viernes, 8 de febrero de 2019

668. ¡Cuántos mosquitos seguimos colando… a pesar de lo cual nos siguen picando!


Mateo 23:24 RVC
24 ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito, pero se tragan el camello!

Buena parte de la dura crítica de Jesús a los fariseos se resume en este versículo, pero como se encuentra en ese contexto tan duro se nos suele pasar por alto un sentido más “suave” si se quiere. Me estoy refiriendo a nuestros propios “mosquitos evangélicos”.

Hablar de cuestiones “groseras”, notoriamente hipócritas, no tendría mucho sentido aquí porque supongo que los lectores ya pueden distinguirlas. Pero mientras nos hemos “espantado” de algunas cosas, se nos han “colado” otras.

Es fácil encontrar la relación aquí: los fariseos estaban tomados por el Espíritu de Religión, de ahí que lo que Jesús critica en ellos puede asociarse perfectamente a la manifestación de dicho espíritu. ¡Y qué mejor, para aparentar piedad, que ocuparse en cuestiones que parecen ser santas pero son totalmente secundarias!

Colosenses 2:16, 17, 21-23 RVC
16 No permitan, pues, que nadie los juzgue por lo que comen o beben, o en relación con los días de fiesta, la luna nueva o los días de reposo.
17 Todo esto no es más que una sombra de lo que está por venir; pero lo real y verdadero es Cristo.

21 Les dicen: «No tomes eso en tus manos, no pruebes aquello, y ni siquiera lo toques.»
22 Esos preceptos se ciñen a mandamientos y doctrinas humanas, y todas ellas son cosas que se destruyen con el uso.
23 Sin duda, tales cosas pueden parecer sabias en cuanto a la religiosidad sumisa y el duro trato del cuerpo, pero no tienen ningún valor contra los apetitos humanos.

Pablo tuvo una confrontación parecida, quizás no por los mismos temas, pero sí con el mismo espíritu.

La Ley de Dios, es decir, lo que Dios verdaderamente quiere de Sus hijos y aquello que nos manda expresamente a obedecer, ¡es difícil! No se trata de cosas fácilmente visibles, no es nada para hacerse una gran publicidad, tiene que ver con nuestro interior, con nuestras motivaciones más profundas, tiene que ver con morir a nosotros mismos, con sufrimiento, paciencia, frustraciones, fracasos, largo aprendizaje, trabajo perseverante en lo oculto; tenemos que leer su Palabra, TODA SU PALABRA, LOS 31.000 VERSÍCULOS, y más de una vez, para comprender la complejidad de lo que Él nos dice. Debemos amar, perdonar, orar, ayunar, estudiar, sufrir por Cristo… De verdad, no hay nada “emocionante” allí, más bien lo contrario.

Por otro lado, es muy fácil y muy tentador desviarse hacia cuestiones secundarias, que no implican confrontación con nuestro yo pecador más profundo, que requieren algún esfuerzo, sí, pero que finalmente es algo intelectual y de hábitos.

En la primera iglesia donde fui, por ejemplo, no se usaban instrumentos, y había toda una doctrina al respecto, así que estábamos orgullosos de “respetar el diseño original” de la iglesia… y cantábamos horrible. En fin, algo totalmente secundario. Ahora se ha puesto de moda en algunas congregaciones reunirse los sábados porque es el “día de descanso”, y hacen toda una explicación de ello, y los que van allí tienen que cortar las actividades normales de una sociedad que dedica el domingo a descansar y hacer en domingo lo que no pudieron hacer en sábado… y con eso piensan que están haciendo un “sacrificio para el Señor” cuando en realidad están distraídos con algo completamente secundario, que no pueden probar con la Biblia sino con bastante dificultad. El ejemplo neotestamentario apunta más bien al domingo, pero el hecho de que no sea algo sobre lo cual haya muchos pasajes bajo el Nuevo Pacto nos dice que no deberíamos ocuparnos demasiado en el asunto.

Otro de los ritos es apartar y dar el diezmo. No voy a repetir lo que dije sobre eso, no estoy en contra si se hace por voluntad propia, tampoco es una “ley” que podamos encontrar claramente en el Nuevo Pacto. Pero para muchos se ha vuelto uno de los principales deberes religiosos… mientras que el Señor enfatiza una y otra y otra y otra vez que Él quiere nuestro corazón.

Algunos tienen reuniones “desestructuradas” (lo cual es una mentira porque es imposible que no exista una cierta estructura), mientras que otros enfatizan en una liturgia más o menos rígida. No hay nada de malo en ello si es que no se vuelve nuestro foco principal de atención.

Volvamos al texto de Mateo 23:

Mateo 23:23-24 RVC
23 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque pagan el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y soslayan lo más importante de la ley, que es la justicia, la misericordia y la fe. Es necesario que hagan esto, pero sin dejar de hacer aquello.
24 ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito, pero se tragan el camello!

Hay muchas cosas que podemos hacer en relación con el Reino de Dios que no están mal en sí mismas. Jesús no les reprocha que diezmaran las hortalizas más secundarias de la huerta; les reprocha que se concentraran tanto en eso que se olvidaran de lo realmente importante.

Si nos ponemos a hilar más fino aún creo que todos encontraríamos unas cuantas cosas que hacemos y a las que les dedicamos tiempo y atención, y que no están mal en sí mismas, pero son secundarias.

Es inevitable que nuestro corazón se desvíe hacia algo, para no enfrentar lo que es verdaderamente importante. Incluso hacia cosas buenas en su justa medida: orar, estudiar la Biblia, servir en un ministerio.

¿Cuáles son nuestros “mosquitos”? ¿Y cuáles nuestros “camellos”? Parte de la madurez implica reconocer lo que no nos gusta y trabajar sobre ello.


Danilo Sorti




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