Juan 10:7-10 RVC
7 Una vez más Jesús les dijo: «De cierto, de
cierto les digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
8 Todos los que vinieron antes de mí, son
ladrones y salteadores; pero las ovejas no los oyeron.
9 Yo soy la puerta; el que por mí entra, será
salvo; y entrará y saldrá, y hallará pastos.
10 El ladrón no viene sino para hurtar, matar
y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia.
Sigue siendo crucial hablar en estos tiempos
sobre el engaño religioso de mano de los falsos líderes. Por más que el Señor
se encuentra en un activo proceso de separación y purificación de Su Iglesia
fiel, eso no significa que el liderazgo falso, o al menos, “mezclado”, sea
removido. No, no lo será y permanecerá hasta el tiempo del arrebatamiento y
parte de él se integrará al nuevo sistema religioso mundial. Lo que sí está
ocurriendo es que a Sus fieles el Señor mismo les está mostrando claramente
“quién es quién”, y más que nada, en qué consiste el verdadero liderazgo que Él
quiere.
Aquí viene el otro tema: no se trata solo de
discernir cuáles son los líderes correctos, se trata de que nosotros mismos, en
nuestras diversas funciones de liderazgo, seamos conformados a la imagen
correcta, lo cual no depende de “voluntarismos”, ya que la mayoría venimos de
sistemas muy desviados o incompletos.
No basta con “querer ser”, ni con rechazar un
modelo incorrecto, es necesario que se nos enseñe el modelo correcto y lo
pongamos por obra.
“Una vez más Jesús les dijo: «De cierto, de
cierto les digo: Yo soy la puerta de las ovejas.” No podemos enfatizar lo
suficiente esta verdad. Parece tan simple, tan básica que nadie debería
discutirla dentro del cristianismo, es más, ¡ni haría falta volver a
repetirla!... Pero precisamente allí está el engaño: la FORMULACIÓN de esa
verdad es por demás de simple, pero la APLICACIÓN decididamente ¡NO!
Ahora bien, Jesús es “muchas cosas” para
nosotros, o mejor dicho, tiene múltiples facetas, y una de ellas resulta la de
“ser puerta”. También es el camino, es la vida que fluye a cada momento, es la
Verdad de todas las cosas, el Amigo que establece una relación personal, el
Salvador, el que purifica a Su Iglesia, y muchísimo más. Pero en Su faceta de
“puerta” (o portal, entrada) se constituye en el “lugar” por el cual debemos
pasar para ingresar a otro ámbito. Si decimos “puerta” estamos diciendo que
también hay un muro, por el que, obviamente, no se puede pasar, y que fue
puesto allí precisamente para que nadie pase.
Esto quiere decir que es a través de la
relación con Cristo antes que nada, a través de Él, literalmente, que pasamos
al Reino de Dios. Por supuesto que esto incluye a Sus enseñanzas y la
obediencia a esos principios, pero es más que eso, es Él, es ser conocidos por
Él, es tener una relación personal con Él. Cualquiera que desee tener esa
relación entenderá a qué se refieren estas palabras, para cualquiera que siga
amando al pecado y a su propia vida por encima de Cristo, estas sencillas
palabras permanecerán veladas e incomprensibles. Y allí tenemos una primera
herramienta de análisis que nos ofrece este pasaje.
Los verdaderos líderes tienen una verdadera
relación con Cristo, de tal forma que pueden referirse a Él de manera personal,
amarlo, anhelarlo. Cuando la religión es un “oficio” en vez de Cristo tenemos
un montón de principios de liderazgo, métodos, reglas y estructuras, que de
hecho pueden ser muy buenas y bíblicas, pero carentes de Vida.
Los “ladrones y salteadores”, entonces,
“saltan” por otro lado, no por la puerta. Las ovejas no siguen a los tales, y
allí tenemos otra prueba: ¿quién te está siguiendo? No se trata de “cuántos”,
porque si fuera el caso, la mayoría de los artistas o políticos pueden juntar
mucha más gente de la que hay en la mayoría de las iglesias, se trata de
“quiénes”. Hoy miramos cantidad de gente, y los líderes se ufanan, o se afligen,
de acuerdo a cuánta gente tengan. Por supuesto que el Señor quiere cantidad,
¡el Señor quiere que todos sean salvos! Pero está claro que siempre ha sido un
“remanente”, y a veces más pequeño de lo habitual. No son ni muchos ni pocos,
sino quiénes, qué vida espiritual tienen los que siguen a tal o cual líder.
¿Qué vida espiritual tiene mi gente…?
“Entrará y saldrá” nos remite a la figura del
redil de las ovejas, el lugar de protección donde pasar la noche, por lo que el
verdadero liderazgo, aquel que está dirigido por el Señor, se constituye en un
refugio para los hermanos, porque los puede llevar al verdadero refugio que es
el Señor.
“Hallará pastos” es otra característica
clave. Los buenos líderes siempre pueden brindar alimento saludable a su gente,
de tal forma que crezcan espiritualmente. Eso no significa que ellos mismos
tienen que encargarse de predicar y enseñar en todo momento; más bien, si hacen
eso es porque están usurpando espacios que no les corresponden. Nadie puede
brindar todo el “alimento espiritual” que la gente necesita, pero los
verdaderos líderes pueden procurar que la gente lo reciba a través de otros
ministerios.
Muerte versus vida es la señal última del
liderazgo correcto o incorrecto. Por supuesto, yo no recomiendo a NADIE que se quede
en un lugar hasta ver si vive o se muere espiritualmente para recién entonces
darse cuenta de si el liderazgo era bueno o no. Pero la realidad es que buena
parte de los cristianos hacen eso: se quedan “enganchados” con un liderazgo que
los lleva a la muerte espiritual, o al menos, a un estado de extrema
desnutrición. Dado que esto es muy lamentablemente así, siempre podemos
observar cómo han evolucionado otros en sus vidas espirituales bajo determinado
liderazgo para darnos cuenta a tiempo.
En líneas generales, un liderazgo conforme el
Liderazgo de Jesús producirá vida abundante, esto es, todas las características
y cualidades de la vida. Aquí tenemos otra imagen que Jesús utiliza mucho pero
que no se “preocupa” demasiado en aclarar porque está tomada de la naturaleza y
constituye algo que todos debían entender bien.
“Vida” es algo que produce alegría,
satisfacción y paz en el corazón de las personas, se asocia con salud,
alimento, paisajes verdes llenos de seres vivos, la naturaleza y todo su efecto
sanador en las personas, algo que el hombre moderno desconoce al vivir en
ambientes tan artificiales.
Pero también la vida tiene sus propias
características. La Biología como ciencia no puede “definir” la vida, pero
puede caracterizarla (la definición, propiamente dicha, corresponde a una
ciencia con un nivel de abstracción superior).
La “materia viva” tiene un nivel de
complejidad y organización muy superior a la materia muerta. De allí que donde
hay simplificación y uniformización haya un espíritu de muerte; donde hay
programas y modelos iguales para todos no actúa la Vida de lo Alto.
La vida necesita energía y materia para poder
perpetuarse, y tiene un metabolismo interno. De la misma forma, la vida
espiritual necesita constantemente el alimento espiritual, que debe ser
procesado internamente. De allí que lo contrario consiste, o bien en no recibir
ese alimento espiritual, o bien en carecer de un proceso interno, es decir, se
recibe todo ya “digerido”.
Todos los seres vivos y las organizaciones de
nivel superior (ecosistemas) manifiestan la propiedad de la homeostasis, es
decir, pueden regularse adecuadamente y soportar así los cambios o impactos que
vienen del exterior. Cuando hay vida, hay capacidad de soportar y adaptarse,
cuando no hay vida, cualquier cosa que pasa se vuelve terrible y cuesta mucho
adaptarse a esa nueva situación. Por algo las sociedades actuales tienen tan
poca capacidad de soportar frustraciones, y los cristianos también.
Cuando hay vida hay crecimiento y
reproducción. Cuando hay vida espiritual inevitablemente habrá crecimiento
espiritual e inevitablemente los ministerios se multiplicarán en otros
(trayendo gente nueva, capacitando a otros cristianos). Cuando no hay vida
espiritual, no hay crecimiento numérico genuino ni capacitación de unos a otros,
en todo caso, tales actividades quedarán concentradas en un pequeño grupito de
“líderes”.
Todo ser vivo reacciona ante los estímulos
externos, brindando respuestas adecuadas para adaptarse a ellos. Donde hay
vida, los cristianos pueden “leer” adecuadamente lo que está pasando en su
mundo y generar nuevas ideas, ministerios, buscar nuevo entendimiento en la
Palabra, para responder adecuadamente a los nuevos desafíos. Cuando no hay
vida, simplemente se repiten modelos antiguos, o se va en busca de alguna buena
idea que otro haya usado para implementarla, o se queda la gente perpleja sin
saber qué hacer.
La vida evoluciona, que es el proceso
creativo de Dios a lo largo del tiempo. Las iglesias vivas evolucionan en sus
formas y organizaciones, no para hacerse más mundanas, sino para adaptarse como
organismos complejos a las nuevas realidades de tal forma que puedan ministrar
más efectivamente. Viceversa: estructuras que permanecen iguales a lo largo del
tiempo, normalmente defendiendo “la sana doctrina” o alguna lealtad
denominacional, no tienen mucha vida fluyendo en ellas.
¿Cómo andamos de vida? ¿Cómo anda nuestra
gente? ¿Estamos adecuadamente conectados con La Vida, como para poder dar vida?
Necesitamos revisar estas cosas cada tanto…
Danilo Sorti
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