Mateo 24:22 RVC
22 Si aquellos días no fueran acortados, nadie
sería salvo, pero serán acortados por causa de los escogidos.
Durante muchos años recuerdo que se solía predicar que Dios
“acortaba los tiempos”. No sé en qué sentido lo decían; quizás con una visión
ingenua, pensando que se “acortaban los tiempos” para recibir bendiciones, o quizás
simplemente con ignorancia, sin entender qué es lo que realmente significa.
Hoy nos encontramos transitando los tiempos “que fueron
profetizados”, y, como normalmente pasa en relación a las profecías, la mayoría
de la gente no se da cuenta que está cumpliendo lo que viene siendo dicho desde
hace mucho tiempo. Dentro del “paquete profético del fin” se incluye, entre
otros, el concepto del “acortamiento de los tiempos”.
Más allá de algunas especulaciones respecto de la supuesta
aceleración de la rotación de la tierra, o algún otro fenómeno astrofísico más
complejo que no tiene sentido analizar ahora, un significado resulta por demás
de evidente: los PROCESOS se han acelerado.
Ahora bien, ¿la élite, conducida por su Maestro de las
tinieblas, es la que ha acelerado los tiempos o lo ha hecho el Dios
Todopoderoso? La respuesta resulta obvia tal como está planteada la pregunta,
pero lo más visible es lo primero: Satanás se apura con sus planes porque sabe
que Dios le ha dado poco tiempo.
Apocalipsis 12:12 RVC
12 ¡Alégrense por eso, ustedes los cielos!
¡Alégrense ustedes, que los habitan! ¡Pero ay de ustedes, los que habitan la
tierra y el mar! El diablo ha llegado a ustedes lleno de ira, porque sabe que
le queda poco tiempo.»
Este acortamiento no ocurre “porque sí”, aún cuando el texto
de Mateo 24 nos expone una causa desde el punto de vista de los elegidos,
todavía permanece otro asunto sin quedar claro, en relación con los incrédulos
e impíos, que al día de hoy constituyen la mayoría de la raza humana. Pues
bien, aquí se cumple un principio bíblico, ya que ninguno de los sucesos del
fin de los tiempos está fuera de las leyes y principios eternos:
Proverbios 10:27 RVC
27 El temor del Señor alarga la vida, pero los
años del impío son acortados.
A medida que toda la sociedad se vuelve extremadamente
impía, sus años son rápidamente acortados, por lo que el Señor tiene que
“acortar” los tiempos, lo cual redunda en una protección mayor de los
escogidos.
Dios no puede prolongar el tiempo de una sociedad tan
corrompida, Su Justicia requiere que la sentencia sea hecha, y Su Misericordia
impide que prolongue la agonía de una raza incapaz ya de cambiar su rumbo. Su
Fidelidad exige que las promesas de bendición sobre esta tierra se cumplan.
PERO… tenemos un problema aquí. Como dijimos más arriba, la
mayoría no entiende ni se da cuenta de que las profecías se están cumpliendo, y
por consiguiente se comporta de manera “estúpida”, es decir, no adecuada a la
realidad que vivimos.
Decir que los tiempos “se han acortado”, implica que los
procesos serán más rápidos, que no podemos tomarnos el mismo tiempo que antes
para hacer las cosas y que tenemos que pensar en otros términos temporales.
Veámoslo en concreto.
Sencillamente muchos siguen viviendo con una rutina más o
menos normal, como “antes de” la falsa pandemia. La “promesa” del sistema fue
que cuando pasara la “pandemia” todo volvería a la normalidad, y hoy muchos
están intentando aferrarse a eso, tratando de volver al pasado, en resumidas cuentas,
sin terminar de entender que el mundo cambió definitivamente.
Hay causas psicológicas para eso, además de las espirituales
y además de la manipulación mediática que empuja en ese sentido. Pero volver a
lo de antes implica manejarnos con la escala temporal de antes, en relación a
los planes y procesos. Concretamente “todavía falta para el cumplimiento de los
juicios”, cuando la realidad es que los juicios ya están aquí.
También “puedo entender lo que pasa más adelante, no es tan urgente”,
cuando la pre marca de la Bestia, en la que han caído la mayoría de los
cristianos, ya es en sí misma algo muy grave y peligroso, no insalvable, pero
que requiere acciones rápidas.
Otros están planificando ministerios y construcciones de
aquí a décadas, sin comprender que ya no es tiempo para esas obras enormes, o
en todo caso, deben tener una guía muy específica y concreta del Señor.
Finalmente, otros siguen tratando de acumular tesoros
terrenales para “disfrutarlos”… ¿cuándo y dónde?
La realidad es que no tenemos todo el tiempo del mundo para
comprender qué pasó, qué está pasando y qué pasará, porque a la mayoría les
“pasó por encima” y ni cuenta se dieron cuenta que están ya en el “vientre del
gran pez”, la Bestia. Confiados como estaban, no dejaron sus distracciones e
incluso legítimas actividades seculares o espirituales para dedicarse a
entender los tiempos que venían y a buscar revelación de parte de Dios, y
fueron engañados. Tampoco lo están haciendo ahora, y continúan en el tobogán
descendente…
En principio no es lo mismo decir “aceleramiento de los
tiempos” que “tiempos nuevos”, pero en el fondo lo es. Dado que no podemos
“tomarnos todo el tiempo del mundo”, como hacíamos antes, estamos también en
“tiempos nuevos”.
Los diversos mensajes proféticos que estoy escuchando vienen
indicando de manera consistente tiempos ya cercanos para determinados eventos.
Por supuesto, no voy a dar fechas, por más que, creo, ya es bien posible tener
una idea de los eventos que vendrán y en qué años. Pero ciertamente ¡YA NO HAY TIEMPO!
Y todas nuestras prioridades y actividades deberían ser rápida y radicalmente
reenfocadas.
No estoy diciendo que abandonemos todo y nos dediquemos a la
predicación itinerante, aunque bien podría ser que alguno fuera llamado a eso.
En realidad, puede ser exactamente lo contrario para unos cuantos. Pero sí
estoy diciendo que todos debemos tener el reloj de cuenta regresiva en nuestras
mentes y corazones, y todo lo que hagamos y planifiquemos debe estar en función
de esa cuenta.
Estamos en el “tiempo de descuento”, el partido terminó y
solo quedan unos pocos minutos de extensión hasta el pitido del árbitro.
Juguemos como los deportistas que saben que tienen que ganar en el último
minuto.
Danilo Sorti
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