jueves, 3 de mayo de 2018

465. Si descuidamos la salvación…


Hebreos 2:1-4 RVC
1 Por tanto, es necesario que prestemos más atención a lo que hemos oído, no sea que nos extraviemos.
2 Porque si el mensaje anunciado por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió su justo castigo,
3 ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la oyeron nos la confirmaron.
4 Además, Dios la ha confirmado con señales y prodigios, y con diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo, según su voluntad.

Hebreos 10:26-29 RVC
26 Si con toda intención pecamos después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados
27 sino una terrible expectativa del juicio y del fuego ardiente que devorará a los enemigos de Dios.
28 Cualquiera que desobedece la ley de Moisés, muere sin falta, siempre y cuando haya dos o tres testigos que declaren en su contra.
29 ¿Y qué mayor castigo piensan ustedes que merece el que pisotea al Hijo de Dios y considera impura la sangre del pacto, en la cual fue santificado, e insulta al Espíritu de la gracia?

Hebreos es una carta dirigida a creyentes, y todo lo que leemos ahí está en función de ellos; tiene un mensaje central que es una exhortación a no abandonar la fe y en ese contexto les recuerda a los lectores la posibilidad real de caer de la gracia, es decir, ir al infierno a pesar de haber conocido a Cristo.

La imagen de extraviarse del camino es muy conocida y lo suficientemente gráfica, en El Peregrino, de Juan Bunyan, tenemos varios extravíos que sufrió el personaje, y siempre terminaron mal, aunque finalmente pudo retomar la senda correcta.

“es necesario que prestemos más atención” nos anima Pablo. Por supuesto, la vida cristiana es mucho más que simplemente oír con atención, ¡nos cuesta exactamente toda la vida! Pero el punto de partida es ese. Si caemos en el sutil error de creer que la vida cristiana consiste en hacer o dejar de hacer determinada cosa, nos despreocupamos por oír, pensamos que “ya lo sabemos”. Y por cierto Pablo no está negando eso, porque sino no diría que necesitamos prestar “más atención a lo que hemos oído”.

Aquí la exhortación no es a aprender algo “nuevo”, sino a recordar lo ya aprendido. Pero hay una “trampita”: ellos lo habían aprendido de los apóstoles, ellos habían recibido la enseñanza correcta; es probable que lo que nosotros hayamos oído no sea lo mismo, es más, muchos cristianos en este tiempo nunca oyeron un evangelio completo y correcto, así que tenemos que tener cuidado con lo que “oímos” en el pasado.

El mensaje al que Pablo insta a revisar es el fundamento apostólico; no es la doctrina de ninguna denominación, no es la enseñanza de ningún maestro o teólogo, no es lo que aprendí en el seminario o lo que estudié, ni siquiera lo mejor que entiendo hasta ahora de la Palabra. Por lo tanto, inevitablemente tendremos siempre una “búsqueda” para despojar todo lo que sepamos hoy del error.

Dicho esto, para muchos cristianos, especialmente los más “viejos”, hay un fundamento lo suficientemente bueno que fue puesto en el pasado, no perfecto, pero adecuado para reencaminarlos en la verdadera fe. Para ellos, no está mal recordar lo que una vez aprendieron.

Ahora bien, lo que oímos una vez y entendimos, no lo entendimos “de una vez y para siempre”, sino que alcanzamos un determinado grado de comprensión, y eso “nos sirvió” durante un tiempo. Pero las mismas palabras, los mismos versículos, tienen mucho más para decirnos que eso, y por eso dice: “es necesario que prestemos MÁS atención”, quiere decir que “no fue suficiente” el fundamento, o mejor dicho, no fue suficiente nuestro entendimiento en ese momento del fundamento.

Así que, a la vez que nos insta a volver sobre la “vieja” doctrina apostólica (que, repito, no es lo mismo a las viejas enseñanzas de nuestra congregación o denominación), también nos insta a profundizarlas.

¿Es posible olvidar lo que se aprendió? Sí lo es. ¿Es posible desviarse significativamente del camino que una vez se comenzó? También. ¿Ocurre? ¡Todos los días! Y mucho más a medida que el fin se acerca y la apostasía (que significa precisamente eso) se intensifica.

Hermanos, el Espíritu quiere que prestemos atención a esta exhortación porque las presiones que enfrentaremos no van a disminuir, van a continuar aumentando, pero Su gracia es suficiente como para librarnos de todo error.

El mensaje de Dios tiene suficientes pruebas, tal como presenta en los versículos 2 al 4, por lo que no tenemos ninguna excusa. Pero es necesario entender que cuando estamos en proceso de desviarnos del camino no solamente se nos “borronea” el sendero, también se nos “desdibujan” las pruebas, y empezamos a pensar: “¿eso pasó realmente…? No, creo que no, para mí que estuve engañado en ese momento…”. Nos olvidamos de lo que fue escrito, de las evidencias históricas de la fe, del testimonio bíblico; empezamos a dudar de todo y de todos, pero fundamentalmente, otros pensamientos comienzan a ocupar nuestra mente y esas cosas verdaderamente importantes quedan relegadas. ENTONCES la verdadera fe se nos presenta como si no tuviera fundamentos sólidos o evidencias firmes.

Hermanos, quiero recordarles lo que el Señor viene mostrando de manera EXAGERADAMENTE ABUNDANTE por medio de Sus profetas en estos tiempos: los cristianos que se apartan van al infierno, y tienen reservado allí un lugar especial de castigo. No voy a analizar en esta oportunidad la doctrina del “salvo siempre salvo”, que entiendo no es bíblica por más que aparentemente tenga fundamento.

No podemos descuidarnos, porque aunque mantengamos la apariencia, las formas y el lenguaje cristiano, si la amargura, el enojo, el amor a las cosas de este mundo, la falta de perdón, ganan nuestro corazón, nos hemos apartado de Cristo. Aclaremos: no nos apartamos de cristo por un pecado ya que en Él tenemos el perdón que necesitemos, nos apartamos de Cristo porque PRIMERO lo abandonamos en lo íntimo de nuestro corazón, y LUEGO aparecieron esos otros pecados, que son lo más “visible” pero no la verdadera raíz.

¿Podemos abandonar a Dios luego de haber conocido el Amor que excede todo entendimiento? Sí podemos, y a muchos ocurrirá, porque en realidad no hemos profundizado en ese amor, como la semilla que cayó en terreno pedregoso: rápida en brotar, pero sin raíz. ¿Conocimos al Maravilloso Dios de Amor? Sí… por la mitad… sólo un poco. Por eso se nos pide profundizar ese conocimiento.

Pero cuidado, aunque sea “por la mitad”, esa “mitad de conocimiento” es muchísimo, es algo completamente diferente a todo lo que existe en este mundo. El poco conocimiento que hayamos logrado al principio y que nos bastó para tomar una decisión por Cristo es enorme, y es suficiente para que seamos doblemente condenados si nos apartamos.

Nuestra mente puede creer que estamos “tomando otra opción” o simplemente “dejando de ser fanáticos”, pero nuestro espíritu sabe perfectamente lo que estamos haciendo, nuestra mente es la engañada.

Hermanos, sigamos adelante, antes de que algún ventarrón del infierno nos sorprenda y de repente nos encontremos muy lejos del camino, afirmémonos más ahora que es tiempo, cuando todavía estamos tranquilos, cuando las cosas alrededor nuestro permanecen “relativamente” en orden. Pronto no será así, y es probable que no haya entonces tiempo u oportunidad para afirmarse, o debamos pagar un alto precio por ello.

¡Señor, ayúdanos!


Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario