Mateo 23:24 RVC
24 ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito,
pero se tragan el camello!
Buena parte de la dura crítica de Jesús a los
fariseos se resume en este versículo, pero como se encuentra en ese contexto
tan duro se nos suele pasar por alto un sentido más “suave” si se quiere. Me
estoy refiriendo a nuestros propios “mosquitos evangélicos”.
Hablar de cuestiones “groseras”, notoriamente
hipócritas, no tendría mucho sentido aquí porque supongo que los lectores ya
pueden distinguirlas. Pero mientras nos hemos “espantado” de algunas cosas, se
nos han “colado” otras.
Es fácil encontrar la relación aquí: los
fariseos estaban tomados por el Espíritu de Religión, de ahí que lo que Jesús
critica en ellos puede asociarse perfectamente a la manifestación de dicho
espíritu. ¡Y qué mejor, para aparentar piedad, que ocuparse en cuestiones que
parecen ser santas pero son totalmente secundarias!
Colosenses 2:16, 17, 21-23 RVC
16 No permitan, pues, que nadie los juzgue
por lo que comen o beben, o en relación con los días de fiesta, la luna nueva o
los días de reposo.
17 Todo esto no es más que una sombra de lo
que está por venir; pero lo real y verdadero es Cristo.
21 Les dicen: «No tomes eso en tus manos, no
pruebes aquello, y ni siquiera lo toques.»
22 Esos preceptos se ciñen a mandamientos y
doctrinas humanas, y todas ellas son cosas que se destruyen con el uso.
23 Sin duda, tales cosas pueden parecer
sabias en cuanto a la religiosidad sumisa y el duro trato del cuerpo, pero no
tienen ningún valor contra los apetitos humanos.
Pablo tuvo una confrontación parecida, quizás
no por los mismos temas, pero sí con el mismo espíritu.
La Ley de Dios, es decir, lo que Dios
verdaderamente quiere de Sus hijos y aquello que nos manda expresamente a
obedecer, ¡es difícil! No se trata de cosas fácilmente visibles, no es nada
para hacerse una gran publicidad, tiene que ver con nuestro interior, con
nuestras motivaciones más profundas, tiene que ver con morir a nosotros mismos,
con sufrimiento, paciencia, frustraciones, fracasos, largo aprendizaje, trabajo
perseverante en lo oculto; tenemos que leer su Palabra, TODA SU PALABRA, LOS
31.000 VERSÍCULOS, y más de una vez, para comprender la complejidad de lo que
Él nos dice. Debemos amar, perdonar, orar, ayunar, estudiar, sufrir por Cristo…
De verdad, no hay nada “emocionante” allí, más bien lo contrario.
Por otro lado, es muy fácil y muy tentador
desviarse hacia cuestiones secundarias, que no implican confrontación con
nuestro yo pecador más profundo, que requieren algún esfuerzo, sí, pero que
finalmente es algo intelectual y de hábitos.
En la primera iglesia donde fui, por ejemplo,
no se usaban instrumentos, y había toda una doctrina al respecto, así que
estábamos orgullosos de “respetar el diseño original” de la iglesia… y
cantábamos horrible. En fin, algo totalmente secundario. Ahora se ha puesto de moda
en algunas congregaciones reunirse los sábados porque es el “día de descanso”,
y hacen toda una explicación de ello, y los que van allí tienen que cortar las
actividades normales de una sociedad que dedica el domingo a descansar y hacer
en domingo lo que no pudieron hacer en sábado… y con eso piensan que están
haciendo un “sacrificio para el Señor” cuando en realidad están distraídos con
algo completamente secundario, que no pueden probar con la Biblia sino con
bastante dificultad. El ejemplo neotestamentario apunta más bien al domingo,
pero el hecho de que no sea algo sobre lo cual haya muchos pasajes bajo el
Nuevo Pacto nos dice que no deberíamos ocuparnos demasiado en el asunto.
Otro de los ritos es apartar y dar el diezmo.
No voy a repetir lo que dije sobre eso, no estoy en contra si se hace por
voluntad propia, tampoco es una “ley” que podamos encontrar claramente en el
Nuevo Pacto. Pero para muchos se ha vuelto uno de los principales deberes
religiosos… mientras que el Señor enfatiza una y otra y otra y otra vez que Él
quiere nuestro corazón.
Algunos tienen reuniones “desestructuradas”
(lo cual es una mentira porque es imposible que no exista una cierta
estructura), mientras que otros enfatizan en una liturgia más o menos rígida.
No hay nada de malo en ello si es que no se vuelve nuestro foco principal de
atención.
Volvamos al texto de Mateo 23:
Mateo 23:23-24 RVC
23 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos,
hipócritas! Porque pagan el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y
soslayan lo más importante de la ley, que es la justicia, la misericordia y la
fe. Es necesario que hagan esto, pero sin dejar de hacer aquello.
24 ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito,
pero se tragan el camello!
Hay muchas cosas que podemos hacer en
relación con el Reino de Dios que no están mal en sí mismas. Jesús no les
reprocha que diezmaran las hortalizas más secundarias de la huerta; les
reprocha que se concentraran tanto en eso que se olvidaran de lo realmente
importante.
Si nos ponemos a hilar más fino aún creo que todos
encontraríamos unas cuantas cosas que hacemos y a las que les dedicamos tiempo
y atención, y que no están mal en sí mismas, pero son secundarias.
Es inevitable que nuestro corazón se desvíe
hacia algo, para no enfrentar lo que es verdaderamente importante. Incluso
hacia cosas buenas en su justa medida: orar, estudiar la Biblia, servir en un
ministerio.
¿Cuáles son nuestros “mosquitos”? ¿Y cuáles
nuestros “camellos”? Parte de la madurez implica reconocer lo que no nos gusta
y trabajar sobre ello.
Danilo Sorti
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