domingo, 29 de julio de 2018

539. El liderazgo de Jesús: el buen pastor


Juan 10:1 RVC
1 «De cierto, de cierto les digo: El ladrón y el salteador es el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que trepa por otra parte.

Buena parte de lo que leemos en los Evangelios puede entenderse como una confrontación entre Jesús y los líderes de la época; por sus enseñanzas, por sus motivaciones por el antagonismo hacia el Señor. Desde un punto de vista, los Evangelios, e incluso buena parte del resto del Nuevo Testamento, es una “confrontación de liderazgos”. Bueno, no hay nada extraño allí, esa confrontación empezó en el Huerto y sigue hasta hoy. No se trata de algo simplista como decir “Fulano es un buen líder” y “Mengano es malo”, porque la verdadera lucha está entre el liderazgo del Adversario y el de Dios, en los corazones de los hombres,  y, propiamente, ¡no hay líderes humanos “buenos”!

Jesús no tuvo una política de “buenos vecinos” con los religiosos de la época, menos aún hacia la última parte de Su ministerio terrenal, cuando debía claramente diferenciarse de ellos. Si las palabras registradas el este capítulo ocurrieron temporalmente luego del episodio de Juan 9, se nos hace más claro el contraste aún: los religiosos no habían sido capaces de reconocer un milagro asombroso, sino que pusieron su propia interpretación de la ley en un asunto claramente menor por encima de una maravillosa muestra de misericordia; tampoco pudieron tener misericordia por ese hombre que había vivido toda su vida en ceguera, pobreza y necesidad; no pudieron recibirlo ni abrazarlo sino que no tuvieron más remedio que expulsarlo porque constituía un testimonio vivo contra ellos.

En este contexto Jesús revela su faceta de líder misericordioso. Aparentemente los líderes religiosos tenían autoridad, al menos eso decían, pero en realidad ellos habían “trepado por otra parte”. Los fariseos se habían nombrado como líderes a sí mismos por adscribirse a una tradición, de hecho no pertenecían a la clase sacerdotal que “legítimamente” debía ser el liderazgo de Israel. Pero aún éstos, que tenían las “credenciales” correctas por descender de Aarón, estaban fuera de la voluntad divina. Por el contrario, los líderes que surgirían de la naciente iglesia más tarde, sin ninguna de esas “credenciales” pero capacitados por el Espíritu Santo, sí lo serían. Entraron por la puerta correcta: el Señor.

Hay dos opciones: o se entra por la puerta correcta y se es verdadero líder, o se entra por otro lado y resulta uno “ladrón y salteador”; no hay nada intermedio. Y la puerta es Jesús, no un seminario, no las tradiciones.

Juan 10:2-3 RVC
2 Pero el que entra por la puerta, es el pastor de las ovejas.
3 A éste el portero le abre, y las ovejas oyen su voz; y él llama a las ovejas por su nombre, y las saca.

Jesús es el primer ejemplo de líder y EL EJEMPLO por excelencia de cualquier liderazgo a partir de allí. La imagen que usa es la conocida ilustración del pastor de las ovejas, conocida entonces, más lejana hoy. Sin embargo, podemos entender aún en nuestro mundo urbano y “desarrollado” sus elementos básicos:

·         El pastor compartía la mayor parte de su tiempo con las ovejas, a veces durante días enteros.
·         Las llevaba en busca de pastos, por terrenos que él mismo debía conocer adecuadamente.
·         Se ocupaba personalmente de cuidarlas, protegerlas, llevar a cuestas a las enfermas o débiles.
·         Llegaba a tener un conocimiento individual de cada una de ellas, como conocemos hoy nosotros a nuestras mascotas, pero multiplicado por el tamaño del rebaño

Hay muchos ejemplos en el Antiguo Testamento, siendo David, como pastor, el que más resalta. Jesús estaba diciendo todo eso, y más, cuando se llamaba a sí mismo “pastor”. En resumen: conocimiento personal, cuidado y defensa aún con su propia vida eran los elementos básicos de su “pastorado”. Algo muy distinto al tipo de líderes que tenían entonces y también a unos cuantos que tenemos ahora. Por supuesto, Él espera que nosotros, cada uno con sus dones, por supuesto, no seamos en espíritu muy distintos a ese modelo.

El pastor no viene “por detrás”, es decir, no alcanza el liderazgo de manera espiritualmente incorrecta.

El pastor conoce personalmente a sus ovejas, y aunque esto es algo que solo Jesucristo mismo puede cumplir a la perfección, se espera de nosotros que procuremos también tener ese conocimiento en la medida de nuestra capacidad humana.

Juan 10:4-5 RVC
4 Y una vez que ha sacado a todas sus ovejas, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.
5 Pero a un extraño no lo siguen, sino que huyen de él, porque no conocen la voz de gente extraña.»

Va delante porque conoce el camino y porque enfrenta primero los peligros. ¡No se queda protegido en la retaguardia o rodeado de sus obsecuentes!

Las ovejas lo reconocen, por eso lo siguen. En los tiempos que vivimos (y en aquellos también) el “liderazgo”, o por lo menos, aquellos que se consideran el “liderazgo”, tanto de la sociedad como de la Iglesia, tratan a la gente como niños inmaduros engañados por “los poderes hegemónicos”, o bien, se trata de esos mismos poderes hegemónicos que los engañan porque los tratan como niños inmaduros. Como sea, tanto por “derecha” como por “izquierda” es lo mismo: ellos consideran que la gente “no puede” reconocer al verdadero liderazgo y por lo tanto hay que colgarles la zanahoria por delante para que la sigan…

No voy a discutir esto en relación con los no creyentes, pero cualquier creyente verdadero tiene al Espíritu Santo, y aunque no sea él mismo un líder, puede reconocer la “voz” de su Líder a través de las voces de los líderes terrenales genuinos. Una cosa es tener la habilidad de liderazgo, que en definitiva es un don espiritual, y otra cosa es reconocer la voz del líder (en realidad, la voz de EL LÍDER a través de los líderes). Los falsos líderes no pueden “entender” esto, por lo tanto, si la gente “se va con otro” es porque han sido engañados…

Juan 10:6 RVC
6 Jesús les dijo esta alegoría; pero ellos no entendieron qué les quiso decir.

Bueno, demasiado espiritual para ellos. En esta etapa final del ministerio de Jesús, que es la que el Evangelio de Juan recoge principalmente, el Señor “cambió” su enseñanza hacia un mayor nivel de profundidad espiritual, por eso vemos a los discípulos “haciendo agua” muchas veces. Esto debería darnos una cuota de humildad cuando no entendemos determinadas cosas, o nos parecen absurdas o incluso perogrulladas.

En resumen, Jesús es nuestro Buen Pastor y nadie puede ocupar ese lugar. Sin embargo, nosotros como líderes somos llamados a reflejar esa misma naturaleza, y más que eso, que las ovejas, QUE NO SON NUESTRAS OVEJAS Y A LAS CUALES NUNCA PODEMOS TRATAR COMO SI LO FUERAN, puedan ver a través de nosotros la mano del Verdadero Pastor guiándolas y escuchar a través nuestro Su voz hablándoles. Ellas reconocerán Su voz a través de nosotros y si nos siguen será por eso, no por otra cosa.


Danilo Sorti





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