Juan 3:29 RVC
29 El que tiene la esposa, es el esposo; pero
el amigo del esposo, que está a su lado y lo oye, se alegra mucho al oír la voz
del esposo. Así que esta alegría mía ya se ha cumplido.
Juan 16:7 DHH
7 Pero les digo la verdad: es mejor para
ustedes que yo me vaya. Porque si no me voy, el Defensor no vendrá para estar
con ustedes; pero si me voy, yo se lo enviaré.
Juan 20:17 RVC
17 Jesús le dijo: «No me toques, porque aún
no he subido a donde está mi Padre; pero ve a donde están mis hermanos, y diles
de mi parte que subo a mi Padre y Padre de ustedes, a mi Dios y Dios de
ustedes.»
Dios es “muchas cosas” para nosotros, y
fallamos siempre si tratamos de circunscribirlo a una sola de sus funciones o
roles, por más maravilloso que este sea.
A lo largo de estas últimas décadas o más
bien siglo, a partir del avivamiento de principios del siglo XX, el
conocimiento de Dios ha tenido un avance increíble, así como la restauración de
Su manifestación sobre la Tierra. Algunos objetarían diciendo que la mentira y
las herejías se multiplicaron como nunca en la historia del cristianismo, y es
cierto, pero eso no niega el hecho de que la gracia y la revelación,
disponibles para quien quiera sinceramente conocer la verdad, han sido mayores
que en los diecinueve siglos anteriores. Y estos distintos movimientos o etapas
han traído luz, entre otras cosas, sobre nuestra relación con el Trino Dios.
Estos tiempos que han comenzado traerán
dramáticamente sobre la humanidad la revelación del Dios justo, que no tolera
el pecado y que está dispuesto a limpiar Su Iglesia primero y Su Tierra
inmediatamente después. En medio de los juicios que ya han comenzado, sin
embargo, no debemos olvidar tres facetas de lo que Dios es, sobre las cuales se
han hecho énfasis a lo largo del último siglo: el Novio y la Iglesia como Novia
/ Esposa, Dios Padre y nosotros Sus hijos, el Espíritu Consolador y nosotros
Sus defendidos. En los tiempos que se avecinan necesitamos que estas tres
visiones de lo que somos estén claramente afirmadas en nuestros corazones.
La Iglesia como Novia del Cordero es quizás
la primera imagen del cristianismo primitivo, cuando Eclesiastés era un libro
muy popular en las predicaciones de la Iglesia. Es la relación más íntima y
cercana del hombre con Dios, más incluso que la de un hijo, porque un hijo es
enviado, pero al cónyuge se lo elige: Él nos eligió a nosotros y nosotros los
elegimos a Él, Él nos rescató y Él se desposó, con lo que llegamos a ser uno.
Apocalipsis 17:14 RVC
14 Pelearán contra el Cordero, pero el
Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y a los que
están con él se les llama “elegidos” y “fieles”.»
Él nos eligió porque vio nuestro corazón, y
nos conoció de antemano. Muchos han tropezado con este concepto de la
“elección”, pensando que se trata de una arbitrariedad divina o un permiso para
pecar. Pero es muy fácil entender la elección si lo pensamos en términos de un
matrimonio: ambos se han elegido porque ambos se han amado; esa elección puede
romperse si dejan de amarse, eso nos puede pasar a nosotros, pero no a Dios.
En las sociedades antiguas, donde el estatus
de la mujer era muy precario, especialmente si era soltera o viuda, peor aún
divorciada, ser desposada por un marido rico y poderoso, y más aún, si la amaba
de verdad, era la mayor gloria que una mujer podía tener. En algunos lugares
eso no ha cambiado mucho. Lo cierto es que los matrimonios por amor no eran tan
comunes entonces… ni ahora. La imagen de un esposo amante, que además se
sacrificó a sí mismo por Su Amada, es un poderosísimo argumento de películas o
novelas, pero era mucho más poderos en la mente de ese entonces.
La intimidad y comunión que hay en un
matrimonio no existe en otra relación humana, pero es difícil hablar de esto
hoy porque son pocos los que tienen esa experiencia, ya sea propia o de su
padres. Cómo satisface uno al otro, en su presencia, su compañía, sus
expresiones de afecto, su interés, su cuidado, aún en los retos o enojos, es
único en las relaciones humanas, aunque es sólo una pálida imagen de lo que
será nuestra relación plena con Dios. El mundo lo ha corrompido llevando todo a
una hipersexualización de las relaciones, que es obviamente falso e incluso
“vaciante” de sentido cuando no hay verdadero amor.
La buena noticia es que esa relación está
disponible aquí y ahora. La “mala” noticia es que necesitamos construirla por
fe porque la mayoría de las personas no tienen ejemplos claros, y por lo tanto
no pueden recibir ni las demostraciones de amor ni las palabras de afecto del
Novio.
En estos últimos tiempos, cuando ya falta muy
poco para la venida del Novio pero ya como Esposo, la imagen de la Novia será
completamente restaurada en Su Iglesia.
En espera de la futura boda, el Novio nos
dejó a Su Amigo, el Defensor, o mejor dicho, el Abogado Defensor, el que viven
en medio de Su Pueblo, quien cuida a la Novia, quien la capacita y la instruye
para que no dude de Su amor, quien le enseña a aferrarse a él, quien la
edifica.
El Bendito Espíritu es nuestra compañía, la
Voz de Dios continuamente dentro nuestro, pero también Su poder y Su autoridad.
La Novia no ha sido dejada sola, ni tampoco ha sido dejada sólo con la guía
interior para que aprenda lo que tiene que aprender, le ha sido dado el Sello
de autoridad, la marca que dice que, aunque no es Esposa todavía, tiene todos
los derechos legales que el Novio ganó sobre la creación y sobre las tinieblas.
La muestra de amor del Novio no consistió en
dar una dote costosa, como siguen haciendo ahora algunas culturas, sino en
darse primero a Sí mismo, totalmente despojado, sin nada, ni siquiera ropa,
sobre esa cruz. ¡Caramba! No parecía ser un buen prospecto… Sin embargo fue
elevado a Rey del Universo por el Padre. Él ganó la máxima autoridad, y a Su Prometida
se la delegó mientras espera el desposorio.
No podemos ser la Novia y dejar de lado la
autoridad que nos fue dada, menos en este tiempo.
Pero hay Uno que está por sobre todo, Dios
también, el Padre, quién antes de buscar Novia para Su Hijo nos hizo hijos.
¿Cómo podría Su Hijo casarse con gente extraña? En aquel entonces era muy común
que las personas se casaran dentro de su misma nacionalidad o tribu o incluso
clan… hoy también. Pero nosotros pertenecíamos a otra raza: pecadora, caída,
inmunda, ¿cómo podríamos estar con el Santo?
Por eso debimos ser hecho primero hijos, es
decir, hijos adoptivos, con lo que ganamos todos los derechos de la nueva
nacionalidad y además fuimos hechos herederos de las riquezas y territorios del
Padre.
Durante mucho tiempo en la historia del
cristianismo el concepto de “siervo” fue el predominante, y era lógico, las
personas eran “siervos” de un rey, por lo que naturalmente podían verse como
siervos de Dios, y Él mismo se reveló en esa relación muchas veces, pero eso no
era más que “la puerta de entrada”.
Tristemente, muchos cristianos hoy se ven de
la misma manera, y la parábola del hijo pródigo es la que mejor expresa este
agudo contraste siervo – hijo. Esta relación de hijos, con todo su significado,
se refuerza más cerca de este tiempo: aprendimos a ser hijos y disfrutar del
cuidado y del amor del Padre, y eso trajo una enorme sanidad sobre muchos
cristianos.
Pero también el Defensor fue manifestado, y
nos dimos cuenta que no estábamos “solos”, que no habíamos sido dejados
“solamente” con un “manual de conducta y mapa del futuro”; la Biblia cobró
“vida” y pudimos vivir en el poder que durante siglos leímos en Hechos, pero
solo leímos. Y ya no tuvimos que andar “adivinando” qué versículo bíblico o qué
principio se aplicaba a tal o cual situación porque el Espíritu nos guiaba en
cada pensamiento. Esto fue otro nivel profundo de sanidad, ya no el de sabernos
hijos, sino el de escuchar la voz de Dios en cada una de nuestras necesidades.
Todavía muchos desprecian o descuida esto,
pretender aferrarse a la Biblia pero no disfrutan plenamente de la Biblia
vivificada por el Espíritu. ¡Es una contradicción! Aceptan el libro pero no se
preocupan por escuchar al Autor.
La “última” revelación, que fue la primera en
la naciente iglesia, es la revelación de la Novia, próximamente Esposa, del
Cordero. Y esta es la relación más íntima, aquello que suple toda necesidad, la
sanidad perfecta del alma herida, la saciedad completa de un corazón agitado.
El Trino Dios es “muchas cosas” para
nosotros, son muchas facetas y no es simple que todas estén presentes en
nuestra mente al mismo tiempo. Sin embargo, hay tres de ellas que NO PUEDEN NO
ESTAR: el Padre, el Defensor y el Esposo. Cada día debemos meditar en ellas y
es necesario que estemos firmemente cimentados en estas tres relaciones, no
digo “verdades” porque “verdad” puede ser algo sólo intelectual, digo
“relación” porque implica un “ida y vuelta” con Dios.
El espíritu de orgullo, Leviatán, el poderoso
principado que domina a los hombres, no puede mantener ninguna de estas tres
relaciones, porque implican una dosis de humildad en todos los casos, es decir,
“ceder” algo nuestro, reconocer determinadas áreas de debilidad o carencia
(bueno, en realidad, ¡todas!) y recibir gratuitamente, sin nada a cambio,
aquello que las suple.
Por eso el concepto de “siervo” es más
cercano a los cristianos que todavía están dominados por Leviatán: un siervo
está en cierto sentido sometido, por lo que no le queda “más remedio” que hacer
lo que se le manda. Un siervo también recibe una paga, por lo que hay una
cierta “transacción” por el servicio y las bendiciones que se reciben son, en
cierto punto, “merecidas”.
Hay muchos que exaltan el concepto de
“siervo” y usan profusamente la palabra en los ámbitos cristianos. No voy a
decir que sea pecado, pero es una dimensión de nuestra relación con Dios que ha
sido ampliamente superada en la revelación del Nuevo Pacto y en la
manifestación del Espíritu en estos tiempos. Y cuidado: “siervo” esconde
todavía mucho de religión, mucho de “Leviatán” (orgullo), mucho de
autojusticia.
Hermano, si en tu lenguaje, oración y
pensamiento todavía hay mucho de “siervo”, te estás perdiendo lo mejor de la
Nueva Vida, hay mucho pecado escondido dando vueltas por ahí, persisten muchas
heridas en tu corazón, estás usando mucho esfuerzo humano para servir a Dios
con pocos frutos y difícilmente puedas soportar los tiempos que se avecinan. Es
tan sencillo como que te abras a la relación hijo – defendido – novia que el Trino
Dios quiere establecer contigo para que pases a un nuevo nivel, MUY NUEVO por
cierto.
¡Señor, ayúdanos!
Danilo Sorti
Ayúdanos a llevar el mensaje.
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