viernes, 8 de febrero de 2019

659. 2018, 2019 y más allá


Estudiar los números conlleva un interés que puede ser peligroso. No hablaríamos del tema si la misma Biblia no utilizara los números de manera “simbólica”, “espiritual” o con un significado que va más allá de una simple cantidad matemática tal como lo hacemos en nuestra cultura occidental. No es algo propio de la Biblia, todas las culturas de las épocas y escenarios bíblicos lo hacían.

¿Podemos tomar los años “romanos” que utilizamos hoy en ese sentido? Confieso que siempre fui escéptico cuando escuchaba, tiempo atrás, a diversos predicadores hacer eso; por lo menos, no era algo que yo pudiera ver en mi vida.

Con el tiempo profundicé más en el entendimiento de la numerología bíblica y fui cambiando mi postura. Por un lado, no deberíamos ver a los números como una “profecía de hierro”, más bien indican procesos o tendencias, que pueden ser para lo bueno o para lo malo. Por otro lado, sigo siendo muy cauteloso en atribuir un significado al número de los años, ¿podría Dios hablarnos por algo tan “secular”?

Recién en el siglo VI se fijó la fecha de nacimiento de Cristo por el monje Dionisio el exiguo, antes se seguía utilizando como “año uno” la fecha de la fundación de Roma, hacia nuestra época se postuló que cometió un error de 4 años, aunque otros cálculos indicarían que no fue más que uno. ¿De verdad podría Dios hablarnos con este calendario despistado?

No me atrevería a responder esa pregunta, pero puedo decir algo: Dios siempre le ha hablado a cada pueblo conforme cada pueblo podía entender, y de formas bien claras y accesibles (que dichos pueblos hayan querido oír, es otro tema); y nada más evidente y conocido que el año en que uno vive.

Con este artículo no pretendo establecer ninguna “verdad para creer”, a diferencia de lo que escribo usualmente, solo quiero dar aquí una idea que puede muy bien ser considerada “loca” y perfectamente puede estar equivocada, así que nadie debería leer lo que sigue  sin someterlo a un fuerte escrutinio del Espíritu. Con todo, quizás haya algunas pistas sugerentes, algunas líneas que nos puedan conducir, o ayudar a explicar, en este tiempo. Así que, espero las críticas y los comentarios, y la misericordia de los lectores…

El significado de los números lo tomo de God’s Kingdom Ministries (https://gods-kingdom-ministries.net/teachings/books/the-biblical-meaning-of-numbers) porque me parece que tiene un análisis serio, completo y equilibrado de los números del 1 al 40. La interpretación profética de los eventos que están pasando y van a ocurrir, en su “ajuste fino”, la tomo de varias corrientes proféticas actuales que me parecen serias; en su base, la profecía de Efraín Torres y las subsecuentes visiones y revelaciones de gente conocida y desconocida que han confirmado y ampliado esa visión original. Otro referente importante es Mónica Gómez Loya. Repito que es una base profética general, yo no estoy repitiendo palabras que ellos hayan dicho o que avalen de alguna forma; simplemente los tomo como referencia en un sentido general.

Estoy consciente de que para muchos estos nombres no dicen nada: les sugiero que se informen lo más rápido posible. Otros cristianos piensan que son puras imaginaciones: no voy a discutir con ellos, ya he escrito bastante respecto de mi postura sobre la profecía y los mensajes proféticos en este tiempo, además de lo mucho y más importante que otros, con más conocimiento y autoridad que yo, han dicho; simplemente, ¡léanlos! Por supuesto, la base y la columna es la Palabra de Dios y lo que he podido conocer hasta este tiempo sobre Dios y Su forma de actuar.

Entonces, si asumimos que en los números de los años de nuestro calendario Dios nos está diciendo algo, ¿qué puede ser?

Hagamos un paréntesis: alguien diría que sería mejor usar el calendario hebreo, pero lo cierto es que hoy vivimos lo que se ha dado en llamar el “tiempo de la iglesia”, claramente regido por este calendario que tiene su origen en la iglesia; de ahí que si Dios efectivamente nos está diciendo algo, debe entenderse en el sentido de la misión y función de la iglesia, el Cuerpo de Cristo, en un sentido más bien espiritual.


18.       Opresión o esclavitud: tiempo de opresión o tiempo para ser liberado de ella.
19.       Fe que viene por el oír con obediencia, y la acción consecuente que implica liberación; el número está asociado con la predicación de la Palabra.
20.       Tiempo de espera, desde un punto de vista negativo, y tiempo de redención, desde el lado positivo.
21.       Tiempo de angustia y tiempo del fin de esa angustia, también de la provisión y protección divina en medio de esa angustia.
22.       La manifestación de los hijos de Dios que trae la luz a este mundo y manifiesta Su Gloria, así como la autoridad que reciben por eso.
23.       Vida de muerte y resurrección.
24.       El sacerdocio, un gobierno espiritual basado en el nuevo nacimiento y en el amor.
25.       Bendición, al conferir el Espíritu Santo y la autoridad para cumplir el llamado para el que somos capacitados.
26.       Poder de salvación, manifestado, por manifestarse o recibido
27.       Ministerio de salvación, el servicio que pone ese poder en acción; predicación del Evangelio
28.       Guía del Espíritu, en el sentido de la manifestación de Pentecostés: implica una acción, hacer la obra; asociado con el cumplimiento de la Ley divina, escrita por el Espíritu en nuestros corazones.
29.       Salida, cambio de cobertura de una casa a otra.
30.       Dedicación para gobernar, manifestación de autoridad; también es el precio de un esclavo.
31.       Descendencia.
32.       Pacto, establecimiento del pacto.
33.       Señal, la evidencia que confirma el establecimiento de una palabra profética, una señal para salvación.
34.       Identificación, nombramiento de algo o alguien, identidad.
35.       Vindicación, lo que viene de la autoridad en respuesta a la fe paciente.
36.       Adversario, enemigo; manifestación del adversario, enfrentamiento con él, acción del adversario.
37.       Herencia, asociado a menudo con Jesucristo, la tierra dividida en herencia, recuperar la posición.
38.       Trabajo, en relación con el llamado de cada uno.
39.       Enfermedad, física o espiritual, y la victoria sobre ella.
40.       Prueba, fin de la prueba, entrada a la Tierra Prometida.


Cuando leemos estos significados separadamente, mirando números individuales, nos da la apariencia de una mezcolanza sin orden; pero cuando los miramos uno después del otro y con el trasfondo de las profecías escatológicas muy próximas a cumplirse… ¡caramba! ¿qué tenemos aquí?

Yo sé que más de uno va a cuestionar los números y las fechas, aduciendo que “el día y la hora nadie lo sabe”, lo cual es cierto, y es también cierto que el Señor nos instruye fuertemente a no especular con “días y horas”; pero en el mismo pasaje que fue dicho eso también se nos dice muy claramente cuál sería el contexto en donde estarían ubicado ese día y hora.

En base a eso, el número 29, “Salida, cambio de cobertura de una casa a otra” no necesita mayor explicación: el arrebatamiento de la iglesia. Y el número 37, posesión de la herencia por Jesucristo, tampoco: el regreso del Rey a reinar. Entremedio, los 7 años de la tribulación. En función de varias profecías e interpretaciones que he escuchado, estos años no me parecen demasiado desubicados para dichos eventos.

Si eso es así, tenemos una serie de eventos relacionados con la iglesia que deberían estar pasando estos años, un momento en que el meteorito cae y se produce la gran conmoción mundial previa al último gran avivamiento, una serie de cosas que ocurrirían con la iglesia en la tierra durante el tiempo de la tribulación y otras después de la venida de Cristo; ¿tienen alguna lógica?

Si 29 es el arrebatamiento, 28 nos mostraría una iglesia que vive en Pentecostés y cumpliendo, ¡por fin después de 2.000 años!, la Ley divina. Eso concuerda con las profecías del último gran avivamiento. Pero esa imagen, de 28 = 7 x 4, la plenitud de lo divino por la plenitud de lo terrenal, es decir la iglesia perfeccionada en la Tierra, nos interroga respecto de lo que pasó antes.

Si 27 es el ministerio de salvación, la predicación del Evangelio, bien puede indicar ese período previo de gran ardor evangelístico, también predicho, donde la Palabra llegaría con poder hasta el último rincón del mundo.

Del 18 al 26 habría entonces un tiempo de “preparación” de la Iglesia y allí debemos ubicar la caída del asteroide y la gran conmoción subsiguiente, que, por otro lado, no puede estar demasiado lejos del arrebatamiento. ¿Podrá ser 26, el “poder de salvación”, la señal de la salvación que los santos fieles recibirán en medio de esa dura prueba?

Si es así, tenemos entonces del 18 al 25 un tiempo todavía “normal”, si es que se puede llamar así a los años que estamos viviendo. Más bien deberíamos decir, un tiempo en el que los juicios, la locura social y los planes del sistema del Anticristo irán in crescendo, mientras la Iglesia se va perfeccionando.

18 es tiempo del fin de la esclavitud, y no puedo decir mucho al respecto porque no soy un analista internacional. Sin embargo, puedo decir que en Argentina, por los eventos que pasaron, la Iglesia fiel despertó como nunca antes. ¿Tiene eso relevancia para el resto del mundo? Por pura gracia de Dios (porque si es por nosotros estamos re-fritos), la Iglesia argentina tiene la capacidad de motorizar a la Iglesia latinoamericana, y esta al mundo. Si hoy miramos un planisferio, no nos encontramos con muchas regiones en las cuales haya una iglesia vibrante que pueda influir seriamente en sus países, que a su vez influyan en otros; en Europa está en extinción, en Asia la Iglesia es grande en algunos lugares pero perseguida en todos, en África hay países con iglesias vibrantes, pero también con muchos conflictos sociales, en EEUU la iglesia está en franco retroceso. ¿Podrá este 2018 ser recordado como el año en que despertó la Iglesia a su rol en la sociedad, gracias a la arremetida abortista?

Si esto es así, el 19 sería un año de cosecha de esa liberación, un año de ministerio en predicación de la palabra, de una Iglesia despertada  y que empieza a hacer uso de su poder. El 2020 traería un restablecimiento de la Iglesia, que fue asolada en décadas pasadas con teologías y liderazgos falsos. El 2021 podría ser muy bien un año de crisis económica, motorizada en parte por las catástrofes ambientales que están ocurriendo, en donde la Iglesia experimentaría una provisión y protección divina. Como consecuencia, en un mundo afligido, la gloria del Señor comenzaría a manifestarse públicamente cada vez más fuerte en 2022, lo que acrecentaría la persecución y opresión del sistema mundial hacia 2023, por lo que los fieles aprenderán a vivir entregados completamente al Señor, entregados a la muerte cada día pero resucitados por Su Señor; Él protegerá a los suyos.

Hacia el 2024 la Iglesia fiel madurará para constituirse en un sacerdocio santo, y el 2025 será el año de la gracia en que será capacitada para cumplir su llamado en el último tramo de la historia.

Soy consciente de que la mayoría de los lectores no va a protestar por esta interpretación peregrina que he hecho, ¡sino porque estoy poniendo la venida de Cristo todavía una década en el futuro! Y estoy de acuerdo, ¡yo no quiero esa fecha! Yo quiero que Cristo venga ya; no quiero tener que enfrentar los tiempos que vienen. Pero conozco lo suficiente de Dios como para saber que Él no va a dejar a Su Pueblo hasta que sea perfeccionado.

Entonces, si el 2029 es el año del arrebatamiento, ¿qué sentido tiene el significado de los números siguientes? Aquí entramos en terreno más escabroso. Dentro de mi perspectiva premilenialista, que considero válida por haberla validado precisamente con la Biblia no porque “me la enseñaron”, unido a diversas profecías y a lo que muestra también la Biblia, entiendo que hay iglesia durante ese tiempo y que hay naciones salvas que sobreviven a los juicios, entre ellas y principalmente, Sudamérica. Yo sé que estoy diciendo muchas cosas sin explicar, las afirmo después de años de estudio y búsqueda del Señor, no son ideas caprichosas.

Si el 2029 es el cambio de cobertura, propiamente la iglesia fiel ya no está en la Tierra y lo que queda es la iglesia nominal, que se está dando cuenta de su tremendo error y está siendo furiosamente perseguida y exterminada. ¿Los números que siguen se refieren a lo que ocurre con la iglesia en el cielo o en la Tierra? Si el calendario, propiamente dicho, es fruto de la iglesia EN ESTA TIERRA y para esta Tierra, no creo que se refiera al Cielo, que tiene su propia medida de tiempo.

Entonces 2030 nos indica la manifestación de la autoridad sobre la Tierra del Anticristo a la vez que el planeta entero es esclavizado por el mal: la Tierra es comprada como esclavo. Pero esta joven iglesia, fruto del arrepentimiento de los otrora necios y pecadores, y protegida de manera sobrenatural porque sino no podría permanecer, vuelve sus ojos a Cristo, con lo que el 2031 sería el año de los nuevos hijos, la descendencia del Señor obtenida de en medio de una humanidad condenada a la destrucción, ¡el poder de Dios es increíble!

El 2032 sería el año en que esa iglesia haría su nuevo pacto con el Señor, y en medio de una persecución agravada pero limitada por el Señor, el 2033, hacia la mitad del período de los juicios, la señal para salvación sería dada, quizás el momento en que deba huir al desierto y ser protegida allí.

El 34 indica identificación, identidad, ¿podrá ser el sellado de los salvos, en un avance sobre el reino del Anticristo, al menos en estos países del Sur? La hipótesis es peregrina, pero sabemos que los ángeles y los santos del Señor estarán protegiendo y ayudando a esa joven iglesia aún en medio de los juicios, y, según lo que puedo entender, el Anticristo no la va a tener fácil una vez que hayan pasado los primeros años. 2035 es vindicación, lo que podría suponer una “reconquista” de estos países (el antiguo Imperio Romano permanece bajo su dominio, ahora amenazado por otros reinos), y el 2036 es el año del Adversario en su plena manifestación: la avanzada final sobre Israel como acción desesperada de un sistema que ya se está cayendo a pedazos. Por supuesto, sabemos el desenlace.

El lector que ha sobrevivido hasta aquí, o bien está al tanto de los conceptos que expreso, o sólo está intrigado por el final. ¿Tiene sentido que el 2038 sea el año del “trabajo”? ¡Totalmente! Hay que reconstruir un mundo devastado, según las visiones proféticas, con la ayuda del poder y la tecnología del Cielo, muy superior a cualquiera que podamos conocer aquí. Y el 2039 es el año de la victoria sobre la enfermedad, con lo que podríamos suponer que es cuando se establece la sanidad perfecta para esa humanidad sobreviviente, que hará que su vida vuelva a ser como la de los árboles. 2040 es el año de la entrada a la Tierra Prometida, quizás cuando las naciones se asienten en sus nuevos territorios y vuelva a comenzar la “vida nacional”, pero con una humanidad y un planeta renovados.

Bueno, no voy a agregar mucho más; en líneas generales hice una adecuación de muchas palabras proféticas que hemos escuchado en este tiempo al significado de los números asumiendo que Dios está diciendo algo con ellos. Lo último: si 20 es tiempo de espera y de redención al final, todo el milenio del 2000 es precisamente el último tiempo que la humanidad deberá esperar (el Milenio, propiamente) para que el problema del mal sea definitivamente erradicado de la Creación.


Danilo Sorti




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