Mateo 27:62-66 RVC
62 Al día siguiente, que es el día después de la
preparación, los principales sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato
63 y le dijeron: «Señor, nos acordamos que, cuando
aún vivía, aquel engañador dijo: “Después de tres días resucitaré.”
64 Por lo tanto, manda asegurar el sepulcro hasta
el tercer día; no sea que sus discípulos vayan de noche y se lleven el cuerpo,
y luego digan al pueblo: “¡Resucitó de entre los muertos!” Porque entonces el
último engaño sería peor que el primero.»
65 Y Pilato les dijo: «Ahí tienen una guardia.
Vayan y aseguren el sepulcro como sepan hacerlo.»
66 Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro,
sellando la piedra y poniendo la guardia.
Las autoridades judías habían transformado el asunto de
Jesús en una cuestión de estado, y parte de la mentira que ellos mismos
tuvieron que creer, difundir entre el pueblo y hacer creer a las autoridades
romanas, consistía en presentarlo a Él y a Sus seguidores como un ejército
guerrillero preparado para hacerse con el control del territorio e imponer un
reinado de caos.
Si Jesús y los suyos no eran “visibilizados” como
terroristas peligrosos, no había motivación para perseguirlo, arrestarlo y
mucho menos, ejecutarlo. El hijo del carpintero TENÍA QUE SER un estratega
guerrillero ultra peligroso…
Claro, el problema es que Sus palabras no tenían nada que
ver con un llamado a la rebelión y la guerra. Sus discípulos no recibían ningún
entrenamiento militar. No almacenaban armamentos ni construían ningún tipo de
fortaleza. No hacían pactos ni acuerdos con los pueblos más allá de las
fronteras del imperio. Y por encima de eso, resultaba evidente que el poder de
Dios Padre se manifestaba de una manera nunca antes vista sobre Él…
Pero nada de eso importaba realmente para los religiosos y
sus seguidores, podían negar cualquier evidencia diciendo que, simplemente, era
todo un engaño y que efectivamente lo estaba haciendo mientras “no lo veían”.
Aquí tenemos un pilar de engaño: la evidencia, por demás de
clara y abundante, es descartada de plano en función de una idea, que no tiene
sustento empírico pero que puede ser fácilmente creída.
Si esto hicieron con Jesús, ¿qué nos queda a nosotros? El
mismo procedimiento lo hemos visto hoy con la pandemia mentirosa: se han
descartado todas las evidencias por demás conocidas que muestran la poca
peligrosidad del virus que soltaron, y se ha montado todo el engaño sobre el
miedo que provocan las palabras “virus” y “pandemia” (cuya definición fue
cambiada convenientemente por la OMS). Con mucho poder mediático han creado una
falsa pandemia y luego sus profecías fueron “autocumplidas”; la gente
aterrorizada efectivamente enfermaba y moría.
De la misma manera como los líderes religiosos
“construyeron” un “monstruo terrorista amenazante” usando su poder de
comunicación e influencia sobre buena parte de la sociedad, se ha construido y
se sigue construyendo hoy.
Y tenemos una coincidencia interesante; el espíritu que se
opuso en ese momento fue lo que podríamos llamar el “Espíritu de Jerusalén”,
que no tiene nada que ver con la Nueva Jerusalén, sino con la vieja. Es el
espíritu de oposición acérrima y asesina, el mismo que se levanta hoy contra
todos los que tratan de traer verdad y luz sobre la mentira de esta época. No
es casualidad el uso del poder mediático, y no es casualidad que los medios se
encuentren en manos de apellidos sionistas.
Israel recibió el don de la comunicación, porque debía
comunicar la Palabra de Dios. El falso Israel, que llamamos sionismo, mantiene
ese don (porque los dones de Dios son irrevocables) pero lo usa para su
verdadero Amo, Satanás. Recordemos que todos los medios finalmente están
concentrados en unas pocas manos…
Volvamos al texto. Luego de cumplido su objetivo, y sin que
“extrañamente” hubiera algún atentado armado para liberar al supuesto líder
guerrillero, había que seguir sosteniendo la mentira. Ese es un problema de
toda mentira: no se puede terminar enseguida, porque la gente se daría cuenta.
Aunque a esta altura uno se pregunta si realmente los religiosos no habían
creído su propia mentira y actuaban en consecuencia; si Jesús era un “líder
guerrillero”, Sus discípulos iban a venir a buscar Su cuerpo. Así que colocan
una triple seguridad: se encargaron de que el sepulcro estuviera bien cerrado,
pusieron una traba y un sello a la piedra, y por encima de eso, una guardia
romana.
Ahora bien, los romanos se destacaban en algunas cosas,
concretamente en las obras de infraestructura, la organización social y la
justicia, y, claramente, el poderío militar. Así que, poner una guardia romana
allí era garantía de que ningún grupito de guerrilleros podría fácilmente
hacerse con el cuerpo, y en todo caso, si eso llegara a ocurrir, tendría que
haber ocurrido un hecho sangriento, un combate del cual quedarían como
evidencia los cuerpos de los soldados romanos ensangrentados y tirados por el
suelo. Pero…
Mateo 28:11-15 RVC
11 Mientras ellas iban, algunos de la guardia
fueron a la ciudad y les contaron a los principales sacerdotes todo lo que
había sucedido.
12 Éstos se reunieron con los ancianos y, después
de ponerse de acuerdo, dieron mucho dinero a los soldados
13 y les dijeron: «Ustedes digan que sus
discípulos fueron de noche y se robaron el cuerpo, mientras ustedes estaban
dormidos.
14 Si el gobernador se entera de esto, nosotros lo
convenceremos y a ustedes los pondremos a salvo.»
15 Ellos tomaron el dinero y siguieron las
instrucciones recibidas. Y ésta es la versión que se ha divulgado entre los
judíos hasta el día de hoy.
No bastó con difundir la mentira de que Jesús era el líder
de un grupo de guerrilleros cuando toda la evidencia decía exactamente lo
contrario sino que ahora esos mismos “guerrilleros”, que habían sido entrenados
en el arte de la guerra (¿por quién y dónde?) lograron recuperar el cuerpo de
Su Maestro… sin derramar una gota de sangre… Y todo eso, pasando por encima del
mayor poder militar conocido en la época. ¿Alguien se puede creer esa mentira?
Pues sí, muchos la creyeron, al menos durante un tiempo, y otros, hasta el día
de hoy.
De nuevo, la palabra imponiéndose por sobre la realidad; el
discurso por encima de un análisis básico de los hechos, nada diferente a lo
que vivimos hoy.
El relato pandémico es exactamente eso, y llega hasta
extremos ridículos, por ejemplo, el protagonizado por el Director General de la
OMS, Tedros Adhanom (que no es médico sino un político y ex guerrillero),
cuando, luego de dos años de supuesta pandemia le responde al presidente de
Brasil que “no sabían todavía si el virus había sido creado en laboratorio”. O
bien, los supuestos errores en el control y las medidas sanitarias para la
supuesta pandemia. O los largos períodos para dar respuestas ciertas. O la
supuesta ignorancia respecto de los tratamientos… Es decir, estamos hablando de
una organización que tiene a su alcance a los mejores expertos y el mejor
conocimiento disponible en el mundo, ¿y “no sabe” qué hacer? O pero aún,
“resultaron desbordados y no pudieron hacer frente” a la situación? Bueno, creo
que esa historia ya la escuchamos hace dos mil años…
Hoy tal como entonces, aquella parte de la población que ha
decidido creer a los discursos oficiales, porque ha decidido creer a esas
figuras de autoridad porque le inspiran seguridad y, en el fondo, poder y
comodidad, es el segmento social que resulta engañado “como por un tubo”,
cayendo sin frenos hasta el fondo del plan.
Todavía, sin embargo, hay un tiempo de luz y de oportunidad
para ellos. Al final del camino está la marca de la bestia y el sellado
definitivo de su destino eterno, pero eso aún no llegó. Los que estamos del
otro lado nos desesperamos muchas veces tratando de traer luz sobre mentes que
han decidido entenebrecerse. Creo que esos episodios relacionados con la muerte
y sepultura de Jesucristo nos pueden dar unas pistas básicas.
Por un lado, la estrategia del engaño no es nada nuevo. Por
otro, resulta claro que la mentira se sostiene siempre y cuando no haya una
objetiva evaluación de los hechos, que no necesita ser demasiado profunda ni
requiere demasiados conocimientos técnicos. Hay abundante información
disponible para eso y muchos lo están haciendo.
¿Qué hizo Pedro unas semanas después, en la fiesta de
Pentecostés?
Hechos 2:14 RVC
14 Entonces Pedro se puso de pie, junto con los
otros once, y con potente voz dijo: «Varones judíos, y ustedes, habitantes
todos de Jerusalén, sepan esto, y entiendan bien mis palabras.
Bueno, acá tenemos a los supuestos guerrilleros sin armas
dando un discurso espiritual… evidentemente, no son lo que los religiosos
dijeron.
“Entiendan bien mis palabras”, es decir, razonen, no se
dejen engañar, presten atención, usen sus sentidos.
Hechos 2:15-16 RVC
15 Contra lo que ustedes suponen, estos hombres no
están borrachos, pues apenas son las nueve de la mañana.
16 Más bien, esto es lo que dijo el profeta Joel:
Vean las evidencias y dense cuenta de que esto ya había sido
dicho. Lo mismo hoy, vean las evidencias (no los discursos) y dense cuenta que
esto ya había sido preparado y en cierto sentido, anunciado hace tiempo, por
diversos medios.
Hechos 2:22-23 RVC
22 »Varones israelitas, escuchen mis palabras:
Jesús nazareno, que fue el varón que Dios aprobó entre ustedes por las
maravillas, prodigios y señales que hizo por medio de él, como ustedes mismos
lo saben,
23 fue entregado conforme al plan determinado y el
conocimiento anticipado de Dios, y ustedes lo aprehendieron y lo mataron por
medio de hombres inicuos, crucificándolo.
Pedro no está diciendo nada nuevo, estas palabras no tienen
“nada que ver” con la historia que nosotros escuchamos o leímos, dos milenios
después del hecho. Pedro simplemente les está recordando lo que había pasado
hacía pocas semanas, es decir, les vuelve a narrar lo que había pasado, lo que
ellos habían hecho y lo que sabían muy bien, para traerlo a luz e hilar los
acontecimientos para que se dieran cuenta de su error. Así que la estrategia
para traer verdad aquí es, simplemente, repasar los hechos que ellos mismos
vivieron. De paso, también les expone sus errores claramente.
Hechos 2:25 RVC
25 De él dice David: Siempre veía al Señor ante
mí. Él está a mi derecha, y nada me perturbará.
Pedro toma una referencia de lo que ellos ya conocían muy
bien; la historia de David, las profecías mesiánicas, era parte de su
cotidianeidad. La estrategia era ir a los conocimientos y referencias que ya
tenían incorporadas y aceptadas.
Hechos 2:32 RVC
32 Pues a este Jesús Dios lo resucitó, y de eso
todos nosotros somos testigos.
Bueno, convengamos que esta es la parte más difícil de todo
el asunto: aceptar este tipo de resurrección (porque ellos ya tenían
resurrecciones en su historia) y luego aceptar que este Jesús, aunque
resucitado, no estaba entre ellos y no podrían verlo.
Inevitablemente, hay una “parte difícil” en todo el asunto,
pero ¿cuál es la garantía de credibilidad? El testimonio de los doce apóstoles,
quienes venían de contextos muy diferentes y que, por razones puramente
humanas, muy difícilmente se hubieran puesto de acuerdo.
Además, ofrecerse como testigo de un asunto tan delicado,
que bien les podía costar la vida (cómo, finalmente, ocurrió con el tiempo),
era algo serio.
Así que hay un punto en que “la prueba” somos nosotros,
nuestro testimonio comunitario y nuestra disposición al sacrificio. Tal como
Cristo se entregó a sí mismo por la Salvación pero también por la Verdad, para
que la Verdadera Luz iluminara el camino más importante de todos, ¿será mucho
pedir que nosotros nos ofrezcamos para arrojar luz sobre la parte del trayecto
que nos toca?
De la misma forma entonces que ahora, fue necesaria una
conversión, no simplemente un asentimiento intelectual, sino un cambio radical,
desde lo más hondo, y muchos lo hicieron. Otros no, es cierto, pero muchos sí,
y los apóstoles se dedicaron especialmente a ellos.
El discurso de Pedro nos presenta no solamente una
exposición del Mensaje de Salvación, sino también una estrategia para traer
verdad sobre tanta mentira, y en ese sentido, puede aplicarse perfectamente a
muchas circunstancias.
Así que, cuando veamos las artimañas del discurso pandémico
(y todo otro discurso mentiroso), en especial la victimización (“no sabíamos”,
“no podíamos”), sepamos claramente que es una mentira y que tenemos
herramientas para traer luz sobre la oscuridad.
Danilo Sorti
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