martes, 19 de febrero de 2019

678. Son más altos, los siguen siendo y siempre lo serán


Isaías 55:8-9 RVC
8 El Señor ha dicho: «Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni son sus caminos mis caminos.
9 Así como los cielos son más altos que la tierra, también mis caminos y mis pensamientos son más altos que los caminos y pensamientos de ustedes.

Hay verdades de la naturaleza de Dios que son propiamente fundamentales e inmutables, no cambian, no hay situación donde no se apliquen, siempre se han aplicado y jamás dejarán de hacerlo. Este concepto discurre a lo largo de toda la Biblia y es aceptado como algo fundamental, en nuestra civilización occidental, como algo “intuitivo”. De paso, digamos que este hecho teológico fue el que permitió hace varios siglos el surgimiento de la ciencia con su pretensión de encontrar las leyes inmutables que rigen el mundo, tal concepto no podía habérseles ocurrido a los paganos, tampoco al mundo oriental.

Ahora bien, una cosa es conocer y poder repetir estos conceptos claves y fundacionales, otra cosa muy distinta es aplicarlos en cada momento de nuestra vida. ¿En CADA momento? Sí, porque si son principios eternos, no hay momento de nuestras vidas, tanto en la Tierra como en el Cielo y por la eternidad en que no se apliquen. Sin embargo, la “práctica” diaria nos sugiere que tal cosa no suele ocurrir…

Uno de esos principios inmutables es que la mente de Dios está muy por encima de la nuestra y siempre lo estará. Bien, esa es la afirmación, pero la sabiduría consiste no en repetir afirmaciones de memoria sino en obtener consecuencias y aplicaciones de ellas.

Las aplicaciones y conclusiones que podemos sacar de estos dos versículos, al tiempo presente, nos servirían para escribir una biblioteca completa, Y NO EXAGERO EN LO MÁS MÍNIMO. Así que veamos una partecita muy pequeña de ella, pero muy importante para nosotros.

¿Cómo oramos? ¿Qué pedimos cuando oramos y por qué a veces no obtenemos respuesta? Diría que siempre o casi siempre, cuando buscamos una respuesta en oración tenemos ya un repertorio de soluciones posibles, y a veces, “fuertemente posibles”. Cuando se trata de algo que haremos o no, que esperaremos o no, es casi inevitable que tengamos las opciones: “A”, “B” y “C”, y la respuesta que esperamos deba encajar necesariamente en alguna de ellas. Pero sucede que la respuesta no llega y el cielo permanece “de hierro”.

Por supuesto que puede haber unas cuantas situaciones que nos “cierren” los cielos, pero si en nuestro interior las respuestas posibles ya están encasilladas y Dios tiene la opción “D”, que resulta estar ABSOLUTAMENTE FUERA de nuestra consideración, estamos en un problema…

Podremos pasar años así, orando sin obtener una respuesta definitiva, porque en nuestra mente “no entra” la opción “D”. El problema en ese caso no es teológico, sino más bien se trata de heridas profundas, escondidas, que nos impiden escuchar una respuesta determinada. Como sea, cuando estamos “en medio” de la oración no contestada, es difícil que nos demos cuenta del bloqueo emocional en cuestión, pero podemos asumir que “algo está pasando”, aunque todavía no entendamos bien que. Y entonces podemos hacer algunos cambios en nuestras oraciones para que dichos bloqueos nos sean finalmente revelados.

 Y es que los pensamientos de Dios, Sus planes y diseños, SON MÁS ALTOS y siempre lo serán. Por ello, no importa cuántos años tengamos de cristianos, si es que queremos más de Dios inevitablemente nos encontraremos con estos aparentes “callejones sin salida”, porque inevitablemente habrá planes y diseños más altos, no imaginados, con los que tendremos que enfrentarnos.

“Más altos” no quiere decir “lo mismo pero más grande”, quiere decir mucho más, algo distinto, a veces completamente distinto, no imaginado, un camino por el que nunca habremos transitado hasta ese momento. Por lo tanto, un excelente aprendizaje consiste en no tener un menú de opciones fijas como respuestas posibles a nuestras oraciones, sino mantenernos abiertos a lo nuevo, lo nunca pensado.


Danilo Sorti




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