martes, 19 de febrero de 2019

676. La lucha por la historia


El “revisionismo histórico” es una corriente dentro del campo de la historia dedicada a “revisar” los supuestos e ideas fundamentales de la historia “tradicional”. En el fondo, no es más que la vertiente historiográfica del marxismo cultural, de los que el filósofo Paul Ricoeur llamó “maestros de la sospecha” (Marx, Nietzsche y Freud) porque enseñaron a la sociedad occidental a “sospechar” de todo lo que habían aceptado como cierto y evidente… claro, con la poco escondida intención de posicionar sus propios sistemas de pensamiento.

Con este antecedente casi no necesitaríamos hablar más del “revisionismo histórico”, excepto decir que la historia, desde sus mismos orígenes como ciencia, es revisionista, ¡de eso se trata el quehacer del historiador! La intención oculta (más o menos) de dicha corriente es construir una historia que le sea afín, para tener un fundamento más sólido con el cual defender sus postulados (totalmente satánicos) en el presente. Por supuesto, no quiero defender a la “historia tradicional” (habría que ver qué es “tradicional”, por cierto) pero es innegable que buena parte de la atracción del “revisionismo” es la visión “progresista”, mito urbano actual según el cual todo lo pasado o “tradicional” es anticuado, erróneo y atrasado…

Bueno, estamos de acuerdo, ¿qué tiene que ver esto con la Palabra de Dios? El primer revisionista fue, ni más ni menos, que el mismo Satanás:

Génesis 3:1 RVC
1 La serpiente era el animal más astuto de todos los que Dios el Señor había creado. Así que le dijo a la mujer: «¿Así que Dios les ha dicho a ustedes que no coman de ningún árbol del huerto?»

Haciendo exactamente lo mismo que hacen unos cuantos revisionistas marxistas actuales: pone en duda los hechos, pero más que nada, la “interpretación” de los mismos. Aquí es evidente que se trata de una interpretación mentirosa presentada en formato de duda (tal como los “maestros de la duda”… ¿quién les habrá enseñado?...), pero en el presente el engaño puede no resultar tan evidente y se hace necesario conocer bastante más para descubrirlo.

¿Es el único caso de “revisionismo histórico” que tenemos en la Biblia? No, si fuéramos detallistas encontraríamos muchos; dado que la Biblia es un libro principalmente de historia (porque Dios se ha manifestado en la historia, no “en abstracto” es lógico que Satanás haya estado siempre muy preocupado en atacar esa misma historia), pero hay uno bien evidente:

Jueces 11:12-13 RVC
12 Luego, envió un mensaje al rey de los amonitas, en que le decía: «¿Qué tienes tú contra mí? ¿Por qué quieres atacar mi tierra?»
13 Al mensaje de Jefté, el rey respondió: «Cuando Israel vino de Egipto, se adueñó de mi tierra, que va desde Arnón hasta Jaboc y el Jordán. Eso es lo que peleo. Devuélveme esa tierra, y viviremos en paz.»

¿Esto era verdad? Veamos…

Deuteronomio 2:9 RVC
9 »El Señor me dijo: “No molestes a Moab, ni trabes combate con ellos, porque no voy a darte posesión de su tierra. A los hijos de Lot les he dado Ar en propiedad.

Y hay algo más:

Deuteronomio 2:4-5 RVC
4 Ordena al pueblo lo siguiente: ‘Cuando ustedes pasen por el territorio de sus hermanos, es decir, los hijos de Esaú, que habitan en Seir, ellos van a tener miedo de ustedes. Pero tengan mucho cuidado.
5 No se metan con ellos, porque yo no les voy a dar de su tierra ni siquiera lo que alcancen a cubrir con un pie. A Esaú le he dado en propiedad el monte de Seir.

Deuteronomio 2:19 RVC
19 Cuando ya estés cerca de los hijos de Amón, no los molestes ni trabes combate con ellos; porque no voy a darte en posesión su territorio. Esa tierra se la he dado en propiedad a los hijos de Lot.

Lo mismo debía ocurrir con Jesbón, aunque su rey reaccionó de mala manera:

Deuteronomio 2:26-28 RVC
26 »Desde el desierto de Cademot envié mensajeros a Sijón, rey de Jesbón, para que en son de paz le dijeran:
27 “Voy a pasar por tu tierra. Iré por el camino principal, sin apartarme ni a diestra ni a siniestra.
28 La comida que yo coma, me la venderás a cambio de dinero, y también me venderás el agua que yo beba. Sólo pasaré a pie,

Dios había sido muy preciso respecto de qué pueblos debía destruir Israel y cuáles no:

Éxodo 23:23 RVC
23 »Sí, mi ángel te precederá y te llevará a la tierra de los amorreos, hititas, ferezeos, cananeos, jivitas y jebuseos, a los que voy a destruir.

Esos pueblos ya eran irredimibles, mientras que Edom, Moab, Amón, a pesar de ser profundamente idólatras y decididamente “no buenos”, tenían todavía algunas cosas redimibles en sus culturas.

Como sea, un hecho tan “traumático” para toda la región como el avance de los israelitas y la conquista de todos esos territorios, precedida por milagros espectaculares, no podía pasar desapercibida ni ser borrada del registro histórico de los pueblos de la región… se supone… Pero, evidentemente, el rey de los amonitas era un “revisionista histórico”.

Cuando uno de esos reyes salía a pelear no deberíamos suponer que todo el pueblo obedecería como ovejas descerebradas, necesariamente tenía que construir un conflicto creíble, una “injusticia histórica” y una arenga convincente. Tenía que haber un trasfondo de mentira histórica para hacer aparecer a Israel como el invasor de su pueblo, y ese postulado debía haber tenido el suficiente tiempo y la suficiente credibilidad como para motivar al ejército.

Veamos el “revisionismo” del rey de Moab:

Israel había sido un pueblo conquistador, por lo tanto, el calificativo “conquistador” había llegado a aplicarse por derecho propio a esa gente. Si era “conquistador”, entonces podía resultar muy convincente suponer que entre esas conquistas había sido afectado el propio territorio. El error principal fue olvidar una parte importante de la historia, pero el segundo consistía en generalizar lo que era particular: Israel había conquistado ciertos pueblos pero había respetado cuidadosamente  a otros. Y eso nos lleva al otro punto: Israel había tenido mucho cuidado en no tocar a ciertos pueblos, lo que sería su “aspecto positivo” a la vista de los pobladores de la región, pero eso fue prolijamente olvidado.

“Mi tierra” dijo el rey de Moab, pero nunca lo había sido. Se asume una “herencia histórica” que nunca existió, ¿qué evidencias se muestran para eso? La “agresividad conquistadora” de Israel hace creíble la otra parte de “mi tierra perdida”, en realidad, son dos conceptos que se interrelacionan y refuerzan mutuamente: cada uno hace más creíble al otro, un verdadero círculo vicioso. Todo esto se arraiga en sentimientos nacionalistas, odio hacia el “invasor”, olvido de la historia, pereza para buscar evidencias y aceptación de la mentira histórica presentada por una figura de autoridad.

El argumento, según leemos en el versículo 13, está rematado con un reclamo de justicia. En principio es “lógico” en ese contexto, pero si ese reclamo se une a la argumentación “hacia adentro” de la comunidad, sirve para tocar las emociones y reforzar la credibilidad del mensaje, sin agregar información nueva.

Una supuesta injusticia histórica sobre derechos que nunca existieron hacia un pueblo cuyos antecedentes hacían creíble el asunto. Veamos la respuesta:

Jueces 11:15-27 RVC
15 y le dijo: «Yo, Jefté, te digo: Israel no se adueñó de la tierra de Moab, ni de la tierra de los amonitas.
16 Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto y cruzó el desierto hasta el Mar Rojo, llegó a Cades.
17 Entonces el pueblo de Israel envió mensajeros al rey de Edom, y le pidió permiso para pasar por su territorio; pero el rey de Edom no los escuchó. También pidió permiso al rey de Moab, pero él tampoco les permitió pasar, así que Israel se quedó en Cades.
18 Después, anduvo por el desierto y rodeó las tierras de Edom y de Moab por el oriente, y luego acampó al otro lado del río Arnón, pero no entró en territorio de Moab, pues en Arnón empezaba su territorio.
19 Además, Israel envió mensajeros a Sijón, el rey de los amorreos y de Jesbón, y le dijo: “Te ruego que me dejes pasar por tu territorio, para llegar a mi destino.”
20 Pero a Sijón no le inspiró confianza Israel, y tampoco lo dejó pasar por su territorio, sino que reunió a su ejército, acampó en Yahás, y peleó contra Israel.
21 Pero el Señor, Dios de Israel, entregó a Sijón y a todo su ejército en manos del pueblo de Israel, y éstos se apoderaron de toda la tierra de los amorreos.
22 Tomaron también el territorio de los amorreos, desde Arnón hasta Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán.
23 ¿Y ahora tú pretendes apoderarte de ese territorio?
24 Si tu dios Quemos te diera algo, ¿no sería tuyo? De igual manera, todo lo que el Señor nuestro Dios nos entregó, nos pertenece.
25 ¿En qué eres mejor que Balac hijo de Sipor, rey de Moab? ¿Tuvo algún problema contra Israel, para que le hiciera la guerra?
26 Durante trescientos años Israel ha habitado en Jesbón y Aroer y en todas las ciudades del territorio de Arnón. ¿Por qué nunca antes han reclamado esa tierra?
27 De modo que yo no he pecado contra ti, pero tú sí haces mal al querer pelear contra mí. Que el Señor, que es el Juez, juzgue entre los israelitas y los amonitas.»

Mientras la acusación del rey de Moab lleva 15 palabras, aunque en realidad el supuesto hecho histórico está relatado en 12, la respuesta de Jefté está relatada en 222. De todo el relato resulta claro que Jefté dejó mucho que desear como líder y más que nada en relación con su espiritualidad y verdadero conocimiento de Dios, pero aún en esa época de decadencia tan grande (si lo mejor que Dios podía usar para librar a Israel era Jefté, imaginemos como resultaría el resto…) no se había perdido (no completamente) la memoria histórica. Cualquier revisionismo histórico mentiroso muy probablemente sea breve en su fundamentación (aunque puede tener muchas palabras y argumentos de relleno, que no aportan información nueva al hecho) porque si “escarbara un poco más” se encontraría con la verdad que no quiere mostrar.

Digamos que la gente sinceramente engañada con el revisionismo histórico se ha conformado con unos pocos argumentos (mejor dicho, con la interpretación de unos pocos argumentos) que para ellos resultaron “fundantes” y en base a las conclusiones que obtuvieron de ellos interpretan rígidamente (es decir, sin posibilidad de que nueva información haga cambiar de opinión) el resto de los datos.

Podemos seguir hablando mucho más, pero basta esto para presentar el tema: tal como hizo en el Edén y como siguió haciendo a lo largo de la historia, Satanás hoy continúa tergiversando la historia (solo que de forma mucho más sofisticada, pero nunca “perfecta”) a fin de obtener el fundamento que necesita para su propio provecho.

Las líneas políticas, especialmente las populistas, pero en realidad, cualquiera, necesitan hoy día esa “fundamentación histórica” que les dé razón de ser. Cada vez más la manipulación social a través de la historia mentirosa se  ha vuelto necesaria debido al “consenso democrático” que existe en nuestras sociedades. El progresismo, profundamente inmoral y antieclesiástico, es el primero que miente sobre la historia, y basta escarbar un poco para encontrar sus errores.

Si los cristianos creemos estas falacias, que muchas veces parecen “inocentes”, en realidad estaremos creyendo mentira, permitiendo que sean establecidas fortalezas de mentira en nuestra mente a partir de las cuales Satanás podrá luego obstaculizar la verdad y multiplicar la mentira.

Por ejemplo, se ha puesto de moda ahora presentar las torturas más atroces atribuidas a la Inquisición. Por cierto que no fueron “tiernos angelitos” ni mucho menos, pero también mucho de lo que se dice es erróneo: los estados seculares eran mucho peores, y las iglesias protestantes no se quedaron atrás, para nada. El objetivo de esta mentira es combatir contra la iglesia católica, porque es la más “fácil” de atacar, luego siguen las evangélicas, ¡cuántas veces hemos repetido estos clichés sin chequear la exactitud de los mismos!

Otro ejemplo es atribuir una serie de mejoras sociales a cierta línea política, cuando en realidad tuvieron otro origen histórico. Con esto se construye una imagen idealizada y se consiguen votos.

En argentina tenemos un serio problema en relación con la última dictadura militar, y esa fortaleza ha llegado a ser tan fuerte que cualquier que se atreva a cuestionar los supuestos que estableció la izquierda hace tres décadas ya es condenado al ostracismo.

De nuevo, ¿qué tiene que ver esto con los cristianos? Sencillamente que si aceptamos las mentiras históricas estaremos avalando con nuestro voto, nuestras acciones o nuestro silencio a sistemas políticos y sociales más corruptos de los que Dios estaría dispuesto a permitir. Eso, mis queridos hermanos, es PECADO, porque estaremos permitiendo una injusticia mayor de la que podría haber. Todo el mundo está bajo el Maligno, PERO NO SE SUPONE QUE TODO DEBA SER LO PEOR POSIBLE. Y, les recuerdo, que “pecado” no solo es lo que hago o dejo de hacer yo, sino también lo que permito o dejo de permitir.

Además de eso, todas esas fortalezas generan “amores y odios” que distraen buena parte de nuestra atención del enfoque en Cristo. Tan sencillo como eso, “distraer” y tan terrible.

Desde los orígenes ha habido una “guerra por la historia” hoy no lo es menos, pero hoy contamos con muchas más herramientas para conocer la verdad si la buscamos en Dios, ¿estaremos dispuestos a eso?


Danilo Sorti




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