Leamos la siguiente historia con paciencia,
prestando atención a las distintas señales que Dios pone en el proceso y a los
mensajes proféticos:
1 Samuel 9:14-20 RVC
14 Ellos se dirigieron a la ciudad, y cuando
llegaron al centro, Samuel ya venía hacia ellos y en dirección al santuario del
cerro.
15 Pero el Señor ya había hablado con Samuel
un día antes de que Saúl llegara. Le había dicho:
16 «Prepárate, porque mañana a esta misma te
enviaré a un joven benjaminita. Vas a consagrarlo como rey de mi pueblo Israel,
pues él lo va a salvar de los filisteos. El clamor de mi pueblo ha llegado a
mis oídos, y yo he puesto en ellos mis ojos.»
17 En cuanto Samuel vio a Saúl, el Señor le
dijo: «Éste es el hombre de quien te hablé. Éste es el que va a gobernar a mi
pueblo.»
18 En cuanto Saúl vio que Samuel entraba en
la ciudad, se acercó a él y le dijo: «Te ruego que me digas dónde vive el
vidente.»
19 Y Samuel le respondió: «Yo soy el vidente.
Acompáñame al santuario allá arriba, y come hoy conmigo. Mañana, cuando te
vayas, te diré todo lo que te está inquietando.
20 Yo sé que hace tres días se perdieron las
asnas de tu padre, pero no te preocupes, porque ya las encontraron. Ahora dime:
¿Quién merece tener lo mejor que hay en Israel? Te lo voy a decir. Lo merecen
tú y la familia de tu padre.»
1 Samuel 10:1-9 RVC
1 Entonces Samuel tomó un frasco de aceite y
lo derramó sobre la cabeza de Saúl; luego lo besó y le dijo: «El Señor te ha
ungido para que seas el rey de su pueblo Israel.
2 Hoy, después de que nos despidamos, vas a
encontrar a dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en Selsa, en las tierras
de Benjamín; ellos te dirán que ya fueron halladas las asnas que andas
buscando, y que tu padre ya no está preocupado por las asnas sino por ustedes,
pues no sabe qué les ha sucedido.
3 Sigue tu camino, y cuando llegues a la
encina de Tabor te encontrarás con tres hombres que van a adorar a Dios en
Betel; uno de ellos llevará tres cabritos; otro, tres tortas de pan; y el
tercero, un odre de vino.
4 Después de saludarte, ellos te darán dos
panes, y los debes aceptar.
5 Cuando llegues a la colina de Dios, donde
está la guarnición de los filisteos, y luego de que entres en la ciudad, te
encontrarás con un grupo de profetas que descienden del santuario que está en
el cerro. Irán profetizando y tocando salterios, panderos, flautas y arpas.
6 En ese momento el espíritu del Señor vendrá
sobre ti con su poder, y profetizarás con ellos, y el cambio en ti será notable
pues actuarás como si fueras otro hombre.
7 Cuando sucedan estas señales, haz lo que te
venga a la mano hacer, porque Dios está contigo.
8 Luego te adelantarás para llegar a Gilgal
antes que yo; siete días después yo me reuniré contigo, y juntos iremos a
ofrecer holocaustos y ofrendas de paz al Señor. Espérame hasta que yo llegue y
te indique lo que debes hacer.»
9 En cuanto Saúl le dio la espalda a Samuel
para irse, Dios le cambió todo su carácter, y ese mismo día sucedió todo lo que
Samuel le había dicho.
1 Samuel 10:17-23 RVC
17 Más tarde, Samuel pidió al pueblo que se
reuniera ante el Señor en Mispá,
18 y les dijo a los israelitas: «Así dice el
Señor, el Dios de Israel: “Yo los saqué a ustedes de Egipto. Yo los libré de
poder de los egipcios, y de todos los reinos que los afligían.
19 Pero ustedes me rechazan como su Dios,
aunque yo los protejo de todas sus aflicciones y angustias, y ahora quieren que
los gobierne un rey. Pues ya que piensan así, preséntense ante mí, el Señor, en
el orden de sus tribus y familias.”»
20 Una vez que se reunieron todas las tribus
de Israel, Samuel ordenó que se acercara la tribu de Benjamín.
21 Luego hizo que se acercara la tribu de
Benjamín, en el orden de sus familias; luego pidió que se acercara la familia
de Matri, y de ella pidió que se acercara Saúl hijo de Cis. Lo buscaron
entonces, pero no lo hallaron,
22 así que le preguntaron al Señor por qué
Saúl no estaba allí, y el Señor les dijo: «Búsquenlo entre el equipaje, pues
allí está escondido.»
23 Entonces fueron a buscarlo allí, y lo
pusieron en medio del pueblo. Y todos pudieron ver que Saúl era más alto que
todos. No había quien le llegara a los hombros.
Ahora consideremos esto: cuando Dios llamó a
Moisés le dio una sola señal para llamar su atención. Cuando llama a Abram no
tenemos registro de que le haya dado ninguna señal. David tampoco. En el caso
de los jueces, Gedeón tuvo tres señales. Pero si hacemos memoria podríamos
decir que nadie, o muy pocos, de los que fueron llamados tuvieron tanta carga
de señales. ¿Habrá sido por la incredulidad de Saúl?
Sin duda que Saúl fue, y siguió siendo,
incrédulo y temeroso, por lo tanto necesitaba señales. Pero también estas
señales eran “públicas”, todos podían saberlas y dar testimonio de que así
había pasado. Me atrevería a afirmar que Dios quería dejar bien en claro que
Saúl era Su elegido.
Bueno, eso quería decir que, por ser Su
escogido, tendría un reinado muy bueno… ¿o no?
Conocemos el resto de la historia. Saúl fue
un rey que Dios no quiso, pero como el pueblo estaba desesperado por tener uno,
era lo mejor que podía encontrar… lo mejor, pero muy lejos de lo ideal, al
igual que absolutamente todos los líderes políticos que encontramos en el
Antiguo Testamento. Dios vio su potencial y de hecho Saúl comenzó a librar a
Israel de sus enemigos, e hizo un buen trabajo hasta donde pudo. Pero sabemos
cómo terminó la historia: a pesar de haber sido elegido, y de que no quedó
ninguna duda a nadie de eso, Saúl se desvió. Dios estaba dispuesto a usarlo
(aunque la monarquía nunca estuvo en Sus planes), le dio todos los recursos y
la autoridad para que ejerciera un buen gobierno, PERO nunca cooptó su
capacidad de decidir, al igual que hace con todos nosotros. Y Saúl, en su plena
capacidad de actuar conforme a su voluntad, decidió desoír a Dios, no respetó
la función del sacerdocio y menospreció Sus instrucciones, dos pecados
gravísimos para la naciente monarquía. Por lo tanto, Dios lo desechó.
Pero, ¡un momento! ¿No lo había elegido?
Cuando Samuel proclama el desagrado divino con la actitud de Saúl, las señales
y los eventos que rodearon su entronización estaban todavía frescos en la mente
de todos. No había dudas de que Dios lo eligió… pero escogió lo mejor que había
entre el pueblo, que no era mucho. Dios respetó la decisión política del
pueblo, no estuvo de acuerdo pero la respeto y actuó conforme ellos le
pidieron, y eso fue lo mejor que había. Todos los desmanejes que cometió Saúl,
en cierto sentido, fueron parte del juicio de Dios contra un pueblo
desobediente. Sencillamente, Dios permitió que ellos cosecharan las
consecuencias de lo que habían pedido.
Por supuesto, no le fue para nada bien a Saúl
con su rebeldía. El Espíritu del Señor se apartó de él (recordemos que en esos
tiempos el Espíritu Santo era dado sólo a algunos), y vivió en un estado de
esquizofrenia constante al menos durante 10 años, hasta su muerte vergonzosa en
batalla.
Saúl es el ejemplo más claro, pero todos los
líderes políticos del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, sea que hayan
sido elegidos expresamente por Él, o hayan sido permitidos, reflejan la misma
verdad. Para el propósito del artículo, si pensamos en aquellos que fueron
elegidos, aún los que fueron preparados durante años tuvieron grandes fallas.
El asunto es que con Saúl nos queda claro que
“elegido” no es lo mismo que “infalible”, ni tampoco “incorruptible”. Con esto
en mente entendemos perfectamente lo que pasó con Judas, ¿lo eligió el Señor?
Sí. ¿Podía ocupar genuinamente la función de apóstol? ¡Sí! Pero tomó otra
decisión.
Sigamos avanzando un poco más y nos
encontramos con la iglesia de Corinto. En ninguna otra carta se menciona que
una congregación tuviera tantos dones espirituales fluyendo entre ellos. ¿Eran
“elegidos” en función de los dones que cada uno había recibido? Sí. ¿Tenían
vidas consecuentes con su llamado cristiano más general y sus llamados
específicos en función de sus dones? Ahí ya diríamos que no.
El Señor dejó algo bien en claro:
Romanos 11:29 RVC
29 Porque los dones y el llamamiento de Dios
son irrevocables.
Romanos 11:29 DHH
29 Pues lo que Dios da, no lo quita, ni
retira tampoco su llamamiento.
Si no fuera así Dios le habría retirado a
Adán el dominio sobre el mundo cuando pecó, y se habría ahorrado muchísimos
dolores de cabeza. Sin embargo, si no fuera así, no podría sostenerse la
Creación toda: tanto el mundo material como el espiritual dependen de este
principio, lo que Dios determina es y nunca dejará de ser. El mismo concepto de
“ley”, física, química, biológica, espiritual, etcétera, está fundamentado en
esta verdad.
Con este principio en mente, que lo aplicamos
de manera espiritual dentro de la iglesia pero que en realidad Dios claramente
lo aplicó en un sentido político muchas veces en el Antiguo Testamento, podemos
entender cómo es que Dios elige a determinadas autoridades políticas hoy en
día, y lo que pude pasar con ellas después.
Primero, Dios va a tomar de lo que hay en la
sociedad, respetando las “reglas de juego” políticas que cada sociedad haya
elegido o permitido sobre sí. Si la sociedad está moralmente destruida, que
nadie espere un dechado de virtudes en el poder.
Segundo, Dios va a elegir lo mejor que haya.
Si el sistema es democrático, el pueblo votará de acuerdo con ese propósito
divino o no. Y aquí entra la voz profética de la iglesia en estos últimos años,
en los que claramente, en distintos países, se ha dicho Fulano o Mengano para
tal o cual cargo. Pero, entendámoslo bien, ese tal Fulano o Mengano es lo mejor
que Dios pudo encontrar en este lugar en este tiempo, y eso puede estar muy
lejos de lo ideal. Y, además, tanto Fulano como Mengano tienen libertad de
acción, y muy bien pueden decidir apartarse de los diseños divinos. Eso explica
también por qué, luego de que los profetas marcara a un hombre para un cargo
político, a veces ese tal hombre se desvíe groseramente de los diseños divinos.
Por otra parte, los diseños divinos son lo
mejor que ese tal hombre puede hacer en ese lugar, de nuevo, algo que puede
estar muy lejos de lo ideal.
Conclusión: si aplicamos el discernimiento
espiritual vamos a escuchar a Dios eligiendo a tal o cual candidato para un
cargo; debemos votarlo. Pero si además tenemos conocimiento bíblico, sabremos
que si no lo sostenemos fervientemente en oración puede terminar pésimo. Y si
tenemos más conocimiento bíblico y somos cristianos congruentes, sabremos
también que la responsabilidad de una nación no recae ni en una persona ni en
un sistema de gobierno, desde el principio Dios hizo mucho énfasis en que el
mismo pueblo debía encargarse de su país, por lo que asumiremos nuestra parte
en el todo y la realizaremos.
A medida que nos aproximamos al fin, los
candidatos potenciales que Dios puede elegir son cada vez peores y lo que pueden
hacer está cada vez más acotado, por lo que el rol de los hijos de Dios se
hace, también, cada vez más importante. ¿Cuáles serán nuestras expectativas?
Quizás no deberían ser muchas. Pero no debemos desoír lo que el Espíritu dice
ni descuidar al que el Señor elija, por más que el tal deje mucho que desear.
Al fin y al cabo, ¡Él también nos eligió a nosotros! Y debo recordar que la
gran mayoría de los que estamos “adentro” dejamos MUCHÍSIMO que desear…
Danilo Sorti
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