lunes, 7 de mayo de 2018

476. Una vieja maña de los ricos…


Santiago 5:4 RVC
4 Pero claman contra ustedes los sueldos que, con engaños, no han pagado a los que trabajaron levantando sus cosechas. ¡Y el clamor de esos trabajadores ha llegado a los oídos del Señor de los ejércitos!

Recuerdo algunos testimonios de colegas que realizaron trabajos profesionales para gente de plata: cobraron la primera vez, cobraron la segunda y a lo mejor la tercera con un poco de demora, pero cuando vino un trabajo grande, ¡olvídalo! Yo no tuve esa experiencia a nivel profesional, pero sí me ha pasado algunas veces que los tales aprovecharon todo el asesoramiento gratis que pudieron obtener, obviamente sin valorar los años de preparación que uno necesitó.

Bueno, ¿de qué nos sorprendemos? Eso está escrito en la Biblia y lo podemos leer en el primero de los libros del Nuevo Testamento en ser redactado y el más parecido a los escritos de sabiduría del Antiguo. La Palabra de Dios no solamente nos deja el camino de la salvación, sino que también nos ayuda a transitarlo de la manera más fácil posible, y aquí tenemos un consejo muy útil.

Obviamente, los “ricos” por tener muchos recursos y empresas, son los que están en contacto con más gente y tienen más posibilidad de influir. Aunque siempre “pocos” en número, su influencia es muy grande y todos nos encontraremos con ellos en algunos momentos, o en muchos. Aclaremos que “ricos” es un concepto relativo al nivel de vida del que lo está mirando, y de hecho unos cuantos que son considerados como “ricos” por los más pobres en realidad “apenas juegan” (los otros ni siquiera participan).

Como sea, los “ricos” se relacionan con muchos “pobres”, que son más pobres que ellos aunque en realidad pueden ser considerados “ricos” por los más pobres. Y en esa relación existen unas cuantas mañas por demás de comunes, y una de ellas es la que menciona Santiago, el hermano del Señor. Esto puede pasar como una de las tantísimas injusticias de nuestro mundo, imposible en la práctica de ocuparnos de todas. Sin embargo, si está escrita en la Palabra, merece que le prestemos atención.

Para un “rico” un empleado o contratado es simplemente “uno más”, un número de una larga lista que puede pasar por alto sin mayores problemas (dependiendo de cuán fuerte sea el gremio que lo proteja o las leyes del país, si es que hay gremio y hay leyes, claro). Pero para el obrero o profesional contratado en cuestión, perder ese dinero luego de haber invertido tiempo trabajando, es mucho y tiene importantes consecuencias para su economía.

Por eso, retomando lo que Dios muchas veces dijo ya en el Antiguo Testamento, Santiago resume:

Santiago 5:5 RVC
5 Aquí en la tierra, ustedes han vivido rodeados de placeres, y lo único que han logrado es engordar para el día de la matanza.

No quiero recargar las tintas sobre el tema de “los ricos”, que es uno de los “lugares comunes” de los latinoamericanos: los pobres son buenos por ser pobres y los ricos son malos por ser ricos. Muchas veces los mismos cristianos repiten de alguna manera eso sin recordar que la Palabra dice:

Romanos 3:10-12 RVC
10 Como está escrito: «¡No hay ni uno solo que sea justo!
11 No hay quien entienda; no hay quien busque a Dios.
12 Todos se desviaron, a una se han corrompido. No hay quien haga lo bueno, ¡no hay ni siquiera uno!

La diferencia, claro, radica en que la maldad del pobre generalmente no afecta a muchos mientras que la maldad del rico generalmente sí afecta a muchos. Pero concentrémonos en nuestro lugar como “pobres”, aquellos que podemos estar en una relación contractual con los ricos. Simplemente, necesitamos tener discernimiento para eso también, no entusiasmarnos con un buen trabajo, por más que lo necesitemos, con una solución “milagrosa” que apareció cuando más la necesitábamos, algo que parece “una respuesta de Dios”.

Necesitamos también estar alertas en oración para saber hasta dónde avanzar en una relación laboral, aún cuando cortarla implique incertidumbre laboral.

Como dije más arriba, el impacto en la práctica de haber trabajado mucho tiempo para algo que luego no se cobrará, cuando realmente necesitamos el dinero, es muy grande y puede producir serios trastornos en nuestra vida y familias. Vivimos en épocas complicadas y no debemos suponer que esta “maña” va a disminuir, por más que haya leyes y sindicatos.

Los “ricos” que cumplen con sus compromisos, respetan las leyes contractuales y son honestos en sus relaciones, no son comunes y merecen ser valorados.

Santiago 5:1-6 RVC
1 Ahora, ustedes los ricos, escuchen con cuidado. ¡Lloren a voz en cuello por las calamidades que les sobrevendrán!
2 Sus riquezas están podridas, y sus ropas están carcomidas por la polilla.
3 Su oro y su plata están llenos de moho, y ese mismo moho los acusará, y los consumirá como el fuego. Ustedes acumulan riquezas, ¡hasta en los últimos tiempos!
4 Pero claman contra ustedes los sueldos que, con engaños, no han pagado a los que trabajaron levantando sus cosechas. ¡Y el clamor de esos trabajadores ha llegado a los oídos del Señor de los ejércitos!
5 Aquí en la tierra, ustedes han vivido rodeados de placeres, y lo único que han logrado es engordar para el día de la matanza.
6 A la gente honrada la han condenado a morir, sin que ellos pudieran defenderse.

Dijimos que ni los pobres son buenos por ser pobres ni los ricos malos por ser ricos, pero la realidad es que los opresores históricamente y en el presente son los ricos, aunque “los pobres” cuando toman el poder pueden ser igual de opresores (en realidad cuando llegan a ese lugar normalmente “se vuelven ricos”). Y también históricamente y en el presente resulta “políticamente poco conveniente” hablar en contra de los ricos, excepto en ámbitos donde el “discurso revolucionario” resulta relativamente inocuo. Como sea, siempre hay “algún rico” o poderoso contra el cual “no se habla” en determinado lugar, siempre “se hace la vista gorda” hacia alguno. Pero Santiago habla a “los ricos”, diríamos “los ricos opresores”. Para ellos el juicio está determinado porque el “Dios del Antiguo Testamento”, que se ocupaba por los pobres y la justicia social, no es diferente al “Dios del Nuevo Testamento”, que parece ser más “individualista”.

Sólo recordemos una cosa:

Santiago 5:7-9 RVC
7 Pero ustedes, hermanos, tengan paciencia hasta la venida del Señor. Fíjense en el labrador, cómo espera el preciado fruto de la tierra, y cómo aguarda con paciencia a que lleguen las lluvias tempranas y tardías.
8 También ustedes, tengan paciencia y manténganse firmes, que ya está cerca la venida del Señor.
9 Hermanos, no se quejen unos de otros, para que no sean condenados. ¡Vean que el juez ya está a la puerta!

La justicia perfecta no la traeremos nosotros en este tiempo, pero viene el tiempo, pronto, cuando será establecida.

Mientras tanto, seamos prudentes en nuestras relaciones laborales.


Danilo Sorti




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