martes, 9 de enero de 2018

381. La novia, los protegidos y los hijos

Juan 3:29 RVC
29 El que tiene la esposa, es el esposo; pero el amigo del esposo, que está a su lado y lo oye, se alegra mucho al oír la voz del esposo. Así que esta alegría mía ya se ha cumplido.

Juan 16:7 DHH
7 Pero les digo la verdad: es mejor para ustedes que yo me vaya. Porque si no me voy, el Defensor no vendrá para estar con ustedes; pero si me voy, yo se lo enviaré.

Juan 20:17 RVC
17 Jesús le dijo: «No me toques, porque aún no he subido a donde está mi Padre; pero ve a donde están mis hermanos, y diles de mi parte que subo a mi Padre y Padre de ustedes, a mi Dios y Dios de ustedes.»

Dios es “muchas cosas” para nosotros, y fallamos siempre si tratamos de circunscribirlo a una sola de sus funciones o roles, por más maravilloso que este sea.

A lo largo de estas últimas décadas o más bien siglo, a partir del avivamiento de principios del siglo XX, el conocimiento de Dios ha tenido un avance increíble, así como la restauración de Su manifestación sobre la Tierra. Algunos objetarían diciendo que la mentira y las herejías se multiplicaron como nunca en la historia del cristianismo, y es cierto, pero eso no niega el hecho de que la gracia y la revelación, disponibles para quien quiera sinceramente conocer la verdad, han sido mayores que en los diecinueve siglos anteriores. Y estos distintos movimientos o etapas han traído luz, entre otras cosas, sobre nuestra relación con el Trino Dios.

Estos tiempos que han comenzado traerán dramáticamente sobre la humanidad la revelación del Dios justo, que no tolera el pecado y que está dispuesto a limpiar Su Iglesia primero y Su Tierra inmediatamente después. En medio de los juicios que ya han comenzado, sin embargo, no debemos olvidar tres facetas de lo que Dios es, sobre las cuales se han hecho énfasis a lo largo del último siglo: el Novio y la Iglesia como Novia / Esposa, Dios Padre y nosotros Sus hijos, el Espíritu Consolador y nosotros Sus defendidos. En los tiempos que se avecinan necesitamos que estas tres visiones de lo que somos estén claramente afirmadas en nuestros corazones.

La Iglesia como Novia del Cordero es quizás la primera imagen del cristianismo primitivo, cuando Eclesiastés era un libro muy popular en las predicaciones de la Iglesia. Es la relación más íntima y cercana del hombre con Dios, más incluso que la de un hijo, porque un hijo es enviado, pero al cónyuge se lo elige: Él nos eligió a nosotros y nosotros los elegimos a Él, Él nos rescató y Él se desposó, con lo que llegamos a ser uno.

Apocalipsis 17:14 RVC
14 Pelearán contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y a los que están con él se les llama “elegidos” y “fieles”.»

Él nos eligió porque vio nuestro corazón, y nos conoció de antemano. Muchos han tropezado con este concepto de la “elección”, pensando que se trata de una arbitrariedad divina o un permiso para pecar. Pero es muy fácil entender la elección si lo pensamos en términos de un matrimonio: ambos se han elegido porque ambos se han amado; esa elección puede romperse si dejan de amarse, eso nos puede pasar a nosotros, pero no a Dios.

En las sociedades antiguas, donde el estatus de la mujer era muy precario, especialmente si era soltera o viuda, peor aún divorciada, ser desposada por un marido rico y poderoso, y más aún, si la amaba de verdad, era la mayor gloria que una mujer podía tener. En algunos lugares eso no ha cambiado mucho. Lo cierto es que los matrimonios por amor no eran tan comunes entonces… ni ahora. La imagen de un esposo amante, que además se sacrificó a sí mismo por Su Amada, es un poderosísimo argumento de películas o novelas, pero era mucho más poderos en la mente de ese entonces.

La intimidad y comunión que hay en un matrimonio no existe en otra relación humana, pero es difícil hablar de esto hoy porque son pocos los que tienen esa experiencia, ya sea propia o de su padres. Cómo satisface uno al otro, en su presencia, su compañía, sus expresiones de afecto, su interés, su cuidado, aún en los retos o enojos, es único en las relaciones humanas, aunque es sólo una pálida imagen de lo que será nuestra relación plena con Dios. El mundo lo ha corrompido llevando todo a una hipersexualización de las relaciones, que es obviamente falso e incluso “vaciante” de sentido cuando no hay verdadero amor.

La buena noticia es que esa relación está disponible aquí y ahora. La “mala” noticia es que necesitamos construirla por fe porque la mayoría de las personas no tienen ejemplos claros, y por lo tanto no pueden recibir ni las demostraciones de amor ni las palabras de afecto del Novio.

En estos últimos tiempos, cuando ya falta muy poco para la venida del Novio pero ya como Esposo, la imagen de la Novia será completamente restaurada en Su Iglesia.

En espera de la futura boda, el Novio nos dejó a Su Amigo, el Defensor, o mejor dicho, el Abogado Defensor, el que viven en medio de Su Pueblo, quien cuida a la Novia, quien la capacita y la instruye para que no dude de Su amor, quien le enseña a aferrarse a él, quien la edifica.

El Bendito Espíritu es nuestra compañía, la Voz de Dios continuamente dentro nuestro, pero también Su poder y Su autoridad. La Novia no ha sido dejada sola, ni tampoco ha sido dejada sólo con la guía interior para que aprenda lo que tiene que aprender, le ha sido dado el Sello de autoridad, la marca que dice que, aunque no es Esposa todavía, tiene todos los derechos legales que el Novio ganó sobre la creación y sobre las tinieblas.

La muestra de amor del Novio no consistió en dar una dote costosa, como siguen haciendo ahora algunas culturas, sino en darse primero a Sí mismo, totalmente despojado, sin nada, ni siquiera ropa, sobre esa cruz. ¡Caramba! No parecía ser un buen prospecto… Sin embargo fue elevado a Rey del Universo por el Padre. Él ganó la máxima autoridad, y a Su Prometida se la delegó mientras espera el desposorio.

No podemos ser la Novia y dejar de lado la autoridad que nos fue dada, menos en este tiempo.

Pero hay Uno que está por sobre todo, Dios también, el Padre, quién antes de buscar Novia para Su Hijo nos hizo hijos. ¿Cómo podría Su Hijo casarse con gente extraña? En aquel entonces era muy común que las personas se casaran dentro de su misma nacionalidad o tribu o incluso clan… hoy también. Pero nosotros pertenecíamos a otra raza: pecadora, caída, inmunda, ¿cómo podríamos estar con el Santo?

Por eso debimos ser hecho primero hijos, es decir, hijos adoptivos, con lo que ganamos todos los derechos de la nueva nacionalidad y además fuimos hechos herederos de las riquezas y territorios del Padre.

Durante mucho tiempo en la historia del cristianismo el concepto de “siervo” fue el predominante, y era lógico, las personas eran “siervos” de un rey, por lo que naturalmente podían verse como siervos de Dios, y Él mismo se reveló en esa relación muchas veces, pero eso no era más que “la puerta de entrada”.

Tristemente, muchos cristianos hoy se ven de la misma manera, y la parábola del hijo pródigo es la que mejor expresa este agudo contraste siervo – hijo. Esta relación de hijos, con todo su significado, se refuerza más cerca de este tiempo: aprendimos a ser hijos y disfrutar del cuidado y del amor del Padre, y eso trajo una enorme sanidad sobre muchos cristianos.

Pero también el Defensor fue manifestado, y nos dimos cuenta que no estábamos “solos”, que no habíamos sido dejados “solamente” con un “manual de conducta y mapa del futuro”; la Biblia cobró “vida” y pudimos vivir en el poder que durante siglos leímos en Hechos, pero solo leímos. Y ya no tuvimos que andar “adivinando” qué versículo bíblico o qué principio se aplicaba a tal o cual situación porque el Espíritu nos guiaba en cada pensamiento. Esto fue otro nivel profundo de sanidad, ya no el de sabernos hijos, sino el de escuchar la voz de Dios en cada una de nuestras necesidades.

Todavía muchos desprecian o descuida esto, pretender aferrarse a la Biblia pero no disfrutan plenamente de la Biblia vivificada por el Espíritu. ¡Es una contradicción! Aceptan el libro pero no se preocupan por escuchar al Autor.

La “última” revelación, que fue la primera en la naciente iglesia, es la revelación de la Novia, próximamente Esposa, del Cordero. Y esta es la relación más íntima, aquello que suple toda necesidad, la sanidad perfecta del alma herida, la saciedad completa de un corazón agitado.

El Trino Dios es “muchas cosas” para nosotros, son muchas facetas y no es simple que todas estén presentes en nuestra mente al mismo tiempo. Sin embargo, hay tres de ellas que NO PUEDEN NO ESTAR: el Padre, el Defensor y el Esposo. Cada día debemos meditar en ellas y es necesario que estemos firmemente cimentados en estas tres relaciones, no digo “verdades” porque “verdad” puede ser algo sólo intelectual, digo “relación” porque implica un “ida y vuelta” con Dios.

El espíritu de orgullo, Leviatán, el poderoso principado que domina a los hombres, no puede mantener ninguna de estas tres relaciones, porque implican una dosis de humildad en todos los casos, es decir, “ceder” algo nuestro, reconocer determinadas áreas de debilidad o carencia (bueno, en realidad, ¡todas!) y recibir gratuitamente, sin nada a cambio, aquello que las suple.

Por eso el concepto de “siervo” es más cercano a los cristianos que todavía están dominados por Leviatán: un siervo está en cierto sentido sometido, por lo que no le queda “más remedio” que hacer lo que se le manda. Un siervo también recibe una paga, por lo que hay una cierta “transacción” por el servicio y las bendiciones que se reciben son, en cierto punto, “merecidas”.

Hay muchos que exaltan el concepto de “siervo” y usan profusamente la palabra en los ámbitos cristianos. No voy a decir que sea pecado, pero es una dimensión de nuestra relación con Dios que ha sido ampliamente superada en la revelación del Nuevo Pacto y en la manifestación del Espíritu en estos tiempos. Y cuidado: “siervo” esconde todavía mucho de religión, mucho de “Leviatán” (orgullo), mucho de autojusticia.

Hermano, si en tu lenguaje, oración y pensamiento todavía hay mucho de “siervo”, te estás perdiendo lo mejor de la Nueva Vida, hay mucho pecado escondido dando vueltas por ahí, persisten muchas heridas en tu corazón, estás usando mucho esfuerzo humano para servir a Dios con pocos frutos y difícilmente puedas soportar los tiempos que se avecinan. Es tan sencillo como que te abras a la relación hijo – defendido – novia que el Trino Dios quiere establecer contigo para que pases a un nuevo nivel, MUY NUEVO por cierto.

¡Señor, ayúdanos!


Danilo Sorti




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