lunes, 7 de mayo de 2018

480. Los protegidos durante la tribulación… y qué tiene que ver eso con nosotros ahora


Apocalipsis 12:6 RVC
6 La mujer huyó entonces al desierto, a un lugar que Dios le había preparado, para que allí la alimentaran durante mil doscientos sesenta días.

Apocalipsis 12:13-17 RVC
13 Cuando el dragón se dio cuenta de que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón.
14 Pero a la mujer se le dieron las dos alas de la gran águila para que volara a su lugar en el desierto, donde es alimentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo, para estar a salvo de la serpiente.
15 Entonces la serpiente arrojó mucha agua por la boca, para que la mujer fuera arrastrada como por un río.
16 Pero la tierra vino en su ayuda, pues abrió su boca y se tragó el río que el dragón había arrojado por su boca.
17 Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer y se fue a luchar contra el resto de sus descendientes, es decir, contra los que obedecen los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.

Apocalipsis 13:7 RVC
7 Se le permitió combatir contra los santos, y vencerlos; y también se le dio autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación.

Apocalipsis 13:10 RVC
10 El que deba ir al cautiverio, al cautiverio irá; y el que deba morir por la espada, por la espada morirá. Aquí se verá la paciencia y la fe de los santos.

Apocalipsis 13:15-17 RVC
15 También se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que ésta hablara y mandara matar a todo aquel que no la adorara.
16 Además, hizo que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente,
17 y que nadie pudiera comprar ni vender si no tenía la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.

Apocalipsis 18:4 RVC
4 Oí entonces otra voz del cielo, que decía: «Ustedes, los de mi pueblo, salgan de esa ciudad para que no participen de sus pecados ni reciban parte de sus plagas;

¿Dónde está la iglesia durante el tiempo del juicio? A esa altura la iglesia fiel no está más en la tierra y sólo quedan nuevos cristianos, Apocalipsis presenta tres grupos de esa iglesia, que no desarrolla in extenso porque ya lo están en el resto de las páginas bíblicas. ¿Cuáles son?

Uno de ellos está formado por los cristianos que serán capturados y martirizados: “El que deba ir al cautiverio, al cautiverio irá; y el que deba morir por la espada, por la espada morirá. Aquí se verá la paciencia y la fe de los santos.” Hay muchos mensajes proféticos que el Señor está trayendo con respecto a ellos y algunas escatologías suponen que absolutamente todos los que se conviertan en ese tiempo deberán morir así. Pero si fuera de esa forma, ¿de dónde surgen los sobrevivientes, que claramente corresponden a diversas naciones y no solamente al remanente de Israel? Quizás este sea el grupo mayor de los que se conviertan durante ese tiempo, al menos en algunos lugares del planeta, especialmente Estados Unidos y Europa, pero no únicamente.

Otro grupo está formado por los que son “llamados a salir” de Babilonia. Más allá de cuándo ocurra efectivamente este hecho, lo cierto es que no solo alude a una situación puntual sino también a algo más general, “Babilonia” no solo es, por derecho propio, Estados Unidos y más específicamente Nueva York, sino también muchas otras ciudades. Esos cristianos estarán allí, sobreviviendo como algunos lo hicieron escondidos en las ciudades ocupadas por los nazis. Hasta donde entiendo, no creo que sean relativamente muchos.

Pero hay otro grupo, que probablemente sea el mayoritario, de cristianos que huirán al desierto, donde serán protegidos y alimentados sobrenaturalmente, tal como dice claramente Apocalipsis y está claramente ejemplificado con el éxodo de Israel, con Elías o incluso con Jesús.

Es interesante hacer un análisis demográfico al respecto: el mundo es progresivamente urbano; según el Banco Mundial, uno de los principales artífices del NOM, en 1960 33,6 % de la población mundial vivía en ciudades, mientras que en 2016 ese porcentaje era del 54,3 %, es decir, un aumento casi del 21 % en casi 60 años. En algunos países el fenómeno se dio antes, como en Argentina, que hoy tiene un 92 % de su población viviendo (y mal-viviendo muchos) en centros urbanos. ¿Y qué tiene eso que ver con lo que dice Apocalipsis?

Por un lado, la población mundial seguirá concentrándose en ciudades en los próximos años, no sabemos cuándo nos llevará el Señor, pero si solo faltaran 10 años desde este momento fácilmente podríamos llegar al 60 %, o más ante grandes catástrofes ambientales. Sin dudas que la gente en las ciudades es mucho más fácil de controlar, y un citadino suele estar muy lejos de la vida campesina, y mucho más de tener que sobrevivir en ecosistemas patas para arriba, con lo que la tentación para quedarse en las ciudades, y ser fácil presa del sistema, abarcará a muchas personas. Todos los procesos que durante décadas han favorecido la urbanización están apuntando, en realidad, a ese tiempo.

Pero por otro lado, habrá mucho “desierto” libre de personas adónde ir. Aclaremos que sin la protección divina será imposible refugiarse porque los maravillosos sistemas de posicionamiento global (GPS el más funcional) que tanto nos ayudan a ubicarnos y hacer un montón de cosas, más los satélites que nos muestran calles, barrios, casas y personas a veces en situaciones embarazosas, unido a la multitud de cámaras que brotan como hongos en paredes y postes, nos garantizan que no haya piedra debajo de la cual esconderse. Pero cuando Israel salió de Egipto, Dios mismo fue una luz brillante para Su pueblo y densa tiniebla para los egipcios, así que finalmente no importa cuánta tecnología haya, a los que Dios protege no los pueden tocar.

Así que tenemos otro grupo en el desierto, que puede traducirse también por lugar deshabitado o desolado, sustentado sobrenaturalmente y que llega al fin del período de los juicios.

No lo voy a desarrollar aquí pero entendemos que los sobrevivientes de la tribulación van a ser creyentes, ya que no parece probable que un inconverso resista la marca o reciba provisión en ese mundo.

Si son todos creyentes (o al menos la mayor parte), ¿por qué habrán llegado a creer? Seguramente muchos habrán sido cristianos tibios o simplemente “simpatizantes”, que sabían perfectamente lo que habría de venir pero prefirieron seguir sus propios deseos. El resto, si no tenían un conocimiento lo suficientemente claro de Cristo y de los eventos por venir, parece difícil que pueda resistir la presión y aún la muerte por negarse a ser marcados, o la aterradora amenaza de los demonios que se manifestarán en ese primer momento, no sé si en todas partes pero al menos en las ciudades más populosas. Y para los pobladores más alejados de las grandes urbes, que para ese entonces serán relativamente pocos, puede haber un tiempo más de decisión, pero seguramente no mucho.

Podemos suponer razonablemente que todos o la mayoría de estos creyentes ya conocían el Evangelio de alguna manera. Por otro lado, la última gran cosecha necesariamente dejará un mundo en el que todos habrán escuchado claramente al menos una vez, así que desde ese otro punto de vista, necesariamente todos deberían conocer al menos algo. Y es muy lógico suponer que el mensaje de esa última cosecha deberá ser fuertemente escatológico.

Entonces, esta iglesia protegida durante los juicios es aquella que ya conoció el Evangelio mientras los mensajeros del Rey estaban en la tierra. Por supuesto, tenemos a los 144.000 (literalmente 144.000 o simbólicamente representando a todos los testigos ungidos de ese tiempo) y a los dos testigos, además del ministerio de los ángeles, para llevar el mensaje durante los juicios, pero no será un mensaje “totalmente nuevo” para los oyentes, o al menos no para la mayoría de ellos. En realidad, pasará algo que Jesús ya ilustró:

Juan 4:37-38 RVC
37 Porque en este caso es verdad lo que dice el dicho: “Uno es el que siembra, y otro es el que siega.”
38 Yo los he enviado a segar lo que ustedes no cultivaron; otros cultivaron, y ustedes se han beneficiado de sus trabajos.»

Y este es precisamente el pasaje sobre el que quiero reflexionar. El principio expuesto aquí es claro, no solo se aplicó en ese caso, se aplica siempre porque es un principio biótico, natural; primero hay que sembrar y luego cosechar. Eso es tan cierto para las personas individualmente como para las naciones o el mundo entero (que están compuestos por personas, ¡claro!): no puede haber “evangelismo de cosecha” si primero no hubo siembra de testimonio, de oración, de servicio, de proclamación, etcétera.

A pesar de que el número de creyentes está aumentando en unos cuantos países, propiamente seguimos esperando el último gran avivamiento, la mayor cosecha de la historia, poco tiempo antes del arrebatamiento. Pero eso quiere decir que hoy estamos en un tiempo mayormente de siembra, al menos para muchos países del mundo. Claro que hay cosecha, pero la principal actividad hoy hacia el mundo es la siembra, es decir, trabajar “sin ver” resultados, ¡pero sin desanimarse!

Los resultados de nuestro esfuerzo actual los veremos, en parte, durante estos años; en mayor parte durante el último gran avivamiento, y quizás en mayor medida aún, durante el tiempo en el que no estemos aquí. Dios tiene Sus mensajeros para levantar la cosecha en ese tiempo, distintos a nosotros porque trabajarán en un tiempo muy distinto y para dar inicio a un reino “diferente” al que conocimos los cristianos durante dos mil años.

Todo este repaso escatológico en realidad tiene un propósito muy “presente”: ¡no debemos desanimarnos ni cesar de sembrar! Porque la cosecha será más allá de lo que la mayoría de los cristianos hoy están viendo.

¿Tienen sentido las obras de testimonio “a largo plazo”: empresas cristianas, actos proféticos, escuelas cristianas, etcétera? Por supuesto que todo debe ser hecho conforma a la voluntad específica del Señor, pero si Él lo manda ¡por supuesto que tiene sentido! Por más que su “duración” sea breve, hay una semilla sembrada allí que será cimiento del Reino Venidero.

Esa es otra de las grandes paradojas que al Señor tanto le gustan: de la generación más impía que haya existido sobre la Tierra, más que Sodoma, Él podrá purificar un remanente que constituirá la base para los tiempos más gloriosos que la humanidad haya conocido. Nadie que conozca a Dios tendrá dificultad para creer esto. Y ese remanente mundial, que hoy son inconversos y que lo serán incluso después de la gran cosecha, escuchará el mensaje y recibirá el testimonio al menos en parte por nosotros. No sólo colaboraremos con el Señor en llevar almas al Cielo sino que también en el establecimiento del Reino nuevo.

Por lo tanto, ¡no nos desanimemos en la recta final!


Danilo Sorti




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