Joel 1:9-15 RVC
9 En la casa del Señor ya no hay ofrendas ni
libaciones; los sacerdotes que sirven al Señor están de luto.
10 Los campos están asolados y de luto,
porque el trigo ha sido destruido. Mosto no hay, y el aceite se ha perdido.
11 »Ustedes, labradores y viñateros,
preocúpense por el trigo y la cebada, porque se han perdido las cosechas.
12 Las vides están secas; perecieron las
higueras y los granados, las palmeras y los manzanos; ¡secos están todos los
árboles del campo! Por eso no hay para nadie motivo de alegría.
13 »Ustedes los sacerdotes, ministros del
altar, ¡vístanse de luto y lloren! Vengan y duerman con el cilicio puesto,
ministros de mi Dios, porque en la casa de su Dios ya no hay ofrendas ni
libaciones.
14 Proclamen ayuno, convoquen a una asamblea;
congreguen en la casa del Señor su Dios a los ancianos y a todos los habitantes
de la tierra, e imploren su ayuda.
15 »¡Ay del día del Señor! Cercano está, y
viene como un día de destrucción de parte del Todopoderoso.
Joel 2:11-13 RVC
11 El Señor mismo da las órdenes al frente de
su ejército. Muy grandes son sus batallones, y fuertes son los que cumplen la
orden. ¡Grande y terrible es el día del Señor! ¿Quién podrá resistir?
12 Por eso, vuélvanse ya al Señor de todo
corazón, y con ayuno, lágrimas y lamentos. —Palabra del Señor.
13 Desgárrense el corazón, no los vestidos, y
vuélvanse al Señor su Dios, porque él es misericordioso y clemente, lento para
la ira y grande en misericordia, y le pesa castigar.
Joel 2 es un pasaje especialmente
escatológico, en el que podemos ver claramente los tres enfoques de la
profecía: el foco cercano, referido a situaciones que pasaron en el tiempo del
profeta, un foco “continuo”, referido a principios y eventos similares que se sucedieron
a lo largo del tiempo, y un foco todavía futuro, referido a hechos que, de
acuerdo a los mensajes proféticos que el Señor está dando, ocurrirán en los
tiempos inmediatamente después del arrebatamiento (según puedo entender).
Ahora estamos todavía en el “segundo foco”,
que se está haciendo cada vez más nítido porque los juicios del Señor son cada
vez más grandes sobre la Tierra. ¿Cómo enfrentamos estos tiempos?
La respuesta es: haciendo lo que fuimos
comisionados a hacer desde hace casi dos mil años: anunciar el Evangelio y
hacer discípulos en todas las naciones, completando la predicación del
Evangelio especialmente en los pueblos que no han oído. No hay otra comisión y
no la habrá mientras estemos en la Tierra.
Pero la realidad de los tiempos requiere
también algo “distinto”, no porque no se hiciera o no fuera importante antes,
sino porque no le prestábamos tanta atención. Así como la Israel de en medio de
los juicios de Joel era llamada a volverse al Señor de todo corazón, con ayuno,
lágrimas y lamentos, y así también lo será en el tiempo por venir, hoy somos
llamados como Iglesia a volvernos al Señor de todo corazón, a ayunar y
lamentar, por nosotros y por las naciones que se están hundiendo en el pecado y
el dolor.
Muchos de los que buscamos a Dios de todo
corazón todavía estamos bastante “contaminados” con la basura de un evangelio
exitista y “despreocupado”, que no está viendo la realidad de estos tiempos.
Todavía estamos más enfocados en la “conquista”, las estrategias, el servicio,
incluso en la proclamación del Mensaje, y todo eso es correcto y necesario,
pero junto con eso necesitamos la dimensión del “pathos” profético. Sí, hoy ya
es tiempo de recuperar el lamento y el dolor de los profetas de antaño, el
ayuno y la profundidad del dolor que ellos sentían por el pecado y la inminente
destrucción. ¡Oh Señor, danos una verdadera visión de la profundidad del pecado
y la maldad de este mundo que hiere Tu Corazón!
El juicio que se relata en los primeros
versículos del capítulo tiene que ver, originalmente, con una plaga de
langostas. Sin embargo, la descripción va más allá de simples langostas, y en
ello Joel ve proféticamente seres espirituales en el futuro, tal como luego se
mencionará en Apocalipsis. Precisamente porque estamos hablando de un juicio
que ocurre a nivel espiritual es que se hace necesario un profundo encuentro
con el Señor de los espíritus.
Joel 2:13-14 RVC
13 Desgárrense el corazón, no los vestidos, y
vuélvanse al Señor su Dios, porque él es misericordioso y clemente, lento para
la ira y grande en misericordia, y le pesa castigar.
14 Tal vez el Señor su Dios cambie de parecer
y deje bendiciones tras de sí, es decir, trigo y vino para que le presenten
ofrendas y libaciones.
Hay un juicio que es ya inevitable, y que así
fue escrito. Sin embargo, hay juicios que se están desatando sobre distintos
lugares de la Tierra que pueden ser evitados, o al menos, en los que puede
estar presente la mano de protección del Señor. Aquí tenemos siempre un
problema teológico, porque algunos enfatizan tanto en la justicia divina que
piensan que absolutamente nada de lo que diga el Señor puede ser evitado o
atemperado, mientras que otros enfatizan tanto en la misericordia que piensan
que al final el Señor va a cambiar de parecer. Ni los unos ni los otros “pueden
clamar y ayunar”, sin embargo eso es lo que manda el Señor a hacer.
Hay un programa que no va a retroceder sino
que se cumplirá en breve, pero hay muchos detalles que pueden ser distintos, y
ése es el espacio para el clamor. Es decir, no el clamor por la bendición
personal o los problemas familiares o de mi comunidad, sino de naciones y aún
de la humanidad.
Joel 2:15-17 RVC
15 ¡Toquen la trompeta en Sión! ¡Proclamen
ayuno! ¡Convoquen a una asamblea!
16 ¡Reúnan al pueblo y santifiquen la reunión!
¡Junten a los ancianos y a los niños de pecho! ¡Que salgan de la cámara nupcial
el novio y la novia!
17 Y ustedes los sacerdotes, ministros del
Señor, lloren entre la entrada y el altar, y digan: «Señor, ¡perdona a tu
pueblo! No los entregues al oprobio, ni dejes que las naciones los dominen! ¡No
permitas que entre los pueblos se diga que nuestro Dios nos ha abandonado!»
Éste es parte del clamor para esta hora. El
Espíritu nos está llamando a una práctica espiritual distinta a la que hemos
estado acostumbrados, es hora de llorar por los juicios que ya están viniendo y
de pedir misericordia para que más personas sean salvas y aún protegidas en
medio de ellos.
Nadie puede negar el caos que se está
desatando en el mundo; mejor dicho, nadie puede dejar de verlo si quiere, pero
en realidad SÍ lo puede “negar”. La actitud opuesta a la que el Señor nos llama
es:
Isaías 22:12-13 RVC
12 Ese día Dios, el Señor de los ejércitos,
los convocó al llanto y al lamento, a raparse el cabello y a vestirse de
cilicio;
13 pero ustedes prefirieron gozar y
divertirse, matar vacas y degollar ovejas, comer carne y beber vino. Y decían:
«Comamos y bebamos, que mañana moriremos.»
Y creo que unas cuantas iglesias están en esa
situación. ¿Se imagina alguien a alguno de los pastores más conocidos y
“mejores” (espiritualmente hablando) de nuestra ciudad convocando al ayuno y al
arrepentimiento, a una vigilia de oración y lamento por los juicios que se
están desatando sobre la Tierra?
El Espíritu anunció lo que habría de venir
desde hace miles de años, porque Él conoce el futuro, ¿pero no será, acaso, que
parte de ese futuro que nos mostró anticipadamente ocurrirá porque el Pueblo
Santo que habría de levantarse en ese tiempo no permanecería clamando en la
brecha como Él hubiera querido?
Danilo Sorti
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