Malaquías 3:6 RVC
6 »Hijos de Jacob, yo soy el Señor, y no
cambio. Por eso ustedes no han sido consumidos.
Hebreos 1:10-12 RVC
10 Y también dice: «Señor, tú fundaste la
tierra en el principio, Y los cielos son obra de tus manos.
11 Ellos perecerán, pero tú permaneces para
siempre. Todos ellos se desgastarán como un vestido;
12 los enrollarás como un manto, y quedarán
cambiados; pero tú eres el mismo, Y tus años no tendrán fin.»
Santiago 1:17 RVC
17 Toda buena dádiva y todo don perfecto
descienden de lo alto, del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra
de variación.
En medio de esta crisis decidí esperar un
poco antes de seguir escribiendo, ¿qué se está diciendo? Mucho, por todos
lados. Pero uno de los sentimientos recurrentes es el temor y la sorpresa ante
un “nuevo mundo”, más oscuro y dominado por el “Dragón” (saben a qué me
refiero) desde un extremo y Aquel que hasta ahora está detenido (también saben
de quien hablo) por otro. De repente, a la gente “se les vino el Apocalipsis
encima” y como resultado tenemos una explosión de búsquedas y rebúsquedas de
cuanta profecía y análisis de futuro se encuentre.
Precisamente ahora no quiero volver sobre
tantas palabras que hoy están saliendo a luz, creo que un poco más adelante
tendremos tiempo, más calma y perspectiva, como para hacer un resumen. Desde
hace años vengo siguiendo las palabras proféticas que muchos han ido recibiendo
(en realidad, antes de convertirme, el primer libro completo que leí de la
Biblia fue Apocalipsis…), analizando las distintas “corrientes” escatológicas,
comparando eso con los datos de la realidad y, fundamentalmente, con la Palabra
de Dios. No voy a presumir de que “sé” todo lo que viene y cómo será, más bien
diría que tengo unos “cuadros generales”, pero dentro de eso, estoy entendiendo
cómo varias piezas van encajando, es decir, cómo varios cuadros proféticos que
parecían inconexos y hasta contradictorios se van completando y uniendo. Aunque
nada de lo que viene será fácil (¡chocolate por la noticia!), en base a ese
entendimiento parcial y todavía fragmentario que tengo, puedo decir que Dios
nunca pierde el control y que ningún poder humano avanzará más allá de lo que
Él le permita.
Pero hay algo mucho más importante y sólido
que eso; Su Palabra:
Lucas 21:33 RVC
33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán.
La Palabra de Dios no dejará de cumplirse
porque es la Palabra que sale del Eterno, el que no cambia.
Uno de los errores que estoy observando es el
énfasis exagerado en las palabras proféticas que el Señor está trayendo a Sus
mensajeros, por encima incluso del mensaje bíblico. Es comprensible en aquellos
que no conocen la escatología bíblica o simplemente se quedaron con la
enseñanza de hace 30 años atrás, pero lo cierto es que la Biblia habla mucho
sobre el futuro, y más allá de eso, hay principios eternos que no van a cambiar
sea el tiempo que sea y tenemos también mucho escrito sobre profecía y cómo
entenderla correctamente. La Palabra de Dios sigue siendo lo primero, y
cualquier mensaje profético genuino solamente actualizará y profundizará lo que
ya fue escrito.
Por otro lado están los que prefieren
“esconder la cabeza” y quedarse con los principios básicos de la Palabra que ya
conocen y desconocen que el Señor quiere darnos instrucciones precisas y
específicas sobre estos tiempos. Es obvio que la Biblia no dice lo que cada
sociedad en cada momento de su historia a partir de allí necesitaría saber.
Tenemos el ejemplo de los profetas del Antiguo Testamento, cuando les indicaban
a los reyes qué hacer o por dónde ir, o el ejemplo de Ágabo en el Nuevo, anunciando
una hambruna y motivando que se recogiera una ofrenda para los pobres de
Jerusalén. Y hay muchísimos a lo largo de la historia. En tiempos “normales”,
cuando el futuro es medianamente predecible, la voz profética no es tan
necesaria, pero en tiempos fuera de lo normal, el Señor quiere avisar a Su
pueblo los pasos que debe dar, para evitarles los sufrimientos que caerán sobre
los incrédulos. Propiamente, no creer en las palabras proféticas que el
Espíritu viene trayendo desde hace tiempo, es caer dentro de la categoría de
“incrédulo”.
Muchos están en cierta medida en estado de
“estupor” (de donde viene la palabra “estúpido”…) sin saber “para donde
correr”. Me hacen acordar a las vírgenes insensatas de la parábola de Mateo 25:
no procuraron tener aceite, símbolo del Espíritu Santo, para este tiempo, es
decir:
1 Tesalonicenses 5:14-23 RVC
14 También les rogamos, hermanos, que les
llamen la atención a los ociosos, que animen a los de poco ánimo, que apoyen a
los débiles, y que sean pacientes con todos.
15 Tengan cuidado de que nadie pague a otro
mal por mal; más bien, procuren siempre hacer el bien, tanto entre ustedes como
con los demás.
16 Estén siempre gozosos.
17 Oren sin cesar.
18 Den gracias a Dios en todo, porque ésta es
su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.
19 No apaguen el Espíritu.
20 No menosprecien las profecías.
21 Examínenlo todo; retengan lo bueno.
22 Absténganse de toda especie de mal.
23 Que el mismo Dios de paz los santifique
por completo; y que guarde irreprensible todo su ser, espíritu, alma y cuerpo,
para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Cayeron en alguna de las causales de “apagar
el Espíritu”, entre ellas, menosprecias las profecías.
El asunto es que cualquiera que esté en
“estupor”, no puede reaccionar adecuadamente, termina dañándose a sí mismo y a
los suyos, se vuelve una carga para los otros o peor aún, se transforma en un
“perro asustado” que muerde al que quiere ayudarlo. Por supuesto, no va a
entender qué está haciendo Dios, cómo puede insertarse en ese plan ni mucho
menos cómo llevar Su Reino y ayudar a otros. Al final, si persiste en su
estado, termina siendo “llevado por la corriente” del mundo o de alguno de los
poderes que están compitiendo ahora.
Realmente, lo que todo esto provoca en los
que no ha procurado el “aceite fresco del Espíritu” es mucho miedo, y a través
de él, el sistema del mundo, que pronto se unificará bajo el Hijo de Perdición,
fácilmente obtendrá el control de la gente, y accederá a todas sus
indicaciones, entre ellas, la vacunación masiva de ya sabemos qué.
La buena noticia es que aún hay tiempo para
escapar a este estupor – miedo, hay alguien que siempre ha prometido ser
nuestro Proveedor, nuestro Sanador, nuestro Protector, sea lo que sea que
viniera en el futuro (¿qué puede sorprenderlo a Él?). Tenemos muchas promesas
para este tiempo, y debemos hacerlas valer. Hay un gran trabajo que hacer, hay
una gloria nunca antes vista que se desatará. Hay un juicio, por cierto, sobre
los incrédulos y rebeldes, por más triste que sea, es justo.
Todavía es tiempo para “ponerse al día” con
lo que vendrá. No sabemos cuánto más tendremos la libertad y facilidad para
comunicarnos a través de las redes, en ese tiempo solamente será la
comunicación directa con Dios lo que nos sostendrá, pero Él ya nos dio promesas.
Por lo pronto, alcemos los ojos al cielo, no sigamos la corriente de este mundo
y confiemos en Sus promesas. No quiero dar ninguna falsa promesa, pero creo que
el Señor ha establecido varios lugares como Su “Gosén” en la Tierra, y entiendo
que nosotros estamos en uno de ellos. Mientras caían las plagas la vida no era
fácil en Gosén, pero estaban protegidos allí.
Danilo Sorti
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