viernes, 8 de febrero de 2019

670. ¿Acaso Dios pudo haber elegido a ESE gobernante?


Leamos la siguiente historia con paciencia, prestando atención a las distintas señales que Dios pone en el proceso y a los mensajes proféticos:

1 Samuel 9:14-20 RVC
14 Ellos se dirigieron a la ciudad, y cuando llegaron al centro, Samuel ya venía hacia ellos y en dirección al santuario del cerro.
15 Pero el Señor ya había hablado con Samuel un día antes de que Saúl llegara. Le había dicho:
16 «Prepárate, porque mañana a esta misma te enviaré a un joven benjaminita. Vas a consagrarlo como rey de mi pueblo Israel, pues él lo va a salvar de los filisteos. El clamor de mi pueblo ha llegado a mis oídos, y yo he puesto en ellos mis ojos.»
17 En cuanto Samuel vio a Saúl, el Señor le dijo: «Éste es el hombre de quien te hablé. Éste es el que va a gobernar a mi pueblo.»
18 En cuanto Saúl vio que Samuel entraba en la ciudad, se acercó a él y le dijo: «Te ruego que me digas dónde vive el vidente.»
19 Y Samuel le respondió: «Yo soy el vidente. Acompáñame al santuario allá arriba, y come hoy conmigo. Mañana, cuando te vayas, te diré todo lo que te está inquietando.
20 Yo sé que hace tres días se perdieron las asnas de tu padre, pero no te preocupes, porque ya las encontraron. Ahora dime: ¿Quién merece tener lo mejor que hay en Israel? Te lo voy a decir. Lo merecen tú y la familia de tu padre.»

1 Samuel 10:1-9 RVC
1 Entonces Samuel tomó un frasco de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl; luego lo besó y le dijo: «El Señor te ha ungido para que seas el rey de su pueblo Israel.
2 Hoy, después de que nos despidamos, vas a encontrar a dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en Selsa, en las tierras de Benjamín; ellos te dirán que ya fueron halladas las asnas que andas buscando, y que tu padre ya no está preocupado por las asnas sino por ustedes, pues no sabe qué les ha sucedido.
3 Sigue tu camino, y cuando llegues a la encina de Tabor te encontrarás con tres hombres que van a adorar a Dios en Betel; uno de ellos llevará tres cabritos; otro, tres tortas de pan; y el tercero, un odre de vino.
4 Después de saludarte, ellos te darán dos panes, y los debes aceptar.
5 Cuando llegues a la colina de Dios, donde está la guarnición de los filisteos, y luego de que entres en la ciudad, te encontrarás con un grupo de profetas que descienden del santuario que está en el cerro. Irán profetizando y tocando salterios, panderos, flautas y arpas.
6 En ese momento el espíritu del Señor vendrá sobre ti con su poder, y profetizarás con ellos, y el cambio en ti será notable pues actuarás como si fueras otro hombre.
7 Cuando sucedan estas señales, haz lo que te venga a la mano hacer, porque Dios está contigo.
8 Luego te adelantarás para llegar a Gilgal antes que yo; siete días después yo me reuniré contigo, y juntos iremos a ofrecer holocaustos y ofrendas de paz al Señor. Espérame hasta que yo llegue y te indique lo que debes hacer.»
9 En cuanto Saúl le dio la espalda a Samuel para irse, Dios le cambió todo su carácter, y ese mismo día sucedió todo lo que Samuel le había dicho.

1 Samuel 10:17-23 RVC
17 Más tarde, Samuel pidió al pueblo que se reuniera ante el Señor en Mispá,
18 y les dijo a los israelitas: «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Yo los saqué a ustedes de Egipto. Yo los libré de poder de los egipcios, y de todos los reinos que los afligían.
19 Pero ustedes me rechazan como su Dios, aunque yo los protejo de todas sus aflicciones y angustias, y ahora quieren que los gobierne un rey. Pues ya que piensan así, preséntense ante mí, el Señor, en el orden de sus tribus y familias.”»
20 Una vez que se reunieron todas las tribus de Israel, Samuel ordenó que se acercara la tribu de Benjamín.
21 Luego hizo que se acercara la tribu de Benjamín, en el orden de sus familias; luego pidió que se acercara la familia de Matri, y de ella pidió que se acercara Saúl hijo de Cis. Lo buscaron entonces, pero no lo hallaron,
22 así que le preguntaron al Señor por qué Saúl no estaba allí, y el Señor les dijo: «Búsquenlo entre el equipaje, pues allí está escondido.»
23 Entonces fueron a buscarlo allí, y lo pusieron en medio del pueblo. Y todos pudieron ver que Saúl era más alto que todos. No había quien le llegara a los hombros.


Ahora consideremos esto: cuando Dios llamó a Moisés le dio una sola señal para llamar su atención. Cuando llama a Abram no tenemos registro de que le haya dado ninguna señal. David tampoco. En el caso de los jueces, Gedeón tuvo tres señales. Pero si hacemos memoria podríamos decir que nadie, o muy pocos, de los que fueron llamados tuvieron tanta carga de señales. ¿Habrá sido por la incredulidad de Saúl?

Sin duda que Saúl fue, y siguió siendo, incrédulo y temeroso, por lo tanto necesitaba señales. Pero también estas señales eran “públicas”, todos podían saberlas y dar testimonio de que así había pasado. Me atrevería a afirmar que Dios quería dejar bien en claro que Saúl era Su elegido.

Bueno, eso quería decir que, por ser Su escogido, tendría un reinado muy bueno… ¿o no?

Conocemos el resto de la historia. Saúl fue un rey que Dios no quiso, pero como el pueblo estaba desesperado por tener uno, era lo mejor que podía encontrar… lo mejor, pero muy lejos de lo ideal, al igual que absolutamente todos los líderes políticos que encontramos en el Antiguo Testamento. Dios vio su potencial y de hecho Saúl comenzó a librar a Israel de sus enemigos, e hizo un buen trabajo hasta donde pudo. Pero sabemos cómo terminó la historia: a pesar de haber sido elegido, y de que no quedó ninguna duda a nadie de eso, Saúl se desvió. Dios estaba dispuesto a usarlo (aunque la monarquía nunca estuvo en Sus planes), le dio todos los recursos y la autoridad para que ejerciera un buen gobierno, PERO nunca cooptó su capacidad de decidir, al igual que hace con todos nosotros. Y Saúl, en su plena capacidad de actuar conforme a su voluntad, decidió desoír a Dios, no respetó la función del sacerdocio y menospreció Sus instrucciones, dos pecados gravísimos para la naciente monarquía. Por lo tanto, Dios lo desechó.

Pero, ¡un momento! ¿No lo había elegido? Cuando Samuel proclama el desagrado divino con la actitud de Saúl, las señales y los eventos que rodearon su entronización estaban todavía frescos en la mente de todos. No había dudas de que Dios lo eligió… pero escogió lo mejor que había entre el pueblo, que no era mucho. Dios respetó la decisión política del pueblo, no estuvo de acuerdo pero la respeto y actuó conforme ellos le pidieron, y eso fue lo mejor que había. Todos los desmanejes que cometió Saúl, en cierto sentido, fueron parte del juicio de Dios contra un pueblo desobediente. Sencillamente, Dios permitió que ellos cosecharan las consecuencias de lo que habían pedido.

Por supuesto, no le fue para nada bien a Saúl con su rebeldía. El Espíritu del Señor se apartó de él (recordemos que en esos tiempos el Espíritu Santo era dado sólo a algunos), y vivió en un estado de esquizofrenia constante al menos durante 10 años, hasta su muerte vergonzosa en batalla.

Saúl es el ejemplo más claro, pero todos los líderes políticos del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, sea que hayan sido elegidos expresamente por Él, o hayan sido permitidos, reflejan la misma verdad. Para el propósito del artículo, si pensamos en aquellos que fueron elegidos, aún los que fueron preparados durante años tuvieron grandes fallas.

El asunto es que con Saúl nos queda claro que “elegido” no es lo mismo que “infalible”, ni tampoco “incorruptible”. Con esto en mente entendemos perfectamente lo que pasó con Judas, ¿lo eligió el Señor? Sí. ¿Podía ocupar genuinamente la función de apóstol? ¡Sí! Pero tomó otra decisión.

Sigamos avanzando un poco más y nos encontramos con la iglesia de Corinto. En ninguna otra carta se menciona que una congregación tuviera tantos dones espirituales fluyendo entre ellos. ¿Eran “elegidos” en función de los dones que cada uno había recibido? Sí. ¿Tenían vidas consecuentes con su llamado cristiano más general y sus llamados específicos en función de sus dones? Ahí ya diríamos que no.

El Señor dejó algo bien en claro:

Romanos 11:29 RVC
29 Porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables.

Romanos 11:29 DHH
29 Pues lo que Dios da, no lo quita, ni retira tampoco su llamamiento.

Si no fuera así Dios le habría retirado a Adán el dominio sobre el mundo cuando pecó, y se habría ahorrado muchísimos dolores de cabeza. Sin embargo, si no fuera así, no podría sostenerse la Creación toda: tanto el mundo material como el espiritual dependen de este principio, lo que Dios determina es y nunca dejará de ser. El mismo concepto de “ley”, física, química, biológica, espiritual, etcétera, está fundamentado en esta verdad.

Con este principio en mente, que lo aplicamos de manera espiritual dentro de la iglesia pero que en realidad Dios claramente lo aplicó en un sentido político muchas veces en el Antiguo Testamento, podemos entender cómo es que Dios elige a determinadas autoridades políticas hoy en día, y lo que pude pasar con ellas después.

Primero, Dios va a tomar de lo que hay en la sociedad, respetando las “reglas de juego” políticas que cada sociedad haya elegido o permitido sobre sí. Si la sociedad está moralmente destruida, que nadie espere un dechado de virtudes en el poder.

Segundo, Dios va a elegir lo mejor que haya. Si el sistema es democrático, el pueblo votará de acuerdo con ese propósito divino o no. Y aquí entra la voz profética de la iglesia en estos últimos años, en los que claramente, en distintos países, se ha dicho Fulano o Mengano para tal o cual cargo. Pero, entendámoslo bien, ese tal Fulano o Mengano es lo mejor que Dios pudo encontrar en este lugar en este tiempo, y eso puede estar muy lejos de lo ideal. Y, además, tanto Fulano como Mengano tienen libertad de acción, y muy bien pueden decidir apartarse de los diseños divinos. Eso explica también por qué, luego de que los profetas marcara a un hombre para un cargo político, a veces ese tal hombre se desvíe groseramente de los diseños divinos.

Por otra parte, los diseños divinos son lo mejor que ese tal hombre puede hacer en ese lugar, de nuevo, algo que puede estar muy lejos de lo ideal.

Conclusión: si aplicamos el discernimiento espiritual vamos a escuchar a Dios eligiendo a tal o cual candidato para un cargo; debemos votarlo. Pero si además tenemos conocimiento bíblico, sabremos que si no lo sostenemos fervientemente en oración puede terminar pésimo. Y si tenemos más conocimiento bíblico y somos cristianos congruentes, sabremos también que la responsabilidad de una nación no recae ni en una persona ni en un sistema de gobierno, desde el principio Dios hizo mucho énfasis en que el mismo pueblo debía encargarse de su país, por lo que asumiremos nuestra parte en el todo y la realizaremos.

A medida que nos aproximamos al fin, los candidatos potenciales que Dios puede elegir son cada vez peores y lo que pueden hacer está cada vez más acotado, por lo que el rol de los hijos de Dios se hace, también, cada vez más importante. ¿Cuáles serán nuestras expectativas? Quizás no deberían ser muchas. Pero no debemos desoír lo que el Espíritu dice ni descuidar al que el Señor elija, por más que el tal deje mucho que desear. Al fin y al cabo, ¡Él también nos eligió a nosotros! Y debo recordar que la gran mayoría de los que estamos “adentro” dejamos MUCHÍSIMO que desear…


Danilo Sorti




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