2 Samuel 24:10-13 RVC
10 Pero después de haber censado al pueblo, David
se sintió muy apesadumbrado y fue a decirle al Señor: «He cometido un grave
pecado. Te ruego, Señor, que perdones a este siervo tuyo por haber sido tan
necio.»
11 Al día siguiente, cuando David se levantó, la
palabra del Señor vino a Gad, el vidente de David, y le dijo:
12 «Ve y dile de mi parte a David: “Yo, el Señor,
te doy a elegir una de tres cosas. Haré lo que tú elijas.”»
13 Gad fue a ver a David y le dio el mensaje del
Señor. Le dijo: «¿Quieres que haya siete años de hambre en tu tierra? ¿O
prefieres huir de tus enemigos durante tres meses? ¿O prefieres que haya en tu
pueblo tres días de peste? Piénsalo bien, pues debo llevar una respuesta a
quien me envía.»
Un censo puede parecer algo muy normal y común en nuestra
época, pero, evidentemente, Dios no piensa lo mismo, ¿por qué? ¿Qué hay detrás
de una acción con un “simple y aparente” propósito administrativo y de
adecuación de la gestión pública? ¿Han cambiado las cosas desde los tiempos
bíblicos al presente? Veremos…
Éxodo 30:11-16 RVC
11 El Señor habló también con Moisés, y le dijo:
12 «Cuando hagas un recuento del número de los
hijos de Israel, una vez que los hayas contado cada uno de ellos deberá darme a
mí, el Señor, el rescate de su persona. Así no habrá mortandad entre ellos.
13 Todo aquel que sea contado deberá pagar cinco
gramos de plata, que es la mitad del peso oficial del santuario. La ofrenda al
Señor será de cinco gramos de plata.
14 Todo el que sea contado y que tenga más de
veinte años de edad, deberá dar esta ofrenda al Señor.
15 Al dar la ofrenda al Señor para la expiación de
personas, ni el rico dará más de cinco gramos de plata, ni el pobre dará menos.
16 Recibirás de los hijos de Israel el dinero de
las expiaciones, y lo entregarás para el servicio del tabernáculo de reunión.
Esto será para los hijos de Israel un memorial delante del Señor, para que se
haga la expiación por ellos.»
Unos cuatrocientos años antes, Dios ya había dejado bien en
claro que un censo exponía a la población a la muerte. Esto era muy serio,
extraño para nuestra mentalidad moderna, pero evidentemente no para esa época.
Se supone que David debía saberlo, pero no es la primera vez en donde lo
encontramos “metiendo la pata” pero “bien metida”.
No vemos que se requiera de la gente ningún sacrificio de
animales o algo oneroso. Aunque el valor de los metales cambia, 5 gramos de
plata, al día de hoy, no resulta nada imposible de pagar para prácticamente
nadie, excepto los que se encuentren en una situación de verdadera miseria. Equivalía
más o menos a la mitad o un tercio de lo que sería el ciclo romano, que nos
resulta tan familiar en las páginas del Nuevo Testamento, por ejemplo, y que
era el salario básico de un día de trabajo.
Sin embargo, no tenemos que pensar en esta plata en un
sentido “monetario”, es decir, dinero que se usaría para pagar sueldos o
insumos. El versículo 16 indica que se debía entregar al servicio del
Tabernáculo y constituiría un “memorial”. Evidentemente, se debía hacer algún
tipo de artefacto en metal o usar en algo que fuera necesario, quizás algunos
utensilios. De hecho, el Tabernáculo debía ser hecho con ofrendas específicas
así que probablemente no podría usarse para la construcción de los muebles o
estructuras, que ya estarían hechas, sino de los utensilios que se usarían
siempre y terminarían desgastándose con el tiempo. Entonces, quedaría una
“memoria” del censo delante de Dios y oficiando en el Tabernáculo que servía
para acercar a los israelitas al Eterno.
¿Cuál era el objetivo de un censo? Claramente, saber con
cuánto poderío contaba el reino, cuan fuertes eran y cuánta capacidad tenían, o
viceversa: cuán débiles eran y cuánta capacidad no tenían. De esa manera,
podían compararse con otros reinos vecinos y hacer estimaciones en caso de
guerras, invasiones, economía, etc. Bueno, todo perfectamente lógico… si no
fuera que esas cuestiones ellos debían dejarlas en manos de Dios y solamente
obedecer Su voz y avanzar (o no) por fe.
Claramente, David en un momento de necedad, quiso saber con
cuánta fuerza humana contaba, ¡justamente él que había visto el poder milagroso
del Señor librándolo una y otra vez de situaciones totalmente imposibles!
Bueno, la consecuencia, que seguimos leyendo en II Samuel 24, fue que Dios
redujo la población de guerreros en Israel a través de una plaga.
Un censo es también un instrumento de opresión, servía, y
sirve, para establecer impuestos y controles. Cuando el Faraón “contó” que los
israelitas se habían multiplicado tanto, estableció una política infanticida.
Isaías nos muestra la relación entre los “censos” y la
opresión, en este caso, babilónica (del Imperio):
Isaías 33:18-19 RVC
18 En tu corazón te imaginarás el espanto, y
dirás: «¿Qué pasó con el escriba? ¿Y qué fue del que pesaba el tributo? ¿Y
dónde quedó el que censaba las grandes torres?»
19 Ya no verás a ese pueblo arrogante, de lenguaje
difícil y entrecortado, que te era tan difícil comprender.
El Censo no es solamente una herramienta de orgullo
nacional, sino también de opresión. Y en todo caso, algo muy lejos de la fe en
Dios.
Es claro que cumple funciones importantes, y el Señor mismo
no lo prohíbe, pero debía ser hecho por indicación expresa de Él y de tal forma
que toda la nación supiera de qué se trataba, cuál era el peligro que implicaba
y que de ninguna manera debían confiar en sus propias fuerzas (o falta de
ellas) sino en su Hacedor. Un censo fuera de tiempo o sin la forma correcta,
resultaba mortal.
Aunque los tiempos han cambiado mucho desde hace 3.400 años
a esta parte, el corazón humano y sus motivaciones no. En todo caso se han
vuelto más “sofisticadas”, pero no son en esencia diferentes. Y por eso mismo,
un censo no es algo que Dios simplemente “deje pasar”, porque no se trata
solamente de las cuestiones y motivaciones humanas que siguen tan vigentes hoy
como en ese entonces, sino que literalmente se abren portales del reino de las
tinieblas sobre las naciones cuando se realizan censos fuera de la voluntad del
Señor y con eso se da paso a espíritus de muerte. Es lógico: cuando las
naciones piensan “enorgullecerse” en cuántos habitantes tienen, las tinieblas
toman oportunidad para “recortar” ese motivo de orgullo. Un censo fuera de la
voluntad de Dios trae muerte, y aunque no debemos esperar necesariamente que
ocurra una plaga de proporciones como las que sufrió David, la muerte tiene más
puertas abiertas para manifestarse.
Al momento de escribir este artículo Argentina se encamina a
un censo en pocas semanas. Qué se va a hacer con dicha información es algo muy
cuestionado desde distintos ámbitos sociales. Tenemos malos ejemplos de censos
hechos por gobiernos socialistas que han dado oportunidad a expropiaciones o avances
sobre los bienes de las personas. Además, el “censo digital” solicita datos que
legalmente no pueden ser solicitados. Bueno, no me voy a explayar porque el
tema está siendo suficientemente explicado por los profesionales, solo recordar
que la autoridad última de una nación no corresponde al gobierno sino a los
ciudadanos.
Si desde el punto de vista humano este censo tiene tantas
dudas y tantas sospechas legítimas, ¿qué nos queda desde el punto de vista
espiritual? Digamos que si hasta ahora los censos han estado fuera de la
voluntad divina, o al menos, fuera del procedimiento correcto, este en particular
se encuentra extremadamente lejos. Pero ahora tenemos conocimiento claro y luz
suficiente como para saberlo.
Si en todos los anteriores se abrieron puertas a la muerte
en sus diversas formas, cuanto más será en este. No quiero hacer una afirmación
apresurada ni irme a un extremo, pero tengo mis serias dudas de que debamos
participar en él. Bueno, y aclaremos que las famosas multas que anuncian son
todas ilegales o no correspondientes.
Sabemos que el sacrificio perfecto por todos los pecados ya
ha sido realizado, y es Cristo. Por lo tanto, no me parece descabellado que en
esta oportunidad podamos realizar un acto de ofrenda a modo de simbolismo de expiación
(efectiva por Cristo, claro) para que los portales de muerte que se abran
durante el censo no nos afecten a nosotros ni a nuestras familias, es decir,
que no haya ningún derecho legal que las tinieblas puedan esgrimir a la hora de
querer molestarnos.
Recordemos que en el último censo murió un ex presidente, y
fue notorio a todos. Más allá de la verdadera causa, fue obvio que el Señor dio
una advertencia a la nación, y no se trata de un relato bíblico de hace varios
milenios, sino de nuestra historia todavía fresca en las mentes de los
ciudadanos. No fue casualidad.
Danilo Sorti
Precisamente este censo en particular, me recordó mucho al rey David, de modo que desde el principio he decidido NO participar. Gracias!
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