron los asirios, realmente crueles.
¿Aprendieron algo? No.
No solo Israel no había aprendido de tanto
sufrimiento sino que se había endurecido más. ¿Qué más quedaba? El caldeo, un
pueblo peor, destinado a “barrer” una sociedad que se había corrompido casi
tanto como los pueblos que siglos atrás Dios le había ordenado eliminar.
Y así, el Señor utiliza a Sus instrumentos
involuntarios para “recrear” un ámbito que se había contaminado. ¿Es duro de
leer lo que escribo? Sin dudas. Nadie dijo que la realidad fuera fácil. Estamos
demasiado acostumbrados en este tiempo a palabras bonitas y mensajes
“políticamente correctos”, precisamente cuando nos estamos acercando a los
tiempos más difíciles de la humanidad.
“Miren entre las naciones, y vean, y
asómbrense. Yo voy a hacer en sus días algo, a lo que ustedes no darán crédito,
aunque se les cuente.”
No, lo que venía no era “imaginable” en el
tiempo de profeta, a pesar de que conocían la guerra y las dificultades. Con
Dios no se juega, pero vez tras vez las gentes han abusado de Su misericordia,
lo han subestimado y han llegado a burlarse de Él. Cuando les envió juicios
para tratar de despertar sus consciencias lo único que hicieron fue enojarse
más.
“Miren entre las naciones, y vean, y
asómbrense.”
El mismo Dios que creó el ámbito para poner a
las naciones allí, vuelve a crearlo, aunque para eso tenga que enviar destrucción.
¿Habrá una generación que pueda entender esto?
“Estoy por hacer que vengan los caldeos, un
pueblo cruel y tenaz que recorre toda la tierra para adueñarse de los
territorios de otros pueblos.”
Por qué Dios permite a estos imperios
levantarse y prosperar durante cierto tiempo está suficientemente explicado en
los otros profetas: son Sus herramientas involuntarias para “limpiar” lo que se
echó a perder y para “despertar” lo que está dormido. ¿Por qué Dios permite en
nuestras naciones a ciertos personajes y organizaciones políticas y sociales
nefastas? Para lo mismo. El asunto es si los que tienen que despertarse lo
hacen o se duermen más…
Nunca me gustaron los imperios y entiendo por
la Biblia que jamás han sido el propósito original de Dios, pero en un mundo
caído, han cumplido muchas funciones importantes. En un sentido negativo, son
los que “limpian” un sistema político y social:
·
Se adueñan de lo que les corresponde a otros
·
Pasan por alto toda justicia, ellos mismos imponen la propia
·
“Devoran” todo lo que tienen enfrente
·
Literalmente se lanzan sobre sus presas
·
Astutos, precisos y veloces en sus acciones
·
Generan miedo, terror
·
Hacen que la gente termine “cautiva”, sin poder librarse de su sistema
·
Son burladores
·
Tienen toda la fuerza para avanzar
·
Su poder se lo atribuyen a “su dios”, su propia capacidad
¿No hemos visto, acaso, patrones similares a
este en nuestros países? Son los “caldeos” que el Señor ha enviado a un pueblo
dormido y corrompido, para “barrer” un ámbito y crear otro.
La buena noticia es que no estamos en los
tiempos de Habacuc y no necesitamos pasar por todo el proceso que anuncia el
profeta aquí. Si identificamos qué es lo que está pasando y por qué, podemos
hacer que el proceso sea mucho más breve. La misericordia de Dios aún no se ha
cerrado. ¡Todavía no necesitamos que nos “caiga un meteorito”!... todavía….
Danilo Sorti
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