viernes, 8 de febrero de 2019

658. Éfeso: el modelo de Iglesia – XIV; sentados en lugares celestiales


Efesios 2:1-10 RVC
1 A ustedes, él les dio vida cuando aún estaban muertos en sus delitos y pecados,
2 los cuales en otro tiempo practicaron, pues vivían de acuerdo a la corriente de este mundo y en conformidad con el príncipe del poder del aire, que es el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia.
3 Entre ellos todos nosotros también vivimos en otro tiempo. Seguíamos los deseos de nuestra naturaleza humana y hacíamos lo que nuestra naturaleza y nuestros pensamientos nos llevaban a hacer. Éramos por naturaleza objetos de ira, como los demás.
4 Pero Dios, cuya misericordia es abundante, por el gran amor con que nos amó,
5 nos dio vida junto con Cristo, aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados (la gracia de Dios los ha salvado),
6 y también junto con él nos resucitó, y asimismo nos sentó al lado de Cristo Jesús en los lugares celestiales,
7 para mostrar en los tiempos venideros las abundantes riquezas de su gracia y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
8 Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios;
9 ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie.
10 Nosotros somos hechura suya; hemos sido creados en Cristo Jesús para realizar buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que vivamos de acuerdo con ellas.


Los primeros capítulos de Efesios nos muestran la iglesia espiritual. La progresión que vemos en los versículos 5 al 7 es:

·         Muertos en pecados
·         Salvados por gracia
·         Resucitados con Cristo
·         Sentados en lugares celestiales
·         Reinando en tiempos futuros

El contraste aquí está entre la ira y la gracia, los poderes espirituales del mal y el poder de Dios. La revelación que otorga Efesios no creo que haya sido muy bien entendida por la mayoría de los cristianos a lo largo de los siglos, pero este tiempo la situación es distinta porque no nos queda más remedio que tomar toda la revelación si es que queremos sobrevivir espiritualmente.

“Sentados al lado de Cristo Jesús en los lugares celestiales” implica una dimensión nueva. Hasta el capítulo 1 vemos a Cristo en esa posición espiritual de poder, mensaje tan necesario en un mundo pagano sometido a tantos poderes espirituales caprichosos e incontrolables; ellos no necesitaban que se les explicaran los conceptos básicos de guerra espiritual, territorialidad de los principados, manifestaciones espirituales y demoníacas, etcétera, etcétera, ¡ellos lo vivían!

Para el griego, la divinidad era caprichosa y lejana. Decir “Zeus te ama” era algo completamente absurdo. Llegar a ser un “semidiós”, o recibir algún tipo de don especial de la divinidad era como un máximo ideal, inalcanzable prácticamente, pero existente en el imaginario. Y ahora, de repente, el Único Dios verdadero, no solo los ha amado, recibido y salvado por pura gracia, sino que también los ha llevado a Su mismo ámbito espiritual.

Sentados en esos lugares celestiales estamos co gobernando con Cristo; es una imagen parecida a la que muestra Juan:

Apocalipsis 4:4 RVC
4 Alrededor del trono había veinticuatro tronos, y en ellos estaban sentados veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas y con sendas coronas de oro en la cabeza.

No digo que nosotros seamos esos “veinticuatro ancianos”, pero ellos nos representan y prefiguran el lugar que Dios nos tiene preparados.

Ahora bien, ¿qué pasa allí? La imagen, tanto en Efesios como en Apocalipsis parece estática, propiamente es un “cuadro”, una pintura. Pero en este siglo las imágenes estáticas dicen poco para nosotros, tan acostumbrados a la imagen en movimiento. Sin embargo, durante la mayor parte de la historia de la humanidad no fue así, y esos griegos, profundamente artísticos en su cultura, podían entender que ese cuadro pintado por Pablo, o el que mostraría luego Juan, tenía mucho “movimiento”, mucha acción.

Allí sentados estamos en la corte celestial, escuchando las decisiones del Rey e interviniendo en las mismas. Desde allí se ve lo que muestra Apocalipsis, allí se ven a los ángeles obrar, allí se ven los planes divinos, el presente, el pasado y el futuro. Allí está nuestro espíritu, pero necesitamos de la fe para entenderlo, ya que la gran mayoría de las personas son almáticas y no pueden ver naturalmente el mundo espiritual.

Ahora bien, entendiéndolo por la fe, permitiendo que nuestro espíritu nos comunique todo lo que allí escucha. Para eso nuestra mente debe entender las categorías espirituales, propiamente el mundo espiritual que se nos presenta como metáforas, con imágenes “terrestres” (no podríamos entender otras) pero refieren a realidades espirituales. Es como mirar un laberinto desde arriba, se resuelve muy fácil.

Siempre entendemos que entramos allí por gracia, por la obra de Cristo. Aquellos que han sido entrenados para ver el mundo espiritual corren el peligro de mantenerse allí de otra forma, y esto es por el poder del Adversario. El paso de un lado a otro es muy posible, y ocurre.

No es que “desde arriba” decidimos lo que se nos dé la gana, sino que escuchamos los planes de Dios, tal como el Apocalipsis cuando el rollo es abierto, y en base a esos planes, a ese “mapa”, a esos diseños, actuamos, conforme a los principios. De nuevo, es la gracia la que nos puede sostener en esas alturas, porque sino, la caída es muy grande.

Las buenas obras son las que nacen de ese ámbito; como fueron “preparadas de antemano”, existen en el tiempo de Dios, Su eterno presente, y solamente lo podemos ver allí. Nuestra identidad, la “hechura”, se recibe también allí; la esencia de lo que es la “vida” solo se encuentra allí.

También desde allí se hacen claros los propósitos del príncipe del poder del aire, ese espíritu regente del siglo que se mueve con libertad a través de los desobedientes, dominados no por sí mismos sino por otra voluntad. Se trata de príncipes específicos, probablemente de la alta jerarquía satánica aunque sin ser el propio Satanás, que, también probablemente, se esté guardando a sí mismo para la última batalla hacia el final del Milenio.

Desde ese ámbito espiritual decretamos y ordenamos como reyes sentados con Cristo; no podríamos hacer otra cosa si estamos allí, es natural; aunque hay muchas enseñanzas que hablan en contra de ello. Por supuesto, “decretar y establecer” sólo pueden hacerse desde ese ámbito, y si algunos no comprenden de qué se trata el tema, es que no han llegado a estar plenamente “sentados en lugares celestiales”.

Desde allí fácilmente se ganan batallas, límites son puestos al accionar del enemigo, personas son quitadas de su lugar, el Reino avanza y el testimonio se establece.

Ese es el lugar maravilloso y de verdadero poder (no exento de verdadero sacrificio) que nos es reservado, y sería bastante tonto no desear estar plenamente allí, aquí y ahora, que es el momento en donde podemos hacerlo.


Danilo Sorti




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