1 Timoteo 1:5 DHH
5 El propósito de esa orden es que nos amemos unos a otros
con el amor que proviene de un corazón limpio, de una buena conciencia y de una
fe sincera.
La iglesia es el lugar de refugio que nos
dejó el Señor: Él mismo es nuestro Refugio, pero así mismo, Él ha establecido
la comunidad de la fe para que unos a otros nos demos refugio, esto es, nos
protejamos unos a otros. ¿De qué forma? A través del amor y todo lo que fluye
de él: cuidado, protección, oración; es decir, el amor en acción, que es donde
se manifiesta el Señor y encontramos la completa protección.
Este principio tan básico se ha visto
alterado por muchas “buenas” doctrinas y énfasis que sutilmente han desviado el
interés de los cristianos.
Una de ellas es el énfasis en el ministerio y
los dones personales, el propio desarrollo en el servicio. Y eso es genuino,
pero sutilmente cambia el enfoque hacia “mí” y lo retira de mis hermanos.
Siendo comisionados por Él, y recibiendo dones del Espíritu, el objetivo final
está en el amor mutuo.
Juan 15:16-17 DHH
16 Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los he
escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que ese
fruto permanezca. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.
17 Esto, pues, es lo
que les mando: Que se amen unos a otros.
Otra de las enseñanzas tiene que ver con el
servicio al mundo, con ministrar a las necesidades de los inconversos, orar por
la nación y por arrepentimiento. ¿Quién diría que eso está mal? Nadie, pero
mientras servimos “hacia afuera” (y es un mandato bíblico), no debemos de
olvidarnos de servir “hacia adentro”.
Juan 13:14-15 RVC
14
Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también
ustedes deben lavarse los pies unos a otros.
15
Porque les he puesto el ejemplo, para que lo mismo que yo he hecho con
ustedes, también ustedes lo hagan.
Dado que la iglesia católica tiene una alta
presencia del “sacerdote” como mediador de una serie de gracias espirituales,
los protestantes hemos hecho un gran énfasis en la relación individual con
Dios. ¡Y nadie diría que eso es incorrecto! De hecho muchos católicos hoy
tienen casi el mismo énfasis. Pero eso nos ha llevado a menosprecias la
ministración que necesitamos de nuestros hermanos.
Santiago 5:16 RVC
16 Confiesen sus pecados unos a otros, y oren
unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es muy poderosa y
efectiva.
También hemos hecho mucho énfasis en la
responsabilidad individual, en la necesidad de enfrentar nuestros propios
desafíos; y esto en clara contraposición con la mentalidad “progresista” o de
“guerrillero de cafetería” de buena parte de nuestra sociedad, que ve en “papá
estado” la solución a todos sus males (porque no quieren asumir su propia
responsabilidad). Está claro que soy muy crítico de esta corriente de
pensamiento, pero eso nos impide entender claramente pasajes como este:
Gálatas 6:2 RVC
2 Sobrelleven los unos las cargas de los
otros, y cumplan así la ley de Cristo.
Cómo vivimos entre personas que se exasperan
por la más mínima intromisión en sus vidas, cada uno “se mete en lo suyo” y
listo. Los cristianos espiritualizamos el tema diciendo: “déjelo en las manos
del Señor, hermano”. Y es cierto que no debemos ni podemos meternos en los
asuntos de otros, pero como hermanos se nos instruye:
Colosenses 3:16 RV1960
16 La palabra de Cristo more en abundancia en
vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando
con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos
espirituales.
¿A quién le gusta que se le recuerden sus
pecados y se le exhorte a caminar rectamente? Bueno, solo a los que aman al
Señor de verdad…
Hebreos 3:13 RVC
13 Más bien, anímense unos a otros día tras
día, mientras se diga «Hoy», para que el engaño del pecado no endurezca a nadie.
Y dado que es inevitable que nos ofendamos
mutuamente, aún sin quererlo…
Efesios 4:32 RVC
32 En vez de eso, sean bondadosos y
misericordiosos, y perdónense unos a otros, así como también Dios los perdonó a
ustedes en Cristo.
Es decir, no tenemos que buscar un “terrible
enemigo oculto” para darnos cuenta de que esas desviaciones a enseñanzas
válidas nos han llevado a un cristianismo individualista (¡chocolate por la
noticia!) en el que “unos a otros” difícilmente prospere. Y dado que esas
desviaciones están entrelazadas en la mayoría de lo que pensamos y entendemos
en relación con el cristianismo y el servicio a Dios, se vuelve algo muy
difícil de revertir. Así de simple y así de difícil.
Danilo Sorti
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