Apocalipsis 3:7-13 RVC
7 »Escribe al ángel de la iglesia en
Filadelfia: Así dice el Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David, el
que abre y nadie puede cerrar, y cierra y nadie puede abrir:
8 Yo sé todo lo que haces. Delante de ti he
puesto una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar. Aunque son pocas tus
fuerzas, has obedecido mi palabra y no has negado mi nombre.
9 Yo haré que esos que en la sinagoga de
Satanás dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten, vayan y se arrodillen
ante ti, y reconozcan que yo te he amado.
10 Por cuanto has obedecido mi mandamiento de
ser perseverante, yo también te protegeré a la hora de la prueba, la cual
vendrá sobre el mundo entero para poner a prueba a cuantos habitan en la
tierra.
11 Ya pronto vengo. Lo que tienes, no lo
sueltes, y nadie te quitará tu corona.
12 Al que salga vencedor lo convertiré en
columna del templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Sobre él escribiré
el nombre de mi Dios y el de su ciudad, es decir, de la nueva Jerusalén que
desciende del cielo de mi Dios, y también mi nuevo nombre.
13 El que tenga oídos, que oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias.
En un artículo anterior analicé brevemente el
fenómeno que desde hace unos cuantos años a esta parte se ha vuelto frecuente
de buscar la palabra profética para el año entrante. No me parece mal, Dios
toma en cuenta nuestros ciclos y nos habla en función de ellos aunque no sean
exactamente los ciclos de Él. Desde hace unos años, sin embargo, podemos
encontrar todos los fines de años muchas palabras proféticas que anuncian
bendición, prosperidad y grandezas que nunca se cumplen, más bien, la situación
general del mundo es exactamente lo contrario, CONFORME a las profecías más
seguras de la Biblia y de algunos hombres de Dios que lo han anunciado en el
pasado y lo siguen anunciando en el presente.
Una fuente de error, en parte mal
intencionado y en parte mal entendido, es el anuncio profético de un poder
creciente sobre la Iglesia. Se mal interpreta porque ese poder creciente
algunos piensan que implica prosperidad creciente, lo cual no es así en el
ejemplo bíblico (aunque puntualmente pueda serlo).
Pues bien, ¿habrá un poder creciente sobre el
Cuerpo de Cristo fiel? Sí, tenemos profecías desde hace décadas que así lo
indican, y el día a día nos va mostrando que esa situación está ocurriendo.
Yo “no soy profeta ni hijo de profeta”, pero
de acuerdo a todo lo que se ha venido hablando y he podido discernir como del
Espíritu, puedo decir con seguridad que si queremos una directriz profética
para este año que comienza, y en general para los pocos años más que nos quedan
sobre la Tierra, el mensaje a Filadelfia es clave, primero porque es la Palabra
de Dios para todo tiempo y segundo, porque también es específica.
7 »Escribe al ángel de la iglesia en
Filadelfia: Así dice el Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David, el
que abre y nadie puede cerrar, y cierra y nadie puede abrir:
El Señor se revela aquí, tal como en todo
Apocalipsis, como el dueño de la historia, el que permite que las cosas ocurran
o el que las impide, el que abre caminos (a los Suyos pero también a Sus
enemigos) y el que los cierra. El Santo, en una época de impiedad e inmundicia
rampantes, el Verdadero, en un tiempo donde la mentira y la manipulación
alcanza profundidades nunca antes vistas. Por lo tanto, Él se revela de la
manera adecuada para este tiempo.
8 Yo sé todo lo que haces. Delante de ti he
puesto una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar. Aunque son pocas tus
fuerzas, has obedecido mi palabra y no has negado mi nombre.
Podemos rastrear el significado de “puerta
abierta” en el Nuevo Testamento y veremos que se refiere, al menos
principalmente, a las oportunidades para el ministerio. A esta iglesia fiel,
sin muchos recursos, se le promete que nadie impedirá que cumpla con su misión.
Que somos un grupo sin muchos recursos naturales lo estamos viendo y viviendo
en estos tiempos cuando debemos enfrentarnos ante aparatos estatales e
internacionales que tratan de imponer ideologías contrarias incluso a la
naturaleza. Digamos que la iglesia fiel siempre se ha visto es esa posición
(¡siempre fuimos pocos y con pocos recursos!), pero hoy realmente “lo vemos”,
en todo el significado de esas palabras.
Esta es, según entiendo, una palabra
profética clave para el pueblo de Dios fiel: nadie podrá impedir que
testifiquemos y que finalmente todos puedan escuchar claramente, que las
naciones y los individuos sean confrontados, que los tibios y fríos sean
exhortados, y que los fieles sean retados a más. Nadie lo impedirá y no importa
cuánto poder despliegue, ni las leyes ni los algoritmos siempre cambiantes de
las redes sociales, ni el burdo sesgo de los medios de in-comunicación masiva,
ni aún nuestros propios errores y falta de recursos; cumpliremos nuestra
misión.
Mi hermano, si estás esperando regocijarte en
cuánto vayas a prosperar en el futuro o lo que te vayas a comprar, más vale que
lo pienses de nuevo. Pero si tu gozo radica en haber cumplido tu misión,
¡entonces alégrate! Porque no serás frustrado.
Muy amablemente el Señor nos recuerda algo:
sigamos obedeciéndolo y no lo neguemos. Esas son las condiciones.
9 Yo haré que esos que en la sinagoga de
Satanás dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten, vayan y se arrodillen
ante ti, y reconozcan que yo te he amado.
¿Tendremos éxito? Todos esperamos la gran
cosecha profetizada, y en el horizonte ya asoma, para los que pueden ver las
señales de los tiempos. Pero aquí se menciona a los peores, la “sinagoga de
Satanás”. No vamos a discutir hermenéuticamente a quiénes se refería el Señor,
no tiene sentido para nosotros hoy, basta
el significado evidente. Hayan sido quienes hayan sido, eran discípulos
directos de Satanás.
No podemos decir que todos creerán, sabemos
que no es así. Pero podemos tomar esta palabra y confiar en que incluso unos
cuantos de esos enemigos acérrimos que hoy tenemos se rendirán a los pies de
Cristo y entrarán en Su presencia como rescatados del mismo infierno. Eso será
nuestra corona por la eternidad.
10 Por cuanto has obedecido mi mandamiento de
ser perseverante, yo también te protegeré a la hora de la prueba, la cual
vendrá sobre el mundo entero para poner a prueba a cuantos habitan en la
tierra.
Hay demasiadas profecías respecto de los
tiempos de dura prueba que ya han comenzado y que se intensificarán en el
futuro como para negarlas (pero muchos hacer un decidido esfuerzo y las
ignoran…). ¿Vamos a profetizar tiempos sociales y naturales maravillosos para
el futuro inmediato? No. Pero tenemos por segura la protección del Señor para
Sus fieles en esos tiempos.
Aclaremos: protección no significa que todos
los atravesarán porque el Señor es soberano para llevarse a los que no quiere
que sufran eso. Significa que los que hayamos sido llamados para permanecer
hasta la última trompeta seremos protegidos. De nuevo, no se alegren tanto de
tener que ver y vivir esos tiempos, alégrense de que podrán recoger el último
grano de la cosecha.
11 Ya pronto vengo. Lo que tienes, no lo
sueltes, y nadie te quitará tu corona.
Su venida es inminente, y en estos tiempos
próximos cada vez más se respirará eso en el aire, de ello podemos estar
seguros. De nuevo, una exhortación: no descuidemos lo que nos haya sido dado, porque
seremos blanco seguro de los ataques satánicos para quitarnos nuestra posición.
12 Al que salga vencedor lo convertiré en
columna del templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Sobre él escribiré
el nombre de mi Dios y el de su ciudad, es decir, de la nueva Jerusalén que
desciende del cielo de mi Dios, y también mi nuevo nombre.
Una nueva ciudadanía nos es prometida
precisamente cuando nuestra ciudadanía en esta Tierra se vuelve cada vez más
complicada. Una nueva ciudad cuando las ciudades son cada vez más peligrosas y
nocivas para la vida. Un templo santo cuando muchos “templos” se han
corrompido. Un nombre nuevo, una nueva identidad, cuando el sistema mundial
pretende pervertir la identidad que Dios mismo nos dio. En definitiva, una
palabra para todos los tiempos pero muy precisa para este.
13 El que tenga oídos, que oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias.
Dios tiene a Sus mensajeros, son muchos hoy,
pero probablemente no de la forma en que nos gustaría que vinieran. Eso no es
problema del Señor, es asunto nuestro. ¿Tenemos oído para oír lo que el
Espíritu está gritando a los cuatro vientos? Pues bien, esta palabra para el
año que empieza (y los que siguen) concluye así: el que tenga oídos, oirá, pero
el que haya cerrado voluntariamente sus oídos hacia las palabras que no le
resultan agradables, no oirá. Y esa diferencia, y las consecuencias
concomitantes, serán cada vez más evidentes.
Danilo Sorti
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