miércoles, 16 de mayo de 2018

491. El Sermón del Monte – III Bienaventurados los juzgados y aprobados


Isaías 40:10 RVC
10 ¡Miren! Dios el Señor viene con poder, y su brazo dominará. ¡Miren! Ya trae con él su recompensa; ya le precede el galardón.

Dios viene con Su galardón, eso es lo que empiezan diciendo las Bienaventuranzas: el Señor se sentó a juzgar y ha decidido traer Su recompensa, aunque no sería todavía política como esperaban.

¿Qué significa el 9 y qué es una “bienaventuranza”? ¿Qué nos dice el Espíritu a través de eso y qué podemos esperar?


a)     El nueve

En lo que sigue estoy haciendo un resumen de la página de God’s Kingdom Ministries, en la sección sobre el significado bíblico de los números, referido al número nueve (https://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/books/the-biblical-meaning-of-numbers/chapter-2-numbers-1-10/).

“El número nueve habla de la ‘visitación’ de Dios. Este es un hebraísmo que representa a Dios como un investigador ‘visitando’ a una persona, ciudad o nación para analizar los corazones, reunir evidencia y ‘ver’ de primera mano, por así decirlo, la verdad de un asunto. Es muy parecido a un caso judicial divino donde la evidencia se descubre y se presenta al juez para su juicio.”

Lucas 19:43-44 RVC
43 Porque van a venir sobre ti días, cuando tus enemigos levantarán un cerco a tu alrededor, y te sitiarán.
44 Y te destruirán por completo, a ti y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no te diste cuenta del momento en que Dios vino a visitarte.»

Para los creyentes tiene una connotación positiva, en cuanto Dios los visita para liberar o salvar. Sin embargo, para los incrédulos es algo negativo, porque son visitados para juicio. Uno de los roles de Jesús fue el de “inspeccionar” el fruto que Israel estaba dando, como también Juan lo preanunció:

Mateo 3:10 RVC
10 El hacha ya está lista para derribar de raíz a los árboles; por tanto, todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado en el fuego.

Mateo 7:19 RVC
19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.

Pero esta visitación sirvió también para “escribir” la ley de Dios en el corazón de Sus discípulos y alinearlos a la voluntad de Dios, por lo que esta visitación también fue para salvación y bendición.

Jesús cumplió la función de “abogado” mientras estuvo en esta Tierra, pero al irse dejó al Espíritu Santo:

Juan 14:16 RVC
16 Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Consolador, para que esté con ustedes para siempre:

Juan 16:7-11 DHH
7 Pero les digo la verdad: es mejor para ustedes que yo me vaya. Porque si no me voy, el Defensor no vendrá para estar con ustedes; pero si me voy, yo se lo enviaré.
8 Cuando él venga, mostrará claramente a la gente del mundo quién es pecador, quién es inocente, y quién recibe el juicio de Dios.
9 Quién es pecador: el que no cree en mí;
10 quién es inocente: yo, que voy al Padre, y ustedes ya no me verán;
11 quién recibe el juicio de Dios: el que gobierna este mundo, que ya ha sido condenado.

En el versículo 8 se usa un verbo griego que significa “condenar” o “juzgar” de acuerdo a las evidencias reunidas durante la investigación. Para el mundo esta evidencia los convencerá de pecado, pero para los creyentes será una prueba de rectitud.

Jesús juzgó a la gente de su tiempo y los pocos que lo aceptaron recibieron la promesa de otro Consolador, que al venir en Pentecostés daría inicio al tiempo de visitación de la Era Pentecostal, que concluirá con la segunda venida de Cristo.

Para aquellos pecadores condenados por la Ley, el Espíritu Santo representa el abogado que los lleva hacia la liberación mediante Cristo, es el que lo presenta claramente y el que guía a los arrepentidos, y cuando atraviesan la Puerta, es también quien sigue operando la santificación, esto es, que seamos progresivamente transformados en “justos” al purificarnos de nuestras malas obras.

Los frutos del Espíritu son nueve y nos muestran la evidencia del cambio de carácter en los que están siendo santificados.

En 1 Corintios 12:8-10 se habla de nueve dones “del Espíritu”, que son las operaciones de poder distribuidas a los creyentes, herramientas sobrenaturales que sirven para dar testimonio a los incrédulos y llevarlos a los pies de Cristo, y para perfeccionar a los creyentes.

“El juicio del Espíritu Santo tiene un efecto diferente sobre los creyentes y los incrédulos. Puede condenar o liberar. Pero su objetivo principal es exponer la evidencia … El Consolador es el Abogado de un creyente pero testifica como un testigo contra el incrédulo.”

La novena vez que aparece el nombre de Abraham se encuentra en Génesis 17:24

Génesis 17:24 RVC
24 Abrahán tenía noventa y nueve años de edad cuando circuncidó la carne de su prepucio.

“Así como Abraham tuvo que recibir la circuncisión corporal para dar a luz al hijo de la promesa, así también debemos recibir la circuncisión del corazón para traer a luz nuestra promesa de hijo: el Hijo varón, Cristo en ti, el Heredero de la Promesa. La razón por la que Abraham tuvo que esperar hasta que cumplió 99 años fue porque el 99 indica estar de acuerdo con Dios. El valor numérico de la palabra hebrea amén es precisamente 99. Los hombres dicen "amén" para indicar que están de acuerdo con lo que se ha dicho o hecho.”

El número nueve “representa el juicio y el trabajo del Espíritu Santo en nuestras vidas para llevarnos a un completo acuerdo con Dios. Cuando toda la creación llega a un acuerdo, las cuatro criaturas vivientes dicen "¡Amén!" (Ap. 5:14). “

“El "bautismo de fuego" del Espíritu Santo es la contrapartida de los últimos días al bautismo en agua en los días de Noé. La principal diferencia es que el agua destruyó toda carne, mientras que el bautismo de fuego del Espíritu destruye "la carne", es decir, la carnalidad en el hombre. El agua mató en los días de Noé; pero el fuego de Dios trae vida. Cada uno representa el Espíritu de diferentes maneras, porque cada uno condena al mundo del pecado y la justicia de una manera diferente.”

“El "fuego" puede ser doloroso para nuestra carne, pero da vida a nuestro espíritu. El propósito de la obra de juicio del Espíritu Santo, entonces, es llevar a todos los hombres al arrepentimiento.”

Retomando el tema de las bienaventuranzas, el hecho de ser nueve y cómo fueron dichas indican, entre otras cosas, el trabajo que estuvo haciendo el Espíritu en esos oyentes, y el trabajo que seguiría haciendo a partir de allí, que se manifestaría en hechos (lo cual es el “fruto” de la fe, como indica Santiago al decir que la fe está muerta si no va acompañada de obras), indican que Dios descendió a visitar a Sus santos y decidió que ya era el tiempo de que recibieran al Enviado, y que el tiempo de bendición y “bienaventuranza” había comenzado ya para los fieles.

El mensaje es, por tanto, pasado porque tenemos un juicio divino que dictaminó recompensa, presente (continuamente presente) porque todos los que estaban viviendo así ya merecían la recompensa que el Padre había determinado, y futuro en lo “temporal” y en lo escatológico, porque todos los que decidieran creer y vivir así se harían acreedores de las mismas recompensas, y porque cuando nuevamente Dios descendiera a visitar a Su Pueblo y pudiera comprobar la plenitud de los frutos del Espíritu que manifiestan las Bienaventuranzas, decidiría traer la Plenitud de Su Reino (tal como está profetizado).


b)    Las bienaventuranzas

“Bienaventurado”: μακάριος, makários; “supremamente bendecido; por extensión afortunado, bien librado” (Strong), “feliz, dichoso, afortunado” (Tuggy). El género literario de las bienaventuranzas, “macarismo”, está desarrollado en toda la Biblia y podemos encontrar alrededor de cien en ambos Testamentos.

El sentido es bastante claro, pero debemos entender que no siempre el “bienaventurado” es aquel a quien la vida le sonríe:

Job 5:17 RVC
17 »¡Dichoso aquél a quien Dios corrige! Así que agradece la corrección del Todopoderoso.

Proverbios 3:11-12 RVC
11 Hijo mío, no desdeñes la corrección del Señor; no te sientas mal cuando te reprenda.
12 El Señor corrige al que ama como lo hace el padre con su hijo amado.

Hebreos 12:5-6 RVC
5 y ya han olvidado la exhortación que como a hijos se les dirige: «Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda;
6 porque el Señor disciplina al que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.»

Precisamente estos “bienaventurados” que estaban escuchando el mensaje de Jesús no eran los “ganadores del modelo” socio político económico de aquel entonces (y poco ha cambiado en dos milenios…), pero lo eran porque Dios estaba trabajando con ellos. Desde esa perspectiva, todo el sufrimiento de muchos de nosotros y de nuestras naciones oprimidas cobra un nuevo sentido. Mientras que a los ricos la Biblia les dice:

Santiago 5:3-5 RVC
3 Su oro y su plata están llenos de moho, y ese mismo moho los acusará, y los consumirá como el fuego. Ustedes acumulan riquezas, ¡hasta en los últimos tiempos!
4 Pero claman contra ustedes los sueldos que, con engaños, no han pagado a los que trabajaron levantando sus cosechas. ¡Y el clamor de esos trabajadores ha llegado a los oídos del Señor de los ejércitos!
5 Aquí en la tierra, ustedes han vivido rodeados de placeres, y lo único que han logrado es engordar para el día de la matanza.

A los mansos, aquellos que no van a organizar una revolución armada ni revueltas ni protestas callejeras, el Señor les promete la Tierra como herencia.

Si con las bienaventuranzas estás esperando alguna bendición material, quizás te veas frustrado (al menos en parte). Pero si estás esperando una recompensa eterna, jamás serás desilusionado.

Las Bienaventuranzas son paradojas, no son lógicas desde el punto de vista humano, menos aún desde el punto de vista del “imperio”, que gobernaba en ese entonces, que deseaban ardientemente muchos judíos recuperar, y que había sido establecido por el oscuro Nimrod hacía ya muchos siglos. Son profundamente políticas y sociales porque van en contra del sistema establecido, pero son profundamente humanas y espirituales a la vez, por lo que es tan equivocado interpretarlas solo de una u otra forma; abarcan todas las dimensiones del quehacer de los hombres y mujeres.

¿Qué es lo que nos prometen? ¿A quiénes van dirigidas? ¿Cómo nos acomodamos a ellas? Lo charlaremos en un próximo artículo.


Danilo Sorti




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