domingo, 3 de abril de 2022

816. Cuando hemos rechazado a los que querían ayudarnos

 

Eclesiastés 7:21-22 RVC

21 No permitas que tu corazón se fije en todo lo que se dice. Así no oirás a tu siervo cuando hable mal de ti.

22 Aunque en lo íntimo sabes que, muchas veces, también tú has hablado mal de otros.

 

Inevitablemente todos hemos hablado mal de otros o los hemos criticado o rechazado cuando querían acercarse a nosotros. Los tiempos de prueba y persecución primeramente nos llaman la atención sobre nuestros propios pecados en el pasado o en el presente.

 

Daniel 11:33-35 RVC

33 Los sabios del pueblo instruirán a muchos, aunque por algún tiempo morirán a filo de espada o en el fuego, o serán llevados cautivos y despojados de sus propiedades.

34 Al caer, pocos serán los que les ayuden, aunque muchos fingirán apoyarlos.

35 También algunos de los sabios caerán, para ser depurados, limpiados y emblanquecidos hasta el momento señalado, porque aun para esto hay un plazo establecido.

 

Daniel 12:9-10 RVC

9 Él respondió: «Vamos, Daniel; estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.

10 Muchos serán limpiados, emblanquecidos y purificados, pero los impíos procederán con impiedad, y ninguno de ellos entenderá esto, pero los entendidos si lo comprenderán.

 

Hay diferencias entre las personas, hay diferencias entre los creyentes también. Aunque todos necesitamos de la gracia de Cristo para salvación, los pecados de todos no son iguales. En el contexto apocalíptico de Daniel es evidente que “los sabios” no era gente común, ni siquiera simples fieles; con todo, ellos también necesitaban ser purificados. Ninguno de nosotros es dejado sin perfeccionar, y si ese fuera el caso, sería porque Dios ya nos ha abandonado por completo…

 

En un artículo anterior hablamos acerca del rechazo y la persecución que sufrimos por decir la verdad e intentar alertar sobre el engaño de este tiempo. Es justo reconocer que en alguna medida también hemos hecho eso.

 

Seamos claros, no quiero decir que hayamos hecho “exactamente lo mismo”, quizás alguno sí, pero probablemente la mayoría de nosotros no. Sin embargo, hemos participado en alguna medida en el mismo pecado. Si hoy estamos despiertos es porque la gracia de Dios nos ha iluminado porque encontró en nosotros corazones honestos y mentes abiertas, por lo que pudo mostrarnos rápidamente la verdad; no somos iguales a la mayoría… pero tampoco somos completamente diferentes…

 

Los tiempos de prueba son de prueba para todos, absolutamente todos. Nadie escapa a la prueba, aunque ésta pueda ser muy diferente para uno y para otro. Sin dudas, para muchos será una experiencia dolorosa y amarga, pero podrán encontrar la salvación. Para otros, será el tobogán descendente que los lleve al destino que ya habrán elegido y que no querrán cambiar. Pero para los sabios, para los despiertos, para la “resistencia”, es el camino de purificación y perfeccionamiento.

 

Apocalipsis 22:11 RV95

11 El que es injusto, sea injusto todavía; el que es impuro, sea impuro todavía; el que es justo, practique la justicia todavía, y el que es santo, santifíquese más todavía.

 

Este versículo está exactamente en la mitad del último capítulo de la Biblia, como centro de la última exhortación dirigida a todos los hombres antes de cerrar la revelación escrita: sea lo que sea que pase, nadie puede quedarse “como está” en el fin de los tiempos, no existe terreno neutral, ni siquiera existe un “terreno suave” (sea descendente o ascendente): sólo hay una línea divisoria de separación y un abismo que se está haciendo cada vez más grande. La Cruz de Cristo seguirá siendo puente suficiente como para cruzar de la orilla oscura a la Luz, no importa la distancia, pero la separación será cada vez mayor. Y es necesario que los justos sean más justos todavía y los santos, mucho más santos.

 

El punto de comparación no son los otros hombres, cosa que hacemos con el “chisme”, sino Cristo mismo, y por cierto que estamos lejos… Pero veámoslo en el aspecto positivo: aunque nunca podremos ver en términos absolutos cuánto “nos falta”, siempre tenemos nuevos desafíos por alcanzar.

 

Entonces, ¿cuántas veces hemos rechazado a los que querían despertarnos a una realidad que no veíamos?

 

Puede ser, y seguro que ocurrió muchas veces, que no vinieran en el “formato” más agradable, probablemente no nos hablaron de la mejor manera, seguramente no era todo verdad lo que nos decían, sin dudas que había una mezcla. En todo caso, trataban de hacer lo mejor que podían según lo que conocían en ese momento.

 

Puede ser que muchos de ellos no hayan sido el “mejor ejemplo” de persona. Incluso podría haberse tratado de gente poco recomendable, o personas malas, pero que, sin embargo, en ese momento quisieron darnos un buen consejo de la bondad que aún quedaba en sus corazones, como una ofrenda de algo que ya les resultaba escaso.

 

Puede ser que no hayan sido las personas más cultas, o con el mejor vocabulario, o más inteligentes… alguien que, realmente, no hubiéramos valorado socialmente, ¡incluso un simple mendigo sucio y maloliente!

 

Puede ser que haya sido alguien demasiado culto y demasiado elevado para nosotros, un “intocable” allá lejos en su torre de conocimientos, hablándonos con palabras extrañas y difíciles de comprender, esas personas que, si no tenemos una autoestima muy sana, nos hacen sentirnos humillados con solo hablarnos (y no porque ellos así lo quieran, sino por nuestros propios complejos de inferioridad).

 

Y pueden ser tantos otros, que no tendríamos tiempo para definirlos a todos. Quizás un niño pequeño, o un anciano muy viejito, una personas que se nos cruzó accidentalmente en la calle, algún “loquito de la guerra”, un familiar que, por conocido, no resultó valorado… Tantos y tantos…

 

Quizás se trató de un consejo bien breve y puntual, o quizás de algo mucho más profundo, algo que hubiera cambiado para bien el curso de nuestra vida. Y lo dejamos pasar, porque rechazamos al mensajero.

 

Repito: no estoy diciendo aquí que le hayamos hecho la guerra, o que nos hayamos enojado (lo cual, seguramente, pasó también en alguna oportunidad), puede ser tan simple como no haberle prestado atención.

 

Es más, puede ser incluso que no le prestamos atención porque estábamos demasiado ocupados con cosas que creíamos importantes en ese momento, o incluso, realmente urgentes, y decidimos no hacer un esfuerzo para escuchar y entender.

 

A lo mejor el consejo realmente no era tan importante ni tan necesario, pero el hecho fue que no tuvimos la actitud correcta.

 

Y a lo mejor, en este mismo momento, a través de medios y personas que no nos estamos dando cuenta, está ocurriendo aquí y ahora que resultamos culpables de rechazar al que nos está hablando.

 

En un artículo anterior hablamos acerca de la realidad que nos toca vivir con tanta gente que nos insulta e incluso nos persigue por tratar de hacerles ver la verdad. Jesús nos advirtió sobre eso:

 

Mateo 7:6 RVC

6 »No den ustedes lo santo a los perros, ni echen sus perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan contra ustedes y los despedacen.

 

Debemos ser prudentes, sin dudas, y mucho más en estos tiempos. Muchos están tomando ya la actitud de no hablar a los cuatro vientos, sino sólo en donde ven una apertura, y creo que es lo más sabio excepto que el Espíritu muestre específicamente algo distinto en una ocasión particular. Pero también, debemos ser cuidadosos, no sea que en alguna circunstancia, los “cerdos” seamos nosotros mismos…

 

Para los rectos, el tiempo de prueba es un tiempo de crecimiento y purificación, una verdadera escuela, un tiempo para aprovechar, para salir mucho mejor. Aprovechemos cada circunstancia, cada conflicto que vivamos por estos tiempos, para aprender las lecciones que nos son dadas.

 

Nuestras naciones van a ser liberadas del yugo de este Novus Ordo Seclorum en este tiempo. No va a ser fácil, al contrario, vamos a estar en lucha de ahora en más, pero sin dudas lo que hoy vivimos se va a dar vueltas radicalmente. Y esos tiempos que vienen, y no se demoran, requerirán de nosotros una cualidad moral y una integridad sin precedentes, porque haremos obras sin precedentes. Literalmente, Dios se va a manifestar en toda plenitud a través de los vencedores de este tiempo para preparar nuestras naciones para el tiempo que viene, por eso permite estas pruebas y estas zarandas. Aprovechemos cada oportunidad de prueba y cada dificultad como un escalón para crecer, porque en breve necesitaremos todos los recursos morales y actitudinales que podamos tener para construir lo que viene y recibir a los que vendrán.

 

 

Danilo Sorti

 

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