1 Corintios 1:22 RVC
22 Los judíos piden señales, y los griegos
van tras la sabiduría,
Cuando leemos el contexto en el que fue
escrito este pasaje podemos ver claramente que Pablo está hablando en contra de
la actitud de los judíos y griegos incrédulos; pero sin embargo, no está
propiamente hablando “en contra” de las señales ni de la sabiduría porque la
predicación apostólica estuvo llena de señales y de sabiduría divina aunque no
podría afirmar lo mismo de la nuestra…. Pero vamos por partes.
Jesucristo empezó su ministerio haciendo
señales, y de hecho lo “concluyó” con la más grande de todas: su propia
resurrección. El relato de Hechos está lleno de señales y claramente tenemos el
mandato de continuar con esas señales:
Marcos 16:15-18 RVC
15 Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y
prediquen el evangelio a toda criatura.
16 El que crea y sea bautizado, se salvará;
pero el que no crea, será condenado.
17 Y estas señales acompañarán a los que
crean: En mi nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas,
18 tomarán en sus manos serpientes, y si
beben algo venenoso, no les hará daño. Además, pondrán sus manos sobre los
enfermos, y éstos sanarán.»
El inicio de la historia de Israel como
nación fue marcado también con grandes y poderosas señales que hizo Dios de
mano de Moisés. Y estas no terminaron a lo largo de la historia, simplemente
ocurrieron cuando el Señor encontró la suficiente fe en algún hombre o mujer
como para realizarlas.
Las señales son una evidencia externa de una
realidad espiritual que “no vemos” con nuestros ojos naturales. Dios no acomoda
las señales a nuestro antojo:
Marcos 8:12-13 RVC
12 Lanzando un profundo suspiro, Jesús dijo:
«¿Por qué pide esta gente una señal? De cierto les digo que ninguna señal se le
concederá.»
13 Los dejó entonces, y volvió a entrar en la
barca para irse a la otra orilla.
Pero nunca deja a la gente sin ellas:
Mateo 12:39 RVC
39 Pero él les dijo: «La generación mala y
adúltera demanda una señal, pero no tendrán más señal que la del profeta Jonás.
¡Aún a los pecadores más endurecidos!
Los judíos estaban bien entrenados en el
asunto, y sabían que cualquier profeta verdadero debía presentarse con señales;
lo podían leer en su historia. Las señales son la evidencia de Dios Padre, en
su faceta de Creador de la naturaleza y por lo tanto, Soberano sobre ella. No
debemos menospreciarlas, son necesarias y son parte del testimonio que debemos
recibir y creer. Si no hay señales, no podemos decir que algo sea de Dios, pero
las señales, o mejor dicho, algo que se parece a señales también puede ser
falso:
Marcos 13:22 RVC
22 Porque surgirán falsos cristos y falsos
profetas, y harán señales y prodigios para engañar, de ser posible, incluso a
los elegidos.
Tenemos la sabiduría, que viene de la Palabra
de Dios. Los griegos no estaban tan preocupados por el mundo sensible como por
el mundo de las ideas, ellos juzgaban la veracidad o falsedad de algo de
acuerdo a la sabiduría que se expresara, es decir, de acuerdo a cuánto explicara
la realidad y cuán consistente internamente fuera el sistema de ideas. ¡Y claro
que no hay mayor sabiduría que La Palabra, Cristo, el Hijo de Dios!
Isaías 52:15 RVC
15 Muchas naciones se asombrarán de él. Los
reyes callarán al verlo, porque verán algo que nunca les fue contado, y
entenderán algo que jamás habían oído.
Este pasaje, que claramente alude a
Jesucristo, está diciendo que la gente más sabia de aquel entonces, los reyes,
parecerían niños ignorantes al escuchar la voz del Único Sabio.
Aunque el sistema del mundo ha hecho un muy
bien trabajo convenciendo a no creyentes y, especialmente, a creyentes de que
el Evangelio “no tiene sabiduría”, que es “para ignorantes”, la profundidad de
la sabiduría de vida que tienen sus aparentemente sencillas palabras es mayor
que las, también aparentemente, grandes frases de los grandes pensadores de la
humanidad.
¡Pero la sabiduría también es corruptible! Es
sumamente fácil enredarse en los vericuetos del razonamiento:
Romanos 1:21 DHH
21 Pues aunque han conocido a Dios, no lo han
honrado como a Dios ni le han dado gracias. Al contrario, han terminado
pensando puras tonterías, y su necia mente se ha quedado a oscuras.
Hoy tenemos sistemas filosóficos y de
conocimiento científico que son impresionantes y enormes “edificios” del
pensamiento, pero que al estar basados en unas pocas y falsas premisas
fundamentales, terminan siendo “impresionantes y enormes” tonterías. ¿De qué
sirve tanto trabajo, tanto “jugo de cerebro” invertido si los fundamentos son
incorrectos?
Las señales y la sabiduría son parte de la
manifestación del Trino Dios, cualquiera de ellas por sí sola bastaría para que
un corazón sincero pudiera encontrarlo, pero los sistemas de pensamiento humano
han llegado a corromper esas claras evidencias, y por eso Pablo pudo decir:
1 Corintios 1:22-24 RVC
22 Los judíos piden señales, y los griegos
van tras la sabiduría,
23 pero nosotros predicamos a Cristo
crucificado, que para los judíos es ciertamente un tropezadero, y para los no
judíos una locura,
24 pero para los llamados, tanto judíos como
griegos, Cristo es poder de Dios, y sabiduría de Dios.
Cristo crucificado y resucitado era un
tropiezo para los judíos, porque no podían negar que eso había ocurrido, pero
tampoco podían “encajarlo” en su sistema de creencias; las “señales” que ellos
estaban esperando eran las que ellos querían ver, cualquier señal que estuviera
“por fuera” necesariamente iba a ser interpretada de otra forma. No eran
honestos ni siquiera con su propia forma de pensamiento.
Pero la predicación cristiana no era un
mensaje “livianito y superfluo” (como muchos de los que escuchamos hoy) sino
palabras de profunda sabiduría… que no venían de un reconocido filósofo y
estaban en contra de lo que cualquier persona “humanamente” hubiera buscado,
por eso los griegos no pudieron reconocer la sabiduría que traían estos
predicadores de un “Dios crucificado”, ¡era una locura desde todos sus puntos
de vista! Ellos tampoco eran honestos con su propia forma de pensamiento.
Pero de entre ellos, los que creyeron y
recibieron con corazones abiertos las señales y la sabiduría que encerraba la
“locura de la predicación”, Cristo se transformó en el poder de Dios para
cambiar la realidad material y la sabiduría divina para explicar lo
incomprensible. Este poder de Dios y esta sabiduría revelada no es otra cosa
que Dios Espíritu viniendo y habitando en los corazones de los creyentes, y
aquí tenemos la definitiva revelación, la que ocurre en el interior de la
persona, en su espíritu.
Señales y sabiduría pueden ser el camino que
nos acerca, pero nadie entra sino por el Espíritu, y el sello del testimonio,
aquello que Dios Padre puede ver y reconocer como propio, y aquello que a
nosotros nos asegura en Quién hemos creído y qué es lo que somos, es el
Espíritu. De paso, digamos que Él también se ocupa de dar testimonio:
Juan 16:8 RVC
8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de
pecado, de justicia y de juicio.
Para el que es deshonesto, no ya con Dios,
sino consigo mismo, ni las señales, ni la sabiduría ni mucho menos el
testimonio del Espíritu al espíritu sirven de algo. Pero para los que hemos
creído, las señales, la sabiduría y el testimonio del poder del Espíritu son
las tres “patas” de nuestra fe; en la hora de la prueba, cuando todo alrededor
se desmorona, cuando se acaban todas las certezas, cuando Satanás viene a
tentarnos con todas sus fuerzas; son las señales, la sabiduría y el poder del
Espíritu las que nos sostendrán.
Danilo Sorti
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