Isaías 35:8 RVC
8 Allí habrá un camino empedrado, que será
llamado «Camino de Santidad». No pasará por allí nada impuro, porque Dios mismo
estará con ellos. Si alguien pasa por este camino, no se extraviará, por más
torpe que sea.
1 Juan 2:27 RVC
27 La unción que ustedes recibieron de él
permanece en ustedes, y no tienen necesidad de que nadie les enseñe. Así como
la unción misma les enseña todas las cosas, y es verdadera y no falsa,
permanezcan en él, tal y como él les ha enseñado.
Juan 6:45 RVC
45 En los profetas está escrito: “Y todos
serán enseñados por Dios.” Así que, todo aquel que ha oído al Padre, y ha
aprendido de él, viene a mí.
Aunque esta no sea la “fortaleza favorita” de
Leviatán, sigue siendo muy efectiva en amplios sectores de la población,
principalmente entre aquellos que no han tenido la oportunidad de tener una
educación formal o no han vivido en familias de determinado nivel cultural. Sin
embargo, puede ocurrir en cualquier persona en determinadas áreas de su
intelecto.
“Ya sé que definitivamente no lo voy a
aprender” significa una derrota, precisamente Leviatán derrotándonos, es decir:
“antes de ser humillado al tener que sentarme como aprendiz y que haya otro que
me enseñe mientras yo me esfuerzo y aprendo más lentamente que los otros,
prefiero refugiarme detrás de una respuesta más digna reconociendo mi
incapacidad”.
Seamos prudentes: no todas las personas
tienen la misma capacidad cognitiva, no todos han tenido una adecuada
alimentación y buenos estímulos de niños y jóvenes, existen una serie de
enfermedades que afectan directamente el funcionamiento del cerebro, o estados
de salud deteriorados que repercuten en él. Y finalmente, no todos tienen ni el
tiempo ni la formación académica para aprender CUALQUIER OTRO tipo de
conocimiento. Todas esas son limitaciones intelectuales que tenemos en esta
Tierra, por lo que es injusto ignorarlas.
Precisamente por eso de que existen y que en
alguna medida siempre hay alguna de ellas que nos afecta, es que le resulta por
demás de fácil a Leviatán usar esa excusa para EXTENDERLA hacia un área
cognitiva en la cual no se aplica.
Inevitablemente tenemos límites
intelectuales, pero Dios no ha perdido poder para obrar y no tiene dificultad
en expandir esos límites. ¿O acaso cómo entendemos el pasaje de Santiago?
Santiago 1:5 DHH
5 Si a alguno de ustedes le falta sabiduría,
pídasela a Dios, y él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin
hacer reproche alguno.
Hermanos, el cerebro humano no funciona como
una computadora. Ésta ya viene con una capacidad instalada, puede tener un
procesador de última generación y un disco enorme, pero ese es el límite. Puede
ser que nunca lo llenemos ni usemos el procesador a su máxima potencia, pero
más allá de esos límites seguro que nunca podremos hacerla funcionar.
El cerebro humano es plástico, hay conexiones
que se están formando y desarmando a cada momento, hay neuronas que mueren y
otras nacen, y muchos procesos más. Cada nuevo conocimiento no es SOLAMENTE
meter más información en un disco rígido, sino que necesariamente implica cambios
y “expansión” en el sistema cognitivo físico e intelectual de nuestro cerebro.
Es decir, nuestra mente “se expande”. Si Dios puede darnos sabiduría “sin
limitación” significa que tenemos una promesa de “continua expansión” mental.
Es decir, todo lo que necesitemos aprender, todo lo que Él quiera que sepamos,
lo podremos saber. Probablemente no seamos sabios con el conocimiento de este
siglo para que no nos envanezcamos, pero por cierto que todo lo que sea
necesario que sepamos, lo sabremos.
Pero el cerebro humano también “se contrae”.
Puedo vaciar el disco rígido de una computadora y queda tal cual es, no se
“achica” por eso. Pero no puedo “vaciar” el contenido de un cerebro y suponer
que se mantendrá igual. Bueno, de hecho no se “vacía”, pero por el desuso
muchas cosas se olvidan, lo cual físicamente significa que hay conexiones que
se están perdiendo y neuronas que quedan “dormidas”. Recuperar eso cuesta
trabajo luego.
“Definitivamente no lo voy a aprender” es la
máscara de “no quiero ser humillado ubicándome de nuevo en la posición de
alumno cabezadura”, “no quiero que los otros se den cuenta de mis dificultades
para aprender”… o “me da pereza hacer el esfuerzo”. En definitiva, buenos
argumentos de Leviatán para obstaculizar el aprendizaje, que suele ser el
primer paso para el cambio.
Aprender a veces implica soportar cierta
humillación; hay maestros que son bastante eficaces en eso, pero también hay
una parte de dicha humillación que es solo “psicológica”, es decir, Leviatán
nos la hace sentir sin que sea real (o totalmente real al menos).
Pero aprender implica luego ser confrontado
al cambio, reconocer que algo de lo que pensaba, hacía o decía estaba mal y
tengo que dejarlo y reconocer mi error, ¡eso tampoco le gusta a Leviatán!... ni
a nosotros. Implica ubicarme en un nuevo ámbito en el que voy a ser durante un
tiempo un “aprendiz”, sin privilegios ni reconocimiento de los otros. Repito,
esto no necesariamente es real, puede estar “simplemente” en nuestra mente,
pero es todo lo que a Leviatán no le gusta.
“Sé que definitivamente no lo voy a aprender”
puede ser reemplazado por “sé que en la gracia de Dios puedo hacer el esfuerzo
y lograrlo, aunque eso me ponga en una posición que a mí me parece inferior
durante un tiempo” o también por “sé que esto no lo voy a aprender ahora pero
más adelante sí”. Habrá un tiempo, eterno, en Su presencia, en el que podremos
estudiar y aprender todo lo que nos quedó pendiente aquí y muchas cosas más que
ni siquiera nos imaginamos ahora.
¡Señor, reconocemos que vos también podés
expandir nuestra mente!
Danilo Sorti
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