Marcos 10:22-31 RVC
22 Cuando aquel hombre oyó eso, se afligió y
se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
23 Jesús miró a su alrededor, y les dijo a
sus discípulos: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!»
24 Los discípulos se asombraron de sus
palabras, pero Jesús volvió a decirles: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el
reino de Dios!
25 Es más fácil que un camello pase por el
ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de Dios».
26 Ellos se asombraron aún más, y se
preguntaban unos a otros: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?»
27 Jesús los miró fijamente y les dijo: «Esto
es imposible para los hombres, pero no para Dios. Porque para Dios todo es posible.»
28 Pedro comenzó entonces a decirle: «Como
sabes, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.»
29 Jesús respondió: «De cierto les digo: No
hay nadie que por causa de mí y del evangelio haya dejado casa, hermanos,
hermanas, madre, padre, hijos, o tierras,
30 que ahora en este tiempo no reciba, aunque
con persecuciones, cien veces más casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y
tierras, y en el tiempo venidero la vida eterna.
31 Muchos de los que ahora son los primeros,
serán los últimos; y los que ahora son los últimos, serán los primeros.»
En un artículo anterior analicé el tema de
los años de nuestro calendario. Algunos lo llaman “calendario romano”, aunque
en realidad es el calendario de la Iglesia, porque propiamente el calendario
romano, que recordaba la fundación de Roma, era el que se venía usando hasta
ese momento. Como sea, el cambio de año significa un cambio de período; no es
el “calendario de Dios” pero es el calendario de los hombres y Dios lo tiene
muy en cuenta.
El día de hoy pude ver bastantes mensajes
anunciando grandezas y prosperidades para el año que está por comenzar (estoy
escribiendo este artículo unas horas antes del fin de 2018), pero la verdad es
que los pasé por alto. También entre ayer y hoy escuché algunos testimonios
proféticos de los juicios que vienen y ya están sobre la Tierra. Y, entre medio
de todo eso, la realidad que estamos viviendo y las palabras de la Biblia que
nos aclaran el panorama. De todo ello, rescato un texto de una enseñanza que
termino de escuchar hace un rato: Marcos 10:22-31
El contexto lo sabemos, es un tema leído y
predicado, malinterpretado por el evangelio de la prosperidad, pero bien claro
para todo el que quiera entender. Y de paso, bastante profético para este año
que viene, al menos para unos cuantos de nuestros países latinoamericanos.
El joven rico (algunos suponen que era el
mismo Marcos, que luego escribiría el primer Evangelio), a pesar de tener un
espíritu transparente y abierto, no supera (al menos no en ese momento) la
prueba de renunciar a todos sus bienes. Y el Señor aprovecha la ocasión para
darles una lección a Sus discípulos.
Tampoco creo que hace falta hablar mucho
sobre el tema de los ricos y el Reino de Dios, pero proféticamente creo que
esta verdad será más evidente a medida que pasan los años: los que están
aferrados a sus bienes estarán cada vez más afanados por mantenerlos y
acrecentarlos, demasiado distraídos para ocuparse del Señor. Los espíritus de
error que se están liberando cada vez en mayor medida reforzarán el engaño del
evangelio de la prosperidad y no parece fácil que los que están engañados por
él salgan. Y todo esto a pesar de que los juicios se harán cada vez más
evidentes, esto es en realidad porque el Señor mismo endurecerá unos cuantos
corazones.
Es un sentido más amplio, podemos esperar
mucha gente que seguirá fuertemente metida en la corriente de este mundo, en
sus propias “riquezas”: de pensamiento, de ideologías, de cultura, de
conocimiento…
Como siempre, el poder de Dios puede romper
toda barrera, todo es posible para Él, también salvar a los que están tan
metidos; pero por el poder de Dios, cada vez más por Su poder, es decir, cada
vez más sobrenaturalmente.
Pero vamos a lo que nos compete a los
cristianos: «Como sabes, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.» Es
decir: “Señor, está todo bien, pero… ¿no habrá alguna moneda para nosotros…?”
Es decir, ¿podemos prometer prosperidad y éxito? Difícil…
Dios está interesado en nuestras riquezas
espirituales y en la salvación de los muchos que todavía no le conocen, esos de
los que hablamos unos párrafos atrás y que no creerá si no ven hoy una
manifestación sobrenatural especial, ¿cómo la verán en un entorno tranquilo y
“próspero”? Sus corazones estén endurecidos, ¿cómo escucharán el mensaje si no
es en medio de una confrontación? Y de paso, tenemos todavía muchos cristianos
demasiado metidos con sus propias cosas, ¿cómo serán despertados si no es por
medio de las dificultades? No, no nos engañemos, Dios TIENE QUE mandar un año
más difícil, es necesario para que Su iglesia despierte, para haya nuevas
oportunidades de testimonio y de mostrar el poder de Dios en acción.
Puedo testificar respecto de este 2018 que
las dificultades que nos tocó vivir en Argentina han redundado en despertar de
Su iglesia, en un acercamiento sin precedentes entre evangélicos y católicos
que ha permitido que fluya el testimonio del Evangelio, en una unidad nunca
antes vista. Desde el punto de vista espiritual ha sido maravilloso, y cosas
parecidas están pasando en toda Latinoamérica. No, no esperemos “paz y
prosperidad”, no puede haberla, ¡Dios está terminando de perfeccionar a Su
Iglesia, de despertar a los dormidos, de juntar a Sus santos y de completar el
testimonio a un mundo rebelde! Y eso requiere dificultades.
Hermanos, no prometamos lo que Dios no está
prometiendo, esto no es solo en el ámbito profético, también lo es desde el
punto de vista de los principios de Dios y del sentido común.
Pero aquí sí hay una promesa que también es
profética para este tiempo: “que ahora en este tiempo no reciba, aunque con
persecuciones …” A pesar de todo, hay provisión para los hijos de Dios, no
necesariamente la riqueza que están buscando muchos. El Señor siempre ha dejado
en claro en Su Palabra que a los fieles Él les protege y les provee, y no
tenemos una excepción ahora. Pero esa provisión viene en medio de un ámbito de
persecución, de dificultades, de oposición a los cristianos y al mensaje. Esos
tiempos de relativa paz y aceptación ya no volverán más hasta que seamos
llevados. Para muchos, será un territorio nuevo a explorar: ¿podrá Dios
bendecir y proteger en medio de una persecución estatal? Sí puede, y puede
manifestarse aún mucho más de lo que lo hizo hasta ahora.
La expectativa de nuestra pronta partida es
suficiente para poner en segundo plano las dificultades que por cierto
viviremos, pero que son necesarias, no tanto para los fieles sino
principalmente para los que aún están dormidos.
Por último, el versículo 31 en realidad nos
está diciendo, entre otras cosas, que Dios mismo se encargará de acomodar a
cada uno en su lugar. Como siempre, los tiempos difíciles sirven para hacer
brillar a los verdaderamente fieles, a los que tienen las riquezas
espirituales, y sirven también para apartar a los usurpadores, a los que parecían
tener pero nunca tuvieron. No todos aceptan la realidad de los tiempos y se
ponen en el camino adecuado, haciendo los sacrificios que hay que hacer.
Simplemente, se quedan a un costado mientras el tren pasa de largo, y Dios
separa.
Tiempos de protección y provisión para Sus
hijos, tiempos de separación, tiempo de dificultades y de luchar ardientemente
por nuestra fe, tiempo de unidad de los santos y separación; con ello, tiempo
de manifestaciones de la gloria de Dios como nunca antes. Eso viene en el
próximo año y cada vez más en los tiempos que siguen.
Danilo Sorti
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