Ezequiel 34:11-15 RVC
11 Sí, así ha dicho Dios el Señor: «Yo mismo
voy a ir en busca de mis ovejas, y yo mismo las cuidaré,
12 tal y como las cuida el pastor cuando se
halla entre sus ovejas esparcidas. Yo las rescataré de todos los lugares por
los que fueron esparcidas aquel día nublado y oscuro.
13 Las sacaré de los pueblos y países donde
ahora están, y las traeré a su propia tierra; las apacentaré en los montes y en
las riberas de Israel, y en todos los lugares habitados del país.
14 Las apacentaré en los mejores pastos, y
pondré su aprisco en los altos montes de Israel; allí dormirán en un buen
redil, y serán apacentadas en los pastos suculentos de los montes de Israel.
15 Yo les daré a mis ovejas buenos pastos y
apriscos seguros. Palabra de Dios el Señor.
Una de las cosas que más me atraen del
capítulo 34 de Ezequiel es que presenta tanto el problema como la solución, en
el presente de los oyentes, nuestro pasado, en el “presente continuo” del
pueblo de Dios, y en un futuro que aún no llegó.
Luego del juicio sobre los malos pastores
Dios mismo toma cartas en el asunto. No quiero decir que toda palabra profética
deba ser así, de hecho podemos encontrar muchas que solo anuncian el juicio,
pero sí creo que todo mensaje profético de “largo alcance”, no los mensajes más
breves y puntuales sino los que pretenden cubrir una extensión de tiempo,
deberían estar estructurados así.
En lo personal, cuando escribo algún mensaje
de juicio, o de denuncia de la corrupción social o de la iglesia, siempre
procuro presentar la provisión que Dios ya ha hecho para tal situación, la
restauración que vendrá al final. No quiero decir que se “deba” escribir o
hablar así, pero yo sugeriría que procuremos hacerlo. Juicio sin alternativa al
final no se corresponde con la forma de obrar de Dios, por más terrible que sea
dicho juicio. Misericordia y bendición sin justicia ni juicio es “gracia
barata” de un “Dios Papá Noel”, ¡nada que ver con el Dios verdadero!
Pues bien, aquí tenemos al Señor haciéndose
cargo de Su ovejas que habían sido maltratadas por los pastores que puso en un
primer momento, a quienes comisionó y delegó autoridad, pero que finalmente se
desviaron.
En estos versículos, las palabras que Dios
dirige a Su pueblo suman, en el texto hebreo, 69, esto es, 3 x 23. “23” es
número de muerte, pero también de la vida resucitada que viene después. “3”
indica plenitud divina, integridad o perfección. Esta combinación es sugestiva
y podría indicarnos la acción de Dios trayendo nueva vida a Su pueblo dado ya
por muerto. La imagen nos lleva al capítulo 37 y la famosa visión del valle de
los huesos secos.
Pero es interesante también relacionarlo con
el Salmo 69, que es un clamor de auxilio y un pedido de justicia sobre los
inicuos.
En el texto Dios menciona 12 acciones que
realizará a favor de su pueblo disperso:
1. “Yo mismo voy a ir en busca
de mis ovejas”
2. “yo mismo las cuidaré”
3. “tal y como las cuida el
pastor cuando se halla entre sus ovejas esparcidas”
4. “Yo las rescataré de todos
los lugares por los que fueron esparcidas aquel día nublado y oscuro”
5. “Las sacaré de los pueblos
y países donde ahora están”
6. “las traeré a su propia
tierra”
7. “las apacentaré en los
montes y riberas de Israel y en todos los lugares habitados del país”
8. “Las apacentaré en los
mejores pastos”
9. “pondré su aprisco en los
altos montes de Israel”
10. “allí dormirán en un buen
redil”
11. “serán apacentadas en los
pastos suculentos de los montes de Israel”
12. “Yo les daré a mis ovejas
buenos pastos y apriscos seguros”
El texto comienza diciendo “Sí, así ha dicho
Dios el Señor” y concluye “Palabra de Dios el Señor”, con lo que la seguridad
de su cumplimiento es total.
En un primer momento esto se refería al
retorno de los exiliados. Pero estas palabras nunca se cumplieron a la
perfección todavía: sí es cierto que Israel volvió, y que luego fue dispersada
durante casi 19 siglos, pero nunca ha obtenido la paz y la seguridad, ni menos
aún la presencia patente del Señor entre ellos tal como se indica en el texto.
Eso corresponde todavía para el futuro.
¿Podemos aplicar el pasaje a los cristianos
hoy? Creo que sí, Jesús mismo se lo aplicó a sí mismo y lo retomó cuando dijo:
Juan 10:9-11 RVC
9 Yo soy la puerta; el que por mí entra, será
salvo; y entrará y saldrá, y hallará pastos.
10 El ladrón no viene sino para hurtar, matar
y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia.
11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor da
su vida por las ovejas.
Con estas breves palabras Jesucristo está
asumiendo para sí todo lo que leemos en Ezequiel 34 respecto del pastoreo del
Señor.
Pero cuidado, aquí tenemos una verdad muy
simple y muy terrible: para ser pastoreados por el Señor, hay que dejarse
pastorear y seguir Su voz. ¿Resulta un razonamiento casi infantil? Lo es, pero
¡con cuánta frecuencia se nos pasa por alto! La promesa de este cuidado
espiritual y maravilloso del Señor fue dada ya desde los tiempos de Ezequiel,
pero ¿cuántos han sido capaces de disfrutarlo?
Cuando nos esforzamos en seguir a hombres, o
denominaciones, o doctrinas, o iglesias, no estamos necesariamente siguiendo al
Señor. Puede haber cosas muy buenas allí como también cosas muy malas, en todo
caso y por más buenas que sean, suelen ser buenas intenciones humanas y no el
propósito del Señor. Sí, el Buen Pastor está siempre dispuesto a pastorearnos,
¿lo seguiremos nosotros?
Y si nos toca ser líderes, ¿permitimos que la
gente sea pastoreada por El Pastor, o nos adueñamos del Rebaño? Hay una gran
diferencia y se ve en los resultados. Nuestra primera función como líderes es
ayudar a las personas a escuchar la voz de su Pastor y obedecerlo a Él.
Danilo Sorti
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