lunes, 7 de mayo de 2018

471. David y Goliat y los proyectos espirituales – I


1 Samuel 17:1-3 RVC
1 Los filisteos volvieron a reunir sus tropas en Soco, un pueblo de Judá, y acamparon en Efesdamín, entre Soco y Azeca.
2 También Saúl reunió a los israelitas y acamparon en el valle de Elá, y se prepararon para presentar combate.
3 Un valle separaba a los dos ejércitos. Los filisteos estaban de un lado del monte, y los israelitas estaban del otro lado.

El capítulo 17 de I Samuel es, por así decirlo, la “introducción pública” de David. ¿Por qué es importante hablar de él? No solamente porque fue antepasado del Señor, ni porque es la persona de la que más se habla después de Jesucristo en la Biblia, sino porque es un “tipo” del Señor (esto se refiere a una “figura literaria” en la cual una persona representa o se asemeja a otra más importante).

El combate de David con Goliat no solamente lo lleva de ser un pastorcillo ignorado a un gran personaje en el reino, sino que ilustra un episodio que ocurriría poco más de mil años después: la lucha de Jesús contra Satanás en el desierto, que daría origen a Su ministerio público y a una derrota continuada del reino de las tinieblas, así como los filisteos lo fueron en el tiempo de David.

El capítulo 17 no es solamente la “introducción” al servicio y un tipo de la victoria en el desierto, es, en un sentido muy práctico, un modelo a seguir para cualquier proyecto espiritual. Veamos…

El inicio de todo, el “marco” en el que ocurre, es el de la guerra, el conflicto entre dos reino y una lucha en la que David no participaba directamente. Los filisteos estaban buscando los recursos y la tierra de Israel y también querían impedir que la nación se fortaleciera o pensara en conquistarlos. Todo esto es un tipo del conflicto actual entre los dos reinos.

Entonces tenemos a ambos ejércitos preparados, frente a frente, y listos para entrar en combate como tantas otras veces, pero…

1 Samuel 17:4-10 RVC
4 De las filas del ejército filisteo salió un guerrero llamado Goliat, que era de Gat, el cual medía unos tres metros de altura.
5 Llevaba puesto un casco de bronce, y una cota de malla, también de bronce, que pesaba cincuenta y cinco kilos.
6 Unas placas de bronce le protegían las piernas, y llevaba al hombro una jabalina del mismo metal.
7 El asta de su lanza era gruesa como un rodillo de telar, y la punta era de hierro y pesaba unos seis kilos. Su escudero iba delante de él.
8 Con fuertes gritos, el filisteo les dijo a los soldados israelitas: «¿Para qué se forman en orden de batalla? Yo soy un guerrero filisteo, y ustedes están al servicio de Saúl. Escojan a uno de sus guerreros, para que venga y luche contra mí.
9 Si en la pelea él me vence, nosotros nos pondremos a su servicio; pero si yo lo venzo, entonces ustedes serán nuestros esclavos.»
10 Todavía añadió el filisteo: «En este día, yo desafío al ejército israelita. Que venga uno de sus guerreros y pelee contra mí.»

Ahora bien, con lo impresionante que este guerrero haya sido, no era la primera vez que Israel luchaba contra gigantes, ¿por qué aceptó el desafío? Es decir, ¿qué “ley” había de que uno solo debía salir a pelear contra él? Ninguna, solamente la palabra de este pagano. Es decir, todo el ejército de Israel “aceptó” como válido el desafío de un pagano y las reglas de juego que les impuso, y por lo tanto no pudieron hacer nada.

Bueno, se suponía que había determinadas reglas de honor en la guerra, pero no hubiera sido la primera vez que Israel usara la táctica del engaño en una batalla, cosa que hizo muy bien en otras oportunidades. Lo que me interesa ver aquí es que todo el ejército “aceptó” las palabras de Goliat, y por lo tanto no pudieron pelear, y eso es muy esclarecedor para nuestras propias luchas espirituales: Satanás nos presenta combate pero también no dice “cuáles son las reglas”, que, por supuesto, no “podemos” cumplir, pero aceptamos, y al hacerlo o bien nos rendimos o bien peleamos con esas reglas, que son las suyas, e inevitablemente terminamos siendo derrotados: ningún soldado solo hubiera podido pelear contra Goliat en un estilo de lucha “normal”, al menos ninguno de ESE ejército. Notemos que sus palabras también tenían una “promesa”: “Si en la pelea él me vence, nosotros nos pondremos a su servicio”, pero seamos sinceros, ¿alguien podía creer que eso realmente ocurriría, en el caso de ser vencido? Una falsa promesa, como todas las que hace Satanás, pero muy convincente.

Goliat era realmente impresionante, no solo por la altura sino por las armas y protección que tenía, además de las palabras que transmitían una absoluta seguridad en su “indestructibilidad”. ¿No hace así Satanás con nosotros?

1 Samuel 17:11 RVC
11 Cuando Saúl y el ejército de Israel oyeron el reto del filisteo, se quedaron atónitos y se llenaron de miedo.

Miraron al filisteo, se miraron a ellos mismos, escucharon las palabras, y llegaron a la conclusión más lógica: ¡estamos fritos! Y era perfectamente lógica, porque se habían llenado de temor lo cual indica que no tenían la suficiente confianza en Dios ni menos aún la capacidad para escuchar Su voz en medio de la dificultad y por lo tanto no DEBÍAN salir a pelear porque iban a ser derrotados. Bueno, no seamos demasiado duros con ellos, ¡era comprensible que así fuera! El desafío resultaba formidable, algo “nunca antes” visto. Pero esto nos indica la verdadera naturaleza del asunto: era un conflicto espiritual, y el hecho de que se hayan “llenado” de temor da la pista de un ataque espiritual.

El miedo es la principal arma de Satanás, cuyo reino, por lo demás, es tan resistente como el papel de baño frente a la presencia del Todopoderoso. Sin embargo, cuando logra meternos miedo se nos vuelve invencible.

Hoy estamos escuchando en detalle las profecías de lo que ocurrirá durante el reinado del Anticristo, y es realmente espantoso. Pero toda esa persecución y manifestación demoníaca en realidad no podría suceder hoy porque está presente y activo el Espíritu Santo a través de Sus mensajeros. El Anticristo no puede manifestarse porque sería rápidamente anulado por las oraciones de los fieles, y Dios permite que siga escondido porque “debe” cumplir su función. Cuando nos libramos de todas nuestras fortalezas mentales el reino de las tinieblas se nos presenta tal como es, muy frágil; pero se hace muy poderoso gracias a los muchos que mantiene engañados, que es su verdadera fortaleza.

Cuando el miedo nos invade es que estamos bajo un ataque espiritual antes que nada. Claro que puede haber razones “materiales” muy valederas, pero Dios sigue estando aún por encima de todo lo material; el miedo, como sentimiento, es indefectiblemente un síntoma de lo espiritual así que debemos reconocerlo como tal y pelear, antes que en lo material, en lo espiritual.

Deuteronomio 20:8 RVC
8 Además de esto, los oficiales dirán al pueblo: “¿Quién de ustedes tiene miedo y se acobarda? Vaya de regreso a su casa, para que no contagie a sus hermanos con su cobardía.”

La lucha no debían emprenderla los temerosos ni debemos hacerlo hoy, eso significa que cuando tememos, lo cual es muy normal y Dios lo sabe, necesitamos primero ir al Señor para resolver el asunto, no tanto el “temor” en sí mismo, sino más bien la causa más profunda de ese temor. Tampoco es sabio “empujar” a nadie a la lucha espiritual si está lleno de temor, deberíamos tratar con eso primero.

No solo librarse del temor, la lucha “física” también debía ocurrir…

1 Samuel 17:12-16 RVC
12 David era hijo del efrateo Yesé, el de Belén de Judá. Tenía ocho hijos, y cuando Saúl era rey, él ya era de los más ancianos del pueblo.
13 Sus tres hijos mayores eran parte del ejército de Saúl y habían salido a luchar contra los filisteos. Se llamaban Eliab, el primogénito, Abinadab y Samá,
14 y siguieron a Saúl, pero como David era el menor,
15 iba y volvía del campamento de Saúl a Belén, porque tenía que cuidar las ovejas de su padre.
16 Durante cuarenta días seguidos, y a mañana y tarde, el filisteo Goliat estuvo desafiando a los israelitas.

David no era “el primero en la lista” para la guerra, ni el segundo, ni el tercero… directamente su nombre no aparecía en ningún lado, nadie lo hubiera tomado seriamente en cuenta, era uno de los últimos en la escala social, sólo mejor que un esclavo. Incluso su propio padre casi ni lo tenía en cuenta.

El conflicto que estaba ocurriendo propiamente no le era ajeno, él “iba y volvía”, es decir, estuvo más de una vez en medio del campamento, probablemente escuchando lo que pasaba, sin ser movido a nada. Cumplía el encargo y nada más, no participaba pero estaba. Nadie lo tomaba en serio, pero él sabía bien lo que ocurría.

Notemos que la situación duró por cuarenta días, un tiempo muy largo para un preparativo de guerra: los nervios del ejército israelita estaban destrozados, mientras que los filisteos estaban fresquitos como una lechuga, muy confiados en su paladín.

Y aquí tenemos al candidato a una gran obra, ignorado completamente por el “stablishment” y Dios así lo había dispuesto, creo yo, para evitar que se contaminara con los pecados de ellos y pudiera tener todo el tiempo libre posible para permanecer en comunión con Él. Estos son los ignorados que Dios prepara y que líderes entorpecidos como Saúl no pueden ver, y no van “a ver” nunca, y hasta perseguirán, así que no debemos sorprendernos cuando exactamente lo mismo se repite vez tras vez.

Hasta aquí tenemos los “preparativos” nada más, pero eso dice mucho; David pudo aparecer cuando había una necesidad que ningún otro podía cubrir, además de que Dios mismo lo respaldaba en eso. No importó que fuera un “ignorado” socialmente, es más, hasta resultó mejor, porque si hubiera estado en el ejército probablemente habría sido lleno del mismo temor, pero al estar en la “soledad” donde “sólo” tenía comunión con el Señor, pudo ser lleno de Su presencia, Sus palabras y por lo tanto, de fe; además de que, como veremos, fue perfectamente entrenado para el tipo de lucha que enfrentaría, por Dios mismo. Si hubiera sido entrenado en la “lucha convencional” habría sucumbido al temor como el resto.

Ustedes me dirán “bueno, eso se aplica a David, era una persona especial, ¡nosotros no somos David!” Es cierto, pero contamos con el mismo Espíritu que él tuvo, y:

1 Corintios 12:4-7 RVC
4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.
5 Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.
6 Hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.
7 Pero la manifestación del Espíritu le es dada a cada uno para provecho.

Estos dones, ministerios y actividades no son más que la capacitación especial que nos da el Trino Dios para un tipo de lucha particular, para “nuestro Goliat” y que probablemente ningún otro de los que nos rodea pueda vencer. Hablamos de los dones, ministerios y actividades como un servicio al Señor, y es cierto, pero son propiamente y con todas las letras, facetas de la lucha espiritual, y a veces muy dura.

Para cada necesidad que nuestros dones, ministerios y actividades pueden suplir, hay un “pueblo atónito y temeroso” que no sabe qué hacer con ella, ¡pero nosotros sí! Y por supuesto, hay un tiempo adecuado para intervenir; David fue y vino durante cuarenta días y no pasó nada, pero en el último día… sobre eso hablaremos en un próximo artículo.


Danilo Sorti




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