Mateo 11:29 RVC
29 Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan
de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma;
Como Leviatán no hay otro en la Tierra… pero
nuestro Dios está por encima de la Tierra, y Él vino, haciéndose hombre, con
las armas más poderosas para derrotar a todos los principados de maldad. Y
Leviatán, el monstruo marino que asoma veladamente la cabeza en Génesis 1
cuando Dios pone orden en las aguas y el mundo, fue uno de los que venció.
En realidad comenzó a vencerlo desde antes de
su nacimiento y siguió haciéndolo hasta que ascendió al cielo. Pablo nos da el
panorama completo:
Filipenses 2:5-8 RVC
5 Que haya en ustedes el mismo sentir que
hubo en Cristo Jesús,
6 quien, siendo en forma de Dios, no estimó
el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se despojó a sí mismo y tomó forma
de siervo, y se hizo semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se
humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
La humildad o el “despojo de sí mismo” es lo
que caracterizó al ministerio de Jesucristo, de principio a fin. Siempre lo
hemos visto como una virtud, y lo es, pero también debemos entenderlo como un
acto consciente de guerra espiritual, de principio a fin. Y no podía ser de
otra forma, dado que Leviatán tiene un dominio tan extendido sobre la faz de la
Tierra.
·
La humildad nace en la eternidad, cuando Él decide despojarse y ofrecerse
en sacrificio:
Apocalipsis 13:8 RVC
8 Y adoraron a la bestia todos los habitantes
de la tierra, todos los que no tienen su nombre inscrito en el libro de la vida
del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.
El simbolismo propio del “Cordero”, que
aparece desde los primeros capítulos de la Biblia, es casi un sinónimo de la
palabra “humildad”. El sacrificio de sí mismo, ofrecido por Cristo desde la
eternidad y hecho realidad en la historia, es la mayor señal de humildad.
·
La humildad estuvo en los eventos que rodearon su nacimiento:
Lucas 1:38 RVC
38 María dijo entonces: «Yo soy la sierva del
Señor. ¡Cúmplase en mí lo que has dicho!» Y el ángel se fue de su presencia.
Lucas 2:7 RVC
7 y allí tuvo a su hijo primogénito; y lo
envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para
ellos en ese albergue.
Lucas 2:15 RVC
15 Cuando los ángeles volvieron al cielo, los
pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos a Belén, y veamos esto que ha
sucedido, y que el Señor nos ha dado a conocer.»
Una joven israelita que fue sospechada por su
flamante marido, un establo como sala cuna y un grupo de ovejeros malolientes
como primeros visitantes… ¿así nacía el Rey del Universo? Jesucristo es una
piedra de tropiezo para todos los religiosos, no pueden evitar narrar Su
historia y “usarlo” para su provecho, pero ¿cómo pueden justificar sus propios
lujos en Su Nombre?
Las condiciones “de nacimiento”, es decir,
las relaciones sociales que los padres le dan a los hijos, los recursos
económicos que les heredan, el ambiente en el cual los insertan y les enseñan a
manejarse, constituyen el capital de partida de cada persona y es difícil que a
lo largo de su vida pueda avanzar mucho más allá de eso. Pero el Padre no miró
nada de eso, y cuando José necesitó recursos para huir de la ira de Herodes,
dispuso a unos sabios astrólogos de oriente que habían guardado recursos
económicos (a lo mejor durante varias generaciones) para que no tuviera
problemas en el viaje y estadía. Sin embargo, el Padre miró la fe de una joven
israelita que no dudo al escuchar lo más extraño que una mujer pudiera escuchar
en su vida, y el valor de un hombre que aceptó sin vacilar la voz del ángel.
El orgullo procura elevarse por encima del
común de los hombres desde el principio, la humildad se identifica con ellos
desde ese mismo principio.
·
La humildad estuvo en el tiempo de espera
Lucas 2:51-52 RVC
51 aunque se fue con ellos a Nazaret y vivió
sujeto a ellos. Por su parte, su madre guardaba todo esto en su corazón.
52 Y Jesús siguió creciendo en sabiduría y en
estatura, y en gracia para con Dios y con los hombres.
“Todo tiene su tiempo” había escrito el sabio
siglos atrás, y los propósitos de Dios también. La impaciencia es
característica de Leviatán, aunque a veces puede lograr dominarse con
dificultad. La paciencia descansa en Dios y no pretende apurar la resolución de
ninguno de Sus planes, tampoco cuando en esos planes uno “sale ganando” al
final.
·
La humildad estuvo en el inicio de Su ministerio
Mateo 3:13-17 RVC
13 Jesús fue de Galilea al Jordán, donde
estaba Juan, para ser bautizado por él.
14 Pero Juan se le oponía, diciendo: «Yo
necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?»
15 Jesús le respondió: «Por ahora, déjalo
así, porque conviene que cumplamos toda justicia.» Entonces Juan aceptó.
16 Después de ser bautizado, Jesús salió del
agua. Entonces los cielos se abrieron y él vio al Espíritu de Dios, que
descendía como paloma y se posaba sobre él.
17 Desde los cielos se oyó entonces una voz,
que decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco.»
Había un acto legal que consistía en ser
bautizado por el sacerdote Juan, genuino descendiente de la línea sacerdotal y
probablemente el único que no estaba corrompido de los muchos que había en ese
entonces. Juan sabía perfectamente quien era Jesús y no podía entender esto,
porque había algunos resabios de Leviatán en su corazón, pero Jesús entendía
que la perfecta justicia humana y divina también tenía que ser cumplida, aunque
eso significara un acto que podía considerarse “humillante”: el mayor
sometiéndose al menor.
Cuando es justo que así ocurra, la humildad
no tiene problemas en “someterse”, es decir, en recibir la habilitación,
capacitación, autoridad o lo que sea que el “menor” le debe conferir.
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La humildad estuvo a lo largo de Su ministerio
Juan 6:15 RVC
15 Cuando Jesús se dio cuenta de que iban a
venir para apoderarse de él y hacerlo rey, volvió a retirarse al monte él solo.
Desde el inicio no encontramos nada que sea
autopromoción, o ninguna de las estrategias de promoción exageradas que hoy
usarían muchos ministerios “exitosos”. Jesús no tuvo problemas en anunciar Su
misión y llamar a la gente a Sí, pero aún así fue muy moderado en ello.
Incluso Dios Padre se “contuvo” más de una
vez (solo habló “públicamente” tres veces, según está registrado), y el Cielo
con él, para que no hubiera ningún “show” espiritual que opacara el valor de
las palabras del Cordero.
La humildad implica seguir el camino trazado
para que las “cosas ocurran” y no buscar atajos fáciles y honrosos. El camino
para ser rey era la cruz y no otro intermedio.
·
La humildad estuvo al final de Su ministerio terrenal
Isaías 53:7 RVC
7 Se verá angustiado y afligido, pero jamás
emitirá una queja; será llevado al matadero, como un cordero; y como oveja
delante de sus trasquiladores se callará y no abrirá su boca.
La descripción profética de Isaías es lo que
mejor resume la actitud del Señor en los eventos de Su encarcelamiento, juicio
y muerte. Sin amenazas, sin alardes de Su sacrificio, con muy pocas palabras.
Así es la humildad al cumplir la tarea difícil, simplemente se cumple.
·
La humildad estuvo hasta Su ascensión y más allá
1 Corintios 15:3-8 RVC
3 En primer lugar, les he enseñado lo mismo
que yo recibí: Que, conforme a las Escrituras, Cristo murió por nuestros
pecados;
4 que también, conforme a las Escrituras, fue
sepultado y resucitó al tercer día;
5 y que se apareció a Cefas, y luego a los
doce.
6 Después se apareció a más de quinientos
hermanos a la vez, de los cuales muchos aún viven, y otros ya han muerto.
7 Luego se apareció a Jacobo, después a todos
los apóstoles;
8 y por último se me apareció a mí, que soy
como un niño nacido fuera de tiempo.
¿Y por qué no a Sus enemigos? ¿Por qué no
apareció sobre una nube roja cargada de rayos para aplastar al sumo sacerdote,
o a los soldados, o a Pilatos? ¿Por qué no a todo Israel, que lo había
rechazado?
Su humildad no solo estuvo allí, continúa
hasta el presente, a lo largo de veinte siglos, en los que los hombres lo han
ignorado, insultado e incluso burlado grotescamente de Él, como hacen algunos
en el presente. Esto no significa que Sus juicios no hayan venido sobre tales
personas y no estén por venir dramáticamente sobre todo el mundo, sino que
durante todo este tiempo Él no se ha manifestado públicamente como sí ocurrirá
al final de este tiempo. Propiamente, éste es el tiempo de la gracia, el tiempo
en donde claramente se manifiesta la humildad de Dios Hijo, ¡nada menos!,
porque las personas lo pueden aceptar o rechazar por Su naturaleza, por Sus
palabras, por Su historia, sin ninguna demostración espectacular de poder que los
intimide y presione.
Desde hace dos mil años, el Dios que se hizo
hombre sigue siendo “uno de nosotros”, hasta “escondido” en cierto sentido,
alguien en quien podemos creer o a quién podemos ignorar. Alguien al que
prestarle atención o alguien para dejar juntando polvo en un libro olvidado.
Incluso alguien de quien nos podemos burlar, alguien a quien se puede ofender
públicamente, sobre quien se pueden escribir literalmente toneladas de libros
diciendo lo que se le ocurra a cada uno.
Por eso estamos en el tiempo de la gracia,
porque es el tiempo de la humildad divina que nos permite responder por amor,
no por temor, no por obligación, no por ningún show cósmico sobrecogedor. Así
también es en las relaciones humanas: la humildad ofrece, no exige; espera, no
obliga; tolera el rechazo, no amenaza; permite que se desarrolle el verdadero
amor, que surge cuando “somos iguales”, en este caso, cuando Dios se hace
hombre.
Pero la humildad no es injusta y no permitirá
que la injusticia de los hombres crezca sin límites. Por eso, la misma humildad
también vendrá con juicio y fuego destructor. Aquí es donde (también) tropiezan
los religiosos: han exagerado tanto la humildad del Señor que la han
transformado en complicidad culpable con el pecador. Eso no es verdadera
humildad, y pronto los hombres lo descubrirán.
Danilo Sorti
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