miércoles, 16 de mayo de 2018

485. El número 2 y varias cosas “dobles” en Argentina


Mateo 12:25 RVC
25 Pero Jesús, que sabía lo que ellos pensaban, les dijo: «Todo reino dividido internamente acaba en la ruina. No hay casa o ciudad que permanezca, si internamente está dividida.

El “2” ha sido considerado generalmente en el ambiente evangélico como el número de la “división”, y por ello ha estado cargando un “estigma negativo”; se supone que no tiene que haber 2 sino 1, por lo que, aplicando una lógica muy simple, procuramos acallar y aplastar al “segundo” en discordia para que en nuestras iglesias solo haya “una” voz… humana, claro, y lo justificamos diciendo que no debe haber una “di-visión” (dos visiones) sino “una”. Pero no seamos tan críticos, es el espíritu de Argentina.

La división en el género humano es tan antigua como la rebelión de Adán; de ahí nacen todas las divisiones que afectan a las personas y a las naciones, desde la división en el mismo interior del hombre hasta las divisiones entre bloques de naciones y civilizaciones.

También es claro que una nación no se pude construir si está dividida, por lo que los países que han prosperado finalmente han llegado a una forma de unidad, sea porque un grupo disidente fue eliminado, sea porque un sector logra dominar o seducir al otro, sea porque se llega a un acuerdo, sea porque un poder extranjero se impone. Para bien o para mal, para todos o para algunos, sólo así se puede realizar un proyecto de país. Pero eso no ocurre en Argentina, o al menos, no durante mucho tiempo.

La historia argentina puede entenderse como una lucha de sectores, “dos” y no tres o cuatro, aunque sin desconocer las grandes heterogeneidades internas. En esa lucha uno puede imponerse al otro durante un tiempo o bloquear con mayor o menor éxito su proyecto, pero en todo caso, sin llegar a un acuerdo. La vida argentina, tanto en la política como en la sociedad, es vista como un partido de fútbol (visceral pasión argentina, por cierto) en el cual NO PUEDE HABER EMPATE, no hay acuerdo en la mente de la mayoría, es ganar o perder, y si se pierde es solo hasta la próxima oportunidad. Pero la realidad es que en política se habla que existe un “empate técnico” perpetuo en la nación.

Desde un punto de vista sigue siendo una nación muy inmadura, sin capacidad para lograr acuerdos, ¿por qué? Porque no se quiere “repartir la torta”, porque se está demasiado convencido de lo que se cree, porque el otro es visto como un enemigo infrahumano, que encarna todo el mal que existe sobre la Tierra y sus alrededores, porque hay una estructura de pensamiento todavía adolescente (“blanco o negro”), porque no se sabe realmente ni de lo que se habla (también muy propio argentino) ni menos aún como concordar, porque a determinados poderes políticos y sociales les resulta muy conveniente polarizar a la sociedad y porque así ha sido el diseño de la élite sobre la nación.

Si “profetizamos” división y polarización en la sociedad, ¡es imposible que nos equivoquemos! Normalmente los profetas nunca hablan de eso, más bien dicen otras cosas muy bonitas, pero no hay que desconocer las iniquidades constitutivas de la nación.

Sin embargo, Argentina no se ha dividido territorialmente; hubo un tiempo en que Buenos Aires estaba separada del resto, pero luego fue incorporada (no porque así lo quisiera, aclaremos), pero de ahí en más no ha habido ninguna amenaza seria de división territorial, ni siquiera en los tiempos más difíciles de la crisis del 2001. ¿Cómo se entiende eso? Mi interpretación es que Argentina debe mirarse como “dos hermanos” que se pelean continuamente (los que tienen hermanos o varios hijos saben a lo que me refiero) pero que se necesitan. Y la verdad que escuchando a lo largo de los años a los críticos del gobierno de turno me entra la duda sobre qué tema de conversación tendrían si no fuera así; en Argentina el hecho de “derrotar y destruir” al enemigo es el principal motivo de vida de mucha gente, y es fácil darse cuenta porque es su principal tema de conversación. ¡Necesitamos un enemigo interno!

Esto resultaría no solo ridículo sino cómico, si es que no fuera que cada tanto la polarización estalla en violencia entre determinados grupos, relativamente pequeños, pero con capacidad de causar daño.

Esta es una de las razones por las cuales considero que “Gualicho y Chachao”, como vimos en un artículo anterior, es uno de los más importantes, sino el principal, de los espíritus regentes del país. Bíblicamente podemos llamarlo “el espíritu de Caín”, o el principado de división o discordia.

Esta es la faceta negativa del “2” y no hace falta hablar mucho porque la vemos por todos lados. ¡Pero Dios no creó al “2” de esa forma! (¿o alguien piensa que los números no son creación de Dios?). Argentina está marcada por el 2 y eso tiene implicancias divinas muy importantes.

Joseph Seiss desarrolló allá por 1882 un análisis muy interesando sobre el zodíaco (The Gospel in the Stars, disponible en la Web) mostrando como los doce signos y sus decanos son en realidad una de las primeras profecías que el Espíritu dejó a la humanidad, antes de que se escribiera la Biblia, de la obra del Mesías, pasada, presente y futura para nosotros aunque toda futura para ellos. Por supuesto, después Satanás se encargó de tergiversar y rodear con errores la revelación original, pero lo cierto es que si no hubiera “nada” de Dios en el significado de los signos Satanás no podría usarlo hoy, ¡él no es creador, solo puede pervertir lo que el Único Creador ha hecho! Hoy entendemos que nada de lo que hace Satanás sobre esta tierra es “invento” de él sino corrupción de principios que Dios ha establecido.

No voy a asumir toda la construcción actual en relación con el zodíaco y el horóscopo ni mucho menos, simplemente voy a considerar que, dado que las estrellas y los signos son señales puestas por Dios en la más temprana antigüedad de nuestra civilización, aquello que “nazca” bajo determinado signo estará reflejando esa faceta de la obra de Cristo.

Yo sé que muchos pueden estar en desacuerdo con esto, pero veamos algo interesante; el 25 de mayo corresponde al signo de Géminis, que en su sentido original (estoy siguiendo a Joseph Seiss aquí) representa a dos hermanos o, más probablemente, un matrimonio, hombre y mujer, simbolizando la unión de Cristo con Su Iglesia que se consumará todavía en el futuro. De nuevo el 2, dos que son “iguales” aunque distintos y que explica por qué en Argentina históricamente ninguna corriente pudo “eliminar” a la otra, que pueden enojarse terriblemente, pero porque se necesitan y uno no cumple las expectativas del otro. Pero más que nada, estos “dos” están llamados a representar la unión de Cristo con Su Pueblo, de la misma forma que el matrimonio es la imagen más cercana que existe en la Tierra de la unión del hombre con Dios, de Cristo con la Iglesia. Pero así como el matrimonio sufre una terrible crisis, estos “dos” del espíritu argentino han vivido casi siempre en crisis, abusando el uno del otro según han podido.

El decano correspondiente para el 25 de mayo (es una especie de “signo menor”, son tres para cada signo) es conocido como La Liebre, pero en los zodíacos persa y egipcio es una serpiente bajo los pies de Orión, o atrapada por un águila, y representa al enemigo capturado, lo que ocurrirá en la segunda venida de Cristo.

Si realmente esto encierra significado y propósito para el país tenemos algo maravilloso aquí, y si leemos la historia “al revés” deberemos reconocer que hay mucho de razón: la unión entre los dos ha sido pervertida y el Enemigo se ha enseñoreado como ha querido, aplastando y no siendo aplastado. Y aunque esta realidad es en cierto sentido común a todos, creo que es algo que específicamente Dios quiere mostrar a través de Argentina.

Pero el 25 de mayo de 1810 no fue el “único” nacimiento de Argentina, en realidad tenemos dos: también el 9 de julio de 1816. Y el Acta de la Independencia fue modificada el 19 de julio. ¡así que hay “dos” actas!

Y si queremos un poco más de zodíaco, el 9 de julio es cáncer, el cangrejo, que significa cambio y renovación periódica (tal como muda su caparazón y tal como ilustran los ciclos sobre la nación) y finalmente la posesión prometida, también apuntando hacia el futuro cuando venga Cristo. El decano correspondiente es Osa Mayor, que antiguamente era el Gran Redil, ¡y ya sabemos lo que esto significa en las palabras de Cristo!

La tierra llamada a representar el matrimonio celestial es también la tierra llamada a representar la nueva Tierra, el nuevo Pueblo de Dios, todavía en el futuro.

Apocalipsis 21:2 RVC
2 Vi también que la ciudad santa, la nueva Jerusalén, descendía del cielo, de Dios, ataviada como una novia que se adorna para su esposo.

Dos también nos remite a cosas “dobles”. El Virreinato del Río de La Plata fue provisoriamente establecido por una cédula real el 1° de agosto de 1.776, pero fue el 27 de octubre de 1.777 cuando se dicta la cédula que lo establece definitivamente. La ciudad capital, Buenos Aires, fue fundada dos veces, una de las capitales provinciales y la séptima ciudad de gobierno en ser fundada, y donde ocurrió el primer intento de autogobierno, la ciudad de Santa Fe, también tuvo dos fundaciones. Algunos consideran que el 2001 fue un momento fundacional para la nación, una “refundación”. La Constitución nacional fue promulgada en 1859 para todas las provincias (que había entonces) menos Buenos Aires y en 1860 la incluyó, al ser derrotada. Y podemos seguir con la antinomia Buenos Aires – Interior, Unitarios – Federales, Peronismo – Radicalismo, Izquierda – Derecha, River – Boca, etcétera. Por ser un país nuevo, al igual que el resto de América, es una nación de “segundas oportunidades”.

Lo anterior puede ser anecdótico y no es exclusivo de Argentina, pero creo que refuerza la idea central y la extiende en cierto sentido a unos cuantos países de Sudamérica.

El “2” es división, pero es también “segunda oportunidad”, y también es compañía y testimonio.

Amós 3:3 RVC
3 ¿Andan dos juntos, si no están de acuerdo?

La historia argentina muestra que en efecto no estamos de acuerdo, pero ¿cuán grande es el poder que se desata en el acuerdo?

Eclesiastés 4:9-12 RVC
9 Dos son mejor que uno, porque sacan más provecho de sus afanes.
10 Si uno de ellos se tropieza, el otro lo levanta. ¡Pero ay de aquel que tropieza y no hay quien lo levante!
11 Si dos se acuestan juntos, mutuamente se calientan; pero uno solo no puede calentarse.
12 Uno solo puede ser vencido, pero dos presentan resistencia. El cordón de tres hilos no se rompe fácilmente.

Humanamente, hace a una sociedad casi indestructible. Y además:

Mateo 18:20 RVC
20 Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos.»

“Dos” en unidad permiten la presencia del Señor. Además:

2 Corintios 13:1b RVC
1 ... Todo asunto se resolverá por el testimonio de dos o tres testigos.

“Dos” en unidad son los testigos eficaces, ¿de qué? Del Evangelio, del Dios de la historia, no de un Dios filosófico o de bonitas palabras, sino de hechos. “Dos” son testigos de los hechos de un tercero, no son charlatanes inventores de cuentos. Ése es el Evangelio que hemos sido llamados a llevar al mundo.

Apocalipsis 11:3 RVC
3 Yo enviaré a dos testigos míos, vestidos de cilicio, a que profeticen durante mil doscientos sesenta días.»

Aunque este ministerio de los dos testigos aún permanece en el futuro, el principio que ilustran es válido al presente y especialmente en estos últimos tiempos: en unidad, somos llamados a testificar “vestidos de cilicio”, es decir, con lágrimas, humildad y apresuramiento, porque el juicio viene.

¿Todo este asunto del “dos” es una “profecía”? No exactamente, si entendemos como profecía la predicción del futuro. Simplemente es tratar de desentrañar los propósitos o diseños de Dios para la nación, y si actuamos en consonancia con ellos, Dios derramará Su bendición y Su protección, ésa es la “profecía” aquí.

Cómo lo que hemos tenido es división y discordia, como iglesia de la nación creo que debemos tomar esto muy en cuenta y aplicar un principio de ministerio que en realidad, para nosotros, es guerra espiritual y restauración: deberíamos desarrollar todas las actividades “de a dos”, lo cual no quiere decir que necesariamente haya “dos” sino más bien implicando personas diferentes, con visiones y pensamientos diferentes, es decir, ¡haciendo exactamente lo contrario a lo que ha ocurrido en nuestra nación desde sus orígenes!

En realidad casi que estoy “volviendo a inventar la rueda” con lo que digo, porque se trata de un principio bíblico bien básico y claramente detallado en el Nuevo Testamento; la enseñanza de los dones y del funcionamiento del Cuerpo de Cristo se refieren a ello, los equipos ministeriales que vemos lo ilustran. El “paso más allá” que nosotros deberíamos dar para que eso se constituya en un verdadero acto profético y de rompimiento espiritual, más allá del poder que la comunión de los santos libera por sí misma, es incluir en nuestros grupos ministeriales pensamientos y visiones divergentes DONDE UNA NO DOMINE A LA OTRA (¡y eso es casi un milagro en nuestras iglesias!... bueno, no “casi”… ¡lo es completamente!) sino que ambas se sometan al Señor, escuchen Su Voz, que necesariamente es UNA y cada uno aporte su visión, es decir, la parte que puede ver de la revelación del Señor.

Hay  muchas formas de unidad, y no se trata de que no haya acciones unidas en la iglesia de nuestra nación porque las hay y muchas, se trata de reforzar conscientemente este aspecto, rompiendo voluntariamente barreras humanas.

Por supuesto, también se hacen necesarios actos de arrepentimiento y reconciliación, aunque muchos cristianos todavía participan de este espíritu de división y no pueden hacerlo. Sin embargo, los que han podido vencerlo sí deberían. ¡Señor, ayudanos!

Danilo Sorti




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