viernes, 8 de febrero de 2019

667. Una puerta abierta


Apocalipsis 3:7-13 RVC
7 »Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Así dice el Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie puede cerrar, y cierra y nadie puede abrir:
8 Yo sé todo lo que haces. Delante de ti he puesto una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar. Aunque son pocas tus fuerzas, has obedecido mi palabra y no has negado mi nombre.
9 Yo haré que esos que en la sinagoga de Satanás dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten, vayan y se arrodillen ante ti, y reconozcan que yo te he amado.
10 Por cuanto has obedecido mi mandamiento de ser perseverante, yo también te protegeré a la hora de la prueba, la cual vendrá sobre el mundo entero para poner a prueba a cuantos habitan en la tierra.
11 Ya pronto vengo. Lo que tienes, no lo sueltes, y nadie te quitará tu corona.
12 Al que salga vencedor lo convertiré en columna del templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el de su ciudad, es decir, de la nueva Jerusalén que desciende del cielo de mi Dios, y también mi nuevo nombre.
13 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

En un artículo anterior analicé brevemente el fenómeno que desde hace unos cuantos años a esta parte se ha vuelto frecuente de buscar la palabra profética para el año entrante. No me parece mal, Dios toma en cuenta nuestros ciclos y nos habla en función de ellos aunque no sean exactamente los ciclos de Él. Desde hace unos años, sin embargo, podemos encontrar todos los fines de años muchas palabras proféticas que anuncian bendición, prosperidad y grandezas que nunca se cumplen, más bien, la situación general del mundo es exactamente lo contrario, CONFORME a las profecías más seguras de la Biblia y de algunos hombres de Dios que lo han anunciado en el pasado y lo siguen anunciando en el presente.

Una fuente de error, en parte mal intencionado y en parte mal entendido, es el anuncio profético de un poder creciente sobre la Iglesia. Se mal interpreta porque ese poder creciente algunos piensan que implica prosperidad creciente, lo cual no es así en el ejemplo bíblico (aunque puntualmente pueda serlo).

Pues bien, ¿habrá un poder creciente sobre el Cuerpo de Cristo fiel? Sí, tenemos profecías desde hace décadas que así lo indican, y el día a día nos va mostrando que esa situación está ocurriendo.

Yo “no soy profeta ni hijo de profeta”, pero de acuerdo a todo lo que se ha venido hablando y he podido discernir como del Espíritu, puedo decir con seguridad que si queremos una directriz profética para este año que comienza, y en general para los pocos años más que nos quedan sobre la Tierra, el mensaje a Filadelfia es clave, primero porque es la Palabra de Dios para todo tiempo y segundo, porque también es específica.

7 »Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Así dice el Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie puede cerrar, y cierra y nadie puede abrir:

El Señor se revela aquí, tal como en todo Apocalipsis, como el dueño de la historia, el que permite que las cosas ocurran o el que las impide, el que abre caminos (a los Suyos pero también a Sus enemigos) y el que los cierra. El Santo, en una época de impiedad e inmundicia rampantes, el Verdadero, en un tiempo donde la mentira y la manipulación alcanza profundidades nunca antes vistas. Por lo tanto, Él se revela de la manera adecuada para este tiempo.

8 Yo sé todo lo que haces. Delante de ti he puesto una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar. Aunque son pocas tus fuerzas, has obedecido mi palabra y no has negado mi nombre.

Podemos rastrear el significado de “puerta abierta” en el Nuevo Testamento y veremos que se refiere, al menos principalmente, a las oportunidades para el ministerio. A esta iglesia fiel, sin muchos recursos, se le promete que nadie impedirá que cumpla con su misión. Que somos un grupo sin muchos recursos naturales lo estamos viendo y viviendo en estos tiempos cuando debemos enfrentarnos ante aparatos estatales e internacionales que tratan de imponer ideologías contrarias incluso a la naturaleza. Digamos que la iglesia fiel siempre se ha visto es esa posición (¡siempre fuimos pocos y con pocos recursos!), pero hoy realmente “lo vemos”, en todo el significado de esas palabras.

Esta es, según entiendo, una palabra profética clave para el pueblo de Dios fiel: nadie podrá impedir que testifiquemos y que finalmente todos puedan escuchar claramente, que las naciones y los individuos sean confrontados, que los tibios y fríos sean exhortados, y que los fieles sean retados a más. Nadie lo impedirá y no importa cuánto poder despliegue, ni las leyes ni los algoritmos siempre cambiantes de las redes sociales, ni el burdo sesgo de los medios de in-comunicación masiva, ni aún nuestros propios errores y falta de recursos; cumpliremos nuestra misión.

Mi hermano, si estás esperando regocijarte en cuánto vayas a prosperar en el futuro o lo que te vayas a comprar, más vale que lo pienses de nuevo. Pero si tu gozo radica en haber cumplido tu misión, ¡entonces alégrate! Porque no serás frustrado.

Muy amablemente el Señor nos recuerda algo: sigamos obedeciéndolo y no lo neguemos. Esas son las condiciones.

9 Yo haré que esos que en la sinagoga de Satanás dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten, vayan y se arrodillen ante ti, y reconozcan que yo te he amado.

¿Tendremos éxito? Todos esperamos la gran cosecha profetizada, y en el horizonte ya asoma, para los que pueden ver las señales de los tiempos. Pero aquí se menciona a los peores, la “sinagoga de Satanás”. No vamos a discutir hermenéuticamente a quiénes se refería el Señor, no tiene sentido para nosotros hoy, basta  el significado evidente. Hayan sido quienes hayan sido, eran discípulos directos de Satanás.

No podemos decir que todos creerán, sabemos que no es así. Pero podemos tomar esta palabra y confiar en que incluso unos cuantos de esos enemigos acérrimos que hoy tenemos se rendirán a los pies de Cristo y entrarán en Su presencia como rescatados del mismo infierno. Eso será nuestra corona por la eternidad.

10 Por cuanto has obedecido mi mandamiento de ser perseverante, yo también te protegeré a la hora de la prueba, la cual vendrá sobre el mundo entero para poner a prueba a cuantos habitan en la tierra.

Hay demasiadas profecías respecto de los tiempos de dura prueba que ya han comenzado y que se intensificarán en el futuro como para negarlas (pero muchos hacer un decidido esfuerzo y las ignoran…). ¿Vamos a profetizar tiempos sociales y naturales maravillosos para el futuro inmediato? No. Pero tenemos por segura la protección del Señor para Sus fieles en esos tiempos.

Aclaremos: protección no significa que todos los atravesarán porque el Señor es soberano para llevarse a los que no quiere que sufran eso. Significa que los que hayamos sido llamados para permanecer hasta la última trompeta seremos protegidos. De nuevo, no se alegren tanto de tener que ver y vivir esos tiempos, alégrense de que podrán recoger el último grano de la cosecha.

11 Ya pronto vengo. Lo que tienes, no lo sueltes, y nadie te quitará tu corona.

Su venida es inminente, y en estos tiempos próximos cada vez más se respirará eso en el aire, de ello podemos estar seguros. De nuevo, una exhortación: no descuidemos lo que nos haya sido dado, porque seremos blanco seguro de los ataques satánicos para quitarnos nuestra posición.

12 Al que salga vencedor lo convertiré en columna del templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el de su ciudad, es decir, de la nueva Jerusalén que desciende del cielo de mi Dios, y también mi nuevo nombre.

Una nueva ciudadanía nos es prometida precisamente cuando nuestra ciudadanía en esta Tierra se vuelve cada vez más complicada. Una nueva ciudad cuando las ciudades son cada vez más peligrosas y nocivas para la vida. Un templo santo cuando muchos “templos” se han corrompido. Un nombre nuevo, una nueva identidad, cuando el sistema mundial pretende pervertir la identidad que Dios mismo nos dio. En definitiva, una palabra para todos los tiempos pero muy precisa para este.

13 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Dios tiene a Sus mensajeros, son muchos hoy, pero probablemente no de la forma en que nos gustaría que vinieran. Eso no es problema del Señor, es asunto nuestro. ¿Tenemos oído para oír lo que el Espíritu está gritando a los cuatro vientos? Pues bien, esta palabra para el año que empieza (y los que siguen) concluye así: el que tenga oídos, oirá, pero el que haya cerrado voluntariamente sus oídos hacia las palabras que no le resultan agradables, no oirá. Y esa diferencia, y las consecuencias concomitantes, serán cada vez más evidentes.


Danilo Sorti



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