Isaías 40:21-22 RV1995
21 ¿No sabéis? ¿No habéis oído?
¿No os lo han dicho desde el principio?
¿No habéis sido enseñados desde que la tierra
se fundó?
22 Él está sentado sobre el círculo de la
tierra,
cuyos moradores son como langostas;
él extiende los cielos como una cortina,
los despliega como una tienda para morar.
Al comienzo de la segunda sección del libro
el profeta se asombra grandemente de que su pueblo no haya sido enseñado en el
conocimiento más básico de Dios. En realidad esto tiene mucho de ironía;
imposible que no hayan sabido la autoridad del Creador sobre Su Creación. Esta
misma pregunta es la que hoy podemos hacerle a la sociedad contemporánea, que
al igual que aquella, sí fue enseñada pero decidió olvidarse.
Sin embargo, este pasaje sirve de
introducción para lo que diría más adelante:
Isaías 54:13 RV1995
13 Todos tus hijos serán enseñados por
Jehová,
y se multiplicará la paz de tus hijos.
Esta promesa, en su contexto original, puede
referirse a un tiempo futuro todavía, pero claramente tiene una aplicación para
el tiempo que inaugurará Jesucristo:
Juan 6:44-45 RV1995
44 Nadie puede venir a mí, si el Padre, que
me envió, no lo atrae; y yo lo resucitaré en el día final.
45 Escrito está en los Profetas: “Y todos
serán enseñados por Dios”. Así que, todo aquel que oye al Padre y aprende de
él, viene a mí.
Esta fue una profecía y se aplica a nosotros,
Isaías lo vio pero Jesús pudo hacer realidad al traernos el Espíritu Santo,
aunque desde siempre Dios lo hizo, porque en aquel tiempo presente pudo decir
“todo aquel que oye…”. Dios siempre estuvo hablando, pero ahora de manera más
accesible.
Efesios 4:20-21 RVC
20 Pero eso no lo aprendieron ustedes de
Cristo,
21 si es que en verdad oyeron su mensaje y
fueron enseñados por él, de acuerdo con la verdad que está en Jesús.
Y Juan pudo decir:
1 Juan 2:27 RVC
27 La unción que ustedes recibieron de él
permanece en ustedes, y no tienen necesidad de que nadie les enseñe. Así como
la unción misma les enseña todas las cosas, y es verdadera y no falsa,
permanezcan en él, tal y como él les ha enseñado.
Que está en sintonía con lo que, tiempo
atrás, había escrito Santiago:
Santiago 1:5 RVC
5 Si alguno de ustedes requiere de sabiduría,
pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios se la da a todos en abundancia y
sin hacer ningún reproche.
Antes que nada entendamos que esto es una
promesa firme para nosotros aquí y ahora: es una verdad profetizada en el
Antiguo Testamento, refrescada por Jesús y ampliada en las epístolas, el triple
fundamento que necesitamos para afirmar que algo es una doctrina que se aplica
al tiempo de la Iglesia.
Él nos instruye a través de Su Espíritu, y es
algo que hace, no se trata de una “posibilidad”, algo que podría suceder, no,
es algo que está perfectamente activo, y si no vivimos en esa realidad ahora es
porque no la estamos creyendo o no estamos escuchando Su voz, pero basta solo
con “sintonizar” adecuadamente para recibir la instrucción que tiene preparada
para nosotros, durante todo el tiempo que estemos dispuestos a escuchas (y
obedecer, claro).
Esto sirve tanto más hoy porque muchos pseudo
apóstoles han “recapturado” la autoridad de la revelación y han “recreado” el
sistema que durante siglos criticamos en la iglesia católica: poner su
autoridad (humana) por encima de la Palabra.
Es cierto que Dios ha dado dones y
ministerios para que seamos instruidos y edificados, eso significa que yo no
voy a “recibir toda” la revelación y eso pone un límite al uso exagerado que se
le puede dar a esta enseñanza, que en realidad está basado en el orgullo, al
pretender decir que “basta con que me siente a leer la Biblia y no necesito que
nadie me enseñe nada”.
Quizás lo más esclarecedor sea lo que
Jesucristo mismo dijo: “Así que, todo aquel que oye al Padre y aprende de él,
viene a mí.” Esto significa que esta revelación que está accesible para todo el
que busca, a lo menos, será suficiente para discernir a Cristo, para discernir
Sus palabras y Su enseñanza, es decir, para darnos cuenta de cuando es Él quien
habla, sea directamente a nuestro espíritu o sea a través de un hermano.
Para no caer en el error o el desánimo
necesitamos aferrarnos a esta promesa, porque necesitamos ser enseñados por Él
continuamente.
Las formulaciones teológicas inevitablemente
“fracasan”, en el sentido de que pretendiendo mostrar una verdad completa con
el tiempo se demuestran falsas en algunos de sus puntos. Por supuesto, no
fracasan en el sentido de que digan “puras mentiras” porque normalmente podemos
encontrar muchas cosas útiles en ellas, pero sí en su cuadro general. Eso le ha
pasado a las distintas corrientes teológicas que hemos recibido como iglesias
evangélicas desde fines del 1800 hasta ahora. Cada una dejó enseñanzas útiles y
visiones interesantes de Dios, pero todas “pasaron de moda”.
Mientras tanto, y sin desmerecer para nada la
tarea de maestros y teólogos ungidos por el Espíritu, Dios sigue hablando a
hombres y mujeres sencillos, con o sin estudios, en la ciudad y en el campo,
conocidos y desconocidos, que abren sus corazones a la revelación y reciben
entendimiento que luego “da vida”. Esa es la característica de la verdadera
revelación: no son bonitos desarrollos de palabras sino que producen vida en los
que las reciben, aunque sean muy “simples”.
Si todos son enseñados por Dios significa que
hay muchos recipientes que están recibiendo el Vino Nuevo, y por lo tanto éste
tomará muchas formas. Cuando “uno” es el (supuestamente) enseñado por Dios, la
revelación adquiere una sola “forma”, lo que normalmente han buscado y siguen
buscando todas las iglesias. El “todos” implica que necesariamente nos tenemos
que sentar a charlar unos con otros y que no puedo descartar lo que el otro
tiene porque algo Dios le dio a él, sino no diría “todos”.
El “enseñados”, como la palabra lo dice,
implica el proceso de enseñanza – aprendizaje, con todo lo que eso significa.
Notemos que aquí no está hablando de una “impartición automática de
conocimientos”, por lo tanto, si hay enseñanza, debemos aceptar ese proceso que
viene de la mano de Dios muchas veces a través de multitud de situaciones
“naturales” y personas. Es decir, estamos en un proceso, no pensemos que aquí
está hablando únicamente de una revelación automática, que también puede ser a
veces. Dios está en el proceso, obrando a través de él, a través de todas esas
vicisitudes, lo cual nos lleva a ver las situaciones cotidianas que atravesamos
con otros ojos. Bueno, esta puede ser la parte menos agradable de la promesa…
¿Hay tiempo para estudiar en seminarios?
¿Podremos encontrar capacitaciones puras en la Palabra del Espíritu? ¿Podemos
esperar el tiempo de los programas de discipulado y formación de líderes? No lo
sé, no voy decir que eso sea malo o que no haya que hacerlo aún en estos
últimos tiempos, pero una cosa NO PUEDE FALTAR: no debemos descuidar la promesa
que nos fue dada. Realmente creo que no hay tiempo para largos programas de
capacitación, es decir, no hay tiempo para ESPERAR A TERMINAR esos largos
programas, y en realidad creo que “nunca” lo hubo, es decir, que siempre estuvo
disponible alguna forma de ministerio para los santos fieles que podían
escuchar a Su Señor.
Como sea, nunca como ahora debemos tomar esta
promesa y aplicarla en la medida que terminamos la Gran Comisión en un mundo
cada vez más caótico y cambiante.
Danilo Sorti
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