sábado, 25 de abril de 2020

775. El 15 y un nuevo camino – III, Salmo 120


Salmos 120:1-7 RVC
1 En mi angustia, clamé al Señor, y el Señor me respondió.
2 ¡Líbrame, Señor, de los mentirosos, de la gente de lengua embustera!
3 Tú, lengua mentirosa, ¿qué ganas con engañar a todos?
4 ¡Serás asaeteado con agudas flechas, ardientes como el fuego de retama!
5 ¡Ay de mí! ¡Soy un extranjero en Mesec! ¡Habito entre las tiendas de Cedar!
6 ¡Ya he convivido mucho tiempo con los que no pueden vivir en paz!
7 Aunque soy un hombre de paz, cuando les hablo, me declaran la guerra.

El primer paso corresponde a la acción del profeta, el don redentor que tiene la capacidad para “romper” la dura costra que impide a las personas ver la condición miserable en que se encuentran, y con ello puede traer los diseños divinos. Este primer paso de los 15 consiste en reconocer la propia “angustia” en la que se vive, y luego, fundamental, reconocer la respuesta del Señor, la “apertura” de los Cielos para escuchar la petición.

Recordemos que, aunque toda la Palabra de Dios es un llamado a la salvación del incrédulo, en un sentido más “ajustado”, estos pasos representados por los Salmos graduales no son para los inconversos sino para el creyente, que ha estado viviendo hasta el momento “en tierra extranjera”, es decir, “fuera” de la plenitud del Reino de Dios. Esto se debe entender espiritualmente.

No es algo que necesariamente ocurra que “en nuestra angustia” clamemos al Señor, más bien aparecen dos actitudes que están dramáticamente representadas por los dos ladrones en la cruz:

Lucas 23:39-43 RVC
39 Uno de los malhechores que estaban allí colgados lo insultaba y le decía: «Si tú eres el Cristo, ¡sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros!»
40 Pero el otro lo reprendió y le dijo: «¿Ni siquiera ahora, que sufres la misma condena, temes a Dios?
41 Lo que nosotros ahora padecemos es justo, porque estamos recibiendo lo que merecían nuestros hechos, pero éste no cometió ningún crimen.»
42 Y a Jesús le dijo: «Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.»
43 Jesús le dijo: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.»

El sufrimiento endurece a algunos y hace recapacitar a otros. Pero cuidado, porque esto no solo se aplica para el incrédulo, sino también para los cristianos “incrédulos”… No siempre reconocemos nuestras necesidades y no siempre clamamos al Señor para ser rescatados, más bien, tratamos de resolverlo con nuestras propias fuerzas, nuestra propia sabiduría, nuestra propia justicia… la vieja lucha entre el Árbol del conocimiento y el Árbol de la Vida – que viene de Dios.

Salmos 50:14-15 RVC
14 Yo soy el Dios Altísimo; en vez de sacrificios, ofréceme alabanzas y cúmpleme todos los votos que me hagas.
15 Invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás.»

Ahora, si vemos el contexto del Salmo 50 nos encontramos con un pueblo muy religioso, que en lo externo se preocupaba por cumplir con las normas:

Salmos 50:7-13 RVC
7 «Escucha, Israel, pueblo mío; voy a hablar y a testificar contra ti. Yo soy Dios. Yo soy tu Dios.
8 No voy a reprenderte por tus sacrificios, ni por los holocaustos que siempre me ofreces;
9 no voy a tomar ningún becerro de tu casa, ni ningún macho cabrío de tus apriscos,
10 pues míos son todos los animales del bosque, ¡los miles de animales que hay en las colinas!
11 Mías son todas las aves de los montes; mío es todo lo que se mueve en los campos.
12 »Si yo tuviera hambre, no te lo diría, pues el mundo y su plenitud me pertenecen.
13 ¿Acaso me alimento con carne de toros, o bebo sangre de machos cabríos?

No estaba mal que hiciera eso porque correspondía, tenía un valor en ese momento, pero no era el centro del propósito del Eterno, era la periferia, la cáscara que debía indicar el camino hacia el verdadero objetivo. Lo mismo puede pasarnos hoy, no tenemos todo ese ritual de sacrificios, pero podemos tener una lista más o menos larga de deberes cristianos y prácticas del “buen creyente”, que no están mal pero que siguen siendo solo la cáscara, o más bien, que tienen valor solo si nacen de un “centro verdadero”.

Entonces, nuestra “cáscara religiosa” nos indica que ni siquiera hemos dado el primero paso para emprender un nuevo camino… ¡caramba!, estamos complicados…

Pero puede ser que hayamos caminado un largo trecho ya, y que nos encontremos en una nueva encrucijada de “religiosidad”. La estructura babilónica no sale de nosotros así de fácil, y quizás nos estamos dando cuenta de que todavía arrastramos más de lo que pensamos. Y esa estructura es la que “reemplaza” a Dios porque nos ofrece soluciones que no empiecen con el simple y HUMILDE acto de reconocer nuestra necesidad y presentarla ante el Señor. De nuevo, la vieja lucha con el orgullo, que se resiste a morir.

Entonces, este primer paso es para salir de la tierra enemiga, de “Babilonia”, la religión, la estructura de engaño, en donde caemos por nuestro propio orgullo, por haber amado al “Árbol del Conocimiento”, es decir, la vida independiente de Dios. Cuando reconocemos nuestra situación y clamamos es que estamos poniendo nuestra fe en Dios, es que tenemos esperanza en que nos responderá y, en definitiva, lo amamos porque entendemos que Él nos amó primero y por eso está dispuesto a respondernos. “Clamar” a Dios, con sinceridad, es mucho, muchísimo más, que simplemente hacer una oración mecánica, implica un cambio profundo en el interior, y ya vimos que eso ocurre tanto cuando por primera vez nos acercamos a Él como en varias etapas del camino, cuando por el mismo “polvo” que se nos fue pegando, llegamos a endurecernos y el engaño nos hace creer que podemos vivir la vida cristiana sin una dependencia continua.

Bueno, pero este es “el primer paso” del “primer paso”, porque luego tenemos 6 versículos en donde se expone la situación que requiere socorro, aunque algo pasó antes…

“En mi angustia, clamé…” Esta situación de angustia es lo que mueve a las personas a buscar a Dios, inevitablemente. Puede ser una presión extrema de enfermedad, hambre, persecución, o algo mucho más sutil como un vacío interior, una inquietud interna, pero en todo caso se trata de “angustia”, aflicción, conflicto, algo que “no funciona como debería”, siendo ese “debería” una evaluación interna, “subjetiva” al decir de un psicólogo, pero sabemos que profundamente espiritual.

Para motorizar este camino, el Señor permitirá una dosis de angustia, NO HAY OTRA ALTERNATIVA. Espera que respondamos de manera adecuada y pronta. Tal como vimos en el caso de la crucifixión, algunos no responderán nunca ni aún en medio de la más extrema presión.

“el Señor me respondió”, y es que este nuevo camino no es por nuestras fuerzas, si el Señor no actúa, si Él no responde, NO HAY camino. En esencia, en Su camino al que Él nos llama, para el creyente, una nueva puerta que se abre a un nuevo trecho del camino que empezó cuando creyó.

“¡Líbrame, Señor, de los mentirosos, de la gente de lengua embustera!”

Hay un tiempo en el que podemos consentir con la mentira, en el que nos gusta juntarnos con “mentirosos” y disfrutamos de compartir con ellos. Pero “mentira” no significa necesariamente la más flagrante y obviamente perversa, sino aún la más sutil. La “religión” es mentira aún diciendo un montón de cosas buenas. La autojusticia es mentira. Cualquier tipo de sutil idolatría es mentira. Cuando nuestros ojos son abiertos es que empezamos a sentirnos agobiados por los “mentirosos”, por la falsedad que nos rodea, por un cristianismo tibio, impotente, incluso bueno, pero escaso para alcanzar lo mejor de Dios.

Nuestros anteriores “amigos” ahora se vuelven “enemigos”, y no porque necesariamente estemos enojados con ellos, sino porque ya no soportamos ese mensaje. Ya no es nuestro.

“Tú, lengua mentirosa, ¿qué ganas con engañar a todos?” Hay mentira que se difunde. No hablo de los políticos o los líderes mediáticos, que son obviamente mentirosos aún para la gente que los sigue, sino de aquellos que enseñan lo bueno pero no lo que Dios quiere, no lo que el Espíritu está diciendo.

“¡Serás asaeteado con agudas flechas, ardientes como el fuego de retama!”

Hay dos destinos que se bifurcan aquí: los que divulgan mentiras sufrirán un agudo juicio, de destrucción, los engañadores. Los que reconocen su necesidad, es decir, que han estado viviendo en mentiras y engaño, y deciden humillarse, salvación.

“¡Ay de mí! ¡Soy un extranjero en Mesec! ¡Habito entre las tiendas de Cedar!”

Ambas naciones eran conocidas por su belicosidad, no muy mencionadas en el texto bíblico y probablemente una especie de nombre “en clave” para los lectores. Propiamente, una tierra extranjera y peligrosa, sin importar demasiado su verdadero nombre… o lo suficientemente peligrosa como para que ni eso pudiera mencionarse con libertad…

“¡Ya he convivido mucho tiempo con los que no pueden vivir en paz!”

Bueno, aquí tenemos a esa gente que siempre tiene algún problema, que viven en problemas, con la que uno tiene que cuidarse en cada palabra que diga, que se ofenden por todo y por nada… gente que está profundamente herida y que reacciona continuamente con ira, gente que está tramando siempre alguna “guerra”, es decir, la forma en cómo arrebatarle algo a alguien.

¿Y por qué vivió tanto tiempo allí? Bueno, evidentemente, no creyó en el amor de Dios ni tuvo esperanza en que Él podría librarlo.

“Aunque soy un hombre de paz, cuando les hablo, me declaran la guerra.”

Es decir, su testimonio no será recibido allí. Ese NO ES su ámbito, no tiene nada que hacer en ese lugar y por más que habló de paz, solo logró que le declaren la guerra.

Mateo 7:6 RVC
6 »No den ustedes lo santo a los perros, ni echen sus perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan contra ustedes y los despedacen.

No tiene sentido vivir entre “cerdos”, ya no hay nada que hacer allí, en todo caso el Señor se encargará de ellos y quizás pueda haber salvación, pero no es nuestro rol. Y aquí otra perlita: para empezar el nuevo camino somos llamados a dejar ministerios y ámbitos de servicio donde ya no somos útiles, donde no nos recibirán y que en todo caso solamente nos producirán angustia y nos alejarán de Dios.

En el caso de Pablo, luego de un tiempo de varios años de los que tenemos poca información, aunque podemos suponer que fueron de ministerio hacia los judíos, recibe esta visión:

Hechos 22:17-21 RVC
17 »Cuando volví a Jerusalén, mientras oraba yo en el templo, entré en éxtasis.
18 Vi entonces al Señor, y escuché que me decía: “Date prisa, y sal pronto de Jerusalén, porque no van a creer lo que les digas de mí.”
19 Yo le respondí: “Señor, ellos saben que yo andaba por todas las sinagogas encarcelando y azotando a los que creían en ti.
20 Cuando corría la sangre de Esteban, tu testigo, yo estaba allí, aprobando su muerte con mi presencia y cuidando la ropa de quienes lo mataron.”
21 Pero el Señor me dijo: “Anda, que voy a enviarte lejos, a los que no son judíos.”»

Y eso fue el comienzo de un nuevo camino, plagado de dificultades, pero cuyos frutos aún hoy no podemos dimensionar en toda su magnitud.

Así que tenemos aquí el inicio de un nuevo camino. Pero también este salmo es la base del juicio que caerá sobre el “territorio de engaño y violencia”:

·         1 En mi angustia, clamé al Señor, y el Señor me respondió.

Los opresores no podrán evitar que los fieles clamen y el Señor los oiga y les responda.

·         2 ¡Líbrame, Señor, de los mentirosos, de la gente de lengua embustera!

Los que engañan con sus palabras perderán su poder, serán descubiertos y expuestos.

·         3 Tú, lengua mentirosa, ¿qué ganas con engañar a todos?

Las ganancias del engaño serán quitadas.

·         4 ¡Serás asaeteado con agudas flechas, ardientes como el fuego de retama!

El que ha dominado con mentiras será destruido.

·         5 ¡Ay de mí! ¡Soy un extranjero en Mesec! ¡Habito entre las tiendas de Cedar! 6 ¡Ya he convivido mucho tiempo con los que no pueden vivir en paz! 7 Aunque soy un hombre de paz, cuando les hablo, me declaran la guerra.

El testimonio de este justo en medio de los violentos sería quitado y ya no tendrían más palabra de Dios entre ellos. El Señor quita a Sus mensajeros cuando ya ha decidido la destrucción de un lugar, cuando ya se ha vuelto irredimible.

Por lo tanto, el nuevo camino para uno implica el cierre definitivo de caminos para otros.

Estas son las obras de Dios, pero, recordemos, apenas estamos en el inicio…


Danilo Sorti




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