domingo, 29 de julio de 2018

529. Dios es nuestro refugio


Salmos 61:2-3 RVC
2 ¡Clamo a ti desde los confines de la tierra, pues ya mi corazón desfallece! Llévame a una roca más alta que yo,
3 porque tú eres mi refugio, ¡eres fuerte torre que me protege del enemigo!


Dios es muchas cosas para Su pueblo, y vemos Sus distintas facetas conforme nos toca vivir también distintas circunstancias, o conforme nos planteamos inquietudes y necesidades.

Una de esas formas en que Dios se revela a Sus Hijos, especialmente en el Antiguo Testamento, pero que está perfectamente incluida en la revelación del Nuevo, es como “refugio”, como protección en momentos de dificultad.

Notemos bien, ¿por qué sería necesario un refugio? Una definición básica es: lugar que sirve para protegerse de un peligro. Pero esto implica que hay un peligro, que ese peligro no se puede eliminar por el momento, y que la única alternativa es mantenerse en un lugar protegido hasta que pase.

Por ello, el concepto mismo de “refugio” va en contra de un evangelio exitista de “victoria continua” y en contra de un evangelio negacionista, de “todo está bien”. A lo largo de las páginas bíblicas, vez tras vez, los fieles tuvieron que buscar refugio porque no había otra opción: enfrentar al enemigo resultaba necio y negarlo, suicida. Y con eso aprendemos que hay momentos para la lucha y hay momentos para buscar refugio.

Esta realidad material, que no es solamente pasada sino también presente, nos lleva a una realidad espiritual: tampoco podemos estar continuamente combatiendo espiritualmente. Es cierto que estamos en medio de una guerra continua, pero eso no significa que siempre debamos salir a pelear. Como en todo conflicto, hay momento para las batallas, hay momentos para la preparación y hay momentos para refugiarse. Pretender luchar más allá de nuestras fuerzas o capacidad implica terminar siendo cautivo del enemigo, y espiritualmente esto se refleja en los “soldados heridos” que son presas de la amargura, el resentimiento, el odio o el rencor, y cuyas motivaciones dejan de ser el amor a Dios y el deseo de extender Su Reino y pasan a ser la venganza sobre sus enemigos. Aunque pueda parecer sutil, hay una gran diferencia.

El momento del refugio puede parecer una pérdida de tiempo para un soldado entrenado para pelear y deseoso de guerrear, por eso hacen falta generales con más sabiduría que sepan llevar a sus escuadrones al lugar seguro cuando sea necesario. También puede ser un momento angustiante porque surgen dudas y temores: ¿podremos salir de aquí en algún momento? ¿el enemigo finalmente nos alcanzará y nos aniquilará? ¿cuánto tiempo deberemos estar aquí?

Pero sabemos que nuestro refugio es Dios y no un lugar físico (aunque hay circunstancias en que el Señor nos guiará hacia ellos), es más bien Alguien que algo, y por ello podemos confiar en que todas esas inquietudes y temores sean evacuados por ese Alguien que nos espera para protegernos.

Por qué Dios permite esos momentos de victoria enemiga es otro tema, pero leyendo las Escrituras sabemos que son temporales, y que tienen un propósito mayor al final. Quizás Dios los permita, en buena medida, para “obligarnos” a ir a ese lugar de refugio.

Hasta aquí estoy hablando del “lugar de refugio” como un momento en el transcurrir temporal en el cual dejamos de estar expuestos a las luchas espirituales (o incluso materiales) para escondernos con Dios, fuera del conflicto. Y creo que es así y que no deberíamos ser descuidados en eso.

Vuelvo a decir: los soldados del Señor somos llamados a veces a ese lugar de refugio, cuando la guerra a nuestro alrededor resulta demasiado dura. No debemos desoír ese llamado, no es sabio, no hay mérito en exponernos a la lucha más allá de nuestras capacidades.

Pero ese “lugar de refugio” es también un sitio espiritual, en el que podemos habitar continuamente. La paradoja es que a veces somos expuestos a una lucha que “no termina nunca”, y deseamos con todo el corazón llegar a un lugar de tranquilidad pero no lo hay. También allí Dios es nuestro refugio, nuestro lugar de descanso, no físico, pero sí espiritual. Perdón, en realidad, si es espiritual, no puede dejar de ser físico: por más que estemos en medio de la guerra, Él no permitirá que nada nos dañe hasta que hayamos cumplido nuestra misión, y si debemos entregar nuestra vida en medio del conflicto, es porque ya se habrá terminado nuestro peregrinaje en la Tierra.

Hay un momento en que debemos aprender a descansar en Dios, es decir, buscar Su refugio, EN MEDIO DE los problemas y dificultades, mientras esperamos que en ese lugar de refugio, que es más real que cualquier sitio material porque pertenece al ámbito de Dios, recibamos la protección y provisión necesaria.

Salmos 61:1-3 RVC
1 Dios mío, ¡escucha mi clamor! ¡Atiende mi oración!
2 ¡Clamo a ti desde los confines de la tierra, pues ya mi corazón desfallece! Llévame a una roca más alta que yo,
3 porque tú eres mi refugio, ¡eres fuerte torre que me protege del enemigo!

“Perdidos” en tierra extraña, lejos de nuestro lugar conocido y querido, allí está nuestro Refugio. En medio del lodazal, rodeado de enemigos, somos llevados al lugar alto, rodeados de Su protección.

Salmos 62:6 RVC
6 Sólo Dios es mi salvación y mi roca; porque él es mi refugio, no resbalaré.

En nuestro lugar de refugio los enemigos no nos alcanzan.

Salmos 71:1-3 RVC
1 Señor, en ti busco refugio; ¡Jamás permitas que sea yo avergonzado!
2 ¡Ven a socorrerme, y líbrame, pues tú eres justo! ¡Dígnate escucharme, y ven a salvarme!
3 ¡Sé para mí una roca de refugio, en donde siempre pueda resguardarme! Sólo tú puedes decretar mi salvación, porque tú eres mi roca y mi fortaleza.

Nuestro Refugio es nuestro Vindicador, es nuestro lugar de salvación y protección.

Isaías 14:32 RVC
32 ¿Y qué se dirá a los mensajeros de las naciones? Pues que el Señor puso los fundamentos de Sión, y que allí encontrarán refugio los afligidos de su pueblo.»

Salmos 9:9 RVC
9 Tú, Señor, eres el refugio de los pobres; eres su amparo en momentos de angustia.

Salmos 10:14 RVC
14 Pero tú sí ves los trabajos y la humillación, y a cada uno le das su recompensa. En ti busca amparo el desvalido; ¡eres el refugio de los huérfanos.

Es el lugar seguro para todos los afligidos y necesitados.

Salmos 31:4 RVC
4 Sácame de la red que me han tendido, pues tú eres mi refugio.

En el Refugio somos librados de las trampas.

Dios es nuestro Refugio, es el lugar seguro al que acudimos cuando no podemos resistir el combate, pero en realidad, debe ser el lugar permanente de nuestra morada, todo el tiempo debemos habitar espiritualmente allí. Y si en algún momento estamos muy “metidos” en el fragor de la batalla,  obteniendo victorias y derrotas, necesitamos recordarlo.


Danilo Sorti




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