domingo, 5 de abril de 2020

761. Habacuc: las extrañas respuestas de Dios – VI, imperio sin futuro


Habacuc 2:6-8 RVC
6 »¿Y no habrán de burlarse de ti, y de lanzarte sarcásticos refranes? No faltarán quienes digan: “¡Ay de ti, que acumulabas bienes ajenos! ¿Hasta cuándo habrías de amontonar lo que a otros arrebataste?”
7 »¿No habrán de levantarse de pronto tus deudores, y al despertar te harán temblar, y serás para ellos botín de guerra?
8 Tú has despojado de sus bienes a muchas naciones; por eso todos los otros pueblos te despojarán. Y es que tú has derramado mucha sangre, has cometido muchos robos en la tierra y en las ciudades, y contra todos sus habitantes.


La problemática del “imperio” es algo que cruza casi toda la Biblia. Sobre el tema hemos charlado en unos cuantos artículos ya, precisamente porque a pesar de ser tan evidente en la Palabra, ha sido descuidado. Este es un texto más que aporta al hilo del tema, pero aquí en un contexto particular. Se trata del esquema de siete y esta quinta sección coincide con la función o área del “dador”. Bueno, precisamente parece todo lo contrario…

En realidad, se trata del juicio sobre esta área. Veamos. El imperio se expande y busca subsistir a través de capturar recursos de otros países. Conocemos esto de sobra en Iberoamérica (aunque tengamos cuidado con las exageraciones de la Leyenda Negra). El imperio busca perpetuarse de esta forma. Es lo que corresponde al “área de dador”: tener los recursos para las nuevas generaciones, multiplicarse. El paralelo corresponde al quinto día de la Creación, con su profusión de seres vivos. También es el altar del incienso, con su ofrecimiento de alabanzas a Dios.

La idea central de esta sección, una de las más extensas, es el juicio definitivo que caería sobre el opresor que habría de venir. Es decir: todavía el imperio no había llegado a la nación, aunque ya vanía, y el Señor anuncia el fin que tendría.

Isaías 46:10 DHH
10 Yo anuncio el fin desde el principio;
anuncio el futuro desde mucho antes.
Yo digo: Mis planes se realizarán;
yo haré todo lo que me propongo.

Habacuc ve respondida por completo a la pregunta que hace al principio del libro. No como él hubiera querido, pero sí respondida.

El texto tiene 15 versículos, cada uno abarca, podríamos decir, una sola idea, con lo que tendríamos 15 expresiones en todo el texto. Este número indica nueva dirección, un cambio de camino, y en clara la relación con lo que dice, aunque en realidad podríamos considerar que son 14 los versículos que propiamente contienen ayes para Babilonia, siendo este un número de liberación. En el último versículo vemos a Dios entronado sobre todo, por lo que el nuevo camino viene, luego de la liberación, al recibir la nueva dirección en Su presencia.

Vale la pena analizar en profundidad qué le espera al “imperio”. Y cuando uso esta expresión no me refiero necesariamente a los grandes imperios que dominan, en el presente y el pasado, el mundo, sino a todo lo que asume el “espíritu del imperio”, Nimrod, como lo hemos analizado en otros artículos. ¡Cuidado! Un imperio es tal porque sus habitantes así se comportan, aunque, por supuesto, haya principados por detrás y la voluntad permisiva de Dios en todo eso. Así que si hablamos del imperio, hablamos de sus personas. Y hablamos de los que son subyugados por él, precisamente porque “asumen” también ese mismo espíritu y operan en sus principios. Si así no fuera, tendrían la autoridad espiritual como para librarse de esa opresión. ¿Es duro reconocernos en el opresor, en el que abusa de nosotros? ¿Podemos decir que estamos libres de lo mismo? Cuando lo estamos es que podemos ir al Trono de Justicia y exponer el caso para que el Juez de toda la Tierra lo juzgue. Y de hecho, sí podemos; por la gracia derramada en Cristo, podemos ser libres de los principios del “imperio” y clamar por justicia.

Habacuc 2:6 RVC
6 »¿Y no habrán de burlarse de ti, y de lanzarte sarcásticos refranes? No faltarán quienes digan: “¡Ay de ti, que acumulabas bienes ajenos! ¿Hasta cuándo habrías de amontonar lo que a otros arrebataste?”

El “imperio” opresor rapiña (robar con violencia) y acumula, con sed insaciable, sin fin. Ese es el principio de su lógica: temor a no tener. Pero no produce, aprendió a quitárselos a otros.

Habacuc 2:7 RVC
7 »¿No habrán de levantarse de pronto tus deudores, y al despertar te harán temblar, y serás para ellos botín de guerra?

Y parece imbatible en su momento, tiene éxito en todo lo que hace, pero es solo un tiempo, mientras el espíritu de estupor dura sobre sus “deudores”. Cuando ese espíritu de sueño es quitado, el opresor se transforma ahora en botín de guerra.

Habacuc 2:8 RVC
8 Tú has despojado de sus bienes a muchas naciones; por eso todos los otros pueblos te despojarán. Y es que tú has derramado mucha sangre, has cometido muchos robos en la tierra y en las ciudades, y contra todos sus habitantes.

Pero el juicio sobre el opresor es perfectamente justo, no es más que recibir la paga de lo mismo que él hizo a otros.

Habacuc 2:9 RVC
9 »¡Ay de ti, que codicias ganancias injustas para tu casa, y que pones en alto tu nido para escaparte del poder del mal!

Sabemos lo que significa “¡Ay!” en la Biblia, es una palabra muy chiquita y muy terrible. El opresor ha construido para sí fortalezas inalcanzables, no solo en sentido físico, sino también legal y social. Por supuesto que teme, y teme mucho, por eso ha actuado así. En el fondo ha sido profundamente herido, pero no ha sanado, y además, ha alcanzado un gran poder. Nosotros nos compadecemos de los heridos, y está bien porque el Señor mismo lo hace, pero cuidado, las heridas no sanadas transforman a personas en algo peor que un demonio.

Habacuc 2:10 RVC
10 Para vergüenza de tu casa, hiciste planes malvados, asolaste a muchos pueblos, y has pecado contra tu vida.

La vergüenza se hará real cuando sea completamente descubierto. Quien pretendía aparentar honorabilidad termina en humillación.

Habacuc 2:11 RVC
11 Ciertamente, las piedras de los muros clamarán contra ti, y las tablas del enmaderado repetirán el eco.

Si ya no hay hombres que puedan clamar contra el opresor la misma creación se encargará de hacerlo.

Habacuc 2:12 RVC
12 »¡Ay de ti, que edificas la ciudad con sangre, y que la fundas sobre la iniquidad!

Las personas vemos las grandes “construcciones” y las alabamos. Nos concentramos en determinadas áreas de política y gobierno, que pueden ser relativamente buenas, y nos olvidamos del cimiento sobre el que se fundamentaron. Sí, muchos opresores han tenido buenas políticas en ciertos asuntos y han logrado unas cuantas cosas importantes… ¿a qué costo? La “ciudad” puede ser muy bonita, pero ¿cuál es su fundamento?

Repito que cuando vemos al “imperio” es inevitable vernos a nosotros mismos, ¿no será que la diferencia estriba solamente en que “ellos” tienen el poder mientras “nosotros” no, pero el “espíritu imperial” es el mismo?

Habacuc 2:13 RVC
13 ¿Acaso no lo ha determinado el Señor de los ejércitos? Los pueblos trabajarán para el fuego, y las naciones se fatigarán en vano.

Obras destinadas a la destrucción. Por cierto, cumplen una función mientras duran, pero si el fundamento ha sido la explotación y la sangre, su destino final está sellado. Dios no mira “cuán bonitas” sean las construcciones (lo digo en todo sentido),

Habacuc 2:14 RVC
14 Porque así como el mar rebosa de agua, también la tierra rebosará con el conocimiento de la gloria del Señor.

Podemos tomar este versículo descontextualizado y tiene valor, sin dudas. Pero en su contexto original, este conocimiento de la gloria del Señor vendría cuando Él ejecutara sentencia sobre el imperio. Ya se lo había dicho a Faraón, siglos antes;

Éxodo 9:15-16 RVC
15 Voy a extender ahora mi mano, y a ti y a tu pueblo los heriré con una plaga, y tú dejarás de existir.
16 A decir verdad, yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea proclamado en toda la tierra.

El “imperio” opresor cumple una función mientras existe, principalmente, purificar a un pueblo rebelde. Una vez que logra su objetivo, sencillamente es destruido con “bombos y platillos” para que las naciones conozcan que hay un Dios por encima de cualquier imperio.

Habacuc 2:15 RVC
15 »¡Ay de ti, que embriagas a tu prójimo! ¡Ay de ti, que le acercas el odre y lo emborrachas para contemplar su desnudez!

No es fácil de relacionar esto con el imperio, pero en perspectiva podemos entenderlo muy bien: no se trata solo de un ataque frontal militar sino de una infiltración por medio de drogas (químicas y no solo) para debilitar la consciencia y voluntad de los atacados. Someter a los pueblos a la relajación moral es lo mejor para bajar sus defensas, sencillamente, las mentes se nublan y se entretienen en satisfacer sus instintos animales. En la época de la guerra fría se filtraron documentos socialistas que exponían esta estrategia, algo que han cumplido muy bien en occidente.

Habacuc 2:16 RVC
16 Eso, en vez de honrarte, te llena de deshonra, ¡pero también tú beberás y mostrarás tu desnudez! El Señor mismo vendrá a ti, y con su mano derecha te dará a beber del cáliz, y tu honra quedará cubierta de afrentoso vómito.

Pero finalmente Dios frustra sus planes y le devuelve la misma estrategia que usaron en otros.

Habacuc 2:17 RVC
17 Ciertamente, la rapiña del Líbano recaerá sobre ti, y las fieras te despedazarán. Y es que tú has derramado mucha sangre, has cometido muchos robos en la tierra y en las ciudades, y contra todos sus habitantes.

La misma violencia que sembró vuelve sobre el “imperio”.

Habacuc 2:18 RVC
18 »¿De qué sirve la escultura que hace el escultor? ¿De que sirve la estatua fundida, maestra de mentira, obra en la que pone su confianza el que hace imágenes mudas?

El imperio confía en sus ídolos, aquí Dios decreta juicio sobre ellos. Los imperios siempre han tenido a sus poderes espirituales que los han ayudado, aún hoy solo que los disimulan detrás de una fachada de arreligiosidad.

Habacuc 2:19 RVC
19 ¡Ay del que pide al palo que despierte, y que a la piedra muda le pide levantarse! ¿Cómo pretende ser maestro? ¡Sus imágenes están recubiertas de oro y plata, y no hay en ellas ningún hálito de vida!»

Dios expone la vacuidad de su confianza. La realidad es que Dios mismo les permitió crecer como imperio pero ellos creyeron que eran sus dioses los que lo hicieron.

Habacuc 2:20 RVC
20 Pero el Señor está en su santo templo. ¡Que calle delante de él toda la tierra!

La conclusión es que Dios está donde siempre ha estado y donde siempre estará: en su Trono.

A lo largo de los siglos Dios ha utilizado a los imperios para cumplir Sus propósitos. No está de acuerdo con ellos, nunca fueron Su plan original y al final de esta era el “espíritu del imperio”, la bestia, será destruido definitivamente. Pero mientras tantos son siervos involuntarios, a través de los cuales el Señor se glorifica.

Para indicar que la ruina del imperio opresor que habría de venir estaba sellada, el Espíritu se tomó suficiente tiempo como para detallar en qué consistiría su destrucción. Por eso es que el profeta puede, luego, hacer la oración que tenemos en el capítulo 3.


Danilo Sorti

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