Habacuc 1:12-17 RVC
12 Tú, Señor, eres un Dios santo. Tú existes
desde el principio; ¡no nos dejes morir! Tú, Señor, eres nuestra Roca; ¡no
hagas que este pueblo nos juzgue y nos castigue!
13 Si por la pureza de tus ojos no soportas
ver el mal ni los agravios, ¿por qué soportas ver a quienes nos desprecian?
¿Por qué callas cuando los impíos destruyen a quienes son más justos que ellos?
14 ¡Tratas a la gente como a los peces del
mar, como a los insectos, que no tienen quien los gobierne!
15 Los caldeos nos pescan a todos con
anzuelos y nos recogen con sus redes. ¡Con gran alegría y regocijo nos
amontonan en sus mallas!
16 Luego ofrecen sacrificios a sus redes, y
queman incienso a sus mallas, pues gracias a ellas aumentan sus riquezas y su
fuente de alimentos.
17 ¡Pero ni así dejan de lanzar sus redes, ni
se apiadan de las naciones, a las que siguen destruyendo sin cesar!
La tercera etapa del esquema de siete
corresponde a la función de maestro. Éste conoce los principios bíblicos, la
Palabra, y aquí está confrontando ese conocimiento con este mensaje que está en
aguda contradicción.
El asunto aquí es que Dios está haciendo algo
que no fue hecho antes y por lo tanto “no encaja” en los esquemas sabidos; “Miren
entre las naciones, y vean, y asómbrense.” La gente no se asombra de lo que ya
conoce, sino de lo nuevo. No tenemos marcos conceptuales adecuados para
entender “lo nuevo”, y hasta puede entrar en franca contradicción con ellos.
“¡Esto no es de Dios!”, frase que escuchamos tantas veces en el pasado
precisamente cuando el Señor estaba haciendo algo nuevo.
¿Por qué Dios está permitiendo lo que
permite? Ya lo hemos explicado en los artículos anteriores, pero la razón
lógica choca contra los sentimientos más profundos. Sí, estamos de acuerdo con
que hemos pecado, pero ¿van a permitir tan grande castigo? ¿Vas a consentir con
que todas Tus leyes sean violadas?
Habacuc se da cuenta de los agudos
contrastes:
·
Dios es vida y es eterno, pero está dejando morir a Su pueblo como moscas
·
Dios es la Roca de salvación, el peñasco que en medio de la batalla libraba
al soldado de ser atrapado por los enemigos, pero no estaba librando a Su pueblo
·
Dios es puro y santo pero permite los insultos y desprecios de los enemigos
·
Dios creó al ser humano como Su especial tesoro pero los está tratando como
a insectos sin valor
·
Es el único Dios pero permite que los opresores crean y alaben a sus dioses
porque les están “dando” la victoria
·
Es un Dios que se apiada del que sufre pero permite que un pueblo
despiadado tenga éxito
Este es el problema con nuestra área del alma
relacionada con la función de maestro; lo que Dios está haciendo no coincide
con lo que hemos leído y sabemos.
El Señor respondió a la primera queja del
profeta y responderá a esta, pero aquí vale destacar la sinceridad del profeta,
¡esto no es lo que sabía acerca de Dios!
Alguno podrá pensar que es “ofensivo”
dirigirse al Señor de esta forma, pero el Señor mismo no lo considera así dado
que le entregó, como vamos a ver, una revelación maravillosa. Esto es
sinceridad delante de un Dios que ya conoce lo que pensamos y sentimos, ¿qué
podemos esconderle? Nada. El asunto clave radica en cómo está nuestro corazón,
y este tipo de sinceridad, respetuosa pero totalmente franca, es lo que Él está
buscando.
Parece absurdo, pero muchos no son así.
Todavía están actuando un “personaje” delante de Dios mismo. Tan acostumbrados
están a actuar su “personaje” delante de la gente que siguen con el mismo
libreto. ¡Cómo si a Dios pudiera tomarle por sorpresa nuestros más oscuros
rincones del alma!
El otro tema importante que debemos notar
aquí es el que se relaciona propiamente con la función de “maestro”, lo que
tiene que ver con el conocimiento de la Palabra (y todo conocimiento en
realidad) y su aplicación.
Inevitablemente todo lo que aprendemos “es
del pasado”. Por supuesto, no estoy diciendo que sea inútil o inválido, de
ninguna manera, pero sí que es algo que fue elaborado y enseñado “en un
pasado”, que puede ser tan cercano como un par de semanas o tan lejano como
miles de años. Por otra parte, lo que hemos aprendido es, también
inevitablemente, una “parte”, hay más y siempre hay más. De ahí que también
siempre puede haber algo “nuevo”, sea porque no se conocía en el “pasado” o sea
porque no alcanzamos a aprenderlo todavía.
Lo “nuevo” (y desagradable) que Dios estaba
haciendo confrontaba a Habacuc con su conocimiento hasta ese momento.
El área de maestro se corresponde con el
tercero de los muebles del Tabernáculo, la mesa de los panes, y notemos que en
las instrucciones del culto, los sacerdotes debían colocar panes nuevos
periódicamente. Mientras las cosas que estaban dentro del Arca fueron puestas
allí de una vez para siempre, los panes debían ser cambiados continuamente.
Esto es un símbolo que aclara la verdad expuesta: la enseñanza no puede
“enmohecerse”, como el pan viejo, ni tampoco “endurecerse”. Es la principal
advertencia para todos los que enseñan.
Ahora bien, hagamos un paréntesis; ¿de verdad
era tan “nuevo” lo que Dios estaba haciendo? Cuando volvemos a releer los
primeros siglos de la historia de Israel nos damos cuenta que no, pero claro,
cuando NOSOTROS releemos SU historia con la perspectiva PRESENTE. Ellos no
tenían todo el “cuadro completo” y no les resultaba tan fácil darse cuenta.
¿Cómo es respondida la segunda queja del
profeta? Lo vemos en el siguiente capítulo del libro.
Danilo Sorti
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