Hechos 6:5-7 RVC
5 Esta propuesta fue del agrado de todos los
creyentes, y eligieron a Esteban, que era un varón lleno de fe y del Espíritu
Santo, y a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, un prosélito de
Antioquía.
6 Luego los llevaron ante los apóstoles, y
oraron por ellos y les impusieron las manos.
7 Conforme crecía el conocimiento de la
palabra del Señor, se multiplicaba también el número de los discípulos en
Jerusalén, y aun muchos de los sacerdotes llegaron a creer.
“Esta propuesta fue del agrado de todos los
creyentes” es la frase clave que cualquier líder querría escuchar, pero en los
artículos anteriores vimos que se puede llegar a ese resultado por dos vías,
una ilegítima, intentando manipular, lo cual finalmente no va a dar resultado
con el verdadero pueblo de Dios, o una legítima, haciendo las cosas bien, que
es la única forma que da resultado con la comunidad del Espíritu.
Rápidamente son elegidos siete, y no sabemos
si fueron esa cantidad por dirección de los apóstoles o porque simplemente eran
siete los que había y podían llenar los
requisitos. Quiero hacer esta salvedad por el asunto que a veces de habla de
los “doce”, como si fuera un número “mágico” al que hay que llegar sí o sí en
un grupo de liderazgo. Es evidente que el “12” ocupa un lugar importante en el
orden divino, pero no siempre encontramos “doces” en los equipos de liderazgo
que aparecen en la Biblia y no deberíamos forzar ese número. ¿Cuántos son
necesarios para tal o cual labor? Deberemos escuchar al Espíritu y movernos en
consecuencia.
No hace falta que enfaticemos el valor de los
equipos de trabajo; aquí precisamente nos encontramos con uno; pero tampoco
debemos desconocer las veces que en la Biblia nos encontramos con “uno” solo.
Sencillamente, no hay respuestas fáciles a “cuántos” deben ser, y aunque creo
que hay una serie de principios que nos determinan el número, la realidad es
que deben ser los que el Espíritu llame y finalmente estén dispuestos.
Otra cosa importante es notar que los siete
elegidos son “helenistas”, precisamente el grupo que estaba siendo desatendido.
De nuevo tenemos aquí un ejemplo maravilloso de integración, precisamente hoy
cuando el falso discurso de la “igualdad” e “integración”, con su dialecto
particular, el “inclusivés”, seduce a nuestros jóvenes prometiendo solucionar
con palabras lo que es un problema del corazón humano. Pronto se darán cuenta
que, con palabras “inclusivas”, serán víctimas de nuevas y mayores formas de
segregación.
No, aquí no tenemos palabras bonitas, tenemos
hechos concretos, que se vuelven más maravillosos aún cuanto más breve es el
relato de los mismos, más desprovisto de excusas o consideraciones, sin ningún
“adorno” o atisbo de autopromoción.
Cuidado, todavía no estamos frente a la
incorporación de gentiles a la comunidad de la iglesia, pero este fue el
“primer” paso. Más adelante seguirían los samaritanos, de mano de uno de estos
judíos helenistas, y luego, los gentiles. Así, esta situación particular, un
“problema doméstico” que hubiera pasado como cualquier otro inconveniente de
crecimiento, se transformó en la plataforma para que el Evangelio se extendiera
a todo el mundo. ¿No es fantástico como Dios utiliza todas nuestras situaciones
y errores como plataforma para extender Su Reino? ¿Cuánto tiempo y esfuerzo
hubiera gastado un estratega de iglecrecimiento para lograr el “puente
transcultural” a fin de que una iglesia tan afianzada en sus tradiciones judías
como la de Jerusalén pudiera llegar a los paganos? Bueno, el Espíritu lo hizo
bien sencillo: permitió que se generara un problema con la gente que Él ya
había mandado y listo.
En el ámbito empresarial y del coaching se
repite una y otra vez que un problema / crisis es también una oportunidad.
Aquellos que están agobiados por una sucesión de problemas, o son por
naturaleza pesimistas, no pueden ver esto. Generalmente los teólogos, aquellos
que forman intelectualmente a los líderes, debido a su propia naturaleza,
tienden a ser pesimistas y no pueden brindar herramientas adecuadas para
aprovechar los problemas. NO POR CASUALIDAD Jesús eligió a Sus primeros
apóstoles del mundo empresarial y profesional de Su época, Y NO DEL MUNDO
TEOLÓGICO. De hecho, aquel que más cerca estaba de ese mundillo fue el que lo
traicionó…
Claro que el proceso que llevaría a la
salvación de los gentiles fue más largo, y no me parece probable que los
apóstoles hubieran podido “verlo” en medio de la necesidad de solucionar el
problema, por lo que debemos siempre mantenernos abiertos y con una actitud de
fe, ¡Dios sabe lo que hace!, como dice una canción.
Integrar al núcleo del liderazgo a los judíos
helenizados no debió ser fácil para los judíos cristianos de Jerusalén, pero no
vemos absolutamente ninguna frase aquí que nos indique conflicto. Probablemente
lo haya habido, pero nada que hubiera sido lo suficientemente significativo
como para dejarlo registrado en Hechos.
¿Cuál fue el resultado de haber solucionado
rápidamente el problema y haber integrado plenamente a la comunidad al grupo
diferente? Es llamativo que inmediatamente después de la elección de los
diáconos no se nos diga absolutamente nada de cómo se organizaron, o
resolvieron los problemas, o se integraron al liderazgo, sino que el Espíritu
nos muestra el resultado con los hechos que importaban: “Conforme crecía el
conocimiento de la palabra del Señor, se multiplicaba también el número de los
discípulos en Jerusalén, y aun muchos de los sacerdotes llegaron a creer.”
El poder espiritual que se liberó fue tan
grande que no solamente muchos creyeron, sino que incluso los sacerdotes, que
tan reticentes se habían mostrado, se abrieron a la fe. Eso no se dice en
ningún pasaje anterior, y la única estrategia que nos menciona el Espíritu para
que eso ocurriera fue:
·
Hacer justicia social (atender adecuadamente a los necesitados)
·
Multiplicar el liderazgo con gente capacitada espiritual y humanamente,
conforme las necesidades crecían
·
Liberar a los encargados de proclamar la Palabra de funciones secundarias
·
Unir los “dos grupos” divididos de la comunidad de creyentes
Cuidado, no nos engañemos por la brevedad del
relato, no se supone que nada de eso haya sido fácil, pero se pudo hacer.
Dijimos que la Iglesia no es una democracia,
pero tampoco es una monarquía como parece que hoy muchos pastores intentan
establecer. El liderazgo es delegado por el Señor, pero luego hay distintos
niveles y ámbitos, y se supone que deban incorporarse progresivamente nuevos
hermanos en él.
La comunidad no definió qué había que hacer,
pero sí podía elegir a quiénes lo harían, aunque finalmente fue necesario un
acto de “aprobación” u ordenamiento formal de los apóstoles. ¿Se trataba de un
acto de aprobación o solamente de una comisión a los que ya habían sido
elegidos? ¿O fueron las dos cosas? Este texto no nos brinda demasiados detalles
y deberíamos recurrir a otros textos de las Escrituras para resolverlo, pero lo
que podemos decir aquí es que los elegidos no comenzaron en sus funciones hasta
no haber sido comisionados por los apóstoles. Finalmente, ellos tenían la
autoridad delegada por el mismo Señor y debían darles su “aprobación”.
El ministerio apostólico es muy importante y
tiene una cuota muy alta de autoridad. El problema de muchos de nuestros apóstoles
modernos es que, sencillamente, fueron nombrados por hombres y no tienen
verdadera autoridad apostólica. Hermanos, ni servimos a los “apóstoles” ni son
nuestros dueños, servimos al Señor, escuchamos Su voz y lo obedecemos a Él.
Cuando hay verdaderos apóstoles, son una enorme bendición, ¡pero no están por
encima ni de la Biblia ni de Cristo ni del sacerdocio universal de todos los
creyentes!
¡Cuántas cosas tenemos que aprender de estas
breves palabras! Que el Señor grabe a fuego estas enseñanzas en nosotros.
Danilo Sorti
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