domingo, 29 de julio de 2018

544. Cuando ruge el enemigo… nos mantenemos enfocados


Salmos 27:4a
4 Solo una cosa he pedido al Señor,
solo una cosa deseo:

Desde hace tiempo ya vivimos un momento histórico en el que cada nuevo día nos sorprende con una noticia o situación que captura toda nuestra atención. No debemos desconocer que en parte esto es una construcción mediática, a fin de mantenernos distraídos, pero también tiene mucho de cierto: de verdad ocurren todos los días eventos demasiado importantes como para pasarlos por alto. Vivimos la situación descrita por Jeremías, solo que mucho más acelerada:

Jeremías 51:46 DHH
46 No se asusten, no tengan miedo
por los rumores que corren en el país.
Cada año correrán rumores diferentes,
rumores de violencia en el país
y de luchas entre gobernantes.

El peligro de todo esto es que perdamos nuestro enfoque. Pero no me estoy refiriendo a los que tienen una fe vacilante o que pueden fácilmente apartarse del Señor, me refiero a los fieles que aman al Señor y a Su obra. ¿Cómo es posible esto? La clave está en el Salmo 27:

Salmos 27:2,3
2 Los malvados, mis enemigos,
se juntan para atacarme y destruirme;
pero ellos son los que tropiezan y caen.
3 Aunque un ejército me rodee,
mi corazón no tendrá miedo;
aunque se preparen para atacarme,
yo permaneceré tranquilo.

La realidad es que perdemos nuestro enfoque cuando el temor gana nuestro corazón, esto es, cuando el enemigo aparece MÁS GRANDE que la gracia del Señor a nuestro favor. Pensemos un poco: si estamos absolutamente confiados en que Dios nos ama y nos cuida, y que Él tiene todo bajo control, que no sucederá nada que Él no permita, que nos avisará a tiempo si es que tenemos que escapar de algo, o finalmente nos llevará a Su morada si tenemos que partir de esta Tierra, ¿por qué habríamos de preocuparnos? Podremos estar dolidos por la gente que se pierde, enojados por el daño que causa el Adversario, cansados por la lucha, pero nunca abatidos interiormente: Dios nos cuida y tiene todo bajo control, a su debido tiempo tomará las acciones necesaria y finalmente restaurará todo.

PERO si no tenemos esa confianza nos empezamos a preocupar: ¿será verdad que Dios tiene todo bajo control? ¿Actuará al final, o va a dejar que todo se venga abajo? ¿Nos va a cuidar? ¿Nos va a proveer? Allí entra el temor, que es fe en Satanás, y se produce una dura lucha entre el temor y la confianza en Dios.

Cuando la duda se cuela por alguna fisura, empezamos a preocuparnos y a buscar soluciones que no sean aquellas que Dios nos ha mostrado. Cuando empezamos a buscar esas soluciones, nos desenfocamos de Dios y empezamos a poner parte de nuestra confianza en lo que podamos hacer o no hacer nosotros, en vez de lo que Dios dijo que va a hacer.

Ahora bien, no siempre Dios nos dirá que nos mantengamos tranquilos y sin hacer nada, probablemente nos dé instrucciones precisas de cosas para hacer o no hacer, y en qué medida hacerlas. El punto central es que hay una diferencia entre hacer lo que expresamente nos dijo y hacer lo que pensamos que nos dará la solución.

Y a veces simplemente deberemos “no hacer”, esperar que las cosas sigan su curso y confiar en que Dios actuará al final. Digamos que unas cuantas veces no podemos hacer nada por más que queramos…

La preocupación y la actividad fuera de la voluntad del Señor son aquellas cosas que a Sus hijos les hacen perder el enfoque del Señor, casi sin darse cuenta, y a partir de allí, le resulta fácil al Adversario seguir desviándolos lentamente del amor y la confianza en Dios.

No hay nada que nos pueda asustar más y desenfocar más rápidamente que el feroz rugido del enemigo. Cuando el temor es inyectado, la fe se desvanece, y se abren las puertas de un tobogán descendente. Eso experimentaba el salmista, pero en medio de eso expresaba su confianza en Dios.

Salmos 27:1-9 DHH
El Señor es mi luz y mi salvación
(1a) De David.
(1b) El Señor es mi luz y mi salvación,
¿de quién podré tener miedo?
El Señor defiende mi vida,
¿a quién habré de temer?
2 Los malvados, mis enemigos,
se juntan para atacarme y destruirme;
pero ellos son los que tropiezan y caen.
3 Aunque un ejército me rodee,
mi corazón no tendrá miedo;
aunque se preparen para atacarme,
yo permaneceré tranquilo.
4 Solo una cosa he pedido al Señor,
solo una cosa deseo:
estar en el templo del Señor
todos los días de mi vida,
para adorarlo en su templo
y contemplar su hermosura.
5 Cuando lleguen los días malos,
el Señor me dará abrigo en su templo;
bajo su sombra me protegerá.
¡Me pondrá a salvo sobre una roca!
6 Entonces podré levantar la cabeza
por encima de mis enemigos;
entonces podré ofrecer sacrificios en el templo,
y gritar de alegría, y cantar himnos al Señor.
7 A ti clamo, Señor: escúchame.
Ten compasión de mí, ¡respóndeme!
8 El corazón me dice:
Busca la presencia del Señor.
Y yo, Señor, busco tu presencia.
9 ¡No te escondas de mí!
¡No me rechaces con ira!
¡Mi única ayuda eres tú!
No me dejes solo y sin amparo,
pues tú eres mi Dios y salvador.

Esto es una expresión de “enfoque” en medio de las luchas. Y el “enfoque” no es más que fe en Dios.

¿Qué nos está desenfocando hoy? Vemos rápidamente leyes que se discuten que erosionan los principios cristianos que fundaron nuestras naciones, poderes internacionales avanzan sobre los países avasallando su soberanía, escándalos políticos aparecen todos los días, guerras y terrorismo aumentan, terremotos, vulcanismo y catástrofes climáticas aumentan su frecuencia, la sociedad se degrada hacia formas impensadas hasta hace pocos años… y todo esto se traduce en conflictos interpersonales cada vez más frecuentes y virulentos ¿De verdad que NO HAY motivos como para estar desenfocado? ¡HAY CIENTOS DE ELLOS!

Pero si vemos bien “a través de”, encontraremos la acción del Adversario procurando traer destrucción y caos: los enemigos de los que habla el salmista. También, si vemos mejor aún, discerniremos el justo juicio de Dios llamando a las naciones al arrepentimiento, ¿por qué preocuparnos si nuestro Padre está al control?

El temor y la falta de fe crecerán como causas de desenfoque en los próximos años, y harán que muchos, sin quererlo, se deslicen de la fe. Necesitamos fortalecer la confianza en Dios y llamar a todos esos eventos por “su nombre”: nada fuera de control, todo bajo la justa mano de Dios. Sí, Dios lo está permitiendo.

Ahora bien, en medio de esta realidad cada vez más compleja es probable que seamos llamados a tomar acciones concretas, a veces urgentes. Sería muy imprudente no hacerlo. Pero notemos bien: hay una gran diferencia entre hacer lo que Dios nos manda y hacer lo que el miedo nos manda. Mientras que lo primero genera paz y nos acerca más al Señor, lo segundo genera inquietud y termina por alejarnos.

¿En qué nos mantenemos enfocados? El tiempo de Su venida y nuestra partida está cercano, por lo tanto, debemos mantenernos enfocados en santificarnos y en testificar. También cada uno, según sus dones y llamados particulares, deberá mantenerse enfocado en lo que el Señor específicamente le indique, y no en otras cosas por más buenas que sean.

Filipenses 3:13-14 RVC
13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya; pero una cosa sí hago: me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, y me extiendo hacia lo que está adelante;
14 ¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús!

“¡Prosigo a la meta!” resultó el canto de triunfo de Pablo. No dijo: “ya llegué”, dijo “prosigo”, y dijo también “meta”, una meta, un enfoque. Hacia allá vamos también.



Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario