Génesis 1:14-19 RVC
14 Luego dijo Dios: «¡Que haya lumbreras en la bóveda
celeste, para que separen el día de la noche y sirvan de señales para las
estaciones, los días y los años!
15 ¡Que sirvan de lumbreras en la bóveda celeste, y que
alumbren sobre la tierra!» Y así fue.
16 Y Dios hizo las dos grandes lumbreras: el sol, para ser
el rey del día, y la luna, para ser la reina de la noche. Además, hizo las
estrellas.
17 Y las puso Dios en la bóveda celeste, para que alumbraran
sobre la tierra,
18 para que reinaran en el día y en la noche, y para que
separaran la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
19 Cayó la tarde, y llegó la mañana. Ése fue el día cuarto.
Este pasaje nos presenta un problema interpretativo si lo
analizamos simplemente porque la luz aparece en el día primero, pero los
cuerpos “productores” de esa luz recién en el día cuarto. En realidad, geológicamente
es lo que ocurrió, en ese orden, porque la Tierra primitiva tenía una atmósfera
translúcida, que no permitía diferenciar correctamente los cuerpos celestes.
Esa atmósfera se aclaró luego de que aparece la vida fotosintética
(primeramente en el mar, luego en la superficie terrestre), un proceso
metabólico complejo que como “desecho” produce oxígeno molecular (antes todo el
oxígeno estaba unido formando óxidos y otros compuestos). Este oxígeno “oxidó”
los componentes de la atmósfera primitiva y permitió que ésta se aclarara hasta
ser transparente, con lo que recién entonces se pudo ver, desde la superficie
de la Tierra que es el punto de vista de Génesis 1, los cuerpos celestes, ¿para
qué?
Si finalmente la luz llegaba a la Tierra, ¿qué sentido tenía
que los cuerpos celestes pudieran verse? Mucho. Para los seres vivos sirven de
señal para sincronizar muchos ritmos vitales u orientarse, lo mismo que en el
hombre pero en un sentido no solo natural y físico, sino también espiritual.
Dios se manifiesta a Sí mismo a través de los cuerpos
celestes, y esa es la razón por la cual Satanás los corrompió para que sean
objeto de idolatría; y Dios también manifiesta Sus tiempos a través de ellos,
tanto en sus ritmos y ciclos normales como en los eventos extraordinarios y
“anormales” que ocurren. Los antiguos entendían muy bien esto, la modernidad lo
cubrió con un manto de “ignorancia” (aunque en realidad lo que hizo fue
proyectar su propia ignorancia y necedad sobre ello) y el cristianismo, a
partir de entonces, como quiso ser muy moderno y racional, aceptó la
“revelación secular de la modernidad” e hizo lo mismo.
Pero Dios estableció señales para los tiempos y momentos
especiales para obrar. Hay tiempos específicos (con sus eventos asociados)
determinados sobre todo el mundo y la nación no va a “escapar” de ellos, aunque
los atraviese con sus particularidades. Hay tiempos cíclicos que afectan a todo
el mundo y se manifiestan en sentido general y particular sobre la nación. Y
hay tiempos “propios” del país, momentos específicos que tienen sentido dentro
de su territorio aunque no necesariamente fuera de él. Estos tres “niveles” de
tiempo confluyen para configurar de mayor o menor medida qué sucede y cuándo
sucede.
Los diversos tipos de horóscopos que son tan populares en
todo el mundo y en todas las clases sociales, y los días especiales de
celebración diabólica, constituyen la más clara prueba de esta verdad
espiritual: Satanás sigue siendo la brújula que apunta hacia el sur; fue creado
Siervo de Dios y, aunque totalmente involuntario, eso será. El Arcángel Miguel
conocía perfectamente esta verdad y no se atrevió a proferir ninguna maldición
contra él según muestra Judas. Si algo hace él es porque está en perfecta
consonancia con los principios que Dios estableció, porque nada puede pasar en
el Universo que no lo esté.
El ciclo de las estaciones, especialmente para los que
vivimos en zonas templadas o con diferencias estacionales marcadas, es el ciclo
natural más evidente y se relaciona con muchas actividades económicas y
sociales, de hecho es algo que tenemos profundamente incorporado, ya sabemos
que el mundo “funciona así”. Precisamente por eso, por ser algo tan “natural” y
común para todas las personas, quizás no profundizamos lo suficiente en su
relación profunda con el ámbito espiritual: si algo afecta el ritmo de vida de
las personas, inevitablemente afectará todo lo que las personas son, y dentro
de ese “todo” está el espíritu.
Los ciclos naturales son también espirituales, trayendo
momentos para distintas revelaciones, es decir, distintas “sensibilidades
espirituales” y distinta apertura hacia lo espiritual en general. Podemos estar
en armonía con esas tendencias y acomodar nuestras actividades ministeriales,
predicación y enseñanza en ese sentido, o podemos estar en desarmonía y
producir un sonido discordante, con poco fruto para el Reino.
En relación con lo anterior hay otra situación mucho más
“natural”: los ciclos determinan distintas actividades humanas; épocas de más
trabajo, épocas de menos, momentos de mayor tensión y problemas, momentos más
tranquilos, época de clases, época de vacaciones… eso determina mucho en el día
a día de las personas y por lo tanto TAMBIÉN en la sensibilidad y actividades
espirituales.
También hay ciclos naturales plurianuales, que son casi
desconocidos hoy para los citadinos pero no para los hombres de campo,
acostumbrados a conocer la naturaleza y sus procesos. En la región de la
llanura pampeana, por ejemplo, representan ciclos de años lluviosos seguidos de
años secos, y permiten la expansión o contracción de la frontera agrícola en
las zonas marginales para la agricultura. Por supuesto, también tienen que ver
con la economía regional y nacional y todo lo que está asociado con ella.
Los “ciclos de la vida” en un sentido un poco menor que los
astros celestes visibles desde la Tierra, el “cielo”, constituyen EL MÁS
PODEROSO MENSAJE de que Dios está al control y Su misericordia no se ha
acabado. Es un mensaje que ABSOLUTAMENTE TODOS LOS SERES HUMANOS entienden,
sean “creyentes” o no (en realidad, todos tienen la revelación de lo espiritual
en sus espíritus, no todos la aceptan o la entienden correctamente con sus
almas). Es lo que permite que la vida se sustente y sea predecible. Por eso,
cuando Dios Padre decide juzgar a los hombres cuando se han endurecido tanto
por el pecado que ya no pueden escuchar ni al Espíritu ni al Hijo, altera esos
ciclos y envía señales en la naturaleza y los cielos, lo que era regular y
predecible por generaciones de repente se trastorna, y los hombres entienden
que “algo” está pasando, y algunos pueden encontrar al Dios que está detrás de
esos eventos.
Cada región y nación tiene sus particulares variantes
respecto de los ciclos naturales del clima y los seres vivos, y eso conlleva
también variantes en los mensajes divinos para cada una.
Así como existen estos ciclos naturales, evidentes para
todos los hombres, Dios ha establecido tiempos y fechas que indican principios
cíclicos y eventos únicos que han pasado o están por pasar.
Levítico 23:1-2 RVC
1 El Señor habló con Moisés, y le dijo:
2 «Habla con los hijos de Israel y diles que deben proclamar
mis fiestas solemnes como santas convocaciones en mi honor. Éstas son mis
fiestas:
El Señor estableció una serie de fiestas que Israel debía
celebrar siempre; el día de reposo, la luna nueva que eran fiestas “menores” y
de celebración semanal o mensual. El año de liberación y el jubileo, que no
eran fiestas propiamente dicho pero tenían una implicancia económica y
espiritual. Y las siete fiestas principales, cada una con un significado
espiritual y marcando un tiempo especial que no es exactamente como se expresó
en el Antiguo Testamento porque ahora sabemos que cada una se enfoca en una
faceta de la obra del Mesías, ya del pasado para nosotros y algunas todavía del
futuro:
·
Fiestas de la primavera:
o
1) Pascua: Muerte de Jesús
o
2) Panes sin levadura:
Sepultura de Jesús
o
3) Primicias: Resurrección
de Jesús
o
4) Pentecostés:
Derramamiento del Espíritu Santo
·
Fiestas del otoño:
o
5) Trompetas:
Arrebatamiento de la Iglesia
o
6) Día de Expiación:
Segunda venida de Cristo
o
7) Tabernáculos: Reino
milenial
Nuestros judaizantes modernos nos dirían que debemos
celebrar cada una conforme al rito judío establecido, que no necesariamente es
igual a lo que Dios primeramente determinó en Su palabra. Obviamente eso es una
exageración, que como toda exageración (que es de origen satánico, con todas
las letras) está apuntando hacia algún principio del Señor.
Sin caer en ningún “sincretismo judaizante” creo que debemos
considerar el significado espiritual de las fiestas a la luz de la revelación
del Nuevo Pacto y así recordar y “celebrar” esas fiestas, y entender los
propósitos que Dios tiene en cada una en ESTE tiempo intermedio. No voy a
profundizar aquí ese tema, pero en principio son tiempos para recordar alguna
de las facetas de la obra de Cristo y concentrarnos en ella, a la vez que son
tiempos en los que una manifestación
espiritual relacionada con esas facetas está “disponible” sobre la gente.
Por supuesto, son fechas supranacionales, mundiales, pero
también profundamente “nacionales” porque tienen que ver con el trato de Dios
hacia la humanidad toda, hacia las naciones y hacia los hombres
individualmente. Por lo tanto, son también “nuestros” tiempos, y es necesario
hacer a un lado en nacionalismo exagerado que nos impide ver lo que Dios ha
dado a otras naciones, Israel la primera, para el resto del mundo.
Hechos 7:42-43 RVC
42 Entonces Dios se apartó de ellos, y los entregó a rendir
culto a los astros que veían en el cielo. Así está escrito en el libro de los
profetas: »“Israelitas, ¿acaso en el desierto me ofrecieron ofrendas y
sacrificios durante cuarenta años?
43 ”Lejos de eso, llevaron el tabernáculo de Moloc y la
estrella de su dios Refán. ¡Ésas fueron las imágenes que se hicieron para
adorarlas! Por eso los llevaré más allá de Babilonia.”
1 Reyes 12:25-33 RVC
25 Entonces Jeroboán reedificó la ciudad de Siquén, en la
ladera del monte Efraín, y allí se quedó a vivir, aunque luego salió de allí y
reconstruyó Penuel.
26 Pero dentro de sí mismo pensaba: «El reino puede regresar
a la casa de David
27 si el pueblo sigue yendo a ofrecer sacrificios al templo
del Señor en Jerusalén. Entonces volverán a someterse voluntariamente a Roboán,
rey de Judá, y a mí me matarán.»
28 Después de reunirse en consejo, Jeroboán mandó hacer dos
becerros de oro y le dijo al pueblo: «Israelitas, demasiadas veces han ido
ustedes a Jerusalén. ¡Aquí tienen a los dioses que los sacaron de Egipto!»
29 Uno de los becerros lo colocó en Betel, y el otro en Dan.
30 Esto incitó al pueblo a pecar, porque iba a Dan a adorar
el becerro.
31 Además, Jeroboán mandó construir altares en los montes y
nombró sacerdotes de entre el pueblo, aunque no fueran descendientes de Leví.
32 También instituyó una fiesta solemne el día quince del
mes octavo, semejante a la que era celebrada en Judá, y ofrecía sacrificios en
el altar que construyó en Betel y nombró sacerdotes para que oficiaran en los
altares que había mandado construir.
33 La fiesta religiosa que instituyó el día quince del mes
octavo, fue una invención suya, y todo el pueblo participó en ella, y Jeroboán
subió al altar para quemar incienso.
Aun en medio del desierto, habiendo visto las tremendas
maravillas del éxodo y viviendo día a día la provisión y protección milagrosa
del Señor, muchos israelitas seguían amando a los falsos dioses en sus
corazones, ¿qué más queda para el resto de las naciones?
El episodio de Jeroboán nos muestra la “dimensión” política
y social de las fiestas paganas, que tras una fachada espiritual tienen
propósitos primariamente “seculares”. Y a partir de ese ejemplo quiero hablar
brevemente sobre uno de los aspectos de la idolatría, el que está relacionado
con el tiempo y, más que nada, con las festividades que algunos autores definen
como los “felpudos de bienvenida” para los principados satánicos que se
“desempolvan” cada año, precisamente en esos momentos que sirven para atar a
las nuevas generaciones, reforzar las ataduras de las viejas y dar derecho
legal sobre el territorio.
Las fechas elegidas normalmente no son casuales, un poco más
adelante vamos a ver eso en relación con el primero de agosto y una festividad
que se está volviendo popular en Argentina. Tienen que ver con diseños de
bendición en el tiempo que Satanás “captura” para introducir el mal y hace
falta un poco de investigación y discernimiento para encontrar su verdadero
significado.
Cuando hablamos de fiestas paganas tenemos un listado
enorme: la mayoría locales o circunscriptas a regiones pequeñas; otras
nacionales o abarcando varios países o grandes regiones y algunas mundiales.
Las distintas religiones tienen sus festividades y, obviamente, en función de
la cantidad de adherentes será la “magnitud espiritual” de la fiesta y el
alcance espiritual.
Por supuesto, uno se enfocaría en las festividades más
importantes que se desarrollan en el territorio, pero no habría que
menospreciar la influencia espiritual de las festividades de religiones
minoritarias en el país pero multitudinarias en el mundo, como es el Islam, el
Hinduismo, el Budismo y las festividades chinas. En el mundo cosmopolita de
hoy, esos son momentos en los que dichos principados pueden hacer un “esfuerzo
especial” por extender su influencia en la nación.
Hay que reconocer también las fiestas que se están volviendo
populares, como Halloween, el año nuevo satanista, cuya influencia es mundial y
el Día del Orgullo Gay, que no es para nada una “celebración secular” debido a
los poderosos espíritus que allí se manifiestan.
Por supuesto, Argentina tiene las suyas; muchas regionales
referidas a los santos patronos o diversas manifestaciones de la Reina del
Cielo, especialmente en el norte del país. Hay una oferta turística especial
para ir a las distintas fiestas.
Según un relevamiento de la Secretaría de Cultura de la
Nación, en Argentina hay más de 2.700 fiestas populares (La Argentina tiene
siete fiestas populares por día, Silvina Premat, www.lanacion.com.ar). “El 36%
de los eventos populares tiene una motivación religiosa, el 32% corresponde a
celebraciones cívicas, el 16% celebra actividades productivas de la zona, el 9%
son artísticas y el 7%, folklóricas.”
Desde el punto de vista sociológico, “su realización no
parece "estar asociada a mejores o peores condiciones socioeconómicas o
educativas, sino que, más bien, aparece como una práctica cultural generalizada".
Se hacen tanto en las ciudades como en el campo, a orillas de los ríos o entre
las montañas.”
Más de la mitad tiene implicancias religiosas, católicas o
paganas. “Córdoba es la provincia con más festejos, con 683, seguida por Salta,
con 265, y Buenos Aires, con 248”, seguidas por la Capital Federal, Santa Fe,
Formosa y Jujuy. “En las del norte y el centro del país predominan las
festividades religiosas, mientras que en la Patagonia son más los festejos de
índole cívico. En tanto, en Nuevo Cuyo se observa una distribución más
proporcionada.”
En relación con el tiempo, que es el objetivo de esta
sección, tenemos como promedio algo más de 7 fiestas por día, aunque “La mayor
parte de las celebraciones y festivales se realizan entre diciembre y febrero.
La época del año en la que menos fiestas registró la Secretaría de Cultura es
el otoño.” Este dato importante nos va a servir más adelante cuando veamos un
par de momentos especialmente difíciles para Argentina.
Sólo con este panorama nos damos cuenta de que el tiempo
calendario está muy ocupado por las tinieblas de manera directa como son las
fiestas idolátricas o paganas, o de manera sutil pero activa como ocurre en
muchas fiestas “seculares”. No todos tienen el mismo peso espiritual para la
nación, algunas son muy importantes regionalmente, pero en esencia constituyen
momentos en que alguna parte de los diseños satánicos son liberados o
fortalecidos sobre el país o alguna porción del territorio, y hay una “cosecha”
cíclica luego de cada uno de ellos, a veces visible y a veces no.
Normalmente las celebraciones de las tinieblas son
contrapuestas al celebrar los verdaderos propósitos divinos que deben desatarse
en esos días, recordemos, el reino de las tinieblas es la “brújula que apunta
hacia el sur”, aunque nunca debemos aplicar esta verdad sin discernimiento
espiritual ni aparte de los principios bíblicos.
Ezequiel 34:26 DHH
26 pondré a mis ovejas alrededor de mi monte santo, y las
bendeciré; les enviaré lluvias de bendición en el tiempo oportuno.
Arthur Burk habla sobre las maldiciones en el tiempo, esto
es, momentos del año en los cuales una persona, o familia, o sociedad, suelen
sufrir un ataque especialmente fuerte del Enemigo, generalmente relacionado con
algún área de la vida: salud, finanzas, relaciones familiares, etcétera. Esto
puede no ser evidente para todos, pero es algo que ocurre
El autor mencionado llama a esto la “maldición madianita”:
Jueces 6:3-5 RVC
3 Y es que después de que los israelitas habían sembrado,
venían los madianitas y los amalecitas, y los que habitaban al oriente, y los
atacaban.
4 Acampaban cerca de ellos, y destruían hasta Gaza los
frutos de la tierra, y no les dejaban a los israelitas nada para comer, ni
ovejas, ni bueyes ni asnos.
5 Venían en grandes multitudes, como si fueran una plaga de
langostas, y acampaban con sus ganados y camellos, y devastaban la tierra.
Este tema lo desarrolla en la página que citamos
anteriormente en la sección “Redimir el Tiempo”, así que no voy a extenderme
demasiado aquí sobre el tema. Aunque el enfoque que realiza es personal,
también lo podemos hacer grupal, en nuestro caso, nacional. El derecho legal a
una maldición entra por un pecado cometido; en el caso de un país puede
tratarse de una gran injusticia hacia un sector importante de la población,
normalmente marginado, o el ataque injusto contra una nación que no le ha hecho
la guerra, o alguna declaración pública dedicando la nación a un ídolo o
dirigente humano, o maldiciendo directamente a Dios o a Su Pueblo, la Iglesia
verdadera o Israel.
La solución a esto consiste en reconocer el pecado y pedir
perdón en el nivel que corresponda, haciendo algún tipo de restitución según
sea posible. Y luego, santificar el tiempo, es decir, considerar los tiempos
según Dios y dedicar esos momentos especiales al Señor en lo que Él nos
muestre. Además de santificar, debemos bendecir el tiempo.
Recomiendo que se lea la referencia que cité en esta sección
y que se aplique a la vida personal y luego se enfoque a nivel grupal y
nacional. Argentina tiene dos momentos en el año en donde los ataques satánicos
son muy evidentes y diferentes uno del otro.
Hasta ahora hablamos de tiempos supranacionales y tiempos
nacionales, de las fiestas perpetuas de Israel y de las diversas festividades
de las tinieblas, así como de los tiempos particulares en los que puede haber
maldición sobre personas o territorios. El mismo autor citado menciona otra
faceta que son las “ventanas de reconciliación”, momentos especiales en el año
en los cuales hay una apertura espiritual específica:
·
10 al 30 de marzo:
reconciliación con la comunidad
·
10 al 30 de junio:
reconciliación con la tierra
·
10 al 30 de septiembre:
reconciliación con Dios
·
10 al 30 de diciembre: reconciliación
con nuestro destino
De nuevo sugiero leer la sección en la página de Burk, pero
haciendo un resumen, la clave de estos momentos surge al ver que durante esos
días había una actividad satánica particularmente intensa, de ahí se recibe la
revelación de que Dios tiene propósitos especiales durante esos días. Notemos
que corresponden con equinoccios y solsticios, que se encuentran en la mitad de
dichos períodos. Y notemos también que se trata de momentos específicamente de
“reconciliación”.
No se “supone” que estos sean los momentos en los que
“únicamente” pueden ocurrir las cosas mencionadas, sino más bien aquellos en
los cuales hay una apertura espiritual especial para que ocurran; incluso
podrían ser buenos momentos para planificar actividades especiales relacionadas
con esas aperturas particulares.
Haciendo una explicación breve de cada ventana tenemos que:
·
Reconciliación con la
comunidad: es la restauración de lazos rotos entre personas o entre grupos
sociales, momento para pedir perdón por injusticias hacia otras comunidades y
establecer puentes de entendimiento y concordia.
·
Reconciliación con la
tierra: es el tiempo para pedir perdón por los pecados que “manchan la tierra”,
pecados graves en los que no se hizo justicia o que la sociedad no reconoce
como tales, también para pedir perdón y declarar restauración en las relaciones
del hombre con el planeta: explotación de recursos, deterioro ambiental,
etcétera.
·
Reconciliación con Dios:
una oportunidad para una revisión profunda a nivel personal (grupal, nacional)
de todas las áreas en las que estamos apartados de Dios y de los pecados que lo
han ofendido y han hecho callar Su voz; un tiempo para arrepentirnos y
volvernos a Él.
·
Reconciliación con nuestro
destino: tiempo para revisar si estamos en los propósitos del Señor y volver a
ellos
¡No hay momento en el que Dios no nos llame a la
reconciliación! Pero hay actividades organizadas y de impacto nacional que
pueden ser realizadas en los tiempos más adecuados. En un próximo artículo
veremos algunas fechas significativas.
Danilo Sorti
No hay comentarios:
Publicar un comentario