lunes, 7 de mayo de 2018

472. David y Goliat y los proyectos espirituales – II


1 Samuel 17:17-18 RVC
17 Uno de esos días, Yesé le dijo a David, su hijo: «Ve al campamento y llévales a tus hermanos veinte litros de trigo tostado y estos diez panes.
18 Lleva también diez quesos de leche, y entrégaselos al comandante del batallón; pero asegúrate de que ellos estén bien, y tráeme algo que pruebe que están bien.»

En un artículo anterior pudimos ver el “escenario” para el famoso episodio entre David y Goliat, pero aunque “todo estuviera preparado” hacía falta algo más, y aquí viene bien la observación práctica de Eclesiastés:

Eclesiastés 9:11 RVC
11 Volví la mirada, y vi bajo el sol que no son los más veloces los que ganan la carrera, ni son los más fuertes los que ganan la guerra; también vi que los sabios no tienen qué comer, que quien es inteligente no es necesariamente rico, y que quien tiene conocimientos no siempre es favorecido. Todos ellos tienen su momento y su ocasión.

“Ocasión” es una oportunidad justa en la que se conjugan varios factores de tal forma que permiten que ocurra algo que de otra manera no ocurriría. A pesar de estar todo preparado en potencia, hacía falta una “ocasión”, una situación bien práctica, uno de esos “encuentro divinos”, esos momentos especialmente preparados por el Señor. Todo el capítulo 17 es profundamente espiritual y profundamente práctico, es decir, cada suceso que analizamos es ambas cosas a la vez, y los próximos versículos no son una excepción. Aunque David iba y venía del campamento, aparentemente no había coincidido nunca en su encuentro con el gigante, pero ese día el padre le pidió que llevara provisiones: Dios estuvo por detrás de eso.

1 Samuel 17:19-24 RVC
19 Mientras tanto, Saúl y su ejército luchaban contra los filisteos en el valle de Elá.
20 Y David se levantó muy temprano, dejó las ovejas al cuidado de otro, y fue a cumplir con el encargo de su padre Yesé. Llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, lanzando gritos de combate,
21 y pudo ver cómo ambos ejércitos se formaban, uno frente al otro, para entrar en batalla.
22 Entonces David dejó el encargo en manos del que cuidaba las provisiones, y corrió a donde estaba el ejército para saber si sus hermanos estaban bien.
23 Pero mientras hablaba con ellos, oyó que Goliat, el guerrero filisteo, se puso en medio de los dos campamentos y lanzó el mismo desafío de los días anteriores.
24 También vio cómo, al ver al guerrero filisteo, los soldados israelitas se echaban a correr llenos de miedo,

Luego de cuarenta días, esa fue la oportunidad justa cuando David pudo ver y oír por sí mismo lo que seguramente ya le habían contado; ¿no era lo mismo, acaso? Seguramente sí, pero era necesario que lo “experimentara” él. Vio el preparativo para la batalla, oyó las amenazas y burlas del filisteo, y fundamentalmente, vio la cobardía de sus conciudadanos. Ese día fue la oportunidad, y Dios mismo lo dispuso así.

Aquí tenemos varias reflexiones. Evidentemente David ya había sido preparado para esa lucha, no tanto en el sentido físico, que sí lo estaba, sino en el estratégico y más que nada en el espiritual. ¿Estuvo preparado al principio de los 40 días o lo estuvo completamente recién en ese día? No sabría decirlo, pero algo sí es claro y lo veremos más adelante: Saúl debía estar preparado para aceptar el ofrecimiento de David, y eso requería tiempo y humillación.

No debemos menospreciar la noción de “oportunidad justa” porque puede hacer la diferencia entre la victoria y el fracaso, y no depende únicamente de la preparación o capacidad personal, sino de que las circunstancias estén “preparadas”. Podemos hacernos la imagen de un camino por el que discurrimos nosotros en preparación, y otro camino por el que transitan las “circunstancias”: cuando ambos se encuentran ocurre la “oportunidad justa”. Por lo tanto, hace falta paciencia. Este concepto es muy práctico y Eclesiastés lo expone enfáticamente al inicio del capítulo 3; pero también es muy espiritual porque implica una preparación espiritual de la que muchas veces no somos conscientes, y también  requiere que Dios acomode un conjunto de factores. El concepto es tan importante que la historia de la salvación no es ajena a él:

Gálatas 4:4 RVC
4 Pero cuando se cumplió el tiempo señalado, Dios envió a su Hijo, que nació de una mujer y sujeto a la ley,

Probablemente David ni pensaba en hacer lo que hizo, que para él resulto algo común y “natural”, no estaba esperando el cumplimiento de ningún tiempo, al menos no de esa forma. Sin embargo Dios lo había preparado todo, y cuando se dio el “encuentro” de preparación – oportunidad, se desató lo que estaba escondido, aún para David.

David no se movilizó hasta que pudo comprobar por sí mismo la situación, y esto nos recuerda a Nehemías:

Nehemías 2:11-17 RVC
11 »Tres días después de haber llegado a Jerusalén,
12 me levanté por la noche y salí, acompañado de varios hombres y sin que nadie supiera lo que Dios me había inspirado hacer en Jerusalén. No llevaba yo más caballo que el que iba montando.
13 Salí de noche y recorrí la puerta del Valle que va a la fuente del Dragón y a la puerta del Basurero, y pude ver que las murallas de Jerusalén habían sido derribadas y que las puertas habían sido consumidas por el fuego.
14 Luego me dirigí a la puerta de la Fuente y al estanque del Rey, pero como mi caballo no podía pasar
15 subí al torrente y observé la muralla. Aprovechando que era de noche, la rodeé y luego entré por la puerta del Valle. Después de eso, regresé.
16 Los oficiales no supieron a dónde había ido, ni qué había hecho, porque a nadie le había dicho nada; ni al pueblo ni a los sacerdotes, y menos aún a gente importante. Ninguno de los que estaban reconstruyendo la ciudad supo lo que hice.
17 »Cuando regresé, les dije: “¿Ya vieron lo mal que estamos? Jerusalén está desierta, y todas sus puertas han sido quemadas. ¡Anímense y vayamos todos a levantar las murallas de Jerusalén. ¡Basta ya de esta vergüenza!”

Para David fue algo espontáneo, Nehemías decidió hacer una investigación detallada primero, pero como sea, en ambos casos hubo un análisis de situación que motivó una reacción interna hacia la solución.

1 Samuel 17:25-27 RVC
25 mientras unos a otros se decían: «¿Ya vieron a ese soldado? Siempre viene y nos desafía a pelear contra él. A quien lo venza, el rey Saúl lo colmará de riquezas y, además, le dará a su hija en matrimonio, y su familia quedará libre de pagar tributos.»
26 Entonces David les preguntó a los que estaban allí cerca: «¿Qué recompensa se le dará a quien venza a este filisteo y libre a Israel de semejante afrenta? ¿Quién es este filisteo incircunciso, para provocar al ejército del Dios vivo?»
27 Los del ejército le dijeron lo mismo que ya le habían dicho, en cuanto a quien venciera al filisteo.

¿Está bien servir a Dios por recompensa? Esta pregunta es medular en relación a cómo se interpreta el cristianismo e incluso los sistemas políticos. Por supuesto que hacer algo por altruismo y desinteresadamente tiene mucho más mérito que hacerlo por recompensa, pero el ser humano funciona por “recompensas” y no de otra forma. El asunto no es buscar una “recompensa” porque estamos programados para hacerlo, sino en qué consiste dicha recompensa. Cuando nos llena el amor de Dios, “nuestra” recompensa, aquello que buscamos por encima de cualquier cosa, es la felicidad de nuestro Señor, y luego el bien de nuestro prójimo. Nuestra recompensa deja de ser cosas materiales en el tiempo presente para pasar a ser lo verdaderamente valioso, aquello que perdura por la eternidad, aquello que el oro no puede comprar. Es decir que, cuando más crecemos espiritualmente, ¡buscamos recompensas mucho más costosas y valiosas! Pero solo podemos buscarlas cuando hemos llegado a entender su valor.

El hombre naturalmente busca recompensas y por eso el comunismo propiamente dicho no funcionó. Claro, no estoy diciendo que no haya personas que realmente quieran hacer el esfuerzo por el prójimo y estén dispuestas a ceder de sus derechos y recursos por el bien del otro, lo que digo es son pocas. Tampoco quiero hacer una exaltación del capitalismo con su búsqueda egoísta y desenfrenada de dinero que, “como por arte de magia”, termina luego volcándose en el resto de la sociedad. Pero ningún sistema político que no permita la búsqueda de recompensa y el crecimiento personal ha funcionado.

De todas formas, lo más trascendente para David no era la recompensa, aunque preguntó por ella, sino lograr que se “libre a Israel de semejante afrenta”. Está claro que aunque David obtuvo muchas riquezas, su principal recompensa nunca fueron ellas sino el bienestar de su nación y su comunión con el Señor. David fue impactado por las palabras del filisteo porque tenía un corazón conforme al corazón de Dios, y por ello se llenó de la ira santa, que es “santa” porque lleva a una reacción conforme la voluntad de Dios y permite que Él obre trayendo solución.

Nehemías tuvo otro tanto cuando oyó de la situación de Jerusalén:

Nehemías 1:3-4 RVC
3 me dijeron: “Los cautivos que quedaron con vida están muy mal y pasando por muchas vergüenzas; la muralla de Jerusalén está en ruinas, y las puertas de la ciudad fueron quemadas.”
4 »Cuando escuché esto, me senté a llorar y durante varios días me puse en duelo; y ayuné y oré al Dios de los cielos.

Y Jesucristo, otro tanto:

Juan 2:15-17 RVC
15 Entonces hizo un azote de cuerdas y expulsó del templo a todos, y a las ovejas y bueyes; esparció las monedas de los cambistas y volcó las mesas,
16 y dijo a los que vendían palomas: «Saquen esto de aquí, y no conviertan la casa de mi Padre en un mercado.»
17 Entonces sus discípulos se acordaron de que está escrito: «El celo de tu casa me consume.»

Es esta motivación interna, incontenible, que sentimos cuando nos encontramos con una situación determinada, la que indica que “algo está pasando allí”, más concretamente, que estamos siendo llamados a solucionarla, que hemos sido preparados para eso. De nuevo, esto tiene que ver con los dones espirituales.

Si estamos en comunión con el Señor, aquello que nos mueve fuertemente a la acción es porque el Espíritu nos está llamando, y porque tenemos los recursos para solucionarlo. Sin embargo, entremedio se presentan unos cuantos obstáculos, que veremos en un próximo artículo.


Danilo Sorti




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