Juan 1:46 RVC
46 Natanael le dijo: «¿Y de Nazaret puede
salir algo bueno?» Y le dijo Felipe: «Ven a ver.»
Estamos hablando de las diversas estrategias
que tiene Leviatán para obstaculizar o impedir el aprendizaje, más
específicamente, que podamos escuchar y aceptar las Buenas Nuevas y crecer
luego en la vida cristiana. Una de esas fortalezas es: “ya sé que no hay nada
bueno allí”, es decir, creer que sabemos que en tal lugar o de tal persona no
aprenderemos nada bueno.
También aquí hay que tener cuidado porque en
la Biblia encontramos varios mandatos de “huir”:
1 Timoteo 6:10-11 RVC
10 porque la raíz de todos los males es el
amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y
acabaron por experimentar muchos dolores.
11 Pero tú, hombre de Dios, huye de estas
cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la
mansedumbre.
2 Timoteo 2:22 RVC
22 Huye también de las pasiones juveniles, y
sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con aquellos que con un corazón
limpio invocan al Señor.
Proverbios 22:24-25 RVC
24 No tengas nada que ver con gente violenta,
ni te hagas amigo de gente agresiva,
25 para que no imites su conducta y tú mismo
te tiendas una trampa.
Y otros pasajes por el estilo.
Es decir; definitivamente debemos “huir” de
determinadas personas, situaciones y actitudes. ¡Allí no hay nada que podamos
aprender!
El problema radica cuando Leviatán nos manda
a “huir” de lo que él quiere que nos apartemos. Natanael estaba con ese
problema:
Juan 1:43-46 RVC
43 Al día siguiente, Jesús quiso ir a
Galilea, y halló a Felipe y le dijo: «Sígueme.»
44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de
Andrés y Pedro.
45 Y Felipe halló a Natanael y le dijo:
«Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, y también los
profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.»
46 Natanael le dijo: «¿Y de Nazaret puede
salir algo bueno?» Y le dijo Felipe: «Ven a ver.»
Nazaret no era un lugar con buena reputación
y no era lógico pensar que un profeta importante pudiera “salir” de allí. La
estructura de pensamiento era (y sigue siendo): “la gente con un mensaje
(enseñanza, habilidad, talento) importante se forma en tal y cual lugar, no en
tal otro”. Por lo tanto, cualquiera que venga de “tal otro” lugar NO PUEDE
tener un mensaje importante.
Puede haber buenas razones para suponer eso,
nadie dice lo contrario. Pero Dios hace como quiere, y no está obligado a
cumplir con nuestros razonamientos.
“Ya sé que no hay nada bueno allí” es casi lo
mismo que decir “ya sé qué es lo que tengo que aprender y de donde” pero al
revés, en realidad, cuando “definimos” quiénes son nuestros maestros
“autorizados” definimos casi automáticamente quienes no lo son. Y ¡oh
casualidad!, aquellos que no resultan ser los menos “prestigiosos” en nuestro
ámbito. Es decir, “si nos relacionan con ellos van a pensar que somos como
ellos, y eso nos va a restar mérito entre nuestros amigos” ¡Leviatán al ataque!
Natanael no estaba del todo exento de esa
estructura mental, pero había un espíritu distinto en él:
Juan 1:47-48 RVC
47 Cuando Jesús vio que Natanael se le
acercaba, dijo de él: «Aquí tienen a un verdadero israelita, en quien no hay
engaño.»
48 Natanael le dijo: «¿Y de dónde me
conoces?» Jesús le respondió: «Te vi antes de que Felipe te llamara, cuando
estabas debajo de la higuera.»
Natanael era un maestro y, de acuerdo al
testimonio de Jesús, un “verdadero israelita”, ¡y no encontramos a Jesús
diciendo ese tipo de palabras muy frecuentemente! Natanael era de verdad un
maestro porque, en un momento en que Jesús no era conocido, pudo recibir el
testimonio de Felipe y discernirlo en su espíritu, a pesar de que su mente,
bien entrenada para pensar como un judío religioso de su época, le decía algo
distinto. Venció la fortaleza mental que le impedía aventurarse hacia lo nuevo
y obtuvo el conocimiento de la salvación, además de un reconocimiento de parte
del mismo Rey del Universo, ¡pavada de recompensa!
Siglos atrás pasaba algo al revés:
1 Samuel 25:10 RVC
10 Y Nabal les respondió: «¿Y quién es David?
¿Quién es ese hijo de Yesé? Hoy día, hay muchos criados que andan huyendo de
sus amos.
¿Acaso algo bueno puede salir de ese joven
fugitivo? ¿Acaso el rico y próspero Nabal podía recibir algo del pobre y
fugitivo David? Bueno, de hecho casi recibe la muerte, si no fuera por la
prudencia de su esposa, pero Nabal tuvo la oportunidad de bendecir al futuro
rey de Israel, al dulce cantor de Israel, aquel de quien más habla la Biblia luego
de Jesús. No lo recibió y a los pocos días murió vergonzosamente. “Nada se
puede aprender de un esclavo fugitivo”.
Filemón 1:10-12 RVC
10 te ruego por mi hijo Onésimo, que es el
fruto de mis prisiones.
11 En otro tiempo, él te resultaba inútil,
pero ahora nos es útil a ti y a mí.
12 Ahora vuelvo a enviártelo, y te pido
recibirlo como si me recibieras a mí mismo.
Ahora sí, un verdadero esclavo fugitivo,
¿algo bueno puede salir de ahí, algo se puede aprender de él? Según parece,
Filemón lo recibió y le dio la libertad, y con el tiempo Onésimo llegó a ser
predicador y obispo de Éfeso, muriendo como mártir en Roma. ¿Algo se podía
aprender de él? Pues por lo visto, sí.
“Ya sé que no hay nada bueno allí” es “Fulano
no puede enseñarme nada nuevo a mí” o “no me conviene que me asocien con
Fulano” o “por los títulos que tengo, solo puede enseñarme algo nuevo quien
tenga más títulos que yo”. En todo caso, ¡festín para Leviatán!
¡Señor, líbranos de aprender de quienes no
debemos aprender, y permítenos recibir a los maestros que Tú nos mandas!
Luego de esta oración aparecerán en tu vida
algunos personajes medio zaparrastrosos, algunos hablando cruzado, incluso con
pasados poco recomendables… pero con tesoros del Señor para compartir; como
siempre, en vasos de barro, y a veces, a medio cocer…
Danilo Sorti
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