domingo, 3 de abril de 2022

815. Cuando nos insultan y atacan por querer ayudarlos

 

Gálatas 4:16 RVC

16 ¿Acaso me he vuelto enemigo de ustedes, por decirles la verdad?

 

La carta a los Gálatas es quizás la más polémica de todas las epístolas del Nuevo Testamento. Pablo había sido llevado literalmente por el Señor para ser tratado de una dolencia física y eso resultó la oportunidad para predicar el Evangelio en la comunidad, la cual, tiempo después, haría lo mismo con sus parientes más allá de las fronteras del Imperio Romano, siendo la única obra misionera de avanzada significativa hacia los pueblos vecinos de ese tiempo… lo cual le valió que, cuando la sección occidental del Imperio fuera invadida por esos pueblos “bárbaros”, al menos respetaran los edificios religiosos y tuvieran más moderación en la conquista.

 

El hecho es que buenos dolores de cabeza le significó a Pablo la iglesia de Galacia, porque luego de su partida, el seductor mensaje judaizante llegó con fuerza y terminó ganando los corazones de muchos, sino todos.

 

En otro tiempo escribí una serie de artículos sobre la carta, enfocando en el Espíritu de la Religión y su manifestación, pero siempre hay nuevos tesoros para extraer, y entre todo eso nos encontramos con la expresión del versículo 16.

 

Ellos conocían muy bien a Pablo, sabían su testimonio y habían visto el poder de Dios respaldando su ministerio. Pero el poder seductor de las palabras fue mayor, tal como ocurrió con nuestros primeros padres y tal como viene sucediendo desde ese momento en adelante; el poder y la raíz de todo engaño radica en las palabras, no en los hechos o la realidad, y las personas caen en sus redes cuando deciden hacer más caso a esas palabras que esforzarse en buscar y analizar los hechos por sí mismas. Así de simple.

 

Cuando Cristo nos libra del poder del engaño es porque en realidad nos está llevando a ver y entender los hechos, no las palabras, a discernir los “huecos lógicos” que esconden los discursos y su incongruencia tanto interna como de adecuación a la realidad. La función del Espíritu, de llevarnos a toda verdad, es hacernos ver la realidad, tal como diríamos en el campo científico, el “dato duro”.

 

Pero… el “dato duro” es “muy duro” para los oídos blandos… Así que los gálatas, luego de ser seducidos y engañados, no solo se desviaron de la doctrina paulina sino que comenzaron a rechazar y hasta a criticar al apóstol. La verdad nunca es el estado más cómodo para el hombre cómodo.

 

Pero no nos desviemos del centro: la verdad no necesita imponerse por la fuerza ni defenderse con férreas murallas, ¡es verdad!, nada puede perdurar contra ella. El que sabe que tiene la verdad se encuentra parado sobre una roca firme y está completamente seguro. Entendamos que las metáforas que se aplican a Dios como nuestra roca o nuestro refugio o nuestro protector, también se aplican en buena medida a la verdad en cualquier ámbito de las ciencias; sencillamente Dios es la Verdad y cualquier verdad no hace más que reflejar una partecita de lo que Dios es, por lo tanto, conlleva en su más profunda esencia, el poder y la autoridad que emana de Él. Los científicos, aunque no conozcan demasiado al Dios de la Biblia, están conociendo al Dios Creador y, en cierto sentido, participan de su naturaleza. No están lejos del Camino, de hecho, creo que los verdaderos científicos están hoy más cerca que muchos autopercibidos cristianos que han corridos temerosos detrás del discurso plandémico.

 

La mentira, sin embargo, necesita construir muros porque, sencillamente, es relativamente fácil de descubrir. Si la mentira es masiva, tiene que ser “sencilla” para que las masas, que han sido convenientemente infantilizadas en estas décadas, puedan aceptarla y replicarla. Si es sencilla, está fundamentada en cuestiones emocionales, de pertenencia, y demás asuntos que no tienen que ver, claramente, con el “dato duro”.

 

Las masas no pueden entender tal cosa como “dato duro”, han sido entrenadas para escuchar discursos y sólo pueden soportar bonitos discursos. Cualquiera que diga la verdad pero en un tono vehemente, será inmediatamente bloqueado, no por lo que dice, sino por cómo lo dice. Pero de todas formas, no pueden diferenciar entre el cháchara de un periodista ensobrado y un análisis científico, para ellos es lo mismo el conductor de un programa de chimentos que un científico anciano que ha dedicado toda su vida a estudiar, lo que dice un artista a lo que dice un estudioso. No han sido formados para reconocer y respetar la sabiduría, solo lo “mediático”.

 

Claro, “las masas” son los que han decidido ser “masa”, porque es más cómodo (aparentemente).

 

Entonces, la mentira necesita construir murallas y mantener a la gente simple e idiotizada adentro, porque, con todo, mantienen la capacidad de ver la verdad y salir del engaño.

 

Las primeras murallas son la censura o la persecución directa, pero tienen un límite: es imposible censurar todo e inevitablemente termina levantando sospecha. Así que hace falta una muralla más efectiva, que funcione en todo momento y que no requiera tanto esfuerzo para sostenerse, por lo que debe ser “interna”.

 

La mejor muralla posible es el rechazo; la verdad y los que dicen la verdad deben ser demonizados y presentados como malas personas, o al menos, personas sinceras que han sido engañadas. Esto, por supuesto, es una falacia de razonamiento, que consiste en negar una verdad aludiendo que quien la dice es una “mala persona”. Bueno, convengamos que estos discursos están repletos de falacias de razonamiento.

 

Entonces, junto con la mentira debe venir la implantación de una imagen negativa de las personas que dicen “otra cosa”, aquello que las leyes llaman “discriminación” y que funcionó muy bien hasta hace un par de años, pero ahora, “extrañamente”, han caído en el olvido por los mismos que otrora se llenaban la boca hablando del tema.

 

Eso le pasó a Pablo con los gálatas, pero no fue la única oportunidad, de hecho, era el modus operandi más común de los falsos maestros de la época.

 

2 Corintios 10:10 RVC

10 Hay quienes dicen que mis cartas son duras y fuertes, pero que mi presencia física es débil y que mis palabras no valen nada.

 

Los capítulos 10, 11, 12 y 13 de la segunda carta a los corintios constituyen una encendida defensa del ministerio paulino y no es difícil entrever las profundas críticas de las que era objeto el apóstol. Notemos que él tiene que defender no tanto su mensaje como su apostolado, su ministerio. No era fácil atacar sus palabras, probablemente nadie en esa época se le podía igualar en conocimiento, por eso el ataque era hacia él mismo, sus acciones, sus motivaciones.

 

2 Corintios 12:16 DHH

16 Sin duda estarán de acuerdo en que yo no fui una carga para ustedes. Sin embargo, algunos dicen que los hice caer astutamente en una trampa.

 

No fue diferente con el Maestro:

 

Juan 7:12 RVC

12 También la multitud murmuraba mucho acerca de él. Algunos decían: «Él es una buena persona», pero otros decían: «No lo es, sino que engaña a la gente»,

 

Cuando no se pueden negar ni las palabras ni las obras, se recurre al recurso de “la motivación oculta”, que siempre será “mala”. Dado que el vicio de juzgar a los otros es algo muy apetecible para la mayoría, porque es una forma extremadamente barata de convertirse en “bueno” uno mismo sin hacer nada, simplemente empujando hacia abajo al otro (uno queda automáticamente “arriba”), la estrategia resulta simple y poderosa.

 

Pero no le pidamos mucho porque tampoco resiste un análisis profundo. Si es una mala persona, ¿por qué se preocupa por los demás y hace el sacrifico que hace? ¿Por qué se expone a la persecución él mismo, qué gana con eso? ¿Quién le paga y para qué? ¿Cómo puede estar tan engañado si es alguien que se ha dedicado a estudiar toda su vida sobre el tema? No estoy diciendo que no pueda existir tal engaño, pero no es algo que ocurra tan fácilmente, y en todo caso, ¿qué importa quién lo dice?, lo que importan son los hechos, no las personas que los transmiten.

 

Al construir una imagen degradada del contrario, el sistema coloca murallas mucho más poderosas que cualquier censura, y de hecho, va ganando soldados para su causa. No debería asombrarnos que nos traten como gente peligrosa que propaga mentira, incluso aquellos que conocen bien nuestra trayectoria y estudios:

 

2 Corintios 6:9a DHH

9a Nos tratan como a desconocidos, a pesar de que somos bien conocidos. …

 

Creo que no es necesario recordar que hay promesas muy claras en la Biblia para estos casos:

 

Mateo 5:10-12 RVC

10 »Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

11 »Bienaventurados serán ustedes cuando por mi causa los insulten y persigan, y mientan y digan contra ustedes toda clase de mal.

12 Gócense y alégrense, porque en los cielos ya tienen ustedes un gran galardón; pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes.

 

Ahora bien, estamos en los últimos tiempos de esta era y las cosas no suceden como antaño. Los procesos históricos tienen regularidades y ninguno escapa a ellas, pero los tiempos y las dimensiones cambian. Nunca una persecución se quedó como tal sin que Dios no interviniera. Al principio tiene un propósito que es purificar a Su pueblo, pero cuando eso se logra, viene el juicio. Antes el proceso podía demorar décadas, hoy solo meses o semanas.

 

Mientras el mundo se dirige hacia la separación definitiva de naciones ovejas y naciones cabras, tal como hemos entendido en este tiempo la profecía de Mateo 25, la realidad en las naciones ovejas no será igual al resto. El juicio sobre los que hoy nos persiguen no se tarda y no va a demorar años, de hecho, ya ha comenzado.

 

Aquellos que se entregaron de lleno al discurso plandémico y, por consiguiente, a su rito iniciático de la vacunación, y, también por consecuencia, a criticarnos y discriminarnos a los que no, ya están sufriendo los efectos del veneno que se colocaron o viéndolo en sus cercanos. No todos, es cierto, pero cada vez más.

 

Proverbios 16:18 DHH

18 Tras el orgullo viene el fracaso;

tras la altanería, la caída.

 

La forma barata de ser una “buena persona” (“cuidate vos y cuidá a los demás”) rápidamente se está volviendo extremadamente costosa. El orgullo que insuflaron luego del temor está teniendo su paga más temprano que tarde.

 

Hasta aquí una perspectiva del asunto, hay otra que vamos a charlar en un próximo artículo…

 

 

Danilo Sorti

 

 

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