martes, 19 de febrero de 2019

675. El simbolismo del Tabernáculo y nuestro culto hoy


Hebreos 8:5 RVC
5 Estos sacerdotes sirven a lo que no es más que modelo y sombra de las cosas celestiales, tal y como se le advirtió a Moisés cuando iba a levantar el tabernáculo: «Ten cuidado de hacer todas las cosas según el modelo que se te ha mostrado en el monte.»

Sigue siendo muy importante como “tratemos” al Antiguo Testamento para nuestro cristianismo hoy, y lo cierto es que, o bien queda relegado como “mera sombra” sin mayor utilidad, o bien se hace una mezcla extraña en algunos formatos judaizados. ¿Qué quería decir “sombra” para aquellos primeros lectores?

Bueno, está claro que en Hebreos el escritor hace un marcado contraste entre la efectividad del culto antiguo y la nueva vida en Cristo; no se puede comparar la “sombra” con la realidad y no tiene sentido quedarse con la “sombra” cuando tenemos la realidad misma. Pero si nos olvidamos de las palabras que Jesús dijera algunas décadas antes, caeríamos en el error de desentendernos por completo del Antiguo Testamento:

Mateo 5:17-19 RVC
17 »No piensen ustedes que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir.
18 Porque de cierto les digo que, mientras existan el cielo y la tierra, no pasará ni una jota ni una tilde de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
19 De manera que, cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los demás, será considerado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los practique y los enseñe, será considerado grande en el reino de los cielos.

Más allá de los análisis detallados que hagamos de este pasaje, hay una advertencia clara: no podemos “desentendernos” de las palabras de Moisés y de la historia de Israel.

Entonces, ¿qué era una “sombra”? En nuestra cultura actual donde la imagen “cobró vida” en las pantallas, “sombra” ha quedado reducida al concepto de algo útil cuando hay mucho sol o molesto cuando hace frío y queremos calentarnos con el sol, y para los jardineros, una medida de dónde ubicar las plantas según sean sus requerimientos. Pero en esa cultura, donde obviamente no existían pantallas con imágenes en movimiento, una sombra era algo mucho más cercano a la realidad del objeto, la representación misma del objeto. En cierto sentido, algo similar a lo que representan las “lucecitas de colores” en las pantallas para nosotros hoy.

Por lo tanto, la “sombra” de lo que habría de venir era un concepto con mucha más “sustancia” y mucho más “indicativo” de qué habría de venir. Esas “sombras” son en realidad los principios espirituales que alcanzarían su plenitud con Cristo, por lo tanto, nada que debiéramos rechazar sino más bien lo contrario.

Dentro de estos principios se encuentra la adoración en el Tabernáculo, ¿habría allí algún paralelo con nuestro culto hoy? Se ha enfatizado en la espontaneidad y la libertad del Espíritu versus los ritualismos muertos o emocionalismos vacíos que suelen instalarse en nuestras reuniones. Creo firmemente que ninguna estructura debería estar por encima de la libertad y la guía del Espíritu, pero también entiendo que todo lo que Dios hace TIENE UNA ESTRUCTURA y que es también un gran error pretender hacer algo “siempre desestructurado” porque en la práctica eso mismo se transforma en una nueva y poco funcional estructura.

Con esto en mente, ¿podríamos encontrar algún paralelo entre el orden del culto y el diseño del Tabernáculo? Creo que sí, no me atrevería a decir que deba ser exactamente en esa secuencia, pero me parece algo que, por lo menos, deberíamos tener en cuenta.

Lo que sigue está basado en el análisis que se hace de los muebles del Tabernáculo en www.resplandece.org.


1°) El altar de bronce

El primer mueble con el que se encontraría un israelita era el altar de bronce, donde se realizaba el sacrificio por el pecado. Claramente tenemos una figura del sacrificio de Cristo que nos limpia de pecado y podríamos tomar la sugerencia de comenzar exaltando Su obra en la cruz a la vez que reconociendo nuestros pecados que nos separan de Dios, y pidiendo perdón por ellos. Si bien hemos sido acercados una vez por todas cuando aceptamos a Cristo, lo cierto es que nuestros pecados diarios nos van alejando y van tapando nuestros oídos para no escuchar con claridad. No podemos empezar nuestro culto a Él si primero no nos hemos limpiado. Me gusta aquí la imagen de Juan:

Juan 13:8-10 RVC
8 Pedro le dijo: «¡Jamás me lavarás los pies!» Y Jesús le respondió: «Si no te los lavo, no tendrás parte conmigo.»
9 Simón Pedro le dijo: «Entonces, Señor, lávame no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza.»
10 Jesús le dijo: «El que está lavado, no necesita más que lavarse los pies, pues está todo limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos.»


2°) El lavacro

Del segundo artefacto se obtenía el agua para lavar los sacrificios y también a los sacerdotes. La confrontación con el pecado es desagradable, por más que hayamos sido perdonados, nos deja “sucios”, parte de la mugre del pecado queda impregnada en nosotros. Por lo tanto, este segundo tiempo sería un buen momento para recibir sus “aguas de vida” que nos limpian.

Creo que aquí podemos presentar ante Él nuestras heridas, las injusticias que hemos recibido, lo que nos duele; no propiamente nuestros pecados que ya hemos presentado en un primer momento sino, una vez quitada la coraza de ese pecado (que no es ni más ni menos que el orgullo, la raíz de todo pecado), exponemos nuestro interior sucio, dolido, ensangrentado para que esa misma obra de Cristo nos traiga consuelo, descanso, sanidad.


3°) Mesa de los panes

Si los anteriores pueden ser momentos principalmente de alabanza y adoración (tal como solemos hacer, solo que enfocados), aquí tenemos el momento de la Palabra, la predicación, pero más específicamente, la instrucción, la “teología”. Vemos en las cartas de Pablo un mismo esquema (al menos casi siempre): comienza con una sección doctrinal y continúa con una sección exhortatoria, en donde aplica la enseñanza dada. No podemos obviar esto o caeríamos en emocionalismos y en la repetición de clichés.


4°) El Candelabro

El aceite del Espíritu hace viva e ilumina la Palabra leída, por lo tanto, como una parte de la predicación y siguiendo la misma lógica que utiliza Pablo, tenemos la aplicación de lo que se ha enseñado, cuando la palabra es vivificada, actualizada, proféticamente direccionada para llegar a lo profundo del alma y del espíritu.

No estoy escribiendo nada nuevo, cuando se sigue un plan básico para el estudio bíblico, se suelen tomar tres pasos: observación, interpretación y aplicación, los dos primeros estarían en la sección anterior y aquí tenemos el último.


5°) Altar de incienso

Esta es la ofrenda de intercesión y alabanza. A la Palabra debe seguir un buen tiempo de adoración y meditación, para que cada uno pueda agradecer (hacer su ofrenda espiritual) y a la vez pedir, las oraciones están representadas con el incienso. Es un error terminar la Palabra y cortar la reunión allí.

Luego de haber sido limpiados, de haber entrado por la puerta que es Cristo, de haber sido lavados de las heridas y suciedad del camino, de haber recibido tanto la Palabra como la exhortación, estamos en condiciones de elevar manos limpias y oraciones inteligentes y guiadas por el Espíritu, tanto de gratitud como de petición.


6°) El Arca del Pacto

Aquí no termina todo. El incienso que sube a la presencia de Dios nos recuerda la imagen de Apocalipsis, pero también hay otra imagen muy poderosa: los veinticuatro ancianos sentados alrededor del Trono, es decir, el Consejo que Dios preside. Allí estamos en el lugar de autoridad, desde allí se dictamina lo que ocurrirá sobre la Tierra, tanto en nuestras vidas como en las naciones. Luego de haber pasado por todo el proceso, Dios nos invita a sentarnos con Él, a escuchar Sus propósitos, a presentar nuestras necesidades y a decretar sobre la Tierra conforme Su Espíritu nos guíe, es decir, a poner en acción la autoridad que nos ha dado.

Por supuesto, hay distintos niveles de autoridad y no voy a entrar en detalles aquí, cada uno tendrá el suyo y también su propio ámbito. Sea el que sea, este puede ser un buen momento en el culto para eso.


7°) El propiciatorio

Desde este lugar es que se manifestaba el Señor, aquí estaba Su presencia, y como cierre del culto podemos esperar y celebrar Su manifestación, tanto espiritual en nuestra reunión, como a través de milagros, como a través de Su Palabra que nos asegura que nuestras oraciones y peticiones fueron oídas y la respuesta ya ha sido dada.

Esta es la parte final del culto y creo que tendremos un problema aquí porque si la presencia del Señor se hace patente entre nosotros, probablemente nos cueste terminar la reunión…


Como vemos, no se trata de una “estructura” muy diferente a la mayoría de nuestras reuniones, pero hay un especial cuidado en el contenido y en la secuencia. Dios es orden, nunca podremos encerrarlo en una fórmula pero tampoco podemos desconocer Su orden, y creo que si nos acomodamos a él, podremos esperar una manifestación más gloriosa de Su Presencia. Al fin y al cabo, ¿qué sentido tiene una reunión dominical si no es que Él pueda descender a gozarse con Su Pueblo?


Danilo Sorti




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