martes, 9 de enero de 2018

370. Job y el Leviatán oculto, bien oculto

Job 40:1-9 RVC
1 El Señor también le dijo a Job:
2 «¿Te parece sabio discutir con el Todopoderoso? El que discute con Dios, tiene que responderle.»
3 Y Job le respondió al Señor:
4 «Indigno soy. ¿Qué te puedo responder? Más me conviene quedarme callado.
5 Una vez he hablado, así que no voy a responder. Hablé por segunda vez, y no lo volveré a hacer.»
6 Entonces el Señor respondió a Job desde el torbellino, y le dijo:
7 «Pórtate como hombre, y prepárate. Yo te voy a preguntar, y tú me vas a responder.
8 ¿Acaso vas a invalidar mi justicia? ¿O vas a condenarme para justificarte?
9 ¿Tienes acaso el mismo poder que yo? ¿Puede tu voz resonar como la mía?

Aparentemente Dios no le responde a Job el por qué de su sufrimiento, pero en realidad está tratando con lo más profundo de su corazón; el lugar donde anida Leviatán, que aparece al final de la sección en que Dios responde. Job tenía de sí un más alto concepto del que debía tener:

Job 42:1-6 RVC
1 Entonces Job le respondió al Señor, y le dijo:
2 «Yo sé bien que todo lo puedes, que no hay nada que tú no puedas realizar.
3 Preguntaste: “¿Quién se atreve a oscurecer mis designios, con palabras carentes de sentido?” Yo fui ese atrevido, que habló sin entender; ¡grandes son tus maravillas! ¡Son cosas que no alcanzo a comprender!
4 Por favor, escucha mis palabras; quiero preguntarte algo; ¡házmelo saber!
5 Yo había oído hablar de ti, pero ahora mis ojos te ven.
6 Por lo tanto, me retracto de lo dicho, y me humillo hasta el polvo y las cenizas.»

¿Orgulloso Job? Sí, aunque no lo parezca; pero muy distinto a lo que nosotros normalmente conocemos por “orgulloso”, por cierto, mucho menos de lo que nosotros solemos ser, pero aún así, había una raíz bien escondida y Dios estaba dispuesto a purificar lo máximo posible a Su siervo. Probablemente no consistía en considerarse a sí mismo una especie de súper héroe o magnífico personaje con privilegios superiores, tal como lo conocemos nosotros, sino en algo mucho más sutil, en considerar que él, como creatura, podía comprender el accionar del Todopoderoso, y al no poder hacerlo, cae en la desesperación. ¿Quién de nosotros puede considerarse libre de eso?

Job está “respondiendo” a la raíz más oculta del orgullo humano, la “menos pecaminosa”, aquella que tiene que ver con nuestra alma, la parte de nuestro ser que tomó preeminencia por sobre las otras dos en la caída, y del alma, la parte quizás más “noble”: el intelecto.

Podemos someter nuestras acciones, nuestros sentimientos, nuestra voluntad, pero ¿nuestro intelecto? Finalmente, los pensamientos no necesitan manifestarse, puede haber un duro combate allí pero ahí se queda, no “sale” hacia las acciones. Sin embargo está.

Job era ejemplar, Dios mismo dio testimonio de él delante del Adversario y toda la Corte celestial, ¿de quién podría decirse algo semejante? El Señor no cuestionó nada de lo dijo en defensa de sí mismo antes sus (supuestos) amigos pero sí su actitud, ¿podía un mortal cuestionar a Dios? Esto no quiere decir que uno le pregunte, o requiera sabiduría, o incluso que exponga toda su queja delante de Él.

Salmos 39:4-6 RVC
4 «Señor, hazme saber qué fin tendré, y cuánto tiempo me queda de vida. ¡Quiero saber cuán frágil soy!
5 Tú me has dado una vida muy corta; ante ti, mis años de vida no son nada. ¡Ay, un simple soplo somos los mortales!
6 ¡Ay, todos pasamos como una sombra! ¡Ay, de nada nos sirve tratar de enriquecernos, pues nadie sabe para quién trabaja!

O incluso las palabras que Jesús mismo repitió:

Salmos 22:1-2 RVC
1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos, y no vienes a salvarme? ¿Por qué no atiendes mi clamor?
2 Dios mío, te llamo de día, y no me respondes; te llamo de noche, y no hallo reposo.

Tenemos toda la libertad del Espíritu para derramar nuestra queja delante de Dios. Mucho del problema de los que se llaman ateos es que nunca han “sentido” la libertad de reclamar a ese Dios que les parece lejano y arbitrario, nunca se han permitido exponer toda su angustia y esperar una respuesta. Y por ello terminaron enojados, y ese enojo se transformó en “ateísmo”.

Pero el orgullo no consiste en eso, sino en pretender saber TODO lo que Dios es o hace en relación con un tema. Job suponía que sabía cómo Dios trataba a los justos como él, cuando eso falló comenzó una crisis intelectual. “¡No comprendo cómo Dios actúa!” Bueno, de eso se trata: no lo puedo comprender todo pero sin embargo puedo confiar en que será lo mejor. Esa simple frase es el más “sangriento y cruel” asesinato posible al orgullo de nuestro intelecto… somos creaturas, no Creador.

Lucas 1:34 RVC
34 Pero María le dijo al ángel: «¿Y esto cómo va a suceder? ¡Nunca he estado con un hombre!»

Ella no dudó, simplemente se intrigó por la forma.

Lucas 1:18 RVC
18 Zacarías le preguntó al ángel: «¿Y cómo voy a saber que esto será así? ¡Yo estoy ya muy viejo, y mi esposa es de edad avanzada!»

“¡Eso no puede ser así!” Dijo Zacarías, es decir, “yo sé cómo funciona la naturaleza, y es no puede pasar”. Orgullo, “yo sé”.

En la cotidianeidad ese principio se expande en mil formas y se manifiesta en todo lo que llamamos “orgullo”, incluso en sus formas más aberrantes. Pero su raíz es muy pequeña. “Yo sé cómo funcionan las cosas porque yo estudié lo suficiente” y entonces hago que las cosas funcionen como “yo sé”, y después, cuando ocurren los problemas me pregunto: “¿qué salió mal?”.

Pero hay un problema práctico aquí, porque entonces no podría hacer absolutamente nada, ni dar un paso, ni respirar, si al fin y al cabo “no sé”. La clave está en Jesucristo, Aquel que venció a Leviatán:

Juan 5:19 RVC
19 Entonces Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo: El Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino lo que ve que el Padre hace; porque todo lo que el Padre hace, eso mismo lo hace el Hijo.

Y esta es la absoluta dependencia, que según muchos “anula la personalidad” pero lo cierto es que exalta nuestra verdadera personalidad. La victoria sobre Leviatán es vivir conforme la vida de Dios, a cada paso, y eso comienza en la mente, la voluntad, el yo, en lo más hondo del ser humano. Consiste en reconocer mi verdadera naturaleza de criatura y no pretender ser lo que no soy… lo que paradójicamente me hace ser exaltado por Su propio poder.


Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.


No hay comentarios:

Publicar un comentario