miércoles, 16 de mayo de 2018

489. El Sermón del Monte – I ¡Consuelen a mi pueblo!


Isaías 40:1-2 RVC
1 El Dios de ustedes dice: «Consuelen a mi pueblo; ¡consuélenlo!
2 ¡Hablen al corazón de Jerusalén! ¡Díganle a voz en cuello que ya se ha cumplido su tiempo, que su pecado ya ha sido perdonado; que ya ha recibido de manos del Señor el doble por todos sus pecados.»

Mateo 5:1-2 RVC
1 Cuando Jesús vio a la multitud, subió al monte y se sentó. Entonces sus discípulos se le acercaron,
2 y él comenzó a enseñarles diciendo:

Pretender escribir algo “nuevo” sobre el Sermón del Monte es un verdadero problema, reservado solo para los más expertos teólogos, ¡hay tanto escrito ya! Pero lo bueno es que no necesariamente tenemos que decir “algo nuevo”, sino que podemos contar las verdades eternas con las palabras de hoy, y eso le facilita al Espíritu Santo “hacer viva” Su Palabra para los hombres y mujeres del presente. Que el Señor nos dé la gracia para eso.


a)     Isaías y los libros de la Biblia

Hace un tiempo escuché que los capítulos de Isaías pueden ser un “paralelo” con los libros de la Biblia: hay 66 libros e Isaías tiene la misma cantidad de capítulos. El libro de Mateo es el número 40, precisamente el capítulo de Isaías que marca un cambio radical en el libro, ¡oh casualidad…? Al presente no he analizado en detalle los otros capítulos, pero lo cierto es que aquí tenemos un paralelo evidente.

Isaías 40 anuncia el tiempo de consuelo y de perdón, el mismo tiempo que Jesús vino a traer sobre la Tierra, con sus hechos y con sus enseñanzas, que Mateo se encarga de mostrar ordenadamente en 5 “sermones” principales, siendo el primero el más largo y el más conocido y “apreciado” por los cristianos.

b)    ¿“Leyes” que traen consuelo y libertad?

Ahora bien, ¿por qué relaciono el pasaje de Isaías que habla de “consuelo” con las palabras de este sermón? Al fin y al cabo, una lectura rápida del mismo nos puede dejar la impresión de que se trata de un nuevo “sistema de leyes”, mejor que el anterior pero leyes al fin. En parte es cierto, pero una lectura un poco más profunda nos muestra que aquí tenemos mucho más que simplemente “un nuevo conjunto de leyes”; en esencia este mensaje reenfoca la vida espiritual de los oyentes y les quita la pesada carga que los religiosos de la época habían puesto sobre sus hombros, tema que Jesús desarrollará incisivamente en Mateo 23.

Esa carga no era tener que servir a Dios, ¡eso es un problema para los occidentales modernos, no para ellos! La carga consistía en servirlo mediante un sistema de mandamientos imposibles de sobrellevar, que en vez de liberar al hombre lo oprimían cada vez más, y lo dejaban frustrado ante un Dios extremadamente exigente, lejano e “incomprensivo” frente a las debilidades humanas. Frente a esa “caricatura” de Dios que habían hecho los religiosos de la época (y no podían hacer nada distinto porque en realidad no lo conocían), Jesús trae el consuelo de una piedad (una práctica religiosa) real, posible, deseable y agradable, junto con la revelación de un Dios “lógico”, que conoce la naturaleza humana y que no está interesado en ningún tipo de religiosidad ostentosa, sino en el corazón.

Eso constituía un tremendo consuelo para los oyentes, y también lo es para muchos cristianos hoy que están encarcelados en algún tipo de religiosidad similar. Digo “encarcelados” en una jaula con muchos barrotes, y cada uno de ellos es un concepto o práctica religiosa que quita la verdadera libertad en Dios y nos impide acercarnos a Su gracia y amor. Esos barrotes fueron puestos uno a uno, al principio pensando que servirían de protección y seguridad, pero cuando quisimos darnos cuenta se transformaron en una cárcel de la que ya no pudimos salir, porque hacia donde nos moviéramos estábamos encerrados. Pues bien, Jesús se encargó de limarlos uno a uno.

Isaías habla del perdón, y lo que estaba pasando en ese tiempo es que los judíos se encontraban afligidos por todos los sufrimientos que tenían como nación. Habían concluido que Dios estaba enojados con ellos y por lo tanto debían “guardar Torá” perfectamente para apaciguarlo; se habían olvidado de la gracia que les manifestó durante toda su historia y se habían concentrado en obedecer una Ley “imposible”. Pero el perdón había llegado, no un perdón indulgente, no un cambio nacional “porque sí”; sino porque estaba ya el verdadero Cordero.

Cuando Jesús ve a la multitud y sube al monte para enseñar, comienza a traer esa liberación que se consumaría con Su sacrificio. Repito, no tenemos aquí unas buenas enseñanzas que podamos tomar e intentar vivir APARTE del resto de la revelación de los Evangelios, debemos unir necesariamente todas estas palabras al Espíritu Santo para que sean vivas.

El monte es simbólico y también algo muy práctico. Simbólico porque recuerda el lugar donde Moisés recibió la Ley y desde donde Dios se le manifestaba, pero también práctico porque desde arriba Su voz podía ser adecuadamente oída. Esta conjunción de “espiritual y terrenal” es la que tendremos en todo el escrito.

Cuando Jesús se puso en la posición de enseñar, “sus discípulos se le acercaron”, es decir, entendieron lo que estaba por pasar y fueron a buscar el alimento. Así también debemos hacer nosotros, cuando “Dios está por hablar”, ¡allí debemos estar! Porque Sus palabras son Vida, son más que simples sonidos con significado. Pero también Jesús había visto la necesidad de la multitud, y no pudo dejar de responder a ella. Cuando hay una necesidad grande, Jesucristo está involucrado con ella, ¡tampoco podemos desoír Su llamado!

c)     El amor de Dios revelado a través de una “nueva” ley

Mateo es el Evangelio más “judío” de los cuatro y no por casualidad fue puesto primero, ya que “conecta” muy bien la cultural, la forma de pensar y las esperanzas de Israel con lo nuevo que el Espíritu estaba comenzando. Desde esa perspectiva, lo más “entendible” para aquellos judíos era una enseñanza en el “formato de Ley”, tal como habían sido enseñados. Jesús les habló en este primer discurso de esa forma, aunque los que siguieron no tuvieron exactamente el mismo estilo.

Pero a través de una forma “vieja” trajo nuevas palabras, y resulta interesante “entresacar” esas expresiones que a veces “se nos pierden” cuando leemos de corrido el texto y, acostumbrados a leyes, nos hace pensar que tenemos nada más que otra ley:

·         “Bienaventurados”
·         “Gócense y alégrense”
·         “Ustedes son”
·         “he venido… para cumplir”
·         “Ustedes han oído… pero yo les digo”
·         “Pero yo les digo: Amen…”
·         “sean ustedes … como su Padre”
·         “Cuidado con hacer … sólo para que la gente los vea”
·         “No se preocupen por”
·         “¿Por qué … y no …”
·         “Pidan … busquen … llamen..”
·         “eso mismo hagan ustedes con ellos”
·         “Cuídense de…”

Aquí tenemos varias cosas. Por un Jesús empieza con expresiones propiamente de consuelo y regocijo, no de obligaciones sino de bendiciones, una ley no empieza así, ni tampoco son así las leyes y mandatos que inventamos nosotros. “Ustedes son” puede pasar desapercibida pero está dando identidad a un pueblo cuya identidad estaba en crisis, amenazada desde afuera y desde adentro. Esto es algo de lo más básico para cualquier persona, es constitutivo: la identidad asumida (sea o no consciente) determinará nuestras actitudes y nuestro “guión” entre los otros, y esto vale tanto para individuos como para naciones.

“He venido… para cumplir” es otra declaración fantástica: Jesús no está poniendo aquí ninguna carga, les está diciendo lo que Él va a hacer, la perfecta justicia que ellos anhelaban en Israel. Por otro lado los conecta con lo que ellos ya conocían y amaban: las enseñanzas de Moisés y los profetas, lo que les daba identidad y seguridad, que no sería “quitado”.

“Pero yo les digo” es otra expresión repetida y que los invitaba a reflexionar sobre prácticas religiosas aceptadas pero erróneas. “¿Por qué … y no …” tiene el mismo sentido: los invita a reflexionar, a pensar, no se trata de una lista de mandatos a la que no se le encuentra mucho sentido; Jesús invita durante todo el mensaje a que los oyentes piensen, y a través de esa acción, los dignifica y les da identidad: no son simples ovejas que deben moverse adónde los lleve el pastor, son seres humanos, creados a imagen de Dios, que pueden razonar y entender lo que deben hacer.

“Cuidado con hacer … sólo para que la gente los vea” ilustra otro de los grandes temas de toda la sección: no se trata de una religiosidad de apariencias, sino del corazón; Dios no está interesado en lo externo. Con esto quitaba una pesada piedra de sus hombros, especialmente de aquellos que no podían cumplir con los ritos que les exigían. Hoy tenemos nuevos ritos y reglamentos, que también constituyen una carga pesada para algunos, especialmente los más pobres (al igual que entonces). Y hoy también es necesario volver sobre este mensaje en unas cuantas iglesias donde la frase “Dios mira el corazón y no la apariencia” se ha convertido en un latiguillo para vivir vidas pecaminosas “en lo externo” que en realidad reflejan un corazón igualmente pecador.


d)    Para uno y para todos

La Ley mosaica fue dada a Israel, era la “constitución nacional”, pero también fue dada a cada individuo; un breve análisis nos deja en claro que servía para ambos niveles, aunque también encontramos mandatos específicos para individuos, para autoridades y para la sociedad como un todo.

El Sermón del Monte ha sido interpretado históricamente desde un enfoque individual… bueno, en realidad, ha sido interpretado así por la teología que nos llegó desde el Norte, bien en consonancia con su propia cosmovisión individualista. No seamos tan duros; por supuesto que todo el mensaje se aplica a individuos, no es algo que “el otro” debe hacer, ¡yo tengo que hacerlo! No hay nada allí que no pueda y deba ser cumplido por el individuo.

Pero si nos quedamos con ese enfoque, ¿qué hacemos con todas las expresiones en plural que utiliza Jesús? En el texto de los capítulos 5 a 7, tal como lo leemos en la Versión Reina Valera Contemporánea, aparece 45 veces la palabra “ustedes”; todo el relato está dirigido a la comunidad, sea usando verbos en plural o usando el singular que en el contexto equivale a un plural. Las instrucciones de Jesús corresponden tanto para el individuo como para la comunidad que forman esos individuos. Es más, muchas de ellas tienen que ver precisamente con la vida en comunidad.

¿Es esto una  “constitución nacional” en el sentido de establecer cómo se organizaría funcionalmente un país? No, pero es la enunciación de los principios de vida que deberían regir cualquier nación que decidiera conformarse a la voluntad divina.

Por tanto, no podemos separar arbitrariamente estas normas de las leyes que deberían regir una comunidad o incluso una nación, o todo el mundo, según el diseño divino.


e)     Resumiendo

Se ha dicho que el Sermón del Monte es la fórmula pare tener un equilibrio mental y emocional perfecto, y lo creo. En cierto sentido, resume las enseñanzas del Señor en relación con la vida en comunidad y hacia Dios.

Pero es también una unidad, no una simple colección de buenos consejos; y tiene una autoridad que va más allá de las personas individualmente. Está ubicado al principio del Nuevo Testamento, y el Espíritu Santo no hace nada “por casualidad”; constituye una “piedra básica” de toda enseñanza cristiana, y por ello, es necesario volver cada tanto a él.

Concluyamos este artículo diciendo que no se trata de una mera exposición de leyes, y que no podemos pretender vivir lo que dice allí sin el poder para hacerlo, que Jesús revelaría tiempo después a Sus discípulos.


Danilo Sorti




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