martes, 19 de febrero de 2019

680. Dios no hace diferencia entre personas ni cambia Sus leyes, por eso el trato para cada uno es “distinto”…


A pesar de que Dios había sido muy claro en la Ley de Moisés con respecto a no hacer “acepción de personas”, Israel seguía pensando que el Señor hacía algo así con ellos en medio de las otras naciones. Incluso los primeros cristianos no la tenían clara:

Hechos 10:34-35 RVC
34 Entonces Pedro empezó a hablar, y dijo: «En verdad comprendo ahora que Dios no hace acepción de personas,
35 sino que a él le agrada todo aquel que le teme y hace justicia, sea de la nación que sea.

Recién unos  cuántos años después del derramamiento de Pentecostés y de la incorporación de los samaritanos Pedro, como representante “oficial” de esa primera iglesia, tuvo la revelación indubitable de que los gentiles podían entrar en la iglesia sin hacerse judíos. Evidentemente, se trataba de un pensamiento tan arraigado en la cultura judía que la irrupción del Vino Nuevo no logró modificar sino hasta después de unos cuantos años, y con bastante dificultad.

El concepto de que “Dios no hace acepción de personas” está relacionado con el hecho de la salvación y la incorporación a la iglesia, y aquí significa que todos pueden entrar en el Reino sin hacerse culturalmente judíos. PERO esta puerta de gracia abierta a todos implica que ellos entrarán desde “distintos caminos”, es decir, de distintas herencias, tradiciones, culturas, cada una con características diferentes, por lo que llegar a la misma meta, que es Cristo, implicará, en un sentido, caminos “diferentes” para cada uno; el Espíritu deberá tratar de manera personalizada, culturalmente adaptada. Una misma puerta de salvación, una misma meta, pero “distintas sendas” en el mismo Camino para alcanzarla.

Romanos 2:5-11 RVC
5 Pero por la obstinación y dureza de tu corazón, vas acumulando ira contra ti mismo para el día de la ira, cuando Dios revelará su justo juicio,
6 en el cual pagará a cada uno conforme a sus obras.
7 Dios dará vida eterna a los que, perseverando en hacer el bien, buscan gloria, honra e inmortalidad;
8 pero castigará con ira a los que por egoísmo se rebelan y no obedecen a la verdad, sino a la injusticia.
9 Habrá sufrimiento y angustia para todos los que hacen lo malo, en primer lugar para los judíos, pero también para los que no lo son.
10 En cambio, habrá gloria, honra y paz para todos los que hacen lo bueno, en primer lugar para los judíos, pero también para los que no lo son;
11 porque ante Dios todas las personas son iguales.

De nuevo, este Dios que no hace diferencia entre personas y conforme a una MISMA LEY, “pagará a cada uno conforme a sus obras”, por lo que, ya sea el castigo o la recompensa, será “diferente” para cada uno, precisamente, “conforme a sus obras”, sean de injusticia o sean en Cristo. Hay muchos testimonios, ya sea del infierno como del cielo, en los que el Espíritu muestra que los castigos y las recompensas son diferentes, aunque el infierno es infierno dondequiera que se esté y el cielo es cielo por más que uno viva en una carpa debajo de un árbol.

Gálatas 2:6-10 RVC
6 Los que tenían fama y reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), no me comunicaron nada nuevo.
7 Por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión
8 (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de los judíos, actuó también en mí para con los no judíos),
9 y como reconocieron la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuéramos a los no judíos, y ellos a los judíos.
10 Solamente nos pidieron que nos acordáramos de los pobres; lo cual también procuré hacer con diligencia.

Aquí tenemos dos “formatos” de apóstol, muy distintos, ambos con la misma autoridad y construyendo el mismo Reino, y comisionados por el mismo Dios que no hace diferencias de personas. Igual posición pero distinta comisión, igual mensaje pero distintos enfoques. Comisionados por el mismo Dios pero con ámbitos de ministerio diferentes.

De nuevo, el hecho de “no hacer acepción de personas” implicó ministerios que resultaron muy diferentes.

Efesios 6:7-9 RVC
7 Cuando sirvan, háganlo de buena gana, como quien sirve al Señor y no a los hombres,
8 sabiendo que cada uno de nosotros, sea siervo o libre, recibirá del Señor según lo que haya hecho.
9 Ustedes, los amos, hagan lo mismo con sus siervos. Ya no los amenacen. Como saben, el Señor de ellos y de ustedes está en los cielos, y él no hace acepción de personas.

Amos y siervos vivían realidades sociales muy distintas en ese entonces, aunque fueran cristianos. La esclavitud nunca fue el diseño de Dios pero era una realidad social que no cambiaría fácilmente, así que, en el mientras tanto, el Dios que se manifiesta en la REALIDAD sin ningún tipo de “idealismo impracticable” ordena que haya un trato justo en las relaciones. Esto mejoraría muchísimo la situación de los esclavos con amos cristianos, pero no cambiaría el hecho de la esclavitud (todavía). Un mismo trato justo ordenado por un Dios que no hace diferentes entre personas seguiría significando realidades sociales distintas (aunque mucho menos de lo que hubiera sido sin la ley de Dios).

Santiago 2:1 RVC
1 Hermanos míos, ustedes que tienen fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo, no deben hacer diferencias entre las personas.

Santiago trata muy extensamente la relación entre ricos y pobres, aunque más bien se trata de cómo la iglesia se relaciona con estos dos grupos. No podemos leer Santiago aparte de las palabras de Jesús, que habló extensamente sobre el tema, y tampoco podemos leer las palabras de Jesús fuera del contexto de la Ley Mosaica, muy detallada en esta cuestión. Allí encontramos lo mismo: una misma ley para todos, y precisamente para asegurarse de que fuera igual para todos es que Dios hace especial atención en los pobres y desamparados, para asegurarse de que recibieran el mismo trato justo.

Los primeros cristianos entendieron este principio y lo pusieron en práctica:

Hechos 2:44-45 RVC
44 y todos los que habían creído se mantenían unidos y lo compartían todo;
45 vendían sus propiedades y posesiones, y todo lo compartían entre todos, según las necesidades de cada uno.

Para asegurarse de que todos pudieran tener condiciones de vidas dignas, los recursos económicos se repartían según las necesidades, es decir, DE MANERA DIFERENTE para cada uno.

Bueno, podríamos hablar mucho más sobre el tema pero creo que la idea central nos queda clara: UNA MISMA LEY no significa necesariamente que nos pasará lo mismo. Veamos una ilustración más:

1 Corintios 12:4-7 RVC
4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.
5 Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.
6 Hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.
7 Pero la manifestación del Espíritu le es dada a cada uno para provecho.

Una misma ley, un mismo principio del obrar divino, produce resultados distintos.

La razón por la cual los sistemas políticos que se presentan como “igualitarios” y falsamente “sociales” atraen tanto a las personas porque prometen “lo mismo” para todos. El siglo XX primero y estas pocas décadas del XXI, después, se han encargado de demostrar que eso “igual” en el mejor de los casos es pobreza: esos sistemas no funcionaron, no funcionan pero siguen atrayendo con su canto de sirena. Eso no podría ocurrir si los seres humanos no tuviéramos ese deseo oculto en nuestro corazón. Ahora bien, ¿es un deseo de justicia, es decir, de igualdad justa? Si lo fuera, desearíamos tener las mismas oportunidades pero aceptaríamos las diferencias de resultados (por supuesto, bajo las mismas oportunidades y leyes justas para todos, situación que tampoco existe en el mundo actual), pero cuando deseamos “tener lo mismo” en realidad tenemos envidia y pereza en nuestro interior; no estamos deseando la justicia que permita que bajo una misma ley cada uno pueda desarrollarse.

Claro que el tema es mucho más complejo, pero esta ilustración social nos viene bien para ir al plano espiritual: ¿qué pasa cuando Dios “no hace lo mismo” conmigo de lo que hace con otro? ¿Por qué Dios “me trata distinto”? ¿Por qué al otro sí y a mí no? La conclusión más fácil es que “Dios no me quiere” (que fue la conclusión a la que primero arribó Lucero para rebelarse), o al menos “Dios no tiene mucho interés en mí”, o “Dios tiene favoritos”, o “Dios nos abandonó, se olvidó de nosotros”.

Vemos que el trato es distinto sobre nosotros, o al menos, nos parece distinto, probablemente porque no conozcamos bien la realidad de los que “llegaron”. Pero aunque así lo fuera, partimos todos de realidades distintas y tenemos llamados distintos, en contextos también distintos, por lo que es necesario que Dios obre de maneras diferentes si es que quiere llevarnos a la misma imagen de Cristo, con las particularidades que Él mismo pudo en cada uno.

Efesios 4:4-7 RVC
4 Así como ustedes fueron llamados a una sola esperanza, hay también un cuerpo y un Espíritu,
5 un Señor, una fe, un bautismo,
6 y un Dios y Padre de todos, el cual está por encima de todos, actúa por medio de todos, y está en todos.
7 Pero a cada uno de nosotros se nos ha dado la gracia conforme a la medida del don de Cristo.

Las condiciones de igualdad producen resultados distintos, pero aunque nos vaya “peor” que a otros, el amor de Dios es el mismo. ¡Dios no es comunista! Él quiere un desarrollo único y glorioso para cada uno de Sus hijos, muchos se quedan a mitad de camino y no alcanzan todo lo que son llamados a lograr, y por eso PARECE que Dios hace diferencias, pero somos nosotros los que las hacemos, y luego le echamos la culpa al Señor.

Así que, cuando el Adversario venga con su más poderosa tentación: “Dios no te ama, no está muy interesado en vos, Él tiene a sus favoritos, fíjate cómo lo trata a Fulano…”, podremos entender el por qué de esas diferencias y rechazar exitosamente esa tentación.


Danilo Sorti





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