domingo, 29 de julio de 2018

554. Resolviendo problemas en el liderazgo: función, personas y resultado – V


Hechos 6:5-7 RVC
5 Esta propuesta fue del agrado de todos los creyentes, y eligieron a Esteban, que era un varón lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, un prosélito de Antioquía.
6 Luego los llevaron ante los apóstoles, y oraron por ellos y les impusieron las manos.
7 Conforme crecía el conocimiento de la palabra del Señor, se multiplicaba también el número de los discípulos en Jerusalén, y aun muchos de los sacerdotes llegaron a creer.


“Esta propuesta fue del agrado de todos los creyentes” es la frase clave que cualquier líder querría escuchar, pero en los artículos anteriores vimos que se puede llegar a ese resultado por dos vías, una ilegítima, intentando manipular, lo cual finalmente no va a dar resultado con el verdadero pueblo de Dios, o una legítima, haciendo las cosas bien, que es la única forma que da resultado con la comunidad del Espíritu.

Rápidamente son elegidos siete, y no sabemos si fueron esa cantidad por dirección de los apóstoles o porque simplemente eran siete los que había y podían llenar  los requisitos. Quiero hacer esta salvedad por el asunto que a veces de habla de los “doce”, como si fuera un número “mágico” al que hay que llegar sí o sí en un grupo de liderazgo. Es evidente que el “12” ocupa un lugar importante en el orden divino, pero no siempre encontramos “doces” en los equipos de liderazgo que aparecen en la Biblia y no deberíamos forzar ese número. ¿Cuántos son necesarios para tal o cual labor? Deberemos escuchar al Espíritu y movernos en consecuencia.

No hace falta que enfaticemos el valor de los equipos de trabajo; aquí precisamente nos encontramos con uno; pero tampoco debemos desconocer las veces que en la Biblia nos encontramos con “uno” solo. Sencillamente, no hay respuestas fáciles a “cuántos” deben ser, y aunque creo que hay una serie de principios que nos determinan el número, la realidad es que deben ser los que el Espíritu llame y finalmente estén dispuestos.

Otra cosa importante es notar que los siete elegidos son “helenistas”, precisamente el grupo que estaba siendo desatendido. De nuevo tenemos aquí un ejemplo maravilloso de integración, precisamente hoy cuando el falso discurso de la “igualdad” e “integración”, con su dialecto particular, el “inclusivés”, seduce a nuestros jóvenes prometiendo solucionar con palabras lo que es un problema del corazón humano. Pronto se darán cuenta que, con palabras “inclusivas”, serán víctimas de nuevas y mayores formas de segregación.

No, aquí no tenemos palabras bonitas, tenemos hechos concretos, que se vuelven más maravillosos aún cuanto más breve es el relato de los mismos, más desprovisto de excusas o consideraciones, sin ningún “adorno” o atisbo de autopromoción.

Cuidado, todavía no estamos frente a la incorporación de gentiles a la comunidad de la iglesia, pero este fue el “primer” paso. Más adelante seguirían los samaritanos, de mano de uno de estos judíos helenistas, y luego, los gentiles. Así, esta situación particular, un “problema doméstico” que hubiera pasado como cualquier otro inconveniente de crecimiento, se transformó en la plataforma para que el Evangelio se extendiera a todo el mundo. ¿No es fantástico como Dios utiliza todas nuestras situaciones y errores como plataforma para extender Su Reino? ¿Cuánto tiempo y esfuerzo hubiera gastado un estratega de iglecrecimiento para lograr el “puente transcultural” a fin de que una iglesia tan afianzada en sus tradiciones judías como la de Jerusalén pudiera llegar a los paganos? Bueno, el Espíritu lo hizo bien sencillo: permitió que se generara un problema con la gente que Él ya había mandado y listo.

En el ámbito empresarial y del coaching se repite una y otra vez que un problema / crisis es también una oportunidad. Aquellos que están agobiados por una sucesión de problemas, o son por naturaleza pesimistas, no pueden ver esto. Generalmente los teólogos, aquellos que forman intelectualmente a los líderes, debido a su propia naturaleza, tienden a ser pesimistas y no pueden brindar herramientas adecuadas para aprovechar los problemas. NO POR CASUALIDAD Jesús eligió a Sus primeros apóstoles del mundo empresarial y profesional de Su época, Y NO DEL MUNDO TEOLÓGICO. De hecho, aquel que más cerca estaba de ese mundillo fue el que lo traicionó…

Claro que el proceso que llevaría a la salvación de los gentiles fue más largo, y no me parece probable que los apóstoles hubieran podido “verlo” en medio de la necesidad de solucionar el problema, por lo que debemos siempre mantenernos abiertos y con una actitud de fe, ¡Dios sabe lo que hace!, como dice una canción.

Integrar al núcleo del liderazgo a los judíos helenizados no debió ser fácil para los judíos cristianos de Jerusalén, pero no vemos absolutamente ninguna frase aquí que nos indique conflicto. Probablemente lo haya habido, pero nada que hubiera sido lo suficientemente significativo como para dejarlo registrado en Hechos.

¿Cuál fue el resultado de haber solucionado rápidamente el problema y haber integrado plenamente a la comunidad al grupo diferente? Es llamativo que inmediatamente después de la elección de los diáconos no se nos diga absolutamente nada de cómo se organizaron, o resolvieron los problemas, o se integraron al liderazgo, sino que el Espíritu nos muestra el resultado con los hechos que importaban: “Conforme crecía el conocimiento de la palabra del Señor, se multiplicaba también el número de los discípulos en Jerusalén, y aun muchos de los sacerdotes llegaron a creer.”

El poder espiritual que se liberó fue tan grande que no solamente muchos creyeron, sino que incluso los sacerdotes, que tan reticentes se habían mostrado, se abrieron a la fe. Eso no se dice en ningún pasaje anterior, y la única estrategia que nos menciona el Espíritu para que eso ocurriera fue:

·         Hacer justicia social (atender adecuadamente a los necesitados)
·         Multiplicar el liderazgo con gente capacitada espiritual y humanamente, conforme las necesidades crecían
·         Liberar a los encargados de proclamar la Palabra de funciones secundarias
·         Unir los “dos grupos” divididos de la comunidad de creyentes

Cuidado, no nos engañemos por la brevedad del relato, no se supone que nada de eso haya sido fácil, pero se pudo hacer.

Dijimos que la Iglesia no es una democracia, pero tampoco es una monarquía como parece que hoy muchos pastores intentan establecer. El liderazgo es delegado por el Señor, pero luego hay distintos niveles y ámbitos, y se supone que deban incorporarse progresivamente nuevos hermanos en él.

La comunidad no definió qué había que hacer, pero sí podía elegir a quiénes lo harían, aunque finalmente fue necesario un acto de “aprobación” u ordenamiento formal de los apóstoles. ¿Se trataba de un acto de aprobación o solamente de una comisión a los que ya habían sido elegidos? ¿O fueron las dos cosas? Este texto no nos brinda demasiados detalles y deberíamos recurrir a otros textos de las Escrituras para resolverlo, pero lo que podemos decir aquí es que los elegidos no comenzaron en sus funciones hasta no haber sido comisionados por los apóstoles. Finalmente, ellos tenían la autoridad delegada por el mismo Señor y debían darles su “aprobación”.

El ministerio apostólico es muy importante y tiene una cuota muy alta de autoridad. El problema de muchos de nuestros apóstoles modernos es que, sencillamente, fueron nombrados por hombres y no tienen verdadera autoridad apostólica. Hermanos, ni servimos a los “apóstoles” ni son nuestros dueños, servimos al Señor, escuchamos Su voz y lo obedecemos a Él. Cuando hay verdaderos apóstoles, son una enorme bendición, ¡pero no están por encima ni de la Biblia ni de Cristo ni del sacerdocio universal de todos los creyentes!

¡Cuántas cosas tenemos que aprender de estas breves palabras! Que el Señor grabe a fuego estas enseñanzas en nosotros.


Danilo Sorti




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