domingo, 29 de julio de 2018

536. El liderazgo de Jesús: delegando autoridad, ¿cuándo?


Mateo 4:18-19 RVC
18 Mientras Jesús caminaba junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés, que estaban echando la red al agua, pues eran pescadores.
19 Jesús les dijo: «Síganme, y yo haré de ustedes pescadores de hombres.»

Simón y Andrés eran pequeños empresarios, y de hecho, buena parte del liderazgo de la primitiva iglesia que leemos en el Nuevo Testamento tenía más que ver con el mundo de los negocios, empresarial, profesional o artesanal, que con el mundo religioso. Deberíamos tenerlo siempre en cuenta a la hora de elegir líderes.

Alguien tan proactivo como Pedro necesitaba un llamado especial, y en esas primeras palabras, Jesús le está indicando el final del proceso que haría con él. ¿Está mal que el futuro líder desee tener autoridad (para bien)? No, Jesús mismo convalidó ese sentimiento en Pedro. ¡Mucho cuidado con pretender aplastarlo en nuestros líderes en formación! ¡Y más cuidado aún con elegir líderes que realmente no quieran tener autoridad! Estos últimos llegarán a ocupar puestos porque fueron promovidos debido a su obsecuencia disfrazada de “fidelidad”, pero son un terrible estorbo para la obra de Dios.

Ahora bien, ¿podía Pedro ejercer autoridad? Bueno, todavía no.

Cuando seguimos leyendo nos encontramos a los discípulos acompañando a Jesús, escuchándolo enseñar, viéndolo obrar milagros, orar, sanar enfermos, liberar endemoniados, dialogar con ellos, reprenderlos más de una vez, dedicarles tiempo. Mientras tanto, empezaban a colaborar en diversas tareas menores.

Así hasta que nos encontramos con Mateo 10 donde ocurren dos eventos cruciales. Primero, Jesús llama a doce de esos discípulos para que cumplan una función especial y les da un nombramiento. Segundo (aunque entremedio de ambos sucesos hay un tiempo), los envía a una misión especial, solos.

Tenemos entonces un proceso sencillo pero fundamental: primero el líder, Jesús, los convoca a estar con Él. Segundo, dedica mucho tiempo a moldearlos, y buena parte de ese tiempo consiste en que lo vean a Él ministrar. Tercero, son reconocidos con una misión y llamado especial. Cuarto, son enviados solos.

Podría detallar todas las desviaciones que hacemos a este simple modelo, pero sería excesivamente largo. Supongo que todos hemos pasado por varias de ellas, y habremos cometido otras tantas… Necesitamos volver a retomar estas enseñanzas y ponerlas por obra. Pero… ¿cómo?

Los líderes verdaderos, que amen al Señor y no pretendan construir su propio “imperio religioso” son valiosísimos y escasísimos. Si podemos contar con alguno de ellos, debemos aprovecharlo. Pero por encima de eso, tenemos al Líder por excelencia que prometió estar siempre con nosotros, así que contamos con una ventaja: no seremos los líderes perfectos, pero podemos esforzarnos en llevar a la gente a la comunión con El que sí lo es, de tal forma que Él mismo se encargue de moldearlos (y moldearnos).

Mateo 10:5a RVC
5 Jesús envió a estos doce, con las siguientes instrucciones …

Y tenemos a continuación una lista extensa de indicaciones. Esta primera misión estuvo fuertemente estructurada, los doce obedecieron y hubo un gran resultado. Luego hizo lo mismo pero con setenta y dos, seguramente los apóstoles estaban entre ellos, quizás con alguna función de liderazgo.

El ministerio de Jesús se aproximaba al final y los apóstoles ahora volvieron al sitio de la “intimidad” con el Señor, a medida que sus confrontaciones eran cada vez mayores, y que ellos veían más manifestaciones de poder.

Finalmente ocurre la crucifixión y posterior resurrección, pasa un tiempo de cuarenta días, y ahora sí, Jesús se retira definitivamente y los deja a ellos para comiencen la labor para la que habían sido preparados.

Todo esto debería darnos un ejemplo de cómo se delega progresivamente autoridad. Jesús lo hizo de manera parcial y temporal, hasta que llegó el momento en que sería definitiva, y a partir de allí no hubo marcha atrás. Este modelo de delegación progresiva de autoridad es el mismo que recomienda Pablo cuando dice:

1 Timoteo 3:10 RVC
10 Además, éstos primero deben ser puestos a prueba y, si son irreprensibles, entonces podrán ejercer el diaconado.

Del grupo de los doce uno no pasó la prueba y fue desechado del ministerio.

Jesús no estuvo mucho más que tres años con ellos, se concentró en su entrenamiento por encima de otra actividad y luego los dejó. Progresivamente les permitió ejercer autoridad, hasta que estuvieron preparados para tener la máxima autoridad en la Iglesia (por supuesto, siempre por debajo de la autoridad de Jesús). Ese es el modelo que debemos seguir, y debe ser una actividad proactiva de nosotros.

De esta forma podremos aumentar la cantidad de líderes y éstos se formarán adecuadamente. Si queremos recoger la última cosecha de esta Tierra, necesitaremos también de muchos líderes que, llegada la hora, puedan poner las manos en el arado.


Danilo Sorti




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